Busqueda Avanzada
Buscar en:
Título
Autor
Relato
Ordenar por:
Mas reciente
Menos reciente
Título
Categoría:
Relato
Categoría: Hetero

– CARMEN-

Terminaba de llegar de la casa de mi novia, cansado y excitado por la sucesión de hechos que me sucedían con solo ir a visitarla cuando sonó el teléfono.
-¡Hola Marcos! Soy Carmen la hermana de Maria.
La sorpresa me paralizo…Segundos después le contesto
¡Hola Carmen! Discúlpame pero me tomaste de sorpresa. Me da mucho gusto hablar contigo… ¿en que puedo ayudarte?
-Como sabrás estoy separada de mi marido hace más de un año y como recibí una citación judicial he venido a la ciudad para ver a un abogado que me recomendaron.
-¿Y que paso?
-Paso que me pidió una cifra astronómica por sus honorarios y quería saber si me podías recomendar alguno. Te recomiendo no comentar esto con mí hermana porque mis asuntos personales no me gusta divulgarlos.
-¿Y porque yo?
-Porque todos me hablaron maravillas de lo inteligente, generoso y bueno que eres. Es por todo ello que me atrevo a molestarte, pero si te resulta impertinente te pido me perdones.
¡No te preocupes más! Te voy a presentar a mi abogado –que es socio mió- y el seguro que te representara. Dime donde estas que te pasó a buscar, mientras tanto ten listos tus documentos personales y el domicilio que darás oficialmente.
-Es que estoy viviendo en un hotel, pero mañana mismo salgo a buscar un departamento para alquilar.
-Olvídate, yo me ocupare también. Si te parece bien en dos horas nos vemos.
Memorice la dirección y colgué enormemente excitado. Algo me decía que era el comienzo de una nueva aventura. Una aventura que me envolvía en las redes de aquella familia que me atraía como la miel al oso.
Como haciéndose eco de mis pensamientos se encendió el equipo de música y la voz de Lara Fabián cantando Je T'aime se derramo por el ambiente. Alegremente me he metido en la ducha, he abierto el agua, y el agua caliente ha empezado a rozar mi piel, mi lengua juega a recoger agua, mientras mis manos acarician mi cuello y empiezan a bajar hasta llegar a mi pecho, empiezo apretar los pequeños pezones hasta que se tensan, en ese punto, una de mis manos baja por mi estomago, hasta acariciar mi pija, juego con ella entre los dedos hasta su glande y dejar al descubierto la cabeza rozada y erguida como un mástil sin bandera. La libero totalmente de su pequeña capucha y empiezo a acariciarla haciendo círculos sobre ella-.
Mientras, mi otra mano deja el pezón, baja por mí estomago, y con la punta del índice lo introduce suavemente en mi culo. Es entonces cuando noto al mismo tiempo un agradable calor en mi endurecido miembro, mis dedos cerrados en el no se resisten y siguen hacia abajo y hacia arriba hasta encontrar el clímax que lo espera cálida y húmeda. Mi dedo penetra más y mas tocando especialmente la cara interior, sale y vuelve a entrar, mi pene esta muy mojado, no sólo del agua de la ducha.
Vuelvo a el y lo aprieto dulcemente, lo sigo acariciando, lo pellizco suavemente, cierro fuerte mis piernas para notar su fuerza y me pongo cada vez mas caliente, mi otro dedo sigue entrando en mi ano, palpita de placer; pienso en Carmen, ahora sería yo quien le daría una orden: Dame tu concha ardiente!
Entonces recorro mi pija y mi culo por dentro y por fuera, contrastando la dulce suavidad de miel interna con la sutil rasposidad de mis pendejos, libremente con mis dos manos. Acariciando y tranquilizando mi pija tremendamente excitada, dándole un ritmo mas pausado, unos lentos masajes circulares a su alrededor que hacen el placer mas soportable.
