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Categoría: Maduras

A la conquista de una madura inalcanzable (II)

Todas las parejas se fueron juntas a excepción de Eugenia y su marido Pablo. Que ya se encargó mi tía de que así fuera. Los cinco tuvimos una charla muy amena y Eugenia no estuvo en tensión como otras veces. Mi tía aprovechaba cada vez que podía para ensalzarme, para decir lo buen chico que era…



                Entonces por parte de Pablo se produjo una pregunta, que rápidamente hizo que mi cabeza se pusiese a funcionar, la pregunta fue para mí…



PABLO-¿Carlos, entonces tú también iras en el grupo de convivencias a Madrid?



YO-Pues en verdad que no lo sé, primero porque no se las fechas y segundo depende de quienes vayan.



PABLO-Si vas tu Eugenia iría con alguien de confianza, mas tranquilos todos.



EUGENIA-No fuerces a nadie, Pablo, por favor.



ALICIA-Si esas cosas le gustan a Carlos, además os podría enseñar muchas cosas de Madrid.



YO-Ya veremos. Todavía hay tiempo.



                El único que no intervino en la conversación fue mi tío. Que escuchaba impertérrito a todo lo que decíamos, estaba claro que le daba igual. Decidieron marcharse, porque tenían que ir a recoger a sus hijos. Una vez que se fueron, mi tío se fue a su despacho y yo me quede con mi tía hablando.



-No te podrás quejar, más facilidades imposible.



-Muchas gracias tía, ha sido más de lo que esperaba.



-Bueno, ahora dime como lo ves, porque yo lo sigo viendo muy negro.



-Ver, ver… la verdad que de momento no veo nada. Pero en algo si he avanzado. Pero de momento mucha paciencia.



-Hagas lo que hagas ten mucho tacto. Déjate una puerta abierta, para poder decir que ha sido una mala interpretación. No hagas como siempre, no seas u  toro desbocado. Por una vez piensa más con la cabeza de arriba que con la de abajo.



-Tranquila tía, que iré con mucho cuidado.



-Pero sigo pensando que es una pedida de tiempo.



-Has recordado algo interesante de ella.



-Lo que ya te dije, siempre ha sido hermética en sus intimidades. Aunque ahora recuerdo que estaba muy acomplejada con sus pechos, sobre todos con sus pezones.



-Pero ¿Por qué?



-Porque si los pechos de jovencita eran más grandes que los de las demás, los pezones eran de  record guinness. Se ponía unas gasas para que no se le notaran.



-Ya será menos.



-De verdad que lo hacía y también tenía la manía de ponerse la ropa holgada, incluyendo el horroroso uniforme del colegio.



-Pues no sé si eso me ayudara de algo, pero el tiempo lo dirá.



                Estaba muy entretenido con mi tía, cuando miro el reloj y faltaban pocos minutos para las ocho. Me acorde de Mariví, no me apetecía mucho ir, pero me llevaría poco tiempo casi seguro y con el dinero que cobrara luego me podría ir a tomar algo. Llame a Carmen para pedirla el teléfono de Mariví, porque sabía dónde vivía pero no el teléfono, Carmen me lo dio y llame a Mariví, cuando me cogió el teléfono lo primero que la dije fue…



-Discúlpame, que se me hizo muy tarde, pero en media hora estaré en tu casa si te viene bien.



-A mí me viene bien, tranquilo y si no, pues otro día.



-No, no, que en media hora más o menos estoy allí, además si es lo que nos ha pasado a todos con las antenas, en una hora o un poco mas, estará listo. Para allá voy.



                Me despedí deprisa y corriendo de mis tíos, les explique que tenía una chapucilla y que llegaba tarde, ellos como siempre me dijeron que no me hacía falta hacer ningún trabajo, que ellos si me hacía falta dinero… les corte diciéndoles que así me encontraba yo más a gusto, que es lo mismo que les dije a mis padres. Nos despedimos y me marche.



                No iba pensando nada en especial, lo que quería era acabar pronto el trabajito e irme de marcha esa noche, ¿A dónde? Ni idea, ya se vería en el momento.



