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El cuarentón que me convirtió en su zorra y cambio mi vida sexual.
Un hombre diferente a todos.
Un cuarentón me hizo zorra. Soy Nancy tengo unos 35 años de edad, blanca de senos redondos pezones rosados, 1.69mtrs. de estatura y cadera curvilínea, unas nalgas hermosas suaves levantadas ni muy grandes pero sobresalen con todo. Y él es Eduardo Palacios; un Sr. de 44 años soltero de varios divorcios, vive en un apartamento grande de buena posición social. Nos conocimos en una discoteca una noche. Intercambiamos teléfonos y nos fuimos juntos.
Pensé que esa noche estaríamos juntos pero allí empezó el juego. Nos fuimos a su apartamento a eso de las 2am. Estando allí el me tomo por la cintura sus manos recorrían mi cuerpo y me besaba con mucha pasión eso me ponía a mil el es muy guapo alto, delgado nunca pensé encontrar alguien que en cuestión de muy pocos segundos pudiera atraerme tanto; de forma espiritual y física. No negaré que al principio me atrajo su manera de expresarse: correcta, fluida y con cierto halo de misterio y encanto que lo hicieron irresistible para mí. El tocó bajo mi falda mi raja a través de mi hilo de encaje y acaricio mis nalgas suspendidas al aire ya que llevaba un hilo negro. Y de pronto se detuvo y yo pensando que me cogería en el sofá me dice es tarde Nancy mañana hablamos.
A lo que yo le replicó me piensas dejar así??? -y el me responde si PORQUE!
Hubo un espacio de silencio- -quiero más de ti, me dijo.
-Por eso te traje aquí si no te hubiese llevado a cualquier lado. -Le respondí: sabes que saliendo yo de aquí iré a buscar con quien quitarme las ganas.
- si me responde él.
-Y le digo no te importa, por ahora dejaré que sea así me contesto. Y de pronto me dice y si vas, amas a tu esposo!!! -y yo le respondo no es lo que tengo en mente; para hoy.
-Bueno me cuentas mañana Nancy.
Así me marché con esa interrogante en mi cabeza. Tome un taxi directo a la disco y ya casi cerraban me encontré a un hombre también maduro de cabeza rapada fumando un cigarro a la entrada, lo salude intercambiamos frases me ofreció un cigarrillo me lo fume con él y al poco rato ya estaba en su casa. Nos besamos y nos tocábamos en la sala de su casa, yo tocaba su miembro sobre su Jean y el me besaba tomándome por el cuello, sintiendo lo ardiente que estaba empezó a sobarme mis nalgas subiendo mi faldita jeans que yo llevaba; enseguida solté el cinturón de su pantalón y abrí su jeans bajándolo y tomando entre mis manos su pene que se estaba poniendo duro, me pidió que lo lamiera y como estaba algo tomada no lo dude y comencé a tragarlo con mi boca. Se quitó su suerte yo el mío y nos quedamos desnudos empezó a chuparme mi raja húmeda y ardiente y a meter sus dedos en ella cuando me sintió muy húmeda se puso su condón y me empezó a meter sentándome en una mesita que estaba en su sala sus movimientos eran ricos y me provocaba orgasmos. Me voltio mirando hacia la mesa y luego me comenzó a dar otra vez así hasta que se sentó en una silla y yo me le trepe viniéndome de nuevo y cuando él se iba a correr saco su pene y dejo caer su leche en mis nalgas.
Al dia siguiente no dejaba de pensar en Eduardo Palacios, como tantas otras personas en estos días, soy algo aficionada a chatear. Pero nunca pensé encontrar alguien que en cuestión de muy pocos segundos o días pudiera atraerme tanto, talvez era el misterio que lo encerraba cierto halo de misterio y encanto que lo hicieron irresistible para mí. A los pocos horas del día siguiente el me escribió y yo le respondía, al principio solo intercambios de hola como estas? que tal estas?, pronto empezamos a intercambiar más que chats escritos, el intercambio de fotos fue otro motivo añadido para seguir interesándome por él.
