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Carmen llego un poco más tarde de lo acordado, pero antes de la hora de llegada de Begoña. La dije que se tranquilizara, que llegaría tarde seguro. Efectivamente llego cinco minutos tarde, que zorra que era, le habían gustado los azotes. Cuando sonó el timbre Carmen se escondió en la habitación desde la que se podía ver mi dormitorio.
Abrí la puerta y allí estaba Begoña, vestida provocativamente, con ojos brillantes. La hice pasar y cuando fue a hablar, la gire dándole un buen azote, se quedó callada, le di un par de ellos más. Se le cayó el teléfono móvil. Cuando se agacho a recogerlo, la dije que sin doblar las rodillas, quedando su culo a mi entera disposición, lo que aproveche para darle otros dos, ella solo dijo que UUUMMMMMMM.
Una vez que se levantó, me pregunto si no la pensaba invitar a una copa, pero la dije que cuando se la ganara. No me anduve con preámbulos. Besándola allí mismo, estaba con las mismas ganas que yo o más. Se olía a perfume, a recién duchada, venia preparada.
Al rato prácticamente nos habíamos desnudado en la entrada de la casa. Quedando ella en braguitas solamente y yo en boxers. La lleve hacia mi habitación, comiéndole el cuello desde atrás y tocando sus tetas. Ella caminaba encantada de la vida y sin despegar su culo de mi polla. Yo sabía que Carmen tenía que estar a mil, eso si no se había corrido ya, solo de oírnos.
En la cama la quiete las braguitas, lentamente, mientras la iba comiendo sus muslos. Se dejaba hacer, estaba siendo más fácil de lo que pensé. Ella trataba medio enroscándose, de llegar a mi polla. Pero yo no la dejaba, dejo de insistir cuando noto mi legua jugando con sus labios vaginales. La lamia, pero sin tocar el clítoris ni le metía la lengua. Se notaba que estaba deseosa, porque apretaba mi cabeza contra su coñito, pero yo era más fuerte.
Ella me decía… “No seas así… no seas aaaaasi… que lo necesito…” oírla me ponía más cachondo. Ahora sí, con mi lengua “ataque” su clítoris, cuando lo hice fue como si le diera una descarga… “SIIIIIIIIIIII, sigue, siiiiiigue…” era un auténtico placer, notar como lo disfrutaba, como levantaba su cintura, su culito, para notar más la lengua.
Estaba como una yegua desbocada, me dio un empujón, quedando tumbado boca arriba y cuando quise darme cuenta, ella estaba sentada encima de mi boca, apoyada en el cabecero de la cama. Que bestia como se movía. En algunos momentos apretaba tanto, que casi me dejaba sin respiración. La metí un dedo en el culo y aunque costo, no dijo nada, solo se movía con mucha desesperación. Hasta que note como se corría, me hizo hasta daño, que salvaje, me encantaba.
Aflojo en sus movimientos, poco a poco, pero seguía moviéndose y yo seguía con mi lengua sin parar, ya había conseguido meter dos dedos en su culito. Pero otra vez empezó a aumentar sus movimientos, está ya a tono otra vez. Se levantó y se giró para hacer un 69, me quito el boxers y cuando vio mi polla, solo dijo… “Menudo nardo te gastas” y se lo metió en la boca. Me hizo daño, la dije que con cuidado e iniciamos un 69 exagerado, sobre todo por sus movimientos. Notaba como algunas veces se la metía todo lo que podía y como la costaba respirar, era una autentica bruta.
Carmen no entraba, pero yo estaba convencido de que podía hacerlo cuando quisiese, porque Begoña estaba totalmente entregada. Se volvió a correr, lo hacía sin cortarse, se notaba que se dejaba llevar y lo disfrutaba. Cuando acabo de correrse solo decía… “Méteme ese nardo, que tengo el periquín quemando” y acto seguido se colocó a cuatro patas.
La pasaba mi polla por su coño desde atrás y ella gemía cada vez que notaba mi capullo en la entrada de su coño. Era verdad, como decía ella, su periquín estaba ardiendo. Ella estaba mirando a los pies de la cama, Carmen tenía que verle la cara. Yo mire hacia la puerta de la habitación en la que estaba Carmen, solo había una rendija, pero aunque yo no podía verla, sabía que nos veía, con mi cabeza la hice una seña para que saliera.
