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Saludos cordiales a todos los lectores. La historia que les traigo en esta ocasión fue resultado de una venganza que mi esposa consumó para someterme como hace poco hice yo con ella (dividida en dos partes para su fácil lectura).
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PARTE 1 de 2.
Tiempo atrás se me ocurrió someter a mi esposa y hacerle obedecer mis órdenes (ver previo relato titulado “Juegos calientes y retorcidos” donde pueden leer esa historia). Luego de ese incidente nunca imaginé que ella maquinaría una venganza para darme mi merecido y además disfrutara haciéndolo. Se llegó el día que ella planeó todo, me desperté, salí de la cama y hallé una nota en el espejo de la habitación: “Hoy será un día que no olvidarás bebé. Te mando mensaje más tarde”. Pensé ¡vaya! seguro me tiene preparada una sesión de sexo aderezada con algún juego excitante (su rol favorito es interpretar una gatita caliente).
Seguí con mis actividades usuales hasta que alrededor del mediodía recibí su primer mensaje de texto: “Hola cariño. Te saluda tu gatita caliente, hoy la pasaremos genial) miaauuu!”. Adjunto al mensaje venía una foto muy excitante: ella de perfil totalmente desnuda frente a un espejo (parecía dentro de algún vestidor de una tienda de ropa). Llevaba puesta su diadema con orejas de gata, collar con cascabel, medias negras de encaje, botas altas del mismo color y una cola de gato que se inserta en el culo (similar a la que se muestra aquí abajo).
Ver esa imagen hizo que mi pito se entiesara de inmediato. Semanas antes me había pedido que le comprara su cola para ser una gata de verdad, por lo visto se me adelantó y la consiguió por su cuenta. De la calentura que me provocó no pude contenerme y comencé a pajearme viendo esa foto, la imaginaba ronroneando en el piso y moviendo su trasero para que la cola de gata se moviera de un lado al otro estimulando su culo en el proceso. Me controlé un poco, no quería terminar en una simple paja con mi reserva de semen, sabía que iba a necesitar cada gota para lo que me esperaba.
El siguiente mensaje llegó como una hora después: “Tu gatita paseando por el parque. Ando buscando un ratón qué comerme, estoy hambrienta”. En la toma de la foto se apreciaba ella sentada en una banca de un parque, abriendo el abrigo que llevaba puesto y mostrando todo su desnudo cuerpo. En el fondo se veían personas descansando en los jardines, quizá ni se dieron cuenta de lo que pasaba en la banca. Esto también provocó que mi miembro se endureciera y fue cuando me puse a analizar más detalle la fotografía: desde el ángulo en el que fue tomada requería forzosamente ayuda de alguien que accionara el botón desde el otro lado. Eso aceleró mi corazón a mil, aunque mi erección no disminuyó en absoluto.
Ese juego comenzó a inquietarme, me invadió una mezcla de excitación, celos e incertidumbre. Tomé un par de cervezas y puse el fútbol para intentar distraerme. Un rato después el sonido del móvil me avisaba de otro texto: “¿Ya estás listo para jugar amorcito? Te espero en el motel El Paraíso a las 7:00 pm. Te confirmo número de habitación más tarde. Besos”. Adjuntó otra imagen donde ella sonría pícaramente a la cámara, viajando en la parte trasera de un taxi, sin ropa encima (ni siquiera ya el abrigo sobrepuesto). Esa fotografía tuvo que haber sido tomada desde el asiento delantero derecho (copiloto), por lo que confirmé así que alguien le tomaba las fotos.