                Llegue a casa y subí rápido para recoger las cosas que me pudieran hacer falta, una vez lo hice salí rápido para casa de Mariví. Toque en el portal el timbre del portero automático, pero nadie contesto, no quería resultar pesado pero lo volví a tocar. Seguía en silencio, nadie contestaba, estaba seguro de que era ese. Cuando iba a llamar por teléfono, se oyó una voz que pregunta ¿Si, quién es?, yo conteste y sin oír nada más, la puerta se abrió. Llegue al piso y me abrió Mariví.



                Cuando la vi, me quede un poco parado, no por nada desagradable, todo lo contrario, se la veía para entrar a “matar”, que barbaridad, estaba estupenda. Como se suele decir para una noche gloriosa. Llevaba un vestido de andar por casa, cortito. Que hacían ver los dos muslazos que tenía.



                Recordé lo que me dijo Carmen y una vez que entre en su casa, me puse a lo mío. No quería meter la pata. Efectivamente era lo mismo que nos sucedía a casi todos. La instalación de la antena colectiva estaba obsoleta, los domicilios tenían más de un televisor y al haber tantos, se comían la señal. La cosa seria rápida, poner un amplificador, regular la señal y poco más.



                Yo estaba en el sentado en el suelo del salón, junto a la toma principal de la antena y Mariví hablándome, pero de una forma suave, no tan provocativa como siempre. Yo de vez en cuando la miraba, para normalmente asentir en lo que decía. Una de estas veces al mirar, me pareció ver que no llevaba nada debajo del vestido. Pero no lo podría jurar.



-Perdóname que te entretenga aquí a estas horas, que seguro que alguna jovencita te estará esperando y tú aquí con una vieja. (Sabía que lo dijo para que yo dijera lo contrario)



-Jajaja, ¿Tu vieja? Pues vivan las viejas. Como te gusta exagerar.



-Oye, que tengo 56 para 57 (Lo cierto que no los aparentaba para nada)



-Pues porque lo dices tú me lo creeré, que si no…



-O sea que no ves vieja, entonces como me ves.



-Es que no sabría cómo decirlo, pero aunque ahora no me salga, no es nada malo, al revés.



                Ella seguía ahondando con sus preguntas, la dije que esperara que acabara, que luego la contestaba, no quería distracciones. Una vez que acabe, probé la televisión y ya se veía con mucha más claridad. Pero cuando creía que ya había acabado me pregunto… “¿El televisor de mi habitación, ya se verá también bien?” pues vamos a verlo.



                Me llevo a su habitación y ella se sentó en un butacón de vestidor, estos que son bajitos. Y yo me puse manos a la obra. Encendí el aparato y se veía de regular a mal. Le di a la sintonización automática y mientras se sintonizaba, mire hacia donde estaba Mariví, que ahora la tenía mucho más cerca y se me quitaron las dudas no llevaba nada debajo. O mucho me equivocaba o Carmen no la conocía nada bien. Pero por si acaso… vería como se desarrollaban los próximos minutos.



                Daba “miedo” la mirada de Mariví, pero lo que se vislumbraba en ella, solo hacía que ponerme cachondo. Pero trataría de que ella diera el primer paso, pero lo tenía claro ya si no lo daba, en la misma puerta me lanzaría yo, en el último segundo. Ya se veía la televisión bien. Así que la dije…



-Bueno esto ya está. Pero hasta que no se cambien la antena general, os puede volver a fallar.



-Gracias hijo, es que antes era angustioso ver la televisión así. Te mereces un refresco, una cerveza… u otra bebida. ¿Qué prefieres tomar?



-Una cervecita fresquita me vendrá bien.



-Pues vamos para el salón.



                Ella paso delante, movía el culo espectacularmente, estaba convencido que ella sabía que lo estaba mirando. Se metió a la cocina y mientras me senté en un sillón de uno. Ella volvió con la bebida.



-Bueno, ¿Ya has encontrado la palabra, esa que no te salía?



-No es que no me salga y exactamente no es una palabra, es que si digo lo que se me vino a la cabeza, seguro que metía la pata. Que para eso soy especialista.



-Caramba, ahora si me has dejado intrigada. (Con una mirada de loba me lo dijo)



-Es bien fácil. No hay nada de intriga. Yo puedo pensar que tú quieres “decirme” algo, pero que no te atreves o esperas que yo lo adivine. (Se quedó en silencio)



-Tal vez tengas razón, vosotros los jóvenes es que lo tenéis mejor, vivís en otra época totalmente distinta a la que viví yo. Sois más naturales y lo mismo si yo dijera algo se me podría interpretar mal, no entenderme o… (La interrumpo)



-Mariví, cada uno es libre de pensar o decir lo que sea, pero si te refieres a la moral, cada uno tenemos una y hay que vivir con ello, pero respetando la moral de los demás.