Pero no salía, hasta que se la metí entera a Begoña, que entro muy fácil. Cuando la noto toda dentro, apoyo la cabeza en el colchón, sobre sus manos, se la oía…. “Ahhhh, siiiii, mátame, mátame, métela hasta el fondo, sin miedo, no seas nenaza”
En ese momento salió Carmen de la habitación, venia ya totalmente desnuda. Llego a mi altura y Begoña ni se enteró, estaba tan concentrada que se le paso. Carmen venía con una sonrisa, pero se la notaba cachonda perdida, sus pezones no dejaban lugar a dudas.
Carmen empezó a acariciar su espalda y ella ni inmutarse. Ahora llegaba el momento, agarre fuerte de las caderas con mis grandes manos, ella al notar el apretón decía… “Eso es, así, así, duro…” Con la cabeza hice una seña a Carmen, que no me entendió, pero también estuvo bien lo que hizo, se agacho poniéndose delante de ella en los pies de la cama, pero fuera de ella. Procedió a acariciar su pelo y levantarle la cara, ella cuando noto eso, paro de moverse y se levantó quedando a cuatro patas.
Instintivamente trato de quitarse, pero la tenía tan agarrada que no pudo. Carmen la acariciaba su cara diciéndola que tranquila. Que lo íbamos a pasar muy bien esa noche y otras que vendrán.
Mientras Carmen la acariciaba, yo seguía embistiéndola, hasta que note como poco a poco volvió a moverse ella. Esa era la señal, ya está. Indique con un gesto de mis labios a Carmen, para que la besara. Muy dulcemente, la empezó a besar poco a poco, sin prisas, empezó con sus mejillas, su cuello, para luego darla algunos besos suaves en los labios.
Cuando noto que se movía más y que no quitaba su cara, los besos fueron muy calientes. Mientras se besaban, Carmen la acaricia sus tetas. Yo notaba como ella se movía de distinta manera cuando lo hacía.
Ahora Carmen se subió a la cama y se metió debajo de ella, comiéndola el coño y dándome de vez en cuando un lengüetazo a mi polla. Begoña se movía con más calentura con Carmen ahí debajo, estaba claro que la gustaba notar la lengua de Carmen mientras me la follaba. Pero ella aun teniendo el coño de Carmen cerca de su cara, no se decidía a comérselo.
Estando en plena faena, el rollo se cortó cuando sonó el teléfono de Begoña, nos dijo que quietos, que no nos moviésemos, como pude le pase el teléfono, era su marido. Pero como siempre lo dicen, soy un poco cabrón, mientras ella hablaba yo empecé a moverme y Carmen no se quedó atrás. Begoña no podía hablar, se tenía que dar cuenta de que pasaba algo y así fue. Ella solo fue capaz de decir… “Es que esta Carmen aquí y me hace tonterías… te la paso” Carmen cogió el teléfono y riéndose le decía si se creía que era el novio… mientras Begoña movía el culo sin parar, hasta que Carmen le volvió a pasar el teléfono, despidiéndose y colgando.
Ella no nos recrimino nada, se limitó a moverse con más ganas hasta que se corrió. Pero una vez que acabo no se quitó, volvió a iniciar todo. Hasta que Carmen dijo que no fuese avariciosa, que ella llevaba mucho tiempo a “pan y agua”.
Begoña se quitó y Carmen se sentó en mi polla dándome la espalda, quedando de frente a Begoña. Nos movíamos los dos con muchas ganas, hasta que Carmen que tenía que estar ya muy cerquita de correrse le dijo a Begoña… “Vamos zorra, cómeme el coño que lo necesito ¡YA! Begoña lo dudo un poco, pero con bastante timidez se acercó y se agacho. Empezó muy suave, de una manera light. Hasta que Carmen con una voz entre excitada y enfadada, la dijo… “O lo comes bien, o las hostias que te ha dado Carlos van a ser pequeñas en comparación a las que te daré yo”
Estaba claro que Carmen todo este tiempo de abstinencia la habían cambiado, estaba demasiado necesitada. Ahora notaba que se lo debía estar haciendo bien, porque Carmen se movía mejor y sus gemidos iban creciendo de tono. Al ratito se corrió como nunca antes lo hizo. Se quitó de golpe, quedándose tumbada en la cama y nos dijo que era su séptima corrida de esa noche. Que no podía más. Por lo que se ve se estuvo pajeando bien.