Se me escapa un leve grito pues me doy cuenta de que incluso así voy a llegar a donde no quiero ir todavía
Pero como no puedo, pongo un pie sobre la bañera, para dejar mis piernas abiertas y vuelvo a mi pija, muy despacio, luego acelero el ritmo, Y sigo así hasta que mis flujos salen de mi cuerpo, mis piernas tiemblan y cuando ya no aguanto más acabo. Escucho mi orgasmo explotar en un largo y entrecortado gemido. Mi cuerpo es sacudido de la cabeza a los pies y mis adentros se tornan en un fuego trémulo. A cada oleada de placer suspiro su nombre con voz arrastrada, penetrándome aún con su nombre.
El dedo que jugaba en mi culo se ha salido, me encanta. Luego me ducho.
Al acercarme al hotel donde se hospedaba la observo esperándome en la puerta del mismo, me llamó la atención su personalidad, que casi opacaba su exótica y extraña belleza qué hasta entonces no había reparado-
La piel bronceada resaltaba aun más una leve sonrisa que mostraban unos sensuales labios, y unos cabellos cortos que parecían flotar sobre el elegante cuello
¡Hola! Dije. ¡Hola! Contestaste.
-Déjame decirte que eres turbadora mente muy bella
¡No sigas Marcos! No tienes porque tratar de agradarme…
-Traje mis documentos y la cedula judicial. ¿Esta bien?
-¡Regio! Colócate el cinturón y ponte cómoda. Tenemos un poco mas de una hora de viaje, es al otro lado de la ciudad.
Entonces me hablaste de tu vida personal con una confianza absoluta, de los problemas con tu ex marido y de cómo habías pasado sola y con una hija durante casi un año.
-Por eso -pensé- su escasa alegría y su falta de energía.
Una mujer así, debería ser alegre viva, apasionada.
En cambio su manera introvertida, su personalidad oculta, no podían opacar su elegante vestir y su esbelto cuerpo, ni dejaba de llamar la atención de cualquiera ser humano.
Mientras seguía avanzando la conversación, te quitaste el saco de seda beige y bajo tu casi transparente camisa blanca pude ver tus senos.
-Dios mío, ¡veía tus pezones! No tenías puesto nada.
Te mire a los ojos y de pronto te dije. -Bajo esa camisa y la pollera no tienes puesto nada- ¿verdad?
¡Así es! No me gusta usar nada que me aprisione.
¿Te avergüenzas? –
¡Para nada, me encanta! Y además que todos te miren, es como si fueras mi amante y solo yo podría gozar de tus caricias.
-Es muy bello lo que dices. ¡Eres extraño Marcos!
-Y tú muy hermosa.
El blanco mate de tu rostro resplandecía en tus cejas, tus ojos, tus labios, en la forma indiana de ellos, casi salvajes como tu pelo negro que revoloteaban esquivos. Tus largas manos jugaban a las escondidas con mis ojos, porque tapaban muy brevemente tus pechos o quizás tratando de moldear con el barro original tu cuerpo esperando el soplo Divino de Dios.
-Dime- ¿No te parece que nos conocemos de toda una vida? Hasta hace muy poco tiempo me había juramentado que nunca mas saldría con hombre alguno sin conocerlo muy bien antes. Sin embargo aquí estoy contigo, charlando y contándote anécdotas de mi vida…
-¡Y yendo a ver a un abogado para divorciarte! Complete la frase.
-Me gustaría descansar un poco, ¿te molestaría Marcos?
-Para nada, descansa…
Durante el trayecto la miraba de reojo, estaba dormida en el asiento de al lado con la ventanilla baja, permitiendo que el viento jugara con sus cabellos. Detrás de sus anteojos de sol veía los bellos ojos cerrados y su hermoso rostro iluminado con una suave sonrisa de paz. En un momento me detuve admirando sus pechos desnudos, no grandes, pero si perfectos, se veían duros y firmes como se apreciaban a través de la blusa semi abierta, más abajo su falda descuidada de color beige dejaba entrever sus piernas doradas y firmes, con sus pies desnudos. Mas no podía pasar por alto ver su falda corrida, ya que al estar dormida abría un poco sus piernas, mostrando el Monte de Venus cubierto con una fina y diminuta pelusa e imaginando lo que habría mas abajo, inmediatamente sentí la dureza de mi pija.