-Ya, ya, bonitas palabras, pero si yo dijera lo que quiero, MADRE MIA la que se podría armar.



-Hagamos una cosa, tu di lo que quieras y como quieras. Que luego yo hare exactamente lo mismo. Lo que tú digas no saldrá de aquí.



-Eres un perfecto liante, pero tienes razón. Ahora veré como decirlo sin que suene… basto.



-Mira lo que mejor se entiende es lo que no hace falta adornarlo. Suéltalo como te venga.



-Que fácil que lo ves. Pero lo diré a mi manera, espero que me entiendas. Mi marido es buen cazador, pero su “escopeta” digamos que ya no funciona nada bien y a mí me gusta mucho la “caza” con escopeta.



-Pues caza tú sola.



-No me gusta cazar so sola, eso aburre al final. Pero creía que me había entendido. (Me dijo con cara desilusionada)



-No te pongas así, que creo haberte entendido perfectamente. (Me senté a su lado) Lo que he entendido y… pero antes como quieres que te diga lo que he entendido, con símiles de caza o clarito, clarito.



-Como mejor creas tú.



-Pues seré clarito.



                Ella me miraba esperando que yo dijera algo, me miraba con mucho interés. Sin que ella se lo esperase, me acerque y la bese, al mismo tiempo que metía mi mano por debajo de su vestido. Ella respondió a la primera, me comía la boca con avidez. Pare y la dije…



-Ves como si te he entendido. Necesitas que te follen bien. Una putita como tú necesita mucha marcha. (Lo de putita se lo dije para tantear el terreno, si se enfadaba o no)



-Pues has acertado y si es verdad que gastas ese rabo que dicen, más aun.



-¿Que dicen de mí? (Mientras la comía el cuello)



-Pues que tienes un rabo espectacular y lo mejor, que lo usas muy bien, como tu lengua también.



-¿Quién te lo ha dicho?



-Secreto.



                La levante el vestido y se lo quite sacándoselo por la cabeza, estaba totalmente desnuda no llevaba nada de ropa interior. No la dejaba que me tocara, quería dejarla claro que mandaba yo. La comía las tetas y ella se recostaba en el sillón, dejándome que hiciera lo que quisiera. Me acariciaba la cabeza, ahora sería el momento de saber cuánto de necesitaba estaba. La dije vámonos a la cama y nos dirigimos para allí, pero se quiso meter en otra habitación de dos camas, pero no se lo permití y la lleve a su habitación, me dio la sensación de que quería protestar, pero si lo quiso hacer, se le paso rápido.



                La hice tumbarse en la cama, ella rápidamente se tapó con la sabana, la dije que de eso nada y ella con un poco de timidez se la quitó, me encantaba verla ahí desnuda. Yo de pie seguía vestido. Me empecé a desnudar, pero la dije que se tocara para mí, ella no se esperaba eso, pero como vio que me pare de desnudarme, empezó a tocarse con cierto rubor, timidez. Pero era cuestión de empezar, porque al momento se tocaba con mucho deseo y calentura, mirándome a los ojos y apareciendo esa mirada de loba que vi antes.



                Me quede desnudo completamente y ahora su mirada estaba fija en mi polla, que estaba en pleno esplendor. Me acerque a ella, sus tetas estaban algo caídas pero eran espectaculares, la mano que tenía libre la quiso utilizar para tocarme la polla. No la deje. Se la acerque a la boca. Trataba de cogerla con sus labios, así una y otra vez, hasta que por fin lo logro. Fue como una ventosa, que manera de mamarla.



                Ahora era yo quien la tocaba por todos los lados y ella se notaba que lo disfrutaba. Me agache de tal manera que quedamos haciendo un 69. Que bien sabia, mi lengua entraba por todos los sitios al igual que mis dedos. El culito lo tenía bien abierto, mis dedos entraban sin ningún problema.



                Ella se corrió bastante rápido. Estaba mojada pero no lo suficiente. Ella se fue hacia su mesilla, cogiendo un lubricante y como con devoción, me la untaba con las dos manos a lo largo de mi polla. Se pasó una mano por su coñito y me dijo que ahora venía lo mejor.



