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DESPUES DE UNA EXPO

Sus nalgas paradas llamaban demasiado mi atención, no podía mirarla y recordar esa noche donde disfrute su cuerpo, habían pasado un par de años desde aquella fiesta de la empresa, ella había comenzado una relación sentimental con un compañero bastardo, no negaba que me ponía mal la idea que él se la estuviera comiendo, pero me relajaba el saber que conmigo fue una buena noche sexual y no tenía ningún compromiso hacia ella.

 

Ella cambio mucho, él no le permitía hablar con nosotros, era muy estúpido y admito que no lo culpo María tenía en ese entonces un cuerpo delicioso y una actitud fenomenal que incluso hasta los jefes la cortejaban.

 

Honestamente yo andaba tan metido con las chicas que me comí que ella pasaba desapercibida para mí, ¡así que pese a que me encantaba mirarle las nalgas de ahí no pasaba más!

 

La expo diseño se acercaba, el jefe nos eligió a nosotros dos para ir en representación de la empresa, al principio lo dude un poco, pero la idea de pasar un rato agradable con ella me ilusiono un poco.

 

El día llego, el camino rumbo al lugar fue silencioso, ella en su mundo y yo en el mío, aunque no podía dejar de mirarla, su minifalda negra sandalias y su blusa azul con escote que se veía riquísima, yo no pude contener una ligera erección que nacía al verla.

 

El día fue intenso, al final nos dirigimos al hotel donde pasaríamos la noche ya que hasta el día siguiente regresaríamos a la ciudad, yo baje al bar del hotel a tomarme una cerveza, el día fue agotador y la necesitaba, una hora después bajo ella, y fue directo a mi mesa.

 

M: Hola, ¿Puedo sentarme contigo?

 

T: Claro, ¡adelante!

 

M: ¡Uf! ¿Que día verdad?

 

T: ¡Si muy cansado!

 

Ella pidió una cerveza, y comenzó a charlar conmigo, hablábamos de todo, en ese momento llego a la charla el tema de nuestro acoston anterior.

 

T: ¿Oye María, te acuerdas de la fiesta de la empresa?

 

M: Jajá, como olvidarla, claro que me acuerdo, fue muy interesante

 

T: ¡Lástima que seas ajena jajá, tu y yo aquí en un hotel y embriagándonos no es de dios jajá!

 

M: La verdad las cosas no andan muy bien, él es muy celoso y me choca eso, no me deja hacer nada.

 

T: Es un psicópata, pero no lo culpo, ¡sabe que tiene algo muy bueno!

 

M: Qué lindo eres, ¡eso me gusta de ti!

 

T: ¡Lástima que elegiste la opción mala!

 

Estuvimos 30 minutos más en el bar del hotel, decidí acompañarla hasta su habitación un piso arriba de la mía, en el camino no dejaba de mirarle sus piernas y su trasero, con ganas de agarrárselo y mordérselo, iba tan metido en eso que no me di cuenta que ella me miraba.

 

M: ¡Jajá! ¡pareces pervertido!

 

T: ¡Ay María!  es que, ¡que piernas tienes y tu cintura dios me enloqueces!

 

Inmediatamente me puse frente a ella, arrinconándola sobre su puerta, y comencé a besarla, ella al principio me intento alejar, alegando que eso no era correcto, que éramos solo compañeros de trabajo, pero yo estaba excitadísimo, acariciaba su cintura y mi boca apretaba con fuerza los labios de ella.

Poco a poco fue cediendo, comenzó a abrazarme y besar mi cuello, subía su pierna hasta mi cintura la cual yo apretaba con fuerza, ella abrió su cuarto y besándonos caímos en su cama, comencé a acariciar sus piernas y quitarle su blusa, ella desabotonaba mi camisa, ambos estábamos ansiosos de devorarnos.

 

T: Como me encantan tus labios, ¡que carnosos!

 

M: Besas maravilloso y que rico cuerpo tienes, desde la primera vez contigo, ¡quería repetirlo nuevamente!

 

T: Pues aprovechemos, ¡agradezcámosle al jefe por este encuentro!

 

K: ¡Jajá, te pasas!

 

Besaba sus piernas, mi lengua lamia sus tobillos hasta sus ingles, con velocidad le arranqué la tanga que traía y me dirigí a comer su tesoro.

 

Estaba húmeda y un poco velluda, yo comencé a lamer como si fuera dulce, mi lengua lamia sus labios vaginales mientras ella se quitaba su sostén y gemía riquísimo.

 

En ese momento no me importo que él se la cogía casi diario, que su vagina le pertenecía, yo solo quería gozar a María.

 

El oral que le estaba haciendo la tenía muy caliente, ella se retorcía como lombriz, mientras yo penetraba su vagina con mi lengua, mordía su clítoris y sentía como se inflaba, eso me tenia gozando.

 

M: ¡Que rico, uhm, agh!!!!

 

T: ¡Sabes delicioso!, ¡que rica concha, uhm!!