. Me detuve en una estación de servicio a cargar gasolina y a mojarme el rostro y la pija con agua fría, tratando de olvidar lo que había visto e imaginado. Estaba realmente excitado, la sangre corría por mis venas turbulentamente y sentía las palpitaciones de mi corazón. Mil fantasías pasaban por mi mente y en todas ellas Carmen era la protagonista.
Cuando regresé a la camioneta ya estaba despierta arreglándose sus cabellos, y seguimos nuestro viaje a la ciudad conversando de las cosas que compraríamos y cómo tomaríamos un baño al regresar después de ver al abogado.
Alex es mi mejor amigo, socio y excelente profesional le decía mientras los presentaba –cuando me miro a los ojos después de presentarle a Carmen supe lo que me insinuaba y sonreí-
Mientras ellos hablaban me entretuve con Susana su secretaria
¡Hola Susi! ¿Cómo estas? Aunque muy bien como siempre le susurre al oído mientras la abrazaba y le daba un beso.
-¡Muy bien Marcos! Hace mucho que no salimos; ¿acaso vendiste el departamento?
-No, pero cada vez que te veo me caliento. ¡Sácame la lechita por favor! Le dije mientras tomándola de la mano y con la otra de la cintura la atraje hacia mí, hasta sentir su respiración en mi rostro. Apoye mi endurecido miembro sobre su ingle presionándolo y al sentirlo pego su rostro al mío, toco mis labios con los suyos, dándome dulcemente varios besos hasta que los unió. Abrió su boca levemente y nuestras lenguas se juntaron en un juego fantástico haciendo el beso mas intenso.
Susana, se entregaba también a la frenética labor, palpando ansiosa el bulto entre mis piernas. El bulto se hacía cada vez más notorio y notaba que producía en ella una mayor excitación. Era conciente que debía detener aquello –alguien podría entrar- pero algo con más poder que los escrúpulos me obligaba a seguir adelante. Lentamente bajo el cierre del pantalón y aferro la pija rígida con toda su mano, la miraba con placer, con suavidad recorría el tronco desde la cabeza hasta la base, subiendo y bajando con lentitud, con suavidad, contagiándose involuntariamente de la excitación que ahora me embargaba, siguió frotando, acariciando, sus dedos formaron un anillo alrededor de ella y presionando descubrió el glande, ahora mojado y despidiendo el característico aroma del sexo. Vio la plácida expresión de mi rostro que mantenía los ojos cerrados y con ambas manos le agarraba de los cabellos, mientras involuntariamente mi vientre iba al encuentro de sus caricias. Sus labios apenas se abrieron para decir: --"Te gusta mi amor. Yo también te gozo con solamente verte la cara, ¿sabes?..
¡Sigue adorada mía! Me encanta. Estoy gozando lo que aprendiste de otros amores, soy muy afortunado.
Había llegado al éxtasis, mi mente recorría el infinito tratando de llegar a los confines del mundo. Ella seguía murmurando “ Mi adorado, goza, goza que te sacare la lechita, anda, anda, mi amor", y su mano se volvía más activa, subiendo y bajando, dejando la roja cabeza al descubierto, agitó la mano, fuerte, como tratando de acelerar la eyaculación pero me separo, pongo mi miembro apretado entre mis manos, y empiezo a pasarlo masturbándome frente a su cara, que ve como se acerca y aleja. Adelanta su cabeza, con la boca abierta para alcanzar la cabeza, la acerco a su boca, que se adelanta a su encuentro y cubre su cabeza con sus labios. Con sus dos manos cubre mi tronco, que acaricia con suavidad, mientras abre más aún su boca, para sentirla penetrar muy lentamente.
