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Era 22 de mayo, lo recuerdo porque tenía al fin una semana de vacaciones en mi nuevo trabajo, "por fin unos días para levantarme tarde" dije para mí la noche anterior, antes de desactivar mi alarma y entregarme al sueño.
Sin embargo el azar no me permitiría cumplir mis planes, y a las 8 de la mañana el timbre de mi departamento sonaba. Me levanté de mala gana, me puse sólo un mezclilla encima (suelo dormir desnudo) y me dirigí a la puerta para averiguar quién perturbaba mi sueño, y porque. Pero no estaba listo para lo que sucedería al hacerlo, tan pronto abrí la puerta una mujer se arrojó a mis brazos besando mi mejilla.
-Papiiiiiiii ¿cómo estás?
-¿Eh?
El sueño y lo inesperado de la situación me habían tomado por sorpresa, pero con esa clase de saludo mi distracción desapareció rápidamente. Separe a esa mujer de mi lo suficiente para ver su rostro, aunque ya había reconocido su voz no podía menos que asegurarme.
-¿Sam? ¿Eres tú?
-Vaya forma de saludarme después de tanto tiempo papi malo.
"Después de tanto tiempo" dijo, era verdad, y parte de la razón por la que me sorprendía tanto verla ahí. No la había visto hace casi 2 años, después de que nos acostáramos un par de veces y luego ella se hubiese desaparecido, a pesar de prometer que nada cambiaría entre nosotros y de las muchas veces que la busqué para que saliéramos como antes. La última vez que la vi iba de la mano de un chico por la calle, y así desapareció mi mejor amiga. La verdad aún tenía cierto resentimiento con ella.
-Bueno no puedes culparme. -Dije con más seriedad de la que pretendía- y por cierto, ¿cómo has sabido donde vivo?
-Lucia me contó que te mudaste -dijo entrando a mi departamento y observándolo.
-(Menuda mentira)- pensé, si yo aún estaba enojado con ella, lo de Lucia sólo podía llamarse odio, jamás le habría dicho nada de mí, pero decidí no investigar al respecto. -Ya veo, ¿y a qué debo tu visita?
-¡Como me tratas! ¡Que serio! ¿No te da gusto verme de nuevo?.... Jaja tu mirada lo dice todo, pues bien he venido a contarte ¡que me casó la próxima semana!
Era verdad, me había enterado por otros lados que estaba comprometida, e incluso supe la fecha, pero dado que nunca fui invitado me había olvidado de ese tema.
-Oh si algo había escuchado, felicidades.
-Gracias papi, también vine porque quería tu opinión.
-(Ni invitación ni "¿cómo has estado?" ni nada... Jaja ¿qué esperaba?) ¿Ah sí? ¿De qué se trata?
-Quiero opinión de un hombre, de cómo se me ve mi vestido de novia- sólo entonces note que ella sostenía una caja bajo su brazo- ¿Dónde me lo puedo poner?
-Aquí mismo- dije con cierta malicia, en parte por ver como respondía, en parte porque mi pequeño departamento además de la sala-comedor en la que nos encontrábamos, sólo tenía mi cuarto y no tenía intención de dejarla pasar ahí, pero ella tenía otros planes.
-Jaja ¡bobo! Siempre bromista, ahora vengo- respondió, y se dirigió a mi cuarto sin permitirme reclamar
-Quizás tú también quieras ponerte algo papi- dijo arrojándome una playera por la puerta entreabierta, y observando con atención mi torso, más marcado que 2 años antes cuando ella lo había visto.
Me quedé como bobo unos segundos, confundido por la situación, una mujer de la que no pensaba volver a saber se encontraba ahora cómodamente usando mi casa a su disposición, mientras yo, contrariado entre el gusto de verla y el enojo de su recuerdo, no me decidía si vestirme y seguir la visita con normalidad o sólo sacarla de mi casa. Al final la curiosidad me pudo más, y, dejando la playera en el suelo, tome una cerveza del refrigerador y me senté en mi sillón a esperar.