                Muy lentamente se fue sentando sobre la polla. Su cara era todo lujuria solo decía… “Uuuuffff, vaya rabo, esto era lo que me hacía falta, uuufff, madre mía, mejor de lo que imagine…” Ella me miraba, le caía hasta un poco de saliva sobre mi pecho. Subía y bajaba como para que le fuera entrando mejor. Lo estaba disfrutando y se le veía en su cara.



                Yo también me estaba animando… “Que puta que eres, como te recreas, aquí en tu cama de matrimonio, menudo putón…” Ella según le decía yo se movía mas y solo decía… “Si, si, siiiii, siempre he sido muy puta” Una vez que noto mi polla toda dentro, dio como un gritito diciendo… “Joder me he metido todo el rabo, madre mía, creía que sería imposible, ahora dame bien con tu rabo”



                Empecé a moverme con mucho ímpetu y ella solo decía… “Ay, ay, Ayyyy, Siiiiii, no pares” A la misma vez le agarraba esas tetazas caídas y le pellizcaba los pezones, no me atrevía a pellizcar más fuerte, ella estaba fuera de sí. Era un placer ver a esa mujer y notar como se movía, estaba claro que la experiencia era un grado, como se contoneaba sobre mi polla, era única, parecía que su coño se tragaba mi polla, como si me la fuera a arrancar, era una sensación inenarrable.



                Ahora quería cambiar de posición, se puso boca abajo, yo me fui a poner un condón y ella me dijo que de eso nada, que quería sentir bien mi rabo. Alzo un poco ese culo grande y apetitoso que tenía. Le pasaba mi capullo por la entrada de su coñito y ella ronroneaba, hasta que me pedía que se lo metiera.



                Notaba como ella se estaba tocando en esa posición, quería darle una buena corrida, se la metí hasta el fondo, costaba pero ella no protestaba. Yo seguía metiéndosela, pero ahora que ya entraba y salía bien, empecé a dar buenas embestidas y ella pedía más, estaba otra vez a punto, no lo podía disimular, daba gusto ver a una mujer disfrutando de esa manera. Nunca oí un AAAAHHHHHHH tan alto y tan largo, diciéndome también “No te pares, no te pares” mientras culeaba de una manera bestial y desenfrenada. Hasta que quedo quieta como desvanecida.



                Seguí moviéndome ahora con más suavidad, ella prácticamente no tenía ni fuerza, solo me dijo que hiciera con ella lo que quisiera. La saque se la acerque a su culito y la verdad que fue muy fácil, ella solo decía, ahora solo tú, yo no puedo más. Así lo hice, se la metí bien dentro, a la tercera o cuarta embestida, note como ella volvía a moverse más suavemente, pero no se pudo aguantar. Al rato se movía con el mismo vigor que antes.



                Me decía que la iba a dejar para el arrastre, pero que ya se recuperaría y siguió con sus movimientos. Yo estaba ya que me corría, pero quería que ella se volviese a correr, por lo que me concentraba para aguantar más, lo estaba consiguiendo, pero no sabía por cuanto tiempo, porque ella sabía cómo menear ese culo.



                Ya no pude más y empecé a llenarla el culo de leche, ella decía que la llenara bien, moviendo su culo con más brío, corriéndose justo cuando yo termine de correrme. Quedándonos los dos ahora quietos. Después de un rato, me levante sin hacer ruido ya que parecía que Mariví se había quedado dormida. Cuando termine de vestirme, ella se levantó, paso sus manos por mi cuello y dándome un beso, me dijo… “Gracias, que feliz he sido, aunque me has dejado para el arrastre total”



                Yo la dije que era cuestión de práctica, que estaba desentrenada. Nos reímos los dos y me dijo… “Quien me iba a decir a mí que con 60 un jovencito me lo iba a hacer pasar así” yo la conteste… “Si me has mentido, si tienes 60, no te pongas roja que no pasa nada, bueno si pasara la próxima vez te someteré a un “castigo”, no te libraras”, ella sonriéndome me dijo… “Si es como el de hoy, gustosamente aceptaré el castigo” Nos besamos y me fui.