Mientras gozo en su boca, una de mis manos busca atrás hasta alcanzar su sexo y meto un dedo en él, que chorreando flujos lo recibe calenturienta.
La exploración empieza a surtir efecto, pues aumenta la presión sobre mi tronco, en tanto su boca se mueve con desesperación intentando meterse lo más posible mi pija y su cintura delata en sus movimientos que está alcanzando un orgasmo más. De pronto mi cuerpo se convulsiono entrando en éxtasis, la pija palpitó en su mano y un fuerte chorro salió del glande; el semen chocó contra su cara pero siguió frotando fuerte y mas rápido. Otro chorro termino en su boca y otra más, más y más leche se me escapaba mientras gemía entrecortadamente y con sus labios apretados se engullía hasta la última gota.
Habíamos terminado de arreglarnos cuando se abrió la puerta y entraron Carmen y Alex.
-Hemos acordado todo dice Alex. La representare gratuitamente y además le he dado las llaves de tu departamento que esta a mi nombre y que nadie sabe –excepto Susana- que existe. De esta forma podrá mudarse con su hija inmediatamente sin dar ninguna explicación a sus familiares, puesto que sencillamente lo alquilo.
Carmen se acerco y abrazándome me dice emocionada: ¡Querido Marcos! Jamás olvidare este gesto
-Olvídate, no es nada. Además me da mucho gusto verte alegre, distendida.
-Nos vamos Alex, agradecido por todo, un beso Susana.
Afuera la tarde era agradable, una leve brisa acariciaba sus cortos cabellos como jugando en ellos. Una sonrisa iluminaba su bello rostro.
Al subir al automóvil y estirar sus largas piernas la pollera se deslizo hacia un costado dejando al descubierto su entrepierna totalmente libre. Un escalofrió sacudió mi cuerpo y mi miembro salto como un resorte. Al sentarse y antes de cerrar la puerta del automóvil su mirada se poso sobre el bulto que sobresalía exageradamente como intentando salir. Levanto su mirada y un brillo fugaz paso como un relámpago cuando sus ojos se posaron en los míos.
El automóvil se deslizaba por la carretera suavemente, había prendido la radio y la música silenciaba los latidos de mi corazón que latía alocadamente, mientras mis pensamientos confusos aun buscaban un justificativo para romper el silencio.
Pero fue ella quien de pronto pregunto: ¿Estuviste manoseándote con Susana verdad?
La pregunta me sorprendió… ¡No, de ninguna manera! ¿Cómo se te ocurre?
-Y esa mancha enorme en el pantalón murmura palpando el bulto entre mis piernas.
El miembro se había endurecido y se hacía cada vez más notorio y notaba que producía en ella una mayor excitación.
Serenamente estacione sobre la banquina dejando las luces parpadeando.
Finalmente ocurrió, no lo pensé, tome entre mis brazos su cuerpo dócil y anhelante, mientras intentaba vanamente ocultar su deseo. Le bese con la pasión oculta para ella de mucho tiempo y recibía una mujer entregada, en cuerpo y alma.
Fue uno de los momentos más sublimes e inolvidables. Jamás una mujer se había entregado en esa forma y con tanto amor. Cada movimiento de aquella bendita lengua dentro de mi boca me generaba inéditos pulsos de placer.
Nuestras lenguas parecían danzar y los labios se abrazaban como una despedida. Sus senos comenzaron a ser acariciados deliciosamente y su entrepierna sintió la presencia de mi mano desesperada.
Miraba con ternura y reverencia ese acto de amor que aprendí y memoricé para siempre la forma de tocarlos.
Como adivinando mis deseos te separaste y acariciando mi rostro me hablaste ¡Por favor! no ensuciemos algo tan hermoso que comienza.
Recompuse mi postura y conteste: ¡De acuerdo, te esperare!.