Pasaron unos 10 minutos antes de que ella saliera con las manos en el torso sosteniendo su vestido, la visión me sorprendió y casi me atragantó con mi bebida.
-¿Me ayudas con el cierre?- dijo dándome la espalda y mostrando su espalda desnuda. Me levanté y subí con cuidado el cierre del vestido, percibí también un ligero aroma a lavanda. ¿Se había puesto perfume al cambiarse?
-¡Listo!- dije separándome de ella un poco, volviendo a mi lugar en el sillón
Ella tomo el velo que traía entre las manos, vi entonces que también se había arreglado el cabello de un modo muy elegante, se colocó la diadema en la cabeza y sonriente giro hacia mí, se tapó con el velo y comenzó a dar vueltas.
-¿Y bien? ¿¿Cómo me veo??
-Preciosa- dije sin pensarlo, ella también había cambiado un poco en estos 2 años, estaba más delgada sin llegar a flacucha, su cabello negro se le veía más brillante, y se había pintado muy ligeramente la cara. Eso sumado al vestido de novia, strapless, con un generoso escote y enmarcando su delgada cintura, cayendo después en una falda larga que hacia parecer sus piernas más largas (supuse que debajo debía llevar unos tacones), sin dejar de marcar su bien torneado trasero, en fin, se veía hermosa y también muy sensual, aunque en mi enojo me arrepentí al instante de dejárselo saber tan instintivamente. -Sí, debo admitir que te ves muy bien, tu prometido es un hombre afortunado -agregue tratando de sonar un poco más frío
Su reacción me fue extraña, al decirle que se veía bien pareció alegrarse y ensanchar su sonrisa, pero la mención de su prometido pareció incomodarle, sólo un instante, pero todos los años que la conocí no fueron en vano, y un instante fue todo lo que necesite para percatarme. Ella de inmediato trato de recomponerse, se acercó a mí sonriendo y me quito la cerveza de la mano.
-Cómo eres malo y no me ofreces, ¡me tomo la tuya!
Acto seguido se bebió de un trago el resto de mi bebida, de nuevo me sorprendía, ella nunca había sido muy adepta a beber. Me levanté y saque 2 cervezas más, le ofrecí una y empecé a beber la mía. Mientras la veía empinar su botella de nuevo, me senté en el sillón pensando. Su comportamiento me intrigaba, definitivamente ella también había cambiado en los últimos años y yo no tenía mucha paciencia para ella en ese momento, decidí dejar de preguntarme e indagar con ella directamente.
-Sam... ¿Porque estas realmente aquí?
Dejó de beber y me vio a los ojos, notó que no estaba dispuesto a jugar su juego y me pareció ver un brillo de duda en sus ojos. Instantes después sus labios temblaban, sus ojos se llenaron de lágrimas y se lanzó a mis pies sollozando, con la cara hundida entre mis piernas. Su reacción me llegó pero no me permití mostrarlo, seguí viéndola sin expresión hasta que levantó su rostro.
-¡Lo siento! ¡Lo siento!- dijo entre sollozos.
-¿De qué hablas?
-Sé que teníamos una promesa, y la rompí, me aleje de ti y lo lamento mucho. Estoy muy arrepentida
-...si, lo hiciste, pero nunca entendí ¿porque?
Se secó las lágrimas sin moverse de su posición entre mis piernas, tomó algo de aire para tranquilizarse y entonces comenzó a explicarme.
-Como sabes, hace 2 años empecé a salir con Mario, mi prometido. Fue algo platónico al inicio, me sentí muy atraída por él y no me quería separar de su lado. Además el siendo muy católico resultó la adoración de mi madre, quien nunca vio bien mi relación con Toño, o mi amistad contigo. Unos meses después mi padre enfermo, y fue Mario quien nos ayudó con los gastos. No podía estar más agradecida, y enamorada.