                Pasaron un par de días y una mañana me hice el encontradizo con Eugenia. Ella se alegró de verme, estuvimos unos minutos hablando y la invite a tomar un café. Enseguida se puso nerviosa, pero se notaba que no sabía que decir a mi propuesta, ahora ya no era uno más, era el sobrino de Alicia.



                Ella al final y tal vez por salir del compromiso, me dijo que iba un momento a la parroquia y que luego aceptaba mi café. La acompañe a la parroquia, cogió unas carpetas y le dijo al que estaba en la oficina, que se lo llevaba que ya lo traería al día siguiente y nos fuimos. Una vez en la cafetería nos sentamos en una mesa apartada y uno enfrente del otro.



-Qué suerte encontrase con alguien de confianza como tú. (Ella me miro sin entender nada)



-¿Por qué dices eso?



-Porque no termino yo de adaptarme a esta ciudad, me está costando más de lo que yo pensaba. (Dije mintiéndola)



-Hombre siempre tienes a tu tía Lucia. Ella es muy comprensiva. Siempre lo ha sido.



-Ya, pero hay cosas que a una tía es difícil de contar.



-¿No tienes amigos o amigas aquí?



-Bueno más o menos. Pero ninguna me da la confianza necesaria para contar cosas muy privadas mías. ¿No sé si me entiendes? Es que desde bien pequeño he sido muy reservado para esas cosas.



-Claro que te entiendo, a mí siempre me paso lo mismo.



-Mira alguien como yo. Pero es que es verdad uno no se puede confiar así como así. Porque entre la desconfianza y mis complejos…



-Cómo puedes tener tus complejos.



-Pues los tengo. Además yo soy de primera vista, veo a alguien y ya me hago una idea de cómo es.



-Jajaja, pues entonces yo te caeré muy mal, después de nuestro encontronazo del primer día.



-No que va, todo lo contrario, no fue eso lo que pensé, cuando te vi por primera vez, lo que me dijo tu cara me hizo entender el encontronazo. Por eso volví a la reunión.



-¿Y qué es lo que te dijo mi cara?



-Lo mismo me equivoco pero como eres tan parecida a mí, te lo resumiré. Una persona seria, con tristeza, languidez, temerosa, distante, pero eso sí muy buena persona, aunque eso sí dominante de cara al exterior, pero luego sumisa.



-Me has dejado sin palabras, no sé qué decir.



-No tienes que decir nada, si seguro que estaré equivocado.



                Se levantó sin esperar a más, disculpándose, que se acababa de acordar que tenía que ir a un sitio urgentemente. Pero me daba que había dado en el blanco, con alguna de mis afirmaciones. Nos despedimos y se fue de forma acelerada.



                Me fui a hacer unas cosas y cuando llegaba a mi casa, vi a Bárbara con su amiga Paola, que estaban con un grupito de chicas y chicos. Creía que había pasado desapercibido y cuando llegue al portal llego Bárbara, se metió conmigo en el portal y en voz bajita…



-Tenemos ganas Paola y yo de que nos invites esta tarde a tomar algo.



-No sé si es buena idea.



-Quiere probar por detrás, se quedó impresionada de vernos a ti y a mí. Eso sé que te gusta. (Tenía toda la razón)



-No sé, no sé. (Me moría de ganas, pero tampoco quería que Bárbara me marcara lo que tenía que hacer)



-¿Te viene bien a las 5?



-Imposible Bárbara, acabo de recordar que tengo que estar en un sitio a esa hora. En otro momento ya te aviso.



                Nos subimos los dos hasta nuestra planta y cada uno entro en su casa. Me ardían las tripas, porque Paola estaba muy buena, solo tenía una pega que prácticamente no tenía pechos, pero su culito era soberbio. Cogí papel y boli, escribí una pequeña nota y me baje a la calle. Allí seguía el grupito, la única que faltaba Bárbara.



                Me puse a hacer que hablaba por teléfono, buscando la mirada de Paola, no fue difícil. La enseñe con discreción el papelito y lo deje caer. Me aparte y me puse a hablar con un vecino que encontré. Vi como Paola que ahora ella era la que hacía que hablaba por teléfono, se acercó a donde estaba el papel, lo cogió muy discretamente y con cara seria leyó la nota, que decía… “TE ESPERO EN MI CASA EN 10 MINUTOS, TU SOLA Y SIN DECIR NADA A NADIE” ella una vez que lo leyó, sonrió sin mirarme y se fue con sus amigos.



