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(1) Reflexiones sin bragas

1

-Mamá, tenemos que hablar –entró Carmen en la cocina con el semblante serio. Su madre dejó los guisos de almuerzo y la atendió.

-¿Pasa algo?

-Es sobre Pablo y su nueva novia. Esa zorra de Ana Etxeberría.

-¿A qué viene eso? Ana no parece mal chica.

-Porque lo lleva muy bien oculto. Es una falsa de doble cara.

-Me estás asustando, Carmen.

-Debemos tomar medidas y acabar con esa relación. Ana es una chica muy peligrosa. Famosa por sus peleas callejeras y sus videos pornos.

-¿Cómo dices? ¿Videos pornos?

-Tiene un montón de videos caseros en pornotube y en zorras.com donde practica sexo duro. Me he descargado cinco en mi móvil. Los puedes ver cuando quieras.

-¿Y Pablo lo sabe?

-Por supuesto que no. Por eso hay que avisarle.

-No me lo puedo creer. He hablado varias veces con Ana y se la ve muy simpática y agradable.

-Mamá, he preguntado en el barrio y dicen que Ana es una provocadora. Va por las calles rayando coches con llaves y pegando voceríos.

-¿En serio?

-¿Me quieres escuchar? Arma líos a donde quiera que va. Hará dos sábados apaleó a una chica en una discoteca simplemente por mirarla fijamente a los ojos. Esto no va a acabar bien y hay que hacer algo ya.

-Vale. Dame cinco minutos para arreglarme.

-Estoy muy asustada, mamá.

-Hey, tranquila.

-No, no estoy tranquila. Esa Ana me da mala espina. Se pavonea por las obras de la calle Salitre para calentar a los albañiles.

-Vale, hija. Hoy arreglamos esto.

-No entiendes nada, mamá. Pablo está muy enganchado a esa chica. Puede que sea peor el remedio que la enfermedad.

-Le diremos la verdad. Él ya es mayorcito para encajarlo.

-No sé, tengo un mal presentimiento. He visto videos macabros en el facebook de Ana.

-¿Qué tipo de vídeos?

-De gatos desollados. De peleas muy violentas. De sexo vomitivo. De operaciones quirúrgicas con tumores. Es repulsivo.

-Venga, me pongo los tenis y vamos a por Pablo.

2

Tras un duro día sirviendo mesas en el restaurante, Pablo solo anhelaba llegar a casa y descansar. Le pesaba todo, incluso el alma.

Pero nada más entrar le llegó un aroma a J´adore y un reguero de pétalos de rosas rojas que conducían al dormitorio. Aquí aguardaba Ana desnudita y posando en la cama con un cojín en forma de corazón tapando su pubis y un I LOVE YOU bordado en dorado. Diferentes velas producían luz tenue, el resto era penumbra y música romántica chillout.

Pablo quedó boquiabierto.

Ana no podía estar más hermosa, con más pétalos cubriendo su cuerpo de gimnasio.

-¿Qué celebramos hoy? –Pablo andaba confundido.

-¿Qué pregunta es esa?

-No sé…

-Esperaba algo más de gratitud. Me he esforzado para darte esta sorpresa. Podrías decirme “uhhh, estás muy follable” o “muchas gracias, zorra mía”. Algo así.

-Lo siento… yo no…

-Venga, te perdono –se bajó Ana de la cama hermosa como una diosa del amor-. Ven conmigo, cariño –lo cogió de la mano y le obligó a sentarse en el filo de la cama.

-Ana, no estoy para esto.

Pero ella le desabrochó los vaqueros.

-Ana, hoy no.

Sin embargo, ella le bajó los pantalones y luego los boxers.

-¡Vaya! –se sorprendió Ana de verla tan dura y realzada-. Eres un mentirosillo. Dices que no pero te mueres por follarme.

-Antes quiero hablar contigo.

-Pues habla –se subió Ana encima y colocó la cadera.

-¿Quieres parar, por favor?

-Aquí mando yo. –Y ella misma se clavó hasta el fondo-. Uuuuuuf…

-Mmmm…

-Eso es. Tu habla y yo follo –acometió Ana los primeros saltos-. Uuuuuy, eres mi amor, mi único amor.

-¿De verdad me lo dices?

-Claro que sí. Sólo te deseo a ti.