-Todo eso me parece perfecto, pero aun no entiendo nada...
-Es lo que pasó después, cuando cumplimos 6 meses y empezamos a tener relaciones, hablamos de nuestras parejas anteriores... Y entonces el, al saber que tú y yo habíamos tenido sexo, me prohibió volverte a ver... No podía negarme, no con lo que sentía por él, no con lo que había hecho por mi familia...
-Tú y yo éramos amigos, nunca me hubiera interpuesto en su relación, sobre todo si eras feliz con el.
-¡Lo sé! ¡Lo sé! ¡Trate de decírselo! Pero el veía mal que hubiera estado contigo sin que fuéramos pareja, además... Temía que yo quisiera que pasará de nuevo...
-Pues no había necesidad, prometimos seguir siendo amigos, lo que hicimos fue porque ambos estábamos libres de compromiso, no te hubiera puesto en esa situación...
-Yo... yo lo sé- respondió reanudando sus lágrimas- pero el problema es que ¡tenía razón!
-¿Qué?- dije con sorpresa- ¿a qué te refieres?
-Después de que me pidiera eso, las cosas se enfriaron entre los dos, comencé a darme cuenta que le pertenecía, le tenía que pedir permiso para ver a mis amigas, me prohibía ver a amigos, ya no sólo a ti, y además casi no me tocaba, es muy frío en cuanto al sexo, desde que me pidió matrimonio me dijo que debíamos esperar a estar casados, que era lo correcto.
-Y si tanto te molesta ¿porque sigues con él? ¿Porque aceptaste casarte?
-No puedo negarme después de lo que ha hecho por mí y por mi familia, mi madre lo ama... Y yo aún lo amo también, pero necesito algo más, necesito sentirme deseada, como mujer no sólo como el me ve... Te necesito a ti, una última vez antes de casarme... Por favor...
La propuesta sonaba muy tentadora, sin embargo su llanto y su explicación no me satisfacían en absoluto.
-¿Y porque debería aceptar yo eso? Me quitaste a mi mejor amiga sin razón alguna, y ahora me pides sexo "una última vez". Me siento algo ofendido...- contesté dando un trago más a mi cerveza, mientras veía atentamente su reacción
Sam apretó los dientes, como si le costará lo que estaba por decir, cambio su mirada triste por una más seductora, la que bien sabía que me encantaba, pego su cuerpo más a mis piernas acercándose a mi torso, beso ligeramente mi vientre y giro el rostro a verme.
-Te has puesto aún mejor papi... Sé que te pido algo malo, pero por favor... Te lo ruego papi...- y en un susurro agregó antes de besarme de nuevo- ‘Onegai shimasu’... Haré todo lo que me pidas.
Eso de hablarme en japonés era un juego entre nosotros, siempre en un susurro que nos encendía a ambos, y mi reacción llegó inevitablemente, ella noto el bulto en mis pantalones y una leve sonrisa asomó en su boca.
-No te negaré que suena muy tentador, una hermosa mujer pidiéndome sexo de rodillas enfundada en un vestido de novia... Parece que lo sacas de alguna de mis fantasías, pero aún no me convences- dije inclinando mi cerveza para darle el último trago.
Una vez más ella alargó su mano hasta alcanzar la botella y robármela de las manos, desabrocho mi pantalón liberando mí ya endurecida verga, la inclinó hacia su boca y la posó sobre su lengua, dejando caer la cerveza sobre mi vientre y tragando gustosa el flujo que llegaba hasta su boca. Luego cerró sus labios alrededor de mi miembro y viéndome a los ojos empezó una lenta y placentera mamada. Con esto dejaba muy en claro sus palabras, dos años atrás ella nunca hubiera hecho eso, "me da cosa" decía, y se negaba a ponerla en su boca. Ahora, no sé si cambiando por el tiempo o tratando de demostrar sus palabras, lo hacía, con una expresión que desechaba todo rastro de duda o vergüenza, destilando sensualidad y deseo. Decidí entregarme a la situación y disfrutar de lo que me ofrecía. "Haré todo lo que me pidas" dijo, pues estábamos por comprobar eso.
