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~Mi primer relato, espero que os guste y espero vuestros comentarios para poder ir puliendo detalles.
1. Universidad: El Novato
El verano estaba acabando, y el estar entre esas cuatro paredes de la universidad lo corroboraban. Aún quedaban algunas semanas para que comenzara el curso, pero le habían propuesto ayudar a los nuevos a cumplimentar las matrículas y era una oportunidad que no podía desperdiciar.
En su universidad era costumbre que algunos estudiantes de los que comenzaban el último curso fueran seleccionados para ayudar a los alumnos de nuevo ingreso a realizar su primera matrícula, la universidad en agradecimiento le rebajaban un 50% en su propia matrícula, cosa que para Luis era esencial ya que a pesar de que en su casa no sobraba el dinero, no recibía ningún tipo de beca y tenía que pagarse todos los gastos de sus estudios.
Luis tenía 21 años. De estatura normal tenía un cuerpo marcado por el deporte que hacía esporádicamente con sus amigos y las horas de bicicleta que hacía a lo largo de la semana, su mayor hobby. No se consideraba guapo, pero sí reconocía que tenía algo que solía llamar la atención de los otros.
Eran aproximadamente las 11 de la mañana cuando un chico entró por la puerta de la sala y tímidamente se acercó hacia él para preguntar si era allí donde ayudaban con las matrículas a los novatos.
Luis levantó la vista y se fijó en él. Era un chico que parecía no haber cumplido aún los 18 años, barbilampiño, pelo castaño y ojos verdes. Su piel era clara y su estatura no superaba el 1,70.
-Si – respondió Luis – es aquí donde os ayudamos a hacer la matrícula, ven por aquí y yo mismo te ayudo.
Se acercaron a un ordenador cercano y ambos se sentaron. Todo transcurrió normal mientras que Luis preguntaba a Alfredo, que es como se llamaba, los distintos datos y campos que había que ir rellenando.
Alfredo se mostraba tímido, de hecho evitaba mirar a Luis a los ojos, aunque no evitaba el roce de piernas con éste cada vez que se cruzaban por debajo de la mesa.
En un momento determinado fueron sus manos las que se rozaron por encima de la mesa, y ambos cruzaron sus miradas. Era como si el tiempo se hubiera parado en ese instante, Alfredo ya no rehuía los ojos del otro, y Luis lo miraba fijamente como queriendo transmitirle toda la atracción que el primero le producía.
Pero ahí se quedó todo, el papeleo terminó y Alfredo se marchó, no sin voltear un par de veces la cabeza para mirar al chico mayor que él.
Había pasado poco tiempo en realidad, escasamente media hora, y Luis se tomó un descanso para ir a tomar algo a la cafetería. La imagen del chico estaba en su mente y no podía apartarla.
Tenía claro que le gustaban los chicos, no era ninguna novedad, había tenido rollos, parejas y más de una vez sexo esporádico, pero nunca se había quedado tan ¿Cómo decirlo? Absorto con una persona. Sin duda le gustaba y le atraía, aunque creía casi imposible volver a coincidir con él en esa gran universidad y si fuera así que él pudiera sentirse interesado.
A la vuelta hizo una parada en el baño. No se había percatado de que alguien le seguía a una cierta distancia hasta que, al ponerse en el urinario, vio como alguien entraba y se ponía a dos de distancia de él.
Miró de reojo, no iba a esconder que mirar a otros en el baño era algo que le resultaba de lo más morboso, y se sorprendió al ver que era Alfredo quien había entrado.
Hola – dijo Alfredo dubitativamente al verse observado.
Hola ¿Aún sigues por aquí? Pensé que te habrías ido. Respondió Luis.
Alfredo se sonrojó y mirando hacia abajo contestó que estaba esperando a un amigo, aunque sin mucho convencimiento.
En ese momento Luis aprovechó y miró como el joven novato orinaba y se quedó estupefacto al ver como calzaba el chico. Parecía de otro cuerpo, a pesar de su corta estatura presentaba una polla grande, tanto larga como gorda, a pesar de que solamente se veía un poco morcillona.
Luis se puso caliente de inmediato, se separó un poco del urinario y comenzó a masturbarse de forma no demasiado llamativa pero si perceptible para Alfredo. Este se quedo mirando fijamente e imitó al mayor en su vaivén.
La polla de Alfredo era enorme, podía medir fácilmente más de 21cm, lo que, al venir de un cuerpo tan pequeño y delgado, parecía ser mucho más. La de Luis no era pequeña, alrededor de 18-19cm, pero parecía ridícula en comparación.