-¿Y a Héctor?

-¿Qué Héctor?

-Me han dicho que estuvo esta mañana por aquí.

-Ah, sí, pero fueron solo cinco minutos.

-¿Y también le dijiste lo mismo que a mi?

-Que va, cariño –intensificó Ana la rapidez de los saltos.

-No me engañes, zorra. Me lo ha contado él. Que te lo follaste.

-Es que él y sus dos amigotes me provocaron.

-¿Cómo que sus dos amigotes?

-Sí, Curro y Sergio.

-¿También te los follaste?

-¡No! Ellos miraron mientras me trajinaba a Héctor.

-¿Me estás mintiendo?

-Jamás. Te lo prometo.

-Ana, te follaste a los tres, lo grabaron en video y lo han colgado en sus facebooks. He visto esos vídeos.

-Es que son unos machistas de mierda y me calentaron.

-¿Cómo puedes ser tan joven y tan zorra?

-Fue solo sexo sin sentimientos. Contigo lo hago con amor.

-¿Y has vuelto a zorrear hoy?

-No, te lo juro.

-¿Y qué me dices del vecino del tercero?

-¿Qué es esto? ¿Un interrogatorio policial?

-Es que me lo encontré esta tarde en mi restaurante merendando con sus padres.

-Todo lo que te diga es mentira.

-¿No te lo follaste en el ascensor del bloque?

-¿Lo ves? Otra mentira.

-Es que os pilló la vecina del quinto cuando iba a bajar en el ascensor.

-Es sexo consentido. Ese pequeño cabrón quedó encantado.

-¿Tú crees? Porque según él le forzaste y lo violaste hasta el orgasmo.

-Tampoco fue gran cosa. Le costaba empalmarse.

-Claro, so zorra, porque es virgen.

-Es no. Era. UUUUUUHHH –le iba viniendo a Ana-. Ya llega aaahhhh joder qué bien…

-Puta asquerosa –sollozó Pablo mirándola.

-Calla que me desconcentras, joder AHHHHHHH ahí viene con su armadura de plata y su estela luminosa…

-Puta, puta, puta…

-Sí, cariñooooooohhh muy puta… Ahí va, va, vaaaaaahhh…

-UUUUUUUUHH…

-Ya, ya, ya, YAAAAAAAAAH, COÑO –soltó Ana la pelvis y alcanzó un orgasmo de primera categoría. Arrugó los morritos abrazada a la cabeza de Pablo. Unos cuantos espasmos. Un minuto de espera. Y Ana abrió los ojillos embadurnada de sudor-. Gracias, amor –le besó.

-No soy un condón que puedas usar y tirar.

-Tú eres lo que yo quiera, ¿entendido? –le acarició el pelo revuelto.

-No quiero que folles con nadie más.

-Yo follo cuando el coño me lo pida –se bajó Ana de los muslos de Pablo-. Me voy al baño a mear sangre.

-¿Por qué me haces esto?

-Y deja de llorar, joder. Quiero un hombre en la cama, no una nenaza –le zarandeó la cara en señal desafiante.

-No me toques, furcia.

-Todos sueñan con esto, no lo olvides. Siéntete afortunado. Los demás pagan, tú no –le guiñó Ana un ojo. La cara de Pablo se desencajó-. Es broma, bobo. Ay, hombres, todos sois iguales. Ves una polla y las ves todas –rió antes de encerrarse en el baño.

Pablo lloró más aún roto de dolor.

3

Ni siquiera dejó una nota de despedida. Desnudo y mojado de agua, Pablo Almansa usó su cinturón de los jeans para ahorcarse del techo del cuarto de baño. La noticia salió incluso en el periódico local.

Su madre y su hija Carmen pensaron en tomar acciones legales contra Ana, pero, según el abogado familiar, no había conexión entre Ana y el suicidio de Pablo. Todo era circunstancial.

Esa noche, Carmen se conectó al Facebook de Ana. Visionó más vídeos violentos y de sexo. Y un mensaje de ella que decía: “no malgaste tu vida, pues de esa materia está formada la vida, gilipollas – Benjamin Franklin. Lo de gilipollas es mío!!! JAJAJAJA…”

-Hija de puta… –sintió Carmen una rabia intensa. Sabía para quién dirigía ese mensaje y esa burla funesta.

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