Él me fue proponiendo cosas que nadie me había propuesto de la manera que él me las propuso, y yo que iba accediendo. Y después llegó lo ineludible, quedar para conocernos más íntimamente. Era simplemente una cita informal, un paseo y quizás un café sentados en cualquier mesa de alguna cafetería de paso.
Después de esa primera cita, vinieron algunas otras más, pero llegó lo ineludible debido a la atracción mutua que sentíamos y la manera en la que él me estaba envolviendo en su juego. Así que quedamos un día para estar íntimamente. Habíamos quedado en un lugar discreto, un apartamento alquilado por horas que realmente era un ensueño. No faltaba detalle, desde la bañera redonda hasta el salón dormitorio, pasando por una botella de vino frio y una bandeja de fresas.
Me tentó la bañera, así que le dije que me daba un baño, a lo que él contestó que me esperaba, me recogí el pelo y me di el baño relajándome pero sin dormirme en los laureles, porque él me estaba esperando afuera.
Salí envuelta en la toalla y él esperando con dos copas de vino. Me sentí vulnerable así vestida solo con la toalla, mientras el solo se había quitado la chaqueta. Estaba sentado en un sillón, me acerqué hasta él, no sin antes coger una fresa de la bandeja y mojándola en el vino la acerque a sus labios. Él la quiso morder, pero yo con muchos reflejos la quite rauda de su alcance, dejando solo que el vino rociara sus labios. Acerque mis labios a la fresa, y la atrape por un lado con mis labios, ofreciéndosela así. Él se acercó y mordió el lado que quedaba fuera de mi boca, hasta que sus labios se juntaron con los míos.
Ese primer contacto de sus labios con los míos fue tan suave y dulce que me hizo desear más. Tiré suavemente de su corbata, haciéndole levantar, Una vez enfrente de el, mis manos se deslizaron suavemente por su corbata para deshacer el nudo y tirarla al sillón. Mis dedos siguieron firmes hacia los botones de su camisa, el parecía tener el control de todo.
Fui desabrochando uno por uno todos los botones, hasta que quedó al descubierto su pecho. Entonces mi mano bajó hasta el cinturón, lo abrí para seguir con el pantalón que calló a sus pies. El se agachó para recogerlo, quitándose en ese momento los calcetines también, al subir intentó hacerlo por el interior de la toalla pero yo trate de impedírselo. El ritual no había acabado. Seguía teniendo la camisa y el bóxer. En ese momento mojé mis labios con el vino, y acercándome a él, deje que mi lengua acariciara el contorno de sus labios. Bajé por su barbilla dejando un camino mojado y fui hacia su oreja. Mojé el contorno de su oreja, para bajar al lóbulo y mordisquearlo suavemente, en señal de que sabía lo mío también.
Sus manos estaban encima de la toalla, intentado acariciar mi cuerpo. Mi lengua se abría camino por su cuello hasta llegar a su pezón, donde empezó a dibujar círculos alrededor de el. Jugueteé con el pezón moviendo mi lengua y luego sople ligeramente sobre el, notando como se endurecía, y no era lo único. Mi lengua se deslizó esta vez por su vientre hasta llegar al borde del bóxer. Note un estremecimiento en su cuerpo. Bajé por encima del bóxer, rozando a mi paso todo lo que había bajo.
El estremecimiento fue aun mayor. Volví a subir hasta el borde del bóxer, y agarrándolo con mis dientes lo bajé, arrodillándome al mismo tiempo para ayudar a bajarlo. Ya había conseguido mi objetivo, estaba desnudo delante de mí.
En ese momento tomo de mi cabello y me acerco a su pene me ayudó a lamerlo con suavidad sosteniendo mi cabello controlando el movimiento, me levanto por el cabello y tiró de mi toalla, dejándome en igualdad, desnuda ante él.