Al momento cruzaron las miradas y el mayor de los chicos entendió que debía llevar la iniciativa, por lo que guardó como pudo su herramienta en sus calzoncillos y se fue hacia uno de los WC dejando la puerta abierta y esperando que el más joven entendiera su propósito y no se acobardara.
Alfredo pareció dudar de lo correcto de lo que hacían, pero sacó valor a pesar de su inexperiencia y terminó entrando en el excusado.
Luis no quiso esperar, se sentó en la taza con el otro joven delante y le bajó sus pantalones, dejando por fin libre esa polla que tanto le había llamado la atención, comenzando lentamente a trabajarse una buena mamada.
Comenzó descapullando por completo a aquella enorme herramienta y trabajando lentamente con su lengua el capullo. Tras esto se la metió en la boca, aunque era complicado pasar poco más allá de la punta debido al ancho que tenía.
Se la sacó y comenzó a lamer el tronco y a comerse los huevos del chico, que parecían repletos del néctar que Luis esperaba poder recibir.
Mientras él hacía esto Alfredo nervioso se dejaba hacer. A sus recién cumplidos 18 años nunca había hecho nada con nadie. Era un chico de un pequeño pueblo de no más de 500 habitantes y hasta ahora, que se había mudado a la capital no había intentado nada con otro chico por miedo a que pudiera llegar a oído de sus padres.
La experiencia era maravillosa, nada que ver con masturbarse viendo porno como había hecho hasta ahora, notar esa boca caliente recorriendo sus partes más íntimas era de lo más placentero y sentía que podía correrse en cualquier momento.
Luis seguía afanado en su trabajo y ponía esmero en hacer que el chico disfrutara lo máximo posible a la vez que él seguía masturbándose con ahínco y cada vez más rápido. Alfredo le había cogido la cabeza y estaba follándole la boca y la garganta cada vez más profundo lo que le estaba volviendo loco.
Alfredo se estaba soltando debido a la excitación que le producía la mamada de Luis sentía que se iba a correr en cualquier momento, y no quería quedarse sin probar todo lo que el mayor podía darle.
Sacó su polla de la boca de Luis y se puso de rodillas para poder mamar también el miembro de este. Su sabor le resultó exótico, nunca había probado nada con ese sabor y le gustaba enormemente. Aunque torpe, ya que era la primera vez que hacía algo parecido, el porno le había enseñado como debía hacerlo, lentamente y con cuidado de no arañar con los dientes, por lo que le estaba dando un gran placer.
A los minutos Luis lo apartó de su polla y se dio la vuelta, llegó el momento más esperado y temido a la vez por Alfredo, iba a meterla por primera vez. El mayor le paso un condón que se puso como pudo puesto que le quedaba apretado y apuntó con el capullo al orificio aún cerrado de Luis.
Fue apretando poco a poco notando como el agujero iba cediendo a cada una de sus embestidas. Luis parecía que iba a llorar de dolor en cualquier momento, pero a la vez seguía empujando hacia atrás buscando que el joven introdujera más aquella estaca.
Poco a poco fue entrando entera y del mismo modo fue Alfredo cogiendo ritmo en la penetración. Ambos gemían fuerte, como alguien entrara en el baño iban a ser descubiertos fácilmente puesto que hacían mucho ruido por el placer que recibían.
El ritmo se fue acelerando Luis estaba a punto y notaba como Alfredo iba a acabar en breve. Por ello se apartó, se volvió le quito el condón y se puso a mamar ávidamente. Alfredo no podía más y cogió por la cabeza a Luis que estaba frente a él y apretó su polla hasta el fondo, hasta la garganta, corriéndose allí y atragantándose con la cantidad de semen que estaba lanzando hacia su interior. A la vez Luis, que había seguido pajeándose, empezó a correrse manchando todo el suelo y los zapatos del joven.
Luis se incorporó como pudo, notando el sabor en su boca del semen del joven. Alfredo no sabía dónde mirar. Se subió avergonzado el pantalón y se fue rápidamente fuera del baño. Luis no supo cómo reaccionar. Cuando se dio cuenta de lo que había pasado salió corriendo detrás de Alfredo, quería pedirle su número de teléfono o su mail para estar en contacto y poder repetir, pero parecía haberse esfumado.
El mayor se limpió y se fue hacia el aula donde tenía que seguir ayudando a otros jóvenes estudiantes. Al llegar pidió disculpas por su tardanza a sus compañeros y explicó que se había sentido indispuesto.
Desde entonces no pudo parar de pensar en el pequeño joven y el placer que le había dado, y buscaba sus ojos por la universidad cada vez que se cruzaba con algún grupo de los de primero.
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