-Parece que algo has aprendido en estos años ¿verdad Sam?- dije sosteniendo su cabeza pegada a mi cuerpo, obligándola a aguantar mi verga en su garganta. Al fin le permití separarse después de unos segundos, tosió un poco pero su mirada no cambió.
-Sabes que antes no podía hacer esto- dijo mientras me masturbaba con sus manos- pero sé que a ti te gusta, y como dije estoy dispuesta a todo para que me des lo que quiero una última vez.
En su cara se adivinaba la firmeza de sus palabras, y más que eso, el orgullo de saber que me estaba doblegando con sus encantos, darme cuenta de eso me molestó y excito a partes iguales, si quería jugar jugaríamos, pero sería en mis términos.
-Así que dime... ¿Ya te vio tu prometido en tu vestido de novia?
La mención de Mario la tomó por sorpresa y la hizo dudar el instante justo para devolverme el control a mí.
-Ya veo que no, entonces seré el primero en disfrutar de el... Y sin él, lo recordarás durante tu boda y en tu luna de miel, y ya es tarde para arrepentirte putita. Ahora levántate y gira para que te vea.
Mis palabras tuvieron el efecto esperado, le quite el control pero se le notaba excitada por mi trato. Relamiéndose los labios se puso de pie y arrojando su velo a un lado comenzó a girar haciendo un ligero movimiento de caderas. Su mirada se posaba a instantes en mis ojos, disfrutando de mi mirada excitada, y en otros bajaba hasta mi verga, sonriendo y lamiendo sus labios cuando lo hacía. Una vez que me dio la espalda se agachó casi a 90 grados, levantando el trasero para que lo admirara, y dirigiéndome una mirada traviesa comenzó a jalar el vestido. La tela subió lentamente por su cuerpo dejándome ver que, como había supuesto traía unos tacones blancos muy finos, y sus piernas protegidas por unas medias blancas casi transparentes. Siguió subiendo el vestido hasta pasar la mitad de sus muslos, y justo cuando se asomaba el inicio de lo que se adivinaba un tanga blanco sedoso, soltó la tela de una de sus manos cubriéndome la vista, mientras me hacía una negativa con su mano ahora libre. De inmediato me puse de pie y antes de que pudiera reaccionar pegue mi cuerpo al suyo, evitando así que el vestido bajará más.
-Te gusta provocar, pero esta vez no seré tan comprensivo como antes Sam, viniste a que te hiciera mía y eso es justo lo que haré, del modo en que YO lo quiera.- dije descubriendo de nuevo su trasero y haciendo a un lado su pequeño tanga.
Ella por toda respuesta cerró los ojos y pego aún más su trasero a mí, deseando sentir mi duro miembro entre sus nalgas.
-Hazme tuya papi, te lo pido.
Puse mi verga en la entrada de su coñito, y descubrí con gusto que algo no había cambiado en ella, aún se mojaba mucho al estar excitada, lo cual facilitó que se la enterrara de un golpe, logrando que gimiera de placer. Levante un poco más su vestido permitiéndome tomar su cintura directamente con mis manos, y jalándola con fuerza hacia mí fui marcando el ritmo de mis embestidas, llegando cada vez más profundo dentro de ella.
-¿Es lo que querías no zorrita? Que te hiciera mi mujer una vez más antes de ser esposa de otro.
-Siiii la extrañaba, dámela papi hazme tuya, ¡muéstrame como es ser tu mujer!