En realidad tengo una opulenta casa en la ciudad cerca de la costa. Para no cometer errores con Alex la llamábamos el departamento, donde solamente el y Susana la conocían. A escasos 50 metros las olas del mar corren por la playa escupiendo sus blancas espumas, con sus aguas de un azul profundo y donde desde mar adentro se la puede divisar perfectamente e incluso su interior.
El paisaje era fascinante, serpenteando al pie de la montaña nos deslizábamos entre una frondosa vegetación. Desde lo alto se alcanzaba a divisar la playa extendiéndose en la misma dirección. La 4x4 debía trepar curvadas cimas, con curvas muy cerradas y, a los pies, el imponente marco de la selva con aguas transparentes e infinidad de botes y veleros; también rica en cangrejos y langostas. El paisaje hipnotiza, blanca y fina arena es como la harina, un mar tan azul como el cielo y esa combinación de sierra y mar que es imponente. Las olas besando la playa y algunas nubes sobre el horizonte más los pescadores recogiendo sus redes, siempre al pasar por el lugar me traían recuerdos de mi infancia. Me sentía feliz, y reía siguiendo la música de una canción que a todo volumen había puesto.
Al llegar me baje para abrirle la puerta de la camioneta a Carmen, que absorta y asombrada miraba al pie de la montaña, luego se volvía a mirar la casa y nuevamente giraba para ver el horizonte que se recortaba sobre el mar.
¡Marcos… Marcos! debo apresurarme a darte las gracias por haberme traído a este lugar maravilloso. Ha sido una sorpresa exquisita. Cómo no agradecerte a ti y al universo por este entorno que se extiende entre el cielo y el mar.
"¿Te sientes más tranquila ahora, querida Carmen?
Intentas tranquilizarme pues sabes que aún no estoy del todo distendida. Notas en mis ojos furtivos que me agradaría mucho abrazarte pero me cuesta dar el primer paso. Creo que sé cómo piensas y sé que piensas que la única manera de vencer esta pequeña y última barrera que de ti aún me aleja es, sencillamente, derribándola. Sé que vas a hacerlo. Sé que sabes cómo hacerlo. Por favor ¡hazlo!
La tomo firmemente por sus hombros y al mirar el azul anegando sus ojos me rindo y por fin le digo, "Te amo".
Voy acariciando la suavidad del sol sobre sus cabellos negros mientras mis labios buscan ya con mucha ansia los suyos sonrientes y pícaros de hacerme sufrir en esta espera. Me tienes dominado con tu mirar y con tu ternura alternada.
Mis manos se escabullen de nuevo hasta posarse en tu cintura hasta rodearla en un abrazo, apretándola contra mi y siento esa sensación inconfundiblemente tuya y cálida penetrar en todo mi cuerpo.
¿Me agradaría caminar un rato querido Marcos, en medio de esta libertad? Me agradaría compartir contigo la mía, sabiendo que no hay riesgo de que se torne en media libertad, sino de que se duplique o multiplique al alearla con la tuya.
¿Eso sería maravilloso, no? Sentir el calor de tu mano envolviendo el calor de la mía. Sentir tus dedos entrelazados con los míos, sobre todo tu pulgar acariciando mi índice. Sentir tu mano en la mía es como sentir el latido de tu corazón.
De manera distendida caminamos charlando cogidos de la mano. Poco a poco nos van abandonando los nervios a los que nos ha sometido este encuentro inesperado. Ya nos conocemos un poco mas, y ahora los dos deseamos mostrarnos el uno con el otro tal cual somos en la forma más natural, como si fuéramos amantes desde hace miles de años y necesitáramos de nuevo mirarnos a los ojos y sentir en la mirada nuestra pasión y darle alas con las que volar entre nuestros alientos y alimentarla y desatarla a besos de tanto amar
Hemos caminado un buen rato y, aunque no haya sido tanto estamos ya en una zona alejada donde nadie nos ve, ni perturba nuestra conversación de amorosas miradas ni nuestra intimidad por desnudar. Estamos de pie, acariciándonos ya y sintiendo los cuerpos bajo las manos. Estamos enfrentados, deseándonos, notando como la piel y el deseo se va calentando.
-Marcos…Sé que quisieras desnudarme aquí mismo bajo este sol entre las flores pero.aún no sabemos si nos pueden ver. Qué más da, cariño. ¿no es maravilloso este sentir desinhibido? qué nos importa si nos miran o nos envidian. Me gusta tanto cuando tomas mi rostro entre tus manos. Has abandonado mis labios pero son tus ojos los que ahora me hablan de tu deseo y mientras, me dices” tranquila, corazón", dominándome. Desabrochas, esta vez dos botones de mi blusa. Los suficientes para poder aplicar tus caricias sobre la suavidad de mis senos, y sobre la femenina rugosidad de mis pezones, ofreciéndome así un placer muy sutil y estremecedor. Sé que también para ti es una sensación maravillosa acariciar mis pechos desnudos. Lo es tanto que te escucho gemir a ti también, sobre todo cuando me escuchas susurrarte "amor, acaríciame toda, me tienes entregada, soy toda tuya".se que mi voz resuena en tus oídos, te excita todavía más. Yo lo noto.pues acabo de rozar mi mano sobre tu pantalón y sentí que tu cuerpo y tu alma son también enteramente para mí… Ya no sé, así atrapada como me tienes, tus manos han empezado a recorrerme de atrás hacia adelante hasta sentir tus dedos enredándose en mi vello de rizos suaves, y notar tus dedos también rozarse con los labios húmedos de mi sexo. Me acaricias así durante una eternidad, la palma de tu mano paseando mi sexo por su exterior, y te escucho pedirme "separa un poco más tus piernas", para darte paso a mi tesoro.
Con tus dos índices separas entonces los labios de mi maravilloso tesoro, ayudando a mi anhelante perla a asomarse a tu encuentro. El contacto con el ligero viento que sopla le ha despertado del todo, y noto como se me contrae, encontrándolo desafiantemente duro y erecto tus dedos al llegar.
Arengada por el placer que me producen tus caricias, el juego de tu lengua es indefinible, interminable. Como el juego de tus dedos, que acarician más y más mi clítoris, ayudado en su deslizar, en círculos y en ligeros toques a un lado y a otro de mi montoncito, por la humedad de mi vagina que descubre ya un agujerito medio abierto.
No quieres parar, y yo tampoco quiero que te detengas. Mis piernas ahora completamente separadas dejan que tus dedos entren en ellas, dentro y fuera de mí, de forma rítmica y poco acelerada. Lo haces así para que note cada centímetro de tu piel fundirse en el calor del roce con la mía. Llegado un momento detienes el movimiento de tus dedos dentro de mí, pretendes volverme loca de placer, sé lo que me vas a hacer. No, no me mires así de lentamente en esta quietud que me fuerzas. "Ss, quieta, no te muevas.no te muevas cariño. Siente.".
Me abandono a tus deseos y siento, extrañamente, mi propio deseo aumentar pero de una forma deliciosamente relajada. Es una exquisita tortura para los dos. Así de bien nos compenetramos. Jadeamos en la quietud del placer. Cuando creo que estoy a punto de llegar al orgasmo, tan deseado, retomo el control. Te aparto con un movimiento.
-"No quiero que digas nada, amor. Solo quiero que caminemos de la mano hasta la casa y en la intimidad, ver tu cuerpo desnudo y recorrer cada centímetro de su piel con mi mirada, mis caricias y mis besos".
¡Basta Marcos! Por favor entremos a la casa porque estoy a punto de llorar de tanto amor.
Volvimos, yo permanecía en silencio pensando en ella, soñando. A veces mi mirada se perdía en la inmensidad del mar, más allá del horizonte. No me dejo seguir, me agarró de la mano y seguimos como si fuéramos el uno para el otro, como si no existiera nada más. Y así muy juntos nos quedamos admirando la puesta del sol antes de entrar a la casa.
Nos duchamos, nos vestimos, y cuando íbamos a salir a comer, se acercó y me tomó de la mano, rodeó con ella su cintura y nuestras bocas se hicieron una sola. El sentir su aliento, el saborear su saliva y el acariciar su espalda provocaron una reacción inmediata en mi cuerpo, a lo cual ella respondió. Por debajo de su camisa apreté sus redondos y firmes senos. Los toqué, los besé, mientras que mi otra mano reposaba en su vagina e inicié un leve movimiento con mi dedo. Ella sólo emitía leves gemidos mientras que yo continuaba desesperado por tenerla y hacerla sentir mujer. . Ella respondía a mis caricias con gemiditos y suspiros de aprobación. Introduje dos dedos dentro de su sexo, mientras continuaba acariciándole el clítoris, sus gemidos se tornaron en grititos. Durante unos minutos esos fueron los únicos sonidos en la habitación. La miré a la cara y vi su excitación, con los ojos medio cerrados, la boca entreabierta, con una mano acariciando uno de sus pechos, con la otra se aferraba fuertemente a las sábanas de la cama. De repente se incorpora, me abraza del cuello y se clava fuertemente mis dedos que buceaban en su interior
Comencé a excitar su clítoris con mi lengua humedecida previamente por los fluidos que desbordaban su concha, con dos dedos separaba los labios para que mi lengua tuviera un acceso más fácil a ese punto tan especial, con la otra mano acariciaba la puerta de entrada a su interior, muy suavemente, sin prisas; me lo tomaba con la calma precisa para hacer de ese momento largo y duradero. Pronto aumentaron los gemidos y chillidos, que iban haciéndose más y más fuertes. “Creo que vamos a despertar a los vecinos que estén dormidos.” Pensé cuando su excitación llenaba la habitación con sus gritos. Ella colocó una mano sobre mi cabeza, cómo queriendo que no saliera de ahí, mi lengua continuaba enredándose en el clítoris, mientras mis dedos continuaban acariciando aquella cavidad encontrando un lugar rugoso, mi otra mano acariciaba su entrada trasera. Luego alce su culo y lo elevé hasta mi cara, ella casi por instinto colocó sus muslos sobre mis hombros, comencé a acariciar su ano con mi lengua, muy suavemente mientras una de mis manos que conseguí rescatar de sus nalgas empezó a trabajar nuevamente en su concha, metiendo los dedos índice y corazón, mientras el dedo gordo se dedicaba a acariciar su excitado, duro e vertical clítoris, arrancando de su boca mil gemidos, gritos y expresiones de placer.

Carmen jadeaba, mientras el ritmo de mis dedos iba en aumento. Decidido me acosté a su lado e inmediatamente sentí el calor que emanaba su cuerpo. Me saqué la pija y comencé a rozarla levemente por su cuerpo.
La comencé a besar desesperadamente, ella me respondía apretando su boca contra la mía y acariciando mi pija, la cual daba muestras de querer explotar. La concha igual estaba deseosa de ser penetrada, ella encima de mí tomo mi pija y la coloco a la entrada que estaba hirviendo, mientras se mordía los labios y una baba se escapaba entre su deliciosa boca. Mi pija empapada de sus flujos la penetro lentamente, suaves gemidos salían de su boca mientras se deslizaba en su interior, la espera y todos los deseos se estaban consumando en ese instante. . Un gemido ronco, entrecortado, llenaba la habitación, parecía la agonía de un enfermo si no hubiera sido porque estaba espléndidamente abierta encima de la cama y en vez de perderse y extinguirse crecía en fuerza y pasión mientras sentía que un orgasmo se acercaba y amenazaba con vaciar sus pulmones en un último espasmo de placer. De repente su cuerpo se arqueó, se tensó, vi su cara de dolor y goce, el orgasmo explotó en su vientre mientras un grito corto y agudo anunció que acababa. Su piel percibía el aire alrededor y respiraba por cada poro. Sus dientes apretados, la cara mostrando la tensión de la interminable acabada, y sus ojos fuertemente cerrados, mientras sus miembros se aflojaban y se volvía cubierta de una fina capa de sudor empapando su cuerpo y su respiración, todavía agitada, recuperaban lentamente el compás perdido durante el orgasmo
Estas descansando en la cama acostada ligeramente de medio lado después de tanto placer cuando sientes un beso en la espalda y mi cuerpo desnudo montándose en el tuyo. Te estiras para quedar completamente boca abajo y abres ligeramente las piernas cuando sientes mi pene entre ellas. Pronto sientes la punta presionando sobre tus labios que se abren mientras mi verga empieza a entrar en ti. Se desliza hacia dentro sin problema entre tus abundantes jugos, lentamente, y tu sientes como tu vagina se acomoda alrededor de él. Yo te digo al oído: ¡qué delicia! ¡Cómo te adoro! Y dejo escapar un suspiro de placer. Llego hasta el fondo y te sientes llena con ese rollo de carne caliente pulsando en tus entrañas. El placer te inunda de nuevo y dejas escapar un gemido. Quito el cabello de tu cara para besar tu mejilla y tu boca. Comienzo un lento mete y saca, sintiendo cada centímetro de tu interior, tu sientes como sale hasta quedar casi afuera dejándote vacía solo para sentir como té llena de nuevo inmediatamente después. Levantas tus nalgas tratando de lograr que te penetre mas, pero mi cabeza ya da contra el fondo, siento el pequeño bulto que hace la entrada a tu útero.
Empiezo a hacer movimientos circulares con la cadera para frotar mi verga contra todas las paredes de tu concha, tú sientes como si la punta girara también contra el fondo de ella. Te lamo la mejilla, el cuello y los hombros cada vez mas excitado, aumento la velocidad de los movimientos mientras tu cuerpo pide mas placer y pronto explotas en una serie de orgasmos mientras clavas tus uñas en el colchón y me gritas ¡Te amo hijo de puta. té amo!. Yo me sigo moviendo solo para sentir como te estremeces, para ver como gozas, me encanta verte disfrutar, me contengo pensando en alargar tu placer. El sudor une nuestros cuerpos. Tomo tus caderas y nos levantamos para que tú quedes en cuatro, te acurrucas, cerrando las piernas conmigo adentro. Me muevo otra vez sintiendo tu ardiente concha más apretada y tú empiezas a gemir con más fuerza. Pronto no puedo contenerme más y la lleno con mi semen caliente mientras trato de hundir mas mi pija tomándote de los hombros con las manos y doy un largo grito de puro placer. Tú sientes como mi leche fluye dentro de ti.
Nos deslizamos para quedar acostados de medio lado sin dejar salir mi heroica pija y te abrazo pellizcando un pezón entre mis dedos. Tu entrepierna, tus dulces muslos, tus nalgas y mis muslos están cubiertos de una mezcla de tus jugos y nuestro sudor. Volteas la cabeza pidiendo un beso el cual con gusto te doy, aunque tenemos la boca seca.
El olor a sexo inunda el ambiente.

mateocolon
Datos del Relato
  • Categoría: Hetero
  • Media: 4.84
  • Votos: 50
  • Envios: 1
  • Lecturas: 6293
  • Valoración:
  •  
Comentarios


Al añadir datos, entiendes y Aceptas las Condiciones de uso del Web y la Política de Privacidad para el uso del Web. Tu Ip es : 3.147.49.19

0 comentarios. Página 1 de 0
Tu cuenta
Boletin
Estadísticas
»Total Relatos: 38.525
»Autores Activos: 2.283
»Total Comentarios: 11.907
»Total Votos: 512.105
»Total Envios 21.927
»Total Lecturas 106.079.833