Yo estaba sin correrme y Carmen dijo que Begoña. De encima de la mesilla cogí lubricante. Begoña miraba extrañada, me estaba untando bien la polla, luego la dije que se acercara y Carmen la dijo que no se preocupara que lo iba a disfrutar.
Mientras nos besábamos la iba untando bien el culo con el lubricante, la iba metiendo los dedos, ella aceleraba su respiración. Cuando la note más relajada la hice dar la vuelta. Carmen se medio incorporo y pego su boca al oído de Begoña. La animaba, pero también le decía cosas guarras. Yo mientras ya tenía mi polla preparada, metía mi capullo poco a poco. Como siempre y ante primerizas, no debía de tener nada de prisas.
En un momento dado, Begoña cogió la mano de Carmen y según yo iba avanzando en su culito, notaba como la apretaba más. Ella decía que no creía que pudiera aguantar mucho más, que le ardía, que le escocia. Carmen seguía animándola, de vez en cuando la besaba.
Hasta que me pare, ya la tenía toda dentro. Carmen al verlo, la dijo ves, ya te la has comido todita, la tienes toda dentro. Luego deje que ella marcase el ritmo y así fue. Al rato estábamos follando como posesos. Hasta que me corrí llenándola todo el culo de leche y ella al notarlo se corrió también.
Mientras yo me fui a lavar, oía como Begoña decía que había sido diferente. Carmen la contesto, que cuando lo tuviera más “taladrado” lo disfrutaría más y se rio. Estuvimos como una hora más follando y luego ellas se marcharon, yo dormí como un bebe.
Por la mañana sonó el teléfono varias veces, me levante enfadado ante tanta persistencia. Era mi tía Lucia, que me dijo que habían llegado la noche anterior. La dije que por despertarme me tenía que invitar a comer. Ella me dijo que me esperaba. Tenía ganas de ver a mi tía, bueno más que ver “pillar”, después de todo este verano sin verla…
Desayune tranquilamente, me asee, me afeite bien afeitado, ya que a mi tía le gusta así y me vestí. Sali a la calle y me dirigí a casa de mis tíos, sabiendo que por la hora que era mis tío habría salido seguro, hasta la hora de comer.
Cuando llegue al chalet, me abrió mi tío, aunque me hubiera gustado que no estuviera, me agrado verle, nos dimos dos besos y un gran abrazo. En el trayecto hasta la terraza me hizo un montón de preguntas, sin darme tiempo a contestar ninguna, porque cuando llegamos a la terraza, estaba un hombre más o menos de la misma edad muy rubio, me lo presento como Waggoner (espero haberlo escrito bien), era alemán, hablaba bastante bien el español, con mucho acento pero lo hablaba bien.
Como los vi con muchos papeles, no quise molestar y entonces pregunte por mi tía. Mi tío riendo… “Se ha tumbado un poco, que esta de resacón y le dolía mucho la cabeza. Ya que estas tu aquí nosotros saldremos un rato. No la vayas a despertar”.
No sabía qué hacer, así que decidí subir a mi habitación y ponerme un bañador para meterme en la piscina un rato. Pero la tentación pudo conmigo. Cuando ya tenía el bañador puesto y al pasar por la habitación de mi tía, que no tenía la puerta cerrada del todo, me asome muy poco y la oía resoplar, desde luego estaba bien dormida. Así que me decidí a entrar. Cerré la puerta de tras de mí y me quede parado.
Como la persiana estaba bajada, me quise acostumbrar a la oscuridad, que fue fácil, porque entraba un hilillo de luz, muy tenue por una rendija de la ventana. Lo suficiente para poder apreciar a mi tía. Me daba mucho morbo la situación, me acercaba lentamente sin hacer nada de ruido, en el silencio de la habitación se oía el respirar profundo de Lucia.
Ya tenía mi polla más dura que nunca, mi tía jamás me la logro poner así. Ella estaba con una de sus camisetas largas, pero por la posición que tenía en la cama, la tenía levantada. La olía, había cambiado de perfume. Olía mejor, acaricie con mucha suavidad su muslo, estaba de espalda con su culo al aire porque no llevaba nada debajo.