                Yo me fui para mi casa, no sabía si vendría o no, al igual que tampoco sabría si se lo contaría a alguien o no. Pero la verdad que tampoco me preocupaba mucho. Me asome a la terraza y al poco rato vi como Paola venia para el portal. Me quede mirando por la mirilla, cuando la vi llegar y llamar a casa de Bárbara, hablaron muy bajito, pero pude oír como Bárbara la decía que otro día, pero que se quedara a comer. Paola dijo que mejor el día en el que quedásemos.



                Al finalizar se subió al ascensor y se fue. Seguí expectante, cuando veo como sube por las escaleras andando. Abro la puerta sin hacer ruido y ella entra veloz. Con una sonrisa de oreja a oreja, pero nerviosa. En la misma entrada nos damos un buen morreo, lo que hace que ella se relaje un poco.



                La cojo en brazos y la apoyo contra la pared, deja caer todo lo que lleva en las manos, ella cruza sus piernas por mis riñones y nos seguimos besando. Esta dispuesta a todo, se nota. Entramos en el salón, la voy desnudando, el culito es respingón, grande pero muy bien puesto, ideal para follárselo.



                La hago apoyarse en la mesa, de espaldas, me agacho, abro ese culito y se lo cómo, ella gime con placer, se nota que nunca se lo hicieron. Esta como en una nube. Está totalmente mojada, se ha mojado muy fácilmente. Ahora me pongo de pie y me quito todo, nos besamos y la agarro por los hombros y sin necesidad de marcárselo mucho, lo entiende y se agacha a comerme la polla.



                Lo hace muy bien, hoy lo puedo sentir y apreciar, más que el otro día. En vez de irnos a mi habitación, nos vamos a la otra para que no nos puedan oír en casa de Bárbara. La tengo que tranquilizar porque ella lo quiere todo ya, no quiere esperar. La digo que tranquila, pero me dice que es que no tiene mucho tiempo. Que se tiene que ir a su casa.



                Así que nos tumbamos, la hago ponerse a cuatro patas y la empiezo a follar en esa posición, ella gime y se le escapan algún grito que otro, está totalmente caliente. Mientras la follo así, no paro de ponerle lubricante en su culito, la voy follando con los dedos, hasta que note que entran bien. Ella no protesta lo está disfrutando a tope. Me pide que se la meta ya, pero todavía no creo que sea conveniente.



                Por lo que sigo tal como estábamos. Cuando ya veo que tres dedos entran con mucha facilidad, dejo de follarla y se la coloco en la entrada de su culito. La aviso de que lo mismo cuesta que entre el capullo, pero que luego ya estará. Me sorprende diciéndome… “Que no me cuentes nada, métela y ya está, ya veremos” me salió chulita la niña, pensé.



                Está costando más de lo que yo creía, para estas cosas no me gustan las prisas, pero ella debió de notar mis dudas, porque apoyo la boca en la almohada, mordiéndola y ya logre meter el capullo. Me quede un poco quieto y fui muy lentamente, cuando estaba en eso, veo que la pantalla del móvil se ilumina, era Eugenia.



                La digo que no diga absolutamente nada. Cogí el teléfono, oírla en esa situación me puso burro total. Ella me pedía perdón por haber salido corriendo de esa manera, que me debía un café y una explicación. Yo solo hablaba con monosílabos. En un momento dado mientras me hablaba, se la metí de golpe a Paola, que mordiendo la almohada grito y menos mal que eso amortiguo el grito.



                La empecé a follar sin delicadeza, pero con pasión, pensando en Eugenia. Era sensacional, oírla y yo follándome a Paola. Terminamos la conversación y nada mas dejar el teléfono, Paola me dijo… “Que hijo de puta, me has… me has… jodido el culo bien”, si quieres paro la dije. Ella me respondió… “Una mierda, ahora sigue que estoy muy bien” y así seguimos un rato, la dije que para darse más gusto se tocara ella y así lo hizo, lo que la llevo a una corrida brutal.



                Se quitó de golpe, pretendía dejarme a medias, porque era tarde, la dije que de eso nada y haciéndome una paja, me corrí en su boca. La pillo de sorpresa porque se atraganto y tosió. La dije que otra vez seria sin tiempo. Se vistió a una velocidad inusitada y se marchó.


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