Alcance el cierre de su vestido con una mano y lo abrí, luego a pesar de su reproche salí de ella dejándola en la misma posición, ella levantaba su trasero cuanto podía, invitándome a seguir cogiéndola, pero quería desquitarme un poco, tome asiento de vuelta en mi sillón y con la mano en mi verga empecé a darle instrucciones.
-Quieres saber cómo es ser mi mujer, no quieres el papel de novia o esposa, ni de amiga... No, pediste por el papel de mi mujer y eso tendrás, date la vuelta, sostén tu vestido que no caiga aún. Quiero que poses para mí.
Lo que dije la excito aún más si eso era posible y obedientemente hizo lo que le ordené, al erguirse el vestido cayó cubriendo sus piernas de nuevo, tuvo que mantener sus manos sobre sus pechos para que la parte superior del vestido no cayera también.
Puso una mano debajo de sus pechos, logrando así sostener el vestido con una mano y levantar su busto un poco aumentando la ya seductora imagen de su escote. Llevó su mano libre hasta su nuca y levantó juguetonamente su cabello, regalándome una expresión sensual, cualquiera diría que ya tenía experiencia posando de ese modo.
-¿Así te gusta Papito?
-Lo haces muy bien, ahora deja caer tu vestido, pero hazlo bailando para mí.
Esperaba quejas por la falta de música pero ella de inmediato y sonriente comenzó la función para mí. Aun sosteniendo su vestido empezó a mover las caderas y girar, en un lento e hipnótico contoneo que habría hecho perder el control a cualquiera. Al darme la espalda soltó por fin el vestido, y mientras esté caía sus manos subían su cabello estirándose cuanto podía, permitiéndome ver su espalda desnuda. El vestido se detuvo en su cintura, pero un último golpe de cadera lo liberó, al mismo tiempo que su largo cabello caía como un velo que censuraba de nuevo su espalda. Ahora sólo sus medias, y su tanga aún desacomodado cubrían su cuerpo. Con cuidado y sin dejar de darme la espalda dio un paso hacia atrás, dejando el vestido tirado en medio de la estancia y quedando muy cerca de mí, con las piernas casi juntas flexiono las rodillas dejando su trasero a mi alcance.
-¿Me ayudas papi?- dijo casi susurrando en un tono de súplica.
Tome los tirantes del tanga blanco y lo baje hasta medio muslo, se agachó para terminar de bajarlo y quitarlo de sus piernas, guardándolo en su mano antes de ponerse de nuevo de pie. Su posición me había dejado en primer plano su húmedo e invitante coñito, visión que me encendió aún más, y antes de que se levantara de nuevo le di un ligero pero sonoro cachete.
-Gracias.- dijo, sin dejarme en claro si se refería a la ayuda o a la nalgada.
Acto seguido se sentó sobre mí, estirando su espalda por mi torso. Tomo mis manos y las pego a su cadera, subiéndolas por su cintura y su vientre, hasta posarlas sobre sus pechos, aún cubiertos en parte por su cabello. Subió sus brazos hasta rodear mi cuello con ellos. Inclinó mi cabeza hacia ella y se estiró para besarme, invadiendo mi boca con su lengua y aprovechando la posición en que se estiraba para dejar su trasero a la altura de mi cintura, dejando así mi miembro amenazando con enterrarse de nuevo dentro de ella.
Sin dejar de besarme levanto una de sus piernas y la apoyó sobre el sillón, ese movimiento bastó para que nuestros sexos chocaran de nuevo, y ella, ahogando su gemido al besarnos, dejó caer su peso penetrándose sola con mi verga. Siguió bajando hasta tenerla completamente dentro y se detuvo unos segundos para sentirla, contrayendo el interior de su coñito y comenzando a mojar mis piernas con sus jugos. Decidí probar un poco más sus límites y comencé a pellizcar sus pezones con cierta rudeza, esperando que me pidiera que lo hiciera más suavemente. De inmediato separo su boca de la mía dejando un hilillo de saliva entre nuestras lenguas, dejando escapar unos gemidos más fuertes que los anteriores.
