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Categoría: Confesiones

En familia

Como relaté en categorías "confesiones" de 14 años empezé a formar mi pequeño harem, con mujeres mayores que yo, Zoe de 25, Regina de 27, Margarita 23 y Aurita 19. A excepción de Zoe las demás ya no trabajan en la empresa, Regina enfermó de cáncer de mama, y el seguro social la pensionó, Margarita se fue a un departamento del occidente del país, lugar a donde trasladron por trabajo al marido, Aurita con quién tuvimos un noviazgo de dos años, cogíamos casi a diario y en su casa, pero la verdad es que ella amaba a su ex, al que había cortado por celoso, al final se casaron y él no quiso que trabajara. Ya habían pasado dos años, yo tenía 18 años de edad, y como les comentaba en un relato anterior, me había cogido a la mamá de Aurita, que en ese entonces tenía 54 años, ahora 56. Eran las nueve de la mañana, y yo tenía una parazón de verga, y no tenía donde meterla, recordé de la vez que amanecí en casa de doña Julia, madre de Aurita y fué el día que nos echamos un par de buenos polvos, ella vivía sola por lo que me animé a llamar por teléfono, se emocionó mucho de que la llamara y le pregunté si podía llegar a visitarla, llegué media hora después, ella estaba en bata, se acababa de duchar, ella me abrazó y me besó, fué un beso largo, no tenía ropa bajo la bata, la abrí y quedaron frente a mí sus hermosas tetas, con ansias se la chupé, mientras mis dedos acariciaban su cuca, que ya empezaba a mojarse, me llevó hacia su recámara, me empezó a quitar la ropa mientras nos besabamos, agarró mi verga, la contempló por unos instantes, y dijo: es una hermosa verga papito, como la debe de haber gozado mi hija, luego se inclinó y empezó a mamarme, al cabo de unos minutos le llené la boca de semen, lo tragó todo, luego la recosté sobre la cama, abrí sus piernas, muy hermosas por cierto, y empezé a darle una gran chupada, se había depilado la cuca, le chupé su clítoris, y se estaba viniendo, me coloqué sobre ella y ella misma llevó la verga a su entrada, lentamente la penetré al fondo, dos puyones le había dado y empezó a gemir y a retorcerse en la cama, se corrío a lo grande, seguí dandole en diferentes posiciones, cuando estaba en cuatro la penetré al fondo y volvió a venirse, justo en el momento que yo le eyaculaba. acostados empezamos a platicar, de que siempre había añorado estar juntos, y que cuando quisiera llegar podía hacerlo, que ella me esperaría con las piernas abiertas. Observé detenidamente su cuerpo desnudo, pies suaves y pequeños muy bien cuidados sus pantorrillas y muslos de piel lisita y firmes, su cintura no era de avispa, pero no desentonaba, sus pechos grandes, de aureolas cafecitas y pezon parado, para tener esa edad estaba bien cuidada. ella jugueteaba con mi verga, hasta que la puso a punto, se sentó sobre mi y empezó a metersela, y a cabalgar mientras me ofrecía sus chiches, me dijo que estaba por venirse, y que le había encantado en cuatro porque la sentía hasta el fondo, empezé a darle, y con mis dedos jugueteaba con su ano, me decia que sentía cosquillitas ricas en su trasero, ya le había metido dos dedos, y fué cuando explotó en otro orgasmos, le pregunté si podía metersela por el trasero y aceptó pero despacito, me echó crema y empezé a deslizarme, entró el glande, luego otro poquito más, sólo jaló aire, y me dijo que siguiera, ya le tenía la mitad, y empezé a sacarla y a meterla, el culo ya había dado de sí, con mis dedos jugaba con su clítoris, le gustó y ella empezó a seguirme el ritmo, empezó a sentir placer y cuando yo me estaba corriendo en sus tripas, gimió fuerte era otro orgasmo, nos duchamos y me fuí, prometiendole traerle fruta de la costa, ya que iría por allá. Dos días después regresé con la fruta, eran casi las cinco de la tarde, estaba en casa su hija Rebeca, ella tenía 26 años, casada y con dos niños, estaba de visita ese viernes porque se había quedado sola, el esposo se había llevado a los niños fuera de la capital para visitar a sus padres, y estarían fuera el fín de semana, cuando ya me retiraba Rebeca me pidió favor de acercarla a su casa, yo me ofrecí a llevarla , Doña Julia le dijo que se quedaba más tranquila si yo la llevaba, y guiñandole un ojo le dijo que disfrutara la compañía de un hombre guapo. Mientras conducía ella se dió cuenta que al hacer un cambio de velocidad, yo me quejaba del hombro, y le comenté que había dormido en mala posición. Al llegar a su casa me invitó a pasar a tomar un cafecito, luego me dijo que me iba a frotar una pomada muy buena para el dolor muscular, me quité la camisa, ella no perdió detalle de mi torso desnudo, me dijo que mis pectoraoes estaban bien formaditos y los musculos de mi estómago. me recosté en su cama, boca abajo y empezó a frotarme el unguento, sus manos eran suaves y finas, se suponía que sólo frotaría el hombro, pero recorría toda mi espalda dándome masaje, me pidio que me pusiera boca arriba, y empezó a masajear mi pecho, mis tetillas se pararon por el roze, ella las observaba y miraba que de mi ombligo salía una columna de vellos hacia la entrepierna, ella tenía puesto un short corto, a medio muslo, y una camiseta delgada que dejaba marcar sus pechoa redondos y sus pezones, se abrió de piernas y se sentó sobre mi cintura, quedando su panocha exactamente sobre mi verga, se inclinó y empezó a chuparme las tetillas, luego buscó mi boca y nos besamos, mi verga empezó a crecer, y el bulto fué sentido por ella y empezó a moverse en circulos presionando la pija, le saqué la camiseta y empezé a chuparle sus pezones, con mis manos bajé su short, y quedó en una tanguita, su precioso cuerpo estaba a mi merced, ella bajo mi pantalón con todo y boxer, hasta sacarlo, me agarróla verga y empezó a chuparla, luego me dijo que su hermana le había comentado que era grande pero no se imaginó cuanto, y preguntó que cuantas pulgadas medía, le dije que 8, luego añadió, la de mi marido es la mitad de la tuya,, luego nos colocamos en un 69, ella se incorporó y se puso de lado frente a mi, subió su pierna sobre mi cintura, y con su mano agarró la pija, y se frotaba a todo lo largo de su ranura del culo al clitoris, estaba super mojada, y la pija ya me la había mojado con sus líquidos, se la llevó al hoyo, y empuje mi glande, lo saqué y volví a empujar hasta la mitad, la saqué y me fuí al fondo, ella pujó, me dijo que se sentía llena de carne, sentía caliente su cuca, ella apretaba con sus paredes mi verga, y así empezó a correrse, me pidió que no le echara leche dentro, me ofreció las nalgas, y le clavé despacito la pija en su totalidad, y jadiando de placer le rompí su culito, y al sacarselo tenía tremendo hoyo y la leche empezaba a salirse por lo que nos fuimos a ducha, bajo el agua de la regadera, la recosté sobre la pared, abrió sus piernas y de espaldas a mi penetré su cuca de nuevo, hasta venirnos, no le saqué la verga, y me corrí adentro, ella ya no dijo nada, me pidió que metiera el carro, y que me quedara con ella esa noche. Un día la llamé y me dijo que había pasado unos días de angustia pero que ya le había bajado su período.
Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
  • Media: 4.63
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