Me atrajo hasta él, y recorriendo con sus manos mi espalda me beso. Sus manos estaban en mis nalgas, apretándome contra él. Sus manos recorrieron mi espalda esta vez hacia arriba, hasta llegar a mi cuello, donde se quedó una mientras la otra subía hasta mi pelo soltándolo. Llegado ese momento ya me veía yo comida por él, pero yo todavía quería más juego. Así que le susurre al oído, que nos sentáramos en la alfombra.
Así lo hizo, con las copas de vino en nuestras manos, tomando un trago de la copa, me tomo por el cuello y me beso dándome parte de su vino. Y me dijo que me dejara hacer, que solo tenía que disfrutar y gozar. Me senté. Estábamos el uno frente al otro, separados sólo por la distancia de su pierna. Cogió mi pie y lo acerco hacia él. Y acarició suavemente mis dedos, después lamió mi dedo gordo morbosamente, mirándome mientras lo hacía.
Dejé bajar su pie hacia mi pecho, acariciando con el mi pezón, mientras el seguía mirándome fijamente como si ya fuese mi dueño. El sabía que yo ardía en deseos de acercarme y ser devorada por el. Seguí guiando su pie hacia abajo por mi cuerpo, hasta llegar a mi vulva húmeda y caliente. Cuando su pie rozó mi clítoris mi cuerpo se estremeció. Nos mirábamos, llenos de deseo y lujuria. Su pie mojado con la humedad de mis fluidos. Le dije que estaba siendo malo conmigo, pero el pensaba que no. Así siguió acercando su pie a mi vulva jugando con mi clítoris con sus dedos. Entendí enseguida, siguió haciéndolo, sin apartar su mirada de la mía, empezó a lamer lascivamente mi dedo. Y así húmedo de su boca, lo bajo hasta su pene, mientras seguíamos mirándonos. En ese momento comenzó a frotar su pene con mi piel.
Mientras me pidió que pusiera los dedos de mi mano en mi raja, fui bajando hasta mi coño, recorriéndolo de arriba abajo. Su mirada era puro deseo, pero mi pie siguió acariciando su polla. Él a estas alturas ya sabía cuento más tendría que ponerme a sufrir, antes de disfrutar del placer. Su pie seguía acariciándome, mientras su dedo húmedo de mis fluidos vaginales subía a mi boca para entrar en ella. Mis ojos no perdían los suyos, viendo cada vez más deseo. Le pregunté si quería probarlo y me contestó casi en un suspiro que sí. Volviendo a bajar su dedo hacia la humedad de mi coño, frotando arriba y abajo, sin dejar yo de acariciar sus huevos, con mi pie. Me levanto y acercándome a él, me sentó encima, y mientras mi coño notaba lo dura y ardiente que estaba su polla, le pasé mi dedo por la comisura de sus labios, aunque el ansioso abrió la boca y lo lamió.
Me abrazó y ahora besándome y susurrándome me dijo que tanto lo deseas, era malo conmigo, me decía que me deseaba y que me cogería muy duro, que ardía y que deseaba penetrarme ese coñito juguetón y mojado. Dejándome caer encima de él suavemente. Cogí su pene y lo froté por mi raja. Estábamos los dos muy calientes, deseosos el uno del otro. Él empujaba hacia arriba para poder entrar en mi. Así que con su polla todavía en mi mano, introduje en mi vagina solo la punta. Mmmmm. los dos nos estremecimos. Él empezó a moverse, para ir penetrándome.
Me miró con deseo y extrañeza a la vez, al mismo tiempo que sin pausa seguía metiendo su capullo dentro de mí. Esta vez aunque lentamente entro toda y empecé a moverme suave, lento, como si de todo un ritual se tratara. Mis movimientos eran en redondo, así que ambos notábamos cada roce, cada fricción. Nos besábamos apasionadamente, como si nuestras bocas fueran una. Le susurraba como estaba disfrutando, él a mí que me aria solo suya.