-¡Ah… ah…! Así papi… apriétalos como más te guste, soy tuya…- dijo empezando a mover su cadera y bajando una de sus manos hasta mis testículos, pasando muy levemente su dedo desde el tronco de mi polla y llegando a su clítoris- ¡Cógeme papi!
El ritmo leve pero profundo que estaba imprimiendo, combinado con el sutil roce de su dedo estaban causándome mucho placer y amenazaba con hacer que me corriera, pero aún no quería terminar, por lo que, haciendo a un lado su cabello e inclinando levemente su cabeza descubrí su cuello, y sin importarme si le dejaría una marca o no la mordí con cierta fuerza.
-¡Ahhhh!- Gimió con fuerza tensando todo su cuerpo.
-Te dejaré una pequeña marca para recordarte lo que estás haciendo. – dije mientras alcanzaba su otra pierna levantándola también, dejándola en una posición muy expuesta con las piernas abiertas. Volví a morderla en el mismo sitio, con una mano en su pierna y la otra apretando sus pechos la jale hacia mí y empecé a cogerla con un ritmo mucho más fuerte que el que ella había estado marcando.
-¡Ah...! ¡Si papito márcame…! Disfruta de mi cuerpo.- decía entre gemidos, agarrándose de mi cuello y clavándome las uñas con cada penetración, bastaron unos minutos cogiéndola de ese modo para que sintiera como se tensaba al llegar al orgasmo, arqueando su espalda y dejando escapar un gemido ahogado.
Quite mi mano de su pecho y la moví hasta su cintura, en la posición tan entregada como estaba sus pechos se levantaban y su vientre se estiraba hacia el techo disfrutando de su orgasmo. Aproveche entonces para alcanzar su clítoris que había sido abandonado por sus finos dedos y empecé a frotarlo, intensificando su orgasmo más de lo que ella aguantó. Empezó a agitarse con fuerza tratando de liberarse, subí mi otra mano y tome su cuello para hacerla girarse a verme.
-Papi… espera… por favor… es demasiado no aguanto…
-No olvides que tú misma lo pediste, eres mi mujer… mi propiedad… - dije mirándola fríamente y acelerando mis dedos en su clítoris. –así que haré con tu cuerpo lo que quiera para complacerme… me obedecerás, te usaré, y estarás agradecida por ello… ¿comprendes?
-¡Ahhhh…! Si… si papi… lo entiendo… aguantaré… gracias por cogerme papito…
-Así está mejor zorrita mía… ahora… ¿quieres tu lechita?
-Yo…- dudo un instante, me pareció que quería negarse pero recapacitó- papito… serás el primero que se corra dentro de mí sin condón… si quieres hacerlo hazlo… soy tuya…
Su confesión me sorprendió, era verdad que siempre me pidió que usáramos protección pero no imaginaba que nunca hubiese sido de otro modo para ella, decidí ser un poco cruel con ella.
-¡Levántate zorra!- Dije con firmeza tomándola de la cintura y separándola de mí, cuando mi verga salió de su coño escuche un leve sonido de succión acompañado de un gemido suyo, se giró y me miró desconcertada. –Si quieres que me corra dentro de ti tendrás que rogármelo puta, por ahora mira… -dije señalando mi aun endurecida polla. – Me has dejado toda sucia la verga con tu corrida… límpiala…
Ella se arrodillo obedientemente, la sostuvo en su mano y la observó dudando un instante, noto en sus dedos las palpitaciones de mis marcadas venas, y el brillante flujo de su corrida bajando por el tronco, con menos confianza de la que aparentaba abrió su boca y se metió la cabeza de mi verga entre sus labios. Podía sentir su lengua moviéndose en círculos. Cerró los ojos mientras se entregaba a su trabajo, se excitó de nuevo por lo que estaba haciendo y bajo su otra mano hasta su coño, empezando a masturbarse.