Tenía las piernas medio abiertas, una de ellas flexionada, estaba de lado. Según la tocaba, la sensación era como si me diera electricidad a mis dedos, que a su vez me la trasladaba a todo el cuerpo, hasta llegar a mi polla, que se hinchaba más. Menos mal que llevaba el bañador, porque con los pantalones vaqueros, se me hubiera congestionado totalmente.
No quería que todavía se despertase, quería sentirla así dormida. Por eso mi suavidad, mi lentitud. Me daba la sensación de que se podía oír mi corazón. Me recreaba con sus muslos, tan suaves como siempre. Poco a poco fui subiendo, hasta notar su coñito. Despedía calor, pero no quise adentrarme dentro de su coñito. Prefería esperar un poco más. Pero eso sí, me chupe bien un dedo, lo ensalivé todo lo que pude y los pase por sus labios vaginales, que estaban como hinchados, imagine que por la posición. Mi corazón latía con más fuerza. Según la tocaba, con toda la suavidad de la que era capaz, note como se iba humedeciendo, poco a poco. Eso me hacía ponerme como un toro. Sin ser ella consciente se estaba excitando, era una gran victoria.
Ahora me acerque con mi cara, despedía un olor excitante. Me atreví a lamer un poco el coñito. Dio como un pequeño respingo. Por lo que me retire, pero al rato volvió a quedarse quieta. Decidí continuar con mi avance, volví a tocarla con mucha suavidad, pero la tentación era muy grande, no pude resistirme y mi lengua volvió a saborear el coñito, sus jugos invadieron toda mi lengua, me dio la sensación de que se movió, porque de pronto mi lengua pudo entrar con más facilidad en el coñito.
La polla me dolía ya, por lo que la tuve que sacar y tocármela un poco, que estaba ardiendo. Sabía que en esa posición mi lengua no podría llegar a su clítoris, pero si mis dedos, no me lo pensé más y así hice. Note como ella gemía, entre sueños. Mi polla ya no aguantaba más, me incorpore lo suficiente para que mi polla diera con su coñito. Quería follármela, pero que no se diera cuenta hasta que no estuviera ensartada del todo.
Con mucha prudencia y suavidad, coloque mi capullo en la entrada mojada de su coñito. Ya entro el capullo, que siempre era lo más difícil. Rápidamente se empapo, seguí poco a poco, metiéndola, era increíble el gusto que me estaba dando. Cuando más excitado estaba y cuando estaba a punto de embestirla del todo oigo cerca de la puerta… “¿Carlos, donde te has metido?” la sangre se me helo y me quede paralizado, era mi tía. ¿Quién coño era la mujer que me estaba follando?
Con mucha tranquilidad, pero más nerviosismo que nunca en mi vida, saque la polla lentamente y cuando lo conseguí, sin hacer nada de ruido sali de la habitación. Encontrándome con mi tía, que se quedó mirándome con cara extraña.
-¿Qué haces ahí?
-Quise darte una sorpresa y…
-¿Qué has hecho?
-¿Quién es la mujer que está en tu habitación?
-Jenell una amiga alemana. Que su marido y ella han venido a pasar unos días. Que anoche se cogió una melopea de cuidado y se acostó en nuestra habitación. Por lo que nosotros dormimos en otra.
-Pues tía creía que eras tú, quise darte una sorpresa y… (La conté todo)
-No puede ser, no me digas eso. (La cara era muy seria) Jajaja (de pronto se partía de risa)
Sin parar de reírse me cogió la mano y nos fuimos para una habitación. Dejo caer la túnica que llevaba, quedando completamente desnuda. Se tumbó en la cama y con cara de zorra total, me dijo… “Vamos sobrinito salido, tenemos poco tiempo y hace tiempo que no me follan en condiciones”
Sin dudarlo me acerque y nos empezamos a besar, ya nos conocíamos los dos de sobre, sabiendo lo que queríamos y lo que nos gustaba. Era desesperación por parte de los dos, que maravilla de mujer. Ella no se entretuvo mucho con los besos, se fue directa a mi polla, se veía que tenía mucha “hambre”, la comía en plan golosa. Paro un momento para decir… “uuuhhhmmmmmm, cuanto la añoraba” y volvió a chuparla.
