Hola mi nombre es Sindy y tengo 22 años.
Mido 1,70 m, y soy morena de pelo y piel. Lo que más me gustaría sería poder trabajar de modelo.
Hace unos días me llamaron por un trabajo de modelo.
Todo empezó como un día normal, me llamaron por lo del trabajo, y yo acudí a la entrevista.
Allí conocí a Marcos mi nuevo jefe. Él era guapo, moreno de pelo y piel, y tenía una sonrisa y unos ojazos azules impresionantes.
Así pasaron un par de meses en los que yo trabajaba y era muy feliz.
Nuestra historia comenzó un día en la oficina cuando él me citó a las 21:00 de la noche para hablar conmigo. Llegué puntual a la oficina y estaba vacía, Marcos se encontraba en su despacho.
Al llegar toqué la puerta, la cual se encontraba medio abierta.
-Hola, puedo pasar?
-Pasa te estaba esperando.
Entré y tomé asiento, estaba un poco nerviosa ya que no sabía cuales eran los motivos de aquella citación.
-Hola guapísima, enseguida estoy contigo.
Terminó de arreglar unos papeles y se colocó la chaqueta.
-Vamonos preciosa.
-¿Qué? ¿Donde vamos?
-Pues a cenar
-Ah No sabía que que esto era.
-¿Era que Sindy?
-Nada.
-Bueno vámos
Subimos a su coche y me llevó a un lugar que no conocía, no tenía pinta de haber muchos restaurantes cercanos.
Más tarde llegamos a una especie de Urbanizaciones lujosas, paró frente a una casa-chalet y aparcó el coche. Me miró y después bajó del coche y fue en dirección a mi puerta.
-Baja princesa.
Yo estaba nerviosa, no sabía donde estaba y me asuste un poco.
-¿ Qué hacemos aquí Marcos?
-Pues cenar. ¿Estás preocupada por algo Sindy?
-No. -Mentía, estaba muerta de miedo-
-Pues venga. entremos.
Al llegar a la puerta Marcos abrió y me dejó pasar a mi primero.
-Pasa guapa. Ponte cómoda.
-Gracias.
Marcos entró en la cocina y empezó a preparar la cena, a los 10 min apareció de nuevo por el salón con una sonrisa en sus labios y dos copas en la mano.
-Toma princesa bebe.
-Gracias.
Marcos volvió a la cocina.
Al regresar de nuevo al salón Marcos comenzó a poner la mesa, donde se supone que cenaríamos.
-Toma asiento princesa.
-Vale.
No sabía porqué no paraba de llamarme así "Princesa" ¿A que venía aquello?
Cuando Marcos dejó todo listo él también tomó asiento y comenzamos a cenar.
-Um. Está muy buena. Que bien cocinas.
-Si. La verdad es que tengo buena mano para la cocina.
-Y dime Marcos. ¿Para que me has citado?
-Pues para hablar.
-Ah. ¿Pasa algo?
-No
-¿Pues entonces?
-Pues. Que no sabes lo mal que me siento desde que te conocí Sindy.
-¿He hecho algo mal Marcos?
-No. Es solo. que no puedo parar de pensar en ti.
-Yo. -Me quedé alucinada- Yo. yo no sabía nada. Marcos.
-No puedo dejar de pensar en ti, quiero que seas mía.
-Perdona. no sabía que tú. que tú sentías algo por mi.
-Si. Pero sobre todo no dejo de pensar en tu apretadísimo culito. Y me entran unas ganas locas de follártelo.
-¿Qué?
Ahora si que flipaba.
-Lo que has oído muñequita.
Me quedé petrificada al escuchar las palabras de Marcos, de repente empecé a encontrarme muy nerviosa y un poco molesta por sus palabras contesté indignada.
-Marcos. Creo que me estás faltando al respeto ehh.
-¿Faltando al respeto? Que va. Seguro que tú también lo deseas.
Me levanté indignada por su respuesta.
-LLévame a mi casa. ¡Ahora!
-Cálmate putita. Si te portas bien tu también vas a disfrutar mucho.
-Te he dicho que me lleves a mi casa Marcos. ¡Ya!
Él se levantó furioso y me dijo en tono amenazante:
-O te sientas y te callas. O me levanto, te doy una torta y te quito las tonterías.
Me quedé petrificada al escuchar aquellas palabras.
-Venga putita toma asiento.
-¡¡No!! Pero. ¡¡Pero tú quién mierda te crees!! A mi no me vuelvas a llamar así.
Marcos se sorprendió al escuchar mis palabras, se levantó furioso y se acercó hacia mi.
-¿Como? Ven aquí zorrita.
-¡No!
-Ahora te vas a enterar ¡Puta!
Marcos me agarró fuertemente del cabello
.-Ahg. ¡Suéltame Marcos! ¡Ah!