-¿Quién te ha dicho que puedes masturbarte zorra? Y mírame a los ojos mientras me la comes.
-Como digas papi… - dijo regresando su mano hasta mi vientre, y apoyándose en el para levantarse un poco, entonces saco su lengua y lamió todo el tronco de mi verga mirándome directo a los ojos, recogiendo en su camino todos los restos de su corrida. Al terminar de dejármela limpia se alzó un poco y saco su lengua, mostrándome la clara marca de su propia corrida en su lengua. La visión bastaba para que me corriera pero de algún modo logre contenerme.
-Tienes tus tabúes pero parece que los superas rápido ¿eh perrita?
-A ti te gusta que sea una cerdita sucia papi… y eso me excita a mí, quiero ser lo que tú quieras y darte mucho placer… ¿Lo hago bien papito?
-Sí, así me gusta que seas… sucia y atrevida.
-Entonces, ¿me merezco un premio papi? ¿Me darás tu lechita?
-Te la daré, pero aún no en tu coño puta, quiero que la desees tanto ahí que me ruegues que lo haga… por ahora síguemela chupando hasta que me corra, te la tragaras toda ¿entendido?
Por toda respuesta se agacho de nuevo y siguió lamiéndomela, siempre mirándome a los ojos, jugando con mis testículos y metiéndosela cuanto podía en la boca. Yo me regocijaba en sus caricias, lo hacía excelentemente y pronto me tendría a punto de correrme otra vez. Unos minutos después se detuvo y empezó a masturbarme mientras me veía con sensualidad y una sonrisa de orgullo en el rostro.
-Que rico es volver a tenerla para mi papito, había olvidado lo gruesa que es… y lo caliente y dura que se pone… ¿Te gusta cómo lo hago papito? ¿Le darás a tu zorra hija tu lechita? Tengo mucha sed papi... dámela… -y agregó con un susurro- Onegai shimasu…
La frase fue lo último que necesite, tensando mis músculos empecé a correrme con fuerza manchando su cara y mi vientre, ella tan pronto lo noto se la metió de nuevo en la boca y aguantó el resto de los chorros de semen que salían. Cuando estos terminaron ella se separó y viéndome a los ojos empezó a tragar.
-Mmm delicioso papito… es lo más rico que he probado. ¡Oh! Parece que derrame un poco, perdóname papito, ya lo recojo. –dijo estirándose y lamiendo la corrida de mi vientre. –Y aquí tengo más…- agregó dirigiendo su mano hasta su cara.
-¡Espera…! Tengo una idea… no te limpies aún, ponte tu vestido y tu velo. –dije sonriendo para mí. Ella se extrañó pero obedeció mi orden sin queja, teniendo especial cuidado al ponerse el velo para no mancharlo.
-Bien, arrodíllate de nuevo frente a mí… eso es… -Estiré mi mano a la cajonera junto al sillón y saque de él una cámara. –Te haré unas fotos para recordar lo cerdita que te pones en tu traje de novia… ¿alguna objeción?
-Claro que no papito, lo que tú quieras.
Encendí la cámara y le saque una foto en esa posición, después la hice liberar uno de sus pechos y pegarse a mi cuerpo, saqué una segunda foto, finalmente la hice sentarse sobre sus talones y quitarse el velo, sacándole una foto con el vestido a medio quitar y mi corrida decorando su cara.
-Listo… esto será un buen recuerdo…
-Tú… ¿no le mostraras eso a nadie verdad papito? – dijo con un poco de miedo en su voz, no sé si por dudar que lo hiciera o por miedo a cuestionarme. Pude reñirla pero se había estado portando mucho mejor de lo que esperaba. Deje la cámara a un lado, me incorporé para acercarme a ella, tome su barbilla con una mano y la atraje hacia mí, besándola intensamente.
-No tienes de que preocuparte. – dije al separarme de ella. –Ahora termina de limpiarte en el baño y luego vuelves.