Estaba muy acelerada, paro de comerla y me dijo que la metiera por donde quisiera pero ¡YA! Estaba claro que tenía más necesidad de lo que yo pensaba. Como sabía que tendríamos poco tiempo, tampoco quise perder el tiempo. Me la empecé a follar con muchas ganas, ella me provocaba para que la diera más fuerte. Poco tuvo que hacer, mis embestidas eran brutales.
En el fragor en el que estábamos mi tía y yo, se oyó como se abría la puerta de la entrada de vehículos. Yo me pare unos segundos y mi tía, se giró un poco la cabeza y mirándome… “Sigue, joder, no te pares, que estoy que me vengo, date prisa”, fui más rápido, ella se corrió en seguida. Una vez que tomo un respiro, se bajó de la cama se puso nuevamente la túnica y dándome un beso en los labios, me dijo… “Luego te compensare garañón mío” dándome otro beso y saliendo rápida de la habitación.
Ahí estaba yo solo y con un calentón tremendo. Me volví a colocar el bañador y me fui a dar un baño para bajar la temperatura. Llevaba un rato bañándome, cuando apareció mi tío con el alemán, preguntándome si podía darle un vistazo luego al ordenador, quise salir de la piscina, pero me dijo que no hacía falta ahora, que luego más tarde.
Seguí bañándome, cuando me giro y veo a mi tía en compañía de una robusta mujer. Me imagine quien era, lo que ahora no podía entender, es como no me di cuenta en la oscuridad de que no era mi tía. Ya que ella era más grande, como he dicho más robusta, me imagino que si hubiera visto las tetas o las hubiera tocado, ahí sí que me hubiera dado cuenta. Ya que es difícil definir el tamaño de semejantes tetas, nunca vi algo así. Eran desproporcionadas y mucho más comparándolas con el resto del cuerpo.
Salí de la piscina y mi tía me paso una toalla. Inmediatamente me presento a esa mujer.
TIA-Carlos te presento a mi amiga Jenell. (Con una sonrisa maliciosa)
YO-Encantado de conocerte.
JENELL-Bueno me parece que ya nos conocimos. (En un castellano perfecto y sin acento)
YO-No sé. (Todo cortado mientras veía la sonrisa de complicidad de las dos mujeres)
JENELL-Si sabes, si sabes. (Sonriendo)
YO-Si tú lo dices… (Mirando a mi tía, para ver qué pasaba)
TIA-Tranquilo sobrinito, que Jenell y yo nos conocemos desde los 5 años. Estudiamos juntas e hicimos la universidad también juntas. No te preocupes que es una buena “zorra”.
JENELL-Oye como puedes decir eso de mí. Jajaja
YO-Cuando os acabéis de reír de mí, me avisáis.
TIA-Mira Jenell, ya verás como no exageró. (Metiendo su mano por dentro de mi bañador) Mira cómo crece.
YO-Lucia ya te vale… otra vez me vas a dejar… (Se me escapo un suspiro, mi polla estaba como el hierro y la saco para que la viera)
JENELL-No, no exagerabas que bien se cuidada el muchacho. No son como nuestros maridos.
Mi tía y ella se miraron, Jenell dijo… me da más morbo ahora, mientras esos tontos hablan de sus cosas. Se sonrieron las dos, mi tía nos cogió una mano a cada uno y nos llevó a la sauna. Una vez allí, se agacho de inmediato, me bajo el bañador hasta quitármelo y luego inicio una buena mamada. Yo veía como la amiga, no quitaba ojo y se mordía los labios. Hasta que mi tía le hizo señas de que probara, ella no se hizo de rogar.
En su boca entraba mejor, sabia de sobra lo que se hacía. Mi tía mientras la iba quitando la parte de arriba, cuando acabo de hacerlo vi dos tetas grandísimas, con dos pezones, color café, del tamaño de una galleta la aureola. Mi tía le estimulaba los pezones y eso hacía que me comiera la polla con más ganas.
Mi tía la dijo que se desnudara y a mí que me sentara. “Fóllatela y te puedes correr dentro que no hay problema” Jenell me dio la espalda y se sentó, poco a poco hasta que la tenía toda dentro. Mi tía nos dijo que a nuestro aire que ella vigilaba. Quedándose mirando por el cristal circular de la puerta de la sauna.