 

Me puse de pie y me quité el pantalón y el bóxer dejándola ver mi verga dura y gruesa, me acosté y le pedí se subiera en mi para un 69, ambos lamiamos nuestras partes de forma majestuosa y placentera.

 

Ella lamia mi tronco y mordisqueaba mis bolas, succionaba mi verga como aspiradora, se atragantaba comiendo mi miembro viril como si no hubiese mañana, yo gemía del placer, ¡pero al mismo tiempo mi lengua saboreaba su ano y mis dedos la penetraban delicadamente!

 

El placer era inmenso, sus fluidos llenaban mi boca y mi liquido pre seminal lo saboreaba como si fuese dulce, María era muy caliente, estoy seguro que aquel no sabe ni como tratarla.

 

M: ¡Uhm! que rica verga, uhm, ¡ya métemela!!

 

T: ¡Que rico, así me gusta que al pidas!

 

M: ¡Ya!! ¡Dámela, la quiero!!

 

T: Si beba, súbete, ¡cabálgame preciosa!

 

Ella obedeció y se sentó sobre mi verga bien dura y comenzó a cabalgar, sus movimientos eran rápidos pero exquisitos, yo acariciaba sus tetas y sus piernas ella cerraba los ojos y meneaba su pelvis deliciosamente.

 

M: ¡Goza!! Gózame!!

 

T: Que rico, uhm, muévete, ¡así!!!

 

Yo movía también mi cuerpo, sentí como ella comenzó a escurrir¡, eso me excito más, sabía que se iba a venir, así que me moví fuertemente, apretándole el cabello y mordiéndole las tetas, ella movía mas y más rápido sus caderas hasta que de pronto.

 

M: Agh!! ¡Me vengo, uhm, me vengo nene!!!

 

Ella comenzó a escurrir, su orgasmo era maravilloso, sabía que ya estaba en mis manos, así que sin sacársela la acosté y le levanté las piernas.

 

T: Que rico, pero aun no acabo, ¡apenas comienzo hermoso!

 

Comencé a embestirla fuertemente, podía escuchar mis bolas rebotar en ella, le mordía las tetas y los labios, ¡me encantaba tener sus piernas en mis hombros, como deseaba que su novio viera como la tenía que coger!

 

Estaba claro que le hacía falta un buen recoston y yo en su ayuda se lo estaba dando, la puse de perrito y comencé a embestirla fuertemente, le apretaba la cadera con fuerza mientras ella gemía, mi verga la empalaba rico, estaba toda mojada, le besaba su espalda y le mordía su cuello.

 

M: Así, uhm, que rico, me matas, síguele, uhm, ¡no pares!

 

T: Que rico, que nalgas más ricas tienes, uhm, toma, ¡toma!!

 

M: ¡Serán tuyas cuando gustes, uhm, ah!!

 

T: ¡Si nena mi verga siempre esta dura para ti!

 

Me detuve un momento, sentí que me faltaba poco para llegar así que decidí terminar, pero en su ano, tome la punta de mi verga, le separe las piernas y se lo comencé a meter suavemente.

 

M: ¡Dios!!! ¿Que haces?

 

T: ¡Dijiste que serias mía!  ahora quiero esto de ti!

 

M: ¡Pero me lastimaras!!  la tienes muy gruesa para mi ano!

 

T: ¡Pero te encantara! Uhm! Disfrútala!!

 

Apenas le metí la mitad y ella gritaba como si la torturara, comencé a moverme suavemente hasta que su anito se acostumbrara a mi pene, poco a poco subí la intensidad, mientras le daba duras nalgadas.

 

T: ¡Tómala, esto te hacía falta, un hombre de verdad!

 

M: ¡Mi ano!! Agh, ay, uhm!!

 

T: ¡Si, uf!  que ano más rico, como que ahora está más apretado, seguro que es un idiota y no te trabaja bien!

 

M: ¡Agh, tu eres el mejor, ah!!

 

Le apretaba el cabello y me movía fuertemente, ella gritaba mucho, mi verga ya casi entraba por completo y es que, aunque la primera vez que lo hicimos tuvimos anal, esta vez, el saber que ella pertenecía a otro, me motivaba a darle más y más.

 

T: ¡Así María, así, comete mi verga!!

 

M: ¡Duele!! ¡Mi ano, me lastimas, ah!!!

 

T: ¿Quieres mi leche nena?

 

M: Si dámela, la quiero toda, ¡uhm!!!

 

No pude contenerme más y comencé a llenarla de mi leche, ambos gritábamos y su ano apretaba fuertemente mi verga, el orgasmo era maravilloso y nuestros fluidos mojaban las sabanas.

 

Al terminar nos recostamos un momento, un silencio lleno la habitación, me levante y fui a su baño, limpie mi verga y comencé a vestirme.

 

M: ¿Entonces?

 

T: ¿Entonces que nena?

 

M: ¿Somos amantes?

 

T: ¡Jajá!  cuando quieras un hombre de verdad, ¡me llamas!

 

Me acerqué y le di tremendo beso, ella me sonrió y salí de su habitación.

Datos del Relato
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