Sonriendo con alegría se levantó y se fue al baño. Mientras regresaba alcancé la botella de cerveza que ella había dejado a medio vaciar y tome un largo trago, luego miré la cámara en el sillón, la tomé y saque la memoria, cambiándola por otra que había en la misma cajonera.
-(Ya veremos para que me sirven estas fotos después.) -me dije con malicia sentándome en el sillón de nuevo.
Regresó vestida como había llegado a la casa, eran ya las 11 del día y me estaba dando hambre, pero antes debía averiguar que pensaba ella que pasaría ahora. Se sentó junto a mí, un poco avergonzada, parece que al bajársele la calentura le estaba cayendo en conciencia todo lo que había estado haciendo las últimas horas. La tomé por los hombros y la hice recargarse en mí. Metiendo mi mano debajo de su blusa y alcanzando sus pechos, empecé a apretarlos y jugar con ellos como si fuera completamente normal.
-¿No piensas arrepentirte ahora o si Sam?
-Yo… -Me miró a los ojos, parpadeo y su expresión cambió otra vez. – Claro que no papito, quiero que me sigas haciendo tu mujer mientras pueda.
-Y bien… ¿qué pasará ahora? Falta una semana para que te cases, y aún hay mucho que quiero hacerte zorrita.
-Papito… -dijo sonriéndome- sabes que mi mamá es muy católica, me hizo prometer irme a un retiro espiritual una semana antes de la boda, y por supuesto me prohibió tener una despedida de soltera… -agregó con cierto resentimiento en la voz- pero el retiro es a 4 horas de aquí, y se prohíben los teléfonos… al salir esta mañana se supone que iría a comprar mi boleto para llegar allá. Ahora debo volver a casa para preparar mi equipaje, pasar el día con mis papas y mañana tomar el camión al retiro, por suerte ellos no pueden llevarme a la estación, y Mario estará trabajando, así que debo ir yo sola y solo mandarle un mensaje a mi madre cuando me baje del camión, luego apagaré el celular… Claro que nunca hice la reservación en el retiro papito… si tú me dejas puedo quedarme esta semana en tu casa, y podrás usarme a la hora que quieras. ¿Me dejaras papi?– dijo poniendo un dedo sobre mi torso y bajándolo pícaramente mientras mordía su labio- Prometo portarme muy bien y hacer que valga la pena que me dejes quedarme.
Su idea era perfecta, se notaba que lo había planeado bien, sabía que no me podría negar a tal propuesta, sonreí y la bese de nuevo.
-Bien Sam, entonces aquí te espero mañana, pero piénsalo bien, en cuanto entres de nuevo a mi casa serás mía completamente por toda la semana, te haré todo lo que quiera sin importar si te gusta o no, y además como mi mujer tendrás que cuidar de mí y mis caprichos… no podrás arrepentirte después, ¿entiendes?
-No necesito pensarlo –dijo poniendo su mano en mi rostro- Me muero de ganas por empezar esta semana.
Se levantó, tomó sus cosas y se dirigió a la puerta, me apresuré a ponerme la playera que me había arrojado antes, la acompañé hasta su auto a despedirla.
-Volveré mañana papito, y aprovechando que debo salir con equipaje traeré ropa sexy para modelártela jiji… claro que mi mamá no sabe que la tengo así q deberás guardarme el secreto ¿eh?
-Jaja si, seguramente la ropa es lo que más le molestará. –Bromee y me despedí, vi su auto alejándose y recordé algo, saqué rápidamente el celular y marque a su número, que por suerte no había cambiado, contestó rápidamente- Una cosa más Sam… deberías cerrar tu blusa o verán esa marca que tienes en el cuello. –Colgué antes que pudiera responder. Sonreí y volví a subir a mi departamento. Esta semana de vacaciones pintaba muy interesante. Tenía algunos planes que hacer.
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