Que mujer más portentosa, se movía con “rabia”, yo desde atrás pasaba mis manos hacia adelante, para disfrutar de semejantes tetas. Los pezones no eran muy puntiagudos, pero se los pellizcaba con ganas.
Mientras veía como mi tía, se tocaba mientras nos miraba de vez en cuando, sin perder de vista el exterior. En un momento dado mi tía, no se pudo aguantar más, se acercó y morreo a su amiga, mientras la tocaba el clítoris. Por lo Jenell se puso más “burra” y se movía con más rudeza. La agarre bien de las caderas porque yo ya estaba que no me aguantaba.
Ella se debió de dar cuenta, porque me dijo que aguantara un poquito más y nos veníamos los dos juntos. Tuve que hacer auténticos esfuerzos, pero cuando la oí a ella decir… “YA, ME VENGO, ME VENGO… AAHHH” fue oírlo y yo correrme también. Fue muy bruta en su corrida, pero me encanto, me supo a poco. Y así se lo dije a las dos, que se rieron.
Durante la comida, estuve sentado entre las dos, que no se cortaron en provocarme por debajo de la mesa. Me tenían a tope, sabía que no me podría levantar, porque si lo hiciese sería imposible ocultar la erección que tenía. Todo esto sucedía mientras los dos maridos hablaban y hablaban entre ellos, como si estuviesen solos. Hasta que mi tío dijo… “Señoras, hemos cambiado los planes, Waggoner no conoce Toledo, por lo que mañana tempranito nos vamos allí, para que lo conozca”, las caras de las mujeres fue de todo menos de alegría. No sé porque me daba que ella tenía otros planes, que se los acababan de fastidiar.
Después de oír lo que les dijeron, ellas me dejaron más tranquilo. Quedándome yo de momento más relajado. De pronto me vino a la cabeza Eugenia, como yo sabía que mis tíos se relacionaban en el mismo circulo, pregunte por ella y no me equivoque, sabían de quien hablaba.
TIO-Pregúntale a tu tía, que se conocen bien.
TIA-¿Por qué preguntas por ella, es que la conoces?
YO-Es que ahora me he puesto a colaborar con la asociación de vecinos y con los jóvenes del consejo parroquial, allí la conocí.
TIO-Jajaja, en menudo embolado te has metido. Jajaja.
TIA-Si no la conoces es muy estricta en todo. Demasiado beata, pero sobre todo muy cerrada en ella misma.
YO-Si eso me pareció.
Mi tío y su amigo se levantaron, apartándose de nosotros, por lo que se ve querían que no nos enterásemos de lo que hablaban, se les veía al fondo del salón con una copa en la mano. Nosotros nos quedamos en la terraza. Mi tía, con cara de estar intrigada…
-No estarás pensando en… a Eugenia.
-No que va, ha sido simplemente curiosidad.
-Jajaja, que golfo, que te conozco. Pero ahí has tocado en hueso.
-No sé qué quieres decir.
-La conozco antes de casarse, antes de conocer a su marido y siempre ha sido muy chapada a la antigua. Jamás a nadie, a ninguna amiga, le ha contado nada de sus intimidades. Cuando oye hablar de algo de sexo, se azora mucho, poniéndose muy nerviosa.
-No sé porque me cuentas todo eso, no se me ha pasado por mi cabeza…
-Sobrino, si me equivoco pues nada, pero si no me equivoco, que creo que no, ves olvidándote.
-Que pesadita que eres, que no me dice nada, no me atrae.
-Eso porque no la has visto como yo, jajaja, porque desnuda es de las que te gustan a ti. Aunque lleva ropa ancha, tiene de todo y en cantidad, jajaja.
-Me da igual, no me atrae.
Todas coincidían en lo mismo, era una mujer inexpugnable. Aunque era cierto que no me atrajo cuando la vi, ni físicamente ni fue de mi agrado el primer contacto. Pero lo que me dijo mi tía me hizo dudar, es como si se me hubiese metido el gusanillo de la intriga.
Como veía que ya no había nada que hacer allí, me fui a despedir de mis tíos, cuando mi tía dijo que me acompañaban a la puerta. Viniéndose ella y Jenell. Antes de despedirme me dijeron que en cuanto regresaran me avisarían, que había cosas que estaban pendientes, que esto se había quedado a medias, nos sonreímos los tres. Y así quedamos.
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