Y seguimos disfrutando de nuestros cuerpos, ajenos al tiempo. estaba sentada encima de él como la primera vez que me rompieron mi virgo. Y así, empecé a cabalgar sobre él, primero con movimientos suaves, pausados; después subiendo el ritmo. Sus manos acariciaban mis pechos, que subían y bajaban al ritmo de mis movimientos, que iban subiendo cada vez más. De pronto paré, y esta vez en sus ojos solo vi lujuria.
A estas alturas debía imaginar que aquello sería otro paso placentero. Y así sentada a horcajadas encima de él, contraje mis músculos vaginales, era un orgasmo brutal que venía bajando de lo más profundo de mi ser haciéndome gemir y suspirar de placer, atrapando aún más su polla en mi interior. Eran infinitas contracciones de segundos, tras los cuales mis músculos se volvían a relajar, para volverse a contraer. Después colocando sus manos en mis nalgas y apretandolas, comencé de nuevo a cabalgar sobre él. Esta vez subiendo el ritmo rápidamente. Sus manos, fuertes, ayudaban mis movimientos.
Estábamos mojados ambos por el deseo y el sudor, calientes por el volcán de nuestros cuerpos. Pero nada de aquello tenía importancia. Sólo él y yo, no era capaz de visualizar siquiera a mi marido. Y así sudados, ardientes, estremecidos por el placer, entregados el uno al otro, nos corrimos. Su leche entro toda en mi ser, cuando me aparto de el sentí como resbalaba por mis piernas hacia abajo, todo su semen espeso y abundante mezclado con mis fluidos orgásmicos. Él frotó sus manos en mi conchita, repartiendo por mi vientre y mis pechos aquella improvisada crema hidratante, mientras nos besábamos.
Nos quedamos allí, tendidos en la alfombra, embadurnados en nuestros propios olores y sabores, besándonos. Después nos fuimos a la bañera, y allí seguimos jugueteando con nuestros cuerpos, cogiéndonos el uno al otro, hasta quedar ambos agotados. Al salir él secó mi cuerpo y yo el suyo. Nos vestimos y ya en la puerta a punto de salir, mi boca se dirigió a la suya, mordiendo su labio inferior, dejando que mi lengua se juntara con la suya, fuera de nuestras bocas. En ese momento supe que aquella placentera tarde, el se había convertido en mi dueño...
Al día siguiente sus habituales mensajes de chat llegaban, me fue proponiendo cosas que nadie me había propuesto, no me podía negar, el tenía mi voluntad a sus pies y de la manera que el me las proponía, yo iba accediendo sumisa y ansiosa.
Un día me pregunto qué tanto me gustaban los negros le respondí que normal me dijo que quería verme cogiendo con un negro le dije que si el quería yo aceptaría, el aceptó y yo también, me dijo que era un amigo que no me preocupara que todo saldría bien.
Llegó la noche el negro era alto de musculatura definida, me lo presentó en su sala y se marchó entre sonrisas tímidas nos comenzamos a besar el negro y yo, el llevaba y sweter y unos jeans, yo un leggings suave y una blusa fácil de sacar. Nos metimos en el cuarto, el negro me tomo por la cintura con fuerza y delicadamente me recostó en la cama sin soltarme y sin dejar de besarme, bajo su mano por mi pierna acariciándola y apretando mis nalgas, yo estaba indefensa, muy sensualmente me tomaba de mi cuello y yo me agarraba de su ancha espalda. Soltó mi brasier y sacó mi blusa, con tal maestría dejando ver mis pezones rosados duros y paraditos de la excitación, me chupaba y mordía los pezones y me seguía besando, yo estaba vuelta loca gimiendo de placer.
