Estando en cama con el cansancio desbordándose, tomo mi último impulso para apagar la cafetera y servir la última taza del día, me apoyo en el balcón de mi apartamento para absorber la tranquilidad que me da la oscuridad de la noche, la luna brillante y las relucientes luces que solo desde el último piso de mi torre se pueden apreciar.
De repente tocan la puerta. Son las 22:30, no espero a nadie, considero el ignorar el llamado e ir a cama, pero la intriga me acerca a la puerta, miro por el visor al externo y ¡Baia, baia! es ¡Carito! (mi exnovia).
Abro inmediatamente, con mi cara de sorpresa le saludo, aparentemente no se ve bien, parece haber llorado y padecer angustia, le invito a seguir, ojea internamente (detectando si disfruto de otra compañía) y sin más pasa por delante de mí y se sienta en la cama, mientras cierro la puerta ella se quita su chaqueta y me pide que me siente a su lado. Se abalanza sobre mí, me besa sin desenfreno, yo trato de parar la situación pero la condenada esta como quiere y yo estoy indefenso y necesitado; me urgen sus voluptuosas tetas por lo que decido dejarme llevar; me quito la camisa y la ropa interior con afán y ayudo hacer lo mismo con ella, la agarro fuerte de la cintura y la siento sobre mí con el objetivo de que sus tetas caigan justo en mi boca y pueda demostrarle lo mucho que me gustan y lo mucho que las disfruto, mientras, ella ubica mi pene un poco húmedo y peligroso justo dentro de ella, yo suspiro de placer porque ella tiene el control sobre mí y porque está realmente excitada y mojada. Se mueve como diosa, no me deja recuperar el aliento, siento sus manos que me aprietan fuerte la espalda, acelera sus movimientos pronto y siento que ya no aguanto más, no hay nada que pueda hacer estoy a su merced. Justo antes de regarme en ella siento como retumba sobre mí y grita desde el fondo de su ser mojándome antes de yo hacerlo con ella, ahora es mi turno, su placer hace estallar el mío.
Recupero el aliento y de repente esto ha terminado, ella sin decir nada se baja de encima de mí, se viste y sale del apartamento con afán y sin decir "Adiós" o por lo menos "Gracias" yo quedo envuelto en mi cama, giro el rostro son las 22:41 una cara de confusión y satisfacción me obliga a cerrar los ojos.