Poco antes de la hora pactada me bañé, me alisté y tomé un taxi hacia el famoso motel El Paraíso, demoraría unos 40 minutos en trasladarme hasta allá. A los 10 minutos de comenzado el viaje llegó otro texto de mi mujer: “¿Ya vienes nene? Estoy ansiosa que llegues. Sabes, no pude encontrar ningún ratoncito en el parque, así que me tuve que conformar con este lindo pajarito que atrapé para jugar. No tardes, estoy ya muy caliente”. Sentí cómo el corazón se me quería salir del pecho y un nudo dando vueltas en el estómago cuando miré la imagen. Fue tomada dentro de la habitación del motel, ella con su atuendo de gatita hincada en el suelo, tomando con una de sus manos una verga desconocida y dándole un besito en la punta mientras miraba con ojos de inocencia a la lente de la cámara. Obviamente el dueño de esa gran polla (y eso que se notaba apenas semi erecta) fue quien tomó la foto. Casi me desmayo en el taxi, creo que me puse pálido porque el conductor me preguntó si me sentía bien. Mi cabeza daba vueltas, había sido una ola de emoción demasiado impactante, no lo esperaba.
Total, que llegué al motel muy desconcertado, toqué a la puerta de la habitación y en lugar de dejarme pasar me llega un mensaje de mi esposa al móvil: “Desnúdate completamente y pásame todo lo que traigas por el cajón de servicio”. Se refería a esas pequeñas compuertas giratorias por donde colocan lo que pides a la habitación. Así lo hice y de inmediato se abrió la puerta para que entrase al cuarto.
A pesar de que la espaciosa habitación estaba a media luz, alcancé a distinguir la silueta de mi mujer sentada en la cama, no miraba a ninguna persona más dentro, qué alivio pensé. Me ordenó sentarme en una silla colocada justo a 3 metros enfrente de la extensa cama y que me cubriera los ojos con la venda que yacía en el asiento. Obedecí sin chistar. La escuché levantarse de la cama y caminar hacia mí, luego ató mis pies a las patas de la silla, mis manos a los descansabrazos y de paso también puso una mordaza también para que no pudiese hablar. Sus pasos se alejaron hacia el baño y unos minutos después escuché nuevamente el sonido de los tacones de sus botas regresando hasta donde me dejó inmovilizado. Me percaté que se hincó enfrente de mi regazo y comencé a sentir su largo cabello rozar mis piernas y enseguida su boca besando mi abdomen. Fue moviéndose con su lengua por mis pechos, mi cuello, lamió mis orejas, besó mis pezones, estaba jugueteando conmigo. Después recorrió en sentido descendente con su boca hasta bajar a mi pene que ya apuntaba al techo. Lamió la punta, llevándose con su lengua la agüita que ya babeaba por el ojito de mi pito. Siguió lamiendo todo mi palo de arriba abajo, mis bolas, mordisqueaba la cabecita suavemente, uffffff yo ya estaba a punto y ni siquiera se la había metido dentro de su boca. Quería decirle que me la comiera de una buena vez, que quería correrme cuanto antes en su boca, más la mordaza me lo impedía. Vaya tortura dije en mi mente, ni idea tenía que eso apenas era el comienzo.
Las lamidas se detuvieron repentinamente (para mi fortuna porque de no haberlo hecho hubiese expulsado mi semen en pleno aire) y ella se puso de pie frente a mí para poder quitarme la venda de los ojos. No daba crédito a lo que vi: ¡una hermosa chica enfrente de mi! Había sido ella y no mi esposa la que me estuvo excitando y lamiendo todo ese tiempo. Era de tez clara, no mayor de 30 años, pelo lacio pintado en tonos rojizos, ojos color miel, labios carnosos, de facciones finas y bien maquillada, 1.80 de altura aproximadamente (tacones incluidos), pechos sobresalientes, caderas amplias y piernas torneadas. Llevaba una blusa blanca pequeñita que dejaba ver su plano abdomen y una minifalda verde de pastelones, calcetas blancas y tacones negros, asemejaba de cierto modo con ese atuendo a una colegiala de secundaria. ¡Increíble! Una verdadera diosa frente a mí, qué afortunado y emocionado me sentí. Por un instante recordé la última foto recibida y dudé que fuese real, pensé que era alguna broma hecha con Photoshop o alguna de esas aplicaciones para fotomontajes, en fin.
Estaba admirando a esa preciosa hembra cuando vi que mi esposa salió del baño y fue hasta donde estábamos, colocándose al lado de ella. Me miró con ojos de lujuria y comenzó a tocarle los pechos a la chica por encima de la blusa, la desabotonó y le brotaron fuera sus voluminosos pechos.
- “Te gustan sus tetas nene?” -preguntó mi esposa. Yo solo asentí con la cabeza pues aun llevaba la mordaza puesta. Mi esposa puso una mano en su propia teta y la otra en una teta de la chica.
- “¿Quieres verle sus nalgas cariño?” -me preguntó. Volví a asentir animadamente. Giró a la muchacha para que yo pudiera verle la espalda y le subió un poco su minifalda, suficiente para que se apreciara como en su amplia cadera montaba un par de redondos, carnosos y bien parados glúteos.
- “¿Quieres verla totalmente desnuda querido?”. Un ajam como respuesta salió de mi boca. Sin que la chica me dejara de dar la espalda mi mujer le quitó la blusa y le bajó la minifalda hasta los tobillos. Ahora sí pude ver todo su dorso desnudo.
- “Seguro que mueres por ver el resto de su exuberante cuerpo nene” –me dijo al tiempo que de un movimiento giró a la muchacha para que pudiera verle por enfrente. Por inercia mis ojos apuntaron a la entrepierna de la chica, quedé atónito al mirar que a la joven le colgaba un tremendo pene natural ¡Era una transexual!
- “Jajajaja ¿qué te pasa bebé? ¿No te gustó la sorpresa? Si está relinda esta chica, ¡mira el pedazo de caramelo que tiene!” – me decía mientras le sujetaba la polla con ambas manos. Aparte del tamaño de aquel pene, algo que me llamó la atención de esa chica trans era que iba 100% depilada, no se le miraba vello por ningún lado, eso me parecía que acentuaba mucho su lado femenino.
- “Pero no te asustes amorcito, que a esta nenita la disfrutaré yo solita jajajaja” -me sentenció.
Ellas se fueron a la cama, la chica se recostó horizontalmente y mi mujer se tendió bocabajo junto a ella pero vertical, como formando una T invertida pues la cara de mi esposa apuntaba hacia mí. Enseguida mujer comenzó a acariciarle y chuparle aquel trozo que se endureció y creció más; con su mano derecha le apretaba una teta y con la izquierda le masajeaba los testículos.
- “Que rica vergota tiene esta chica nene. Mira como ni con ambas manos logro abarcar lo larga que está y ve, tampoco puedo cerrar mi puño alrededor de ella de tan gorda que la tiene.”
Entendí que sus comentarios fueron con intención de humillarme. Reconozco que no exageraba, veía claramente las proporciones de esa pija, no se cruzó por mi mente antes que una trans pudiera tener una herramienta así de enorme. Ella continúo su mamada, se atragantaba hasta la garganta, dando arcadas cada que se metía profundamente aquel palo, hasta se le salían las lágrimas a la pobre, menudo festín se estaba dando. Ella es una maestra de la felación, sé que se ha engullido –incluyendo la mía- varias vergas de diversos tamaños, seguro que está era una de las más grandes que se haya tragado. Luego de estarle dando placer al trans se levantó y se acomodó encima para formar el famoso 69. El coño de mi esposa quedó sobre el rostro de la chica, mientras mi mujer quedó con su boca justo en su pija, por lo que ambas se dieron a la tarea de comerse una a la otra. Mi esposa en esa posición podía engullir mejor el leño de la trans además de disfrutar al mismo tiempo de su coño siendo devorado por una lengua extraña. Mi mujer ahogaba sus gemidos con el pedazo de chorizo que tenía llenándole la boca, moviendo su pelvis para sincronizarse con las lamidas que le estaba dando la joven.
- “Ohhhhh bebé qué rico me está comiendo la cuca, mueve muy bien su lengua, ya me viene el primero… ¡agghhh!” –soltó un sonoro gemido anunciando así su orgasmo. Le bañó toda la cara con sus jugos pues se corrió con una cascada transparente que le escurrió abundantemente, empapando así toda la sábana.
No quiso descansar ni un instante por lo que se desengancho de esa posición y fue hasta la cabecera de la cama para sacar de debajo de la almohada un preservativo, colocándoselo enseguida a la erguida polla de su acompañante.
- “Ahora si cariño, verás cómo monto este vergón jajajaja. ¿Pensabas que ya te había perdonado lo que me hiciste pasar el año pasado?” –reclamó al tiempo que se montó sobre la muchacha y fue ensartando de a poco su palo en el coño, soltando un gemido al sentirla dentro. Su frenética cabalgata inició, se contorneaba todo su cuerpo como poseída, supongo que la situación le resultaba por demás excitante: follarse a una chica hermosa y exuberante con pene incluido. Ambas se agarraban las tetas entre si y en un par de minutos llegó el primer orgasmo de mi mujer acompañado de un sonoro agghhh y las respectivas convulsiones, para de inmediato caer rendida a un costado de la trans.
Entrelazaron sus brazos y se acariciaban mutuamente, cuchicheaban entre ellas no sé qué tantas cosas, se reían como dos cómplices haciendo travesuras. Entonces mi esposa se puso a gatas (apoyada sobre manos y codos) sobre la cama de forma vertical hacia mí, pero con su cabeza apuntando hacia la cabeceara, podía verle claramente todo su trasero. La trans se posicionó atrás de ella sosteniendo su troncó aun tieso con una de sus manos a punto de penetrarla.
- “Disfruta la vista mi amor. De ahí no te perderás detalle de cómo me rompe la cuca nuestra amiga”.
La muchacha apuntó y deslizó lentamente su carne dentro del coño de mi amada. Una vez que la metió hasta el fondo inició a taladrar su agujero, al principio solo podía observar la parte trasera de la trans, no alcanzaba a mirar a mi esposa pues la tapaba con su cuerpo. Pasaron unos minutos y la chica se acomodó por encima de la espalda de mi mujer (mejor vean foto más abajo, se me complicó describir la posición jajaja) de modo que podía continuar penetrándola y ahora si podía ver como entrababa y salía su verga de la concha de mi cónyuge.
La escena era algo único pues se veía como le pegaban los testículos en cada embestida y como sacaba su palo empapado en jugos. Los gritos de mi mujer se hicieron más altos cuando la ensartó con más ímpetu, hasta que inevitablemente le llegó otro orgasmo. Se sentaron por un momento sobre la cama, ambas agitadas tomaron un respiro para reposar. Mi mujer le decía cosas al oído a la joven que no pude escuchar, se levantó, sacó de su bolso la cola de gata, se la acopló en el culo, se echó al piso y comenzó a avanzar hacia mi gateando. Pensé que el martirio había terminado, estaba muy equivocado. Se detuvo justo cuando su cara quedó a centímetros de mis genitales.
- “Pobre bebé, te has perdido toda la diversión. Descuida, ahora mismo llega tu recompensa.”
La trans vino hacia nosotros y se arrodilló detrás de mi nena para nuevamente clavarle su pollón. La comenzó a bombear violentamente, tomándola de las nalgas mientras me miraba a los ojos. Mi esposa no podía controlar su calentura en esos momentos, soltaba gemidos con cada arremetida que recibía, me volteaba a ver, su mirada reflejaba placer y al mismo tiempo tenía un gesto de altanería.
- “Esta chica me folla de maravilla nene. Su pitón se siente tan deli dentro de mí.”
Acto