Seguimos besándonos, el se bajó los jeans y yo le saque de su bóxer su pija enorme y negra, el me saco el leggins pensé que me chuparía la concha pero jamás pasó; seguí sacando su pija y la acerque a mi boca y El me empujó la cabeza hacia ella con tal fuerza que sentía que me asfixiaba, ahogándome en mi saliva. Después me soltó se terminó de desvestir, luego me quito el pequeño hilito de tanga que tenía color blanca, zurro su pija enorme y larga por mi rajita antes de meterla suavemente haciéndome venir, sin siquiera haber metido toda su verga. Y me penetro de un solo golpe, toda me la dejo ir, yo pegue un fuerte grito y siguió cogiéndome así como por 20 minutos, dándome duro haciéndome gemir y gritar como toda una zorra de burdel.
-siii mi putita toma mi verga- vaya que perra eres-
-sii asiii asiii cógeme más fuerte, más fuerte-
-vaya que perra eres y que concha mas rica me gritaba el negro-
-siiii siii siiii ahhhhhh siiiii-
-grita perra, grita, quiero que lo vecinos escuchen que eres una puta-
-ahhhh siiiii cógeme, cógeme asiii fuerte, hazme tu puta-
Hizo que me viniera como 2 veces seguidas, sin sacarme su verga, mi vagina estaba súper sensible, después de un rato sacó su pija me dio la vuelta en la cama y quede puesta en cuatro, y sin aún el subirse a la cama me la metió hasta el fondo, agarrándose con fuerzas de mis nalgas cacheteándolas y poniendolas rojas. así estuvo cogiéndome otro rato, dejándome la cola roja de sus nalgadas y de repente sentí que su dedo se metía en el hoyito de mi culo, di un gemido aún más fuerte pero delicioso.
Me dio así por buen rato hasta ponerme de lado y seguir metiéndomela sobaba el ojo de mi ano muchas veces no se cuantas veces me vine sumida en la cama tratando de contener los gritos y gemidos pero no podía, era imposible contenerse con un macho como él. Después de 15 minutos mas de romperme coño y correrme otras 2 veces, sentía que como aceleraba su movimiento, y comenzó a bufar, se quería venir. Saco su verga de mi conchita y me jalo del cabello hasta el piso y me puso de rodillas. Era muy brusco.
-ven perra, comete mi verga- se la comencé a mamar nuevamente, muy rápido
-ahh siiii puta que rico mamas esa verga, sigue así perra sigue, voltea verme puta quiero que me veas- así lo hice
-ahhh siiii que puta mas linda la mamando verga- eso solo hacía que me excitara aún más yo se la estaba mamando mientras yo me seguía dedeando, sacó su verga y se la jalaba frente a mi cara, con mi boquita abierta y lengua de fuera, me seguía masturbando, aquella escena era de locos.
-siiii papi quiero tu lechita dame a tragar tu lechita papi, báñame la carita de puta-
Volvió a meterme su pene y comenzó a darme suavemente, se sintió tan delicioso, pero ya una vez dentro comenzaron las fuertes embestidas. Pero cuando sentí que el se venía le pedí que la sacará y el muy atento la sacó y dejo caer su blanco esperma sobre mis piernas, Se dio una corrida inimaginable me pringo todas mis tetas fue demasiado me chorreo mi cuerpo y el piso. Al rato salió el negro y entró Eduardo Palacios con una cara de contento por haberme visto con otro. Me dijo que loquita eres me encantas; quiero seguir haciendo locuritas contigo. Todos los días me chatea pero nos vemos cuando podemos, cada sesión de sexo con el era de dioses, me hacía venir sólo con su boca o sus dedos y cuando me lo metía parecía que su pene sabía cómo hacerme venir, me hacía mamársela y recibir su semen en mi boca…
Continuará…
Tomynuggets 02-05-2019 13:45:56
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invitado-Angela 14-01-2018 23:40:37
Yo me presto como amante sin reservas. Llevo mucho tiempo sin entregarme a un hombre y se me acaba el tiempo. Me vestire como una dama para ti. Espero gustarte. |
invitado-Amante 28-11-2017 14:32:21
Uy que caliente eres así es que son buenas las amantes que se presten para todo sin reserva... |
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Nancy después de leer las 2 partes me he quedado como tú , con ganas de más! Hay una tercera entrega ?