-Ponte de rodillas putita voy a enseñarte modales.
-¿Qué haces? No ¡Suéltame!
-Calma putita. Si te portas bien disfrutaras. si no lo haces te castigaré.
-No quiero ¡Déjame! Ahg
-Ya me he cansado zorrita. Ahora voy a enseñarte a obedecer.
Marcos cada vez me agarraba más fuerte del cabello.
- Por favor Marcos. Deja que me vaya
- ja ¿Como? Pero si lo estamos pasando muy bien zorrita.
No podía creer lo que estaba pasando. En un momento y sin que yo pudiera hacer nada Marcos me agarró fuertemente de las manos, luego me las ató con una cuerda a la espalda.
-Por favor déjame. ¿Porqué me haces esto?
-Porqué me encantas. me vuelves loco Sindy. No puedo dejar de pensar en ti. Quiero que seas mía. Y lo serás. "quieras o no quieras"
Marcos me cogió en brazos y me acomodó en un sofá frente a la chimenea.
A esas alturas yo lloraba desconsoladamente y sentía mucho miedo.
-Por favor Marcos Te lo suplico Déjame ir. No me hagas daño.
-Tranquila zorrita. Jamás te haré daño, me encantas demasiado.
Marcos empezó a acariciar mi cara, mis hombros, mis piernas, un poco mis glúteos y finalmente mi sexo.
Fue besándome poco a poco y con ternura hasta llegar a mi clítoris, allí comenzó a lamer mi botoncito con su lengua.
No quería pero al poco tiempo comencé a excitarme y no pude contener los gemidos de placer.
Me estaba excitando terriblemente cuando Marcos estaba abusando de mi. Me sentía humillada al estar disfrutando del placer que me estaba proporcionando.
-Ah.
-¿Te gusta zorrita? Um. Que rico lo tienes.
Marcos succionaba mi clítoris de una forma bestial, en pocos minutos me iba a correr. No quería que notara que estaba disfrutando, pero era evidente y no podía negarlo.
-Ah. Ah. Um. ¡¡Si!! Sigue.
-Suplicamelo zorrita .
A esas alturas yo no pensaba en nada.
-Ah. Um. Sigue. ¡Sigue! ¡Ahgg! Por favor. Ah. Te lo suplico.
-Córrete. Hazlo para mi princesa.
Tras escuchar las palabras de Marcos no pude contenerme más y me corrí.
-Ah. Ah. Si. ¡Si! Sigue. Sigue. ¡Ya estoy! Ahg. Si.
Me había corrido como nunca antes. Fue un orgasmo bestial.
Me retorcía de placer entre las manos de Marcos.
-Um. Que rica estás zorrita.
Estaba avergonzada conmigo misma, él había abusado de mi y yo disfruté con ello.
-Ven putita.
-No quiero. ¡¡Suéltame!!
-Sindy. No me hagas repetírtelo otra vez.
-Que me sueltes te he dicho. ¡Marcos!
-Está bien. Si prefieres por las malas.
Marcos se levantó y me agarró fuertemente del cabello, arrastrándome hasta una habitación. Luego me subió a la cama y me colocó a cuatro patas.
-Ahora vas a aprender zorrita.
-¿Qué me vas a hacer?
Escuché el tintineo del cinturón y después:
¡Zas!
El primer golpe calló sobre mi nalga derecha.
-¡¡Ah!! No. Marcos.
¡Zas!
Este fue a parar a mi nalga izquierda.
-Esto es por zorrita desobediente. ¡Zas!
-¡Ahg! Para. Marcos.. ¡Para! te lo suplico. ¡Para!
¡Zas!
-Eres mía Sindy. ¡Zas! Mia. Solo mía.
-Ahg. ¡Para! ¡Para! Te lo suplico. ¡¡Ahg!!
-¡Zas! ¿Vas a ser obediente Sindy? ¡Zas!
-¡¡Ahg!! Decías. que no. me harías daño. Ahgg. No me pegues más. Te lo suplico, seré buena.
-Más te vale. ¡Zas!
-Ahg.
Lloraba desconsoladamente, Marcos me había azotado. Me sentía humillada y el culo me ardía.
-¡Basta! Deja de llorar Sindy.
-Me has echo daño. mucho daño.
-Tú me obligaste.
-No es verdad. Suéltame. Me duelen las muñecas. ¡Ahg! Te lo suplico.
-Me da igual. Ahora quiero que me la chupes Sindy.
-¿Qué? ¿Pero quién te crees que soy?
-¡Plass!
Marcos abofeteó mi cara.
-Eres mía, mi zorrita. Eso es lo que eres.
-Ahgg. Por favor. No me pegues más Marcos.
-Es la última vez que lo repito.
Se acercó a mi cara con la polla fuera de los pantalones, y yo muy asustada comencé a lamerle la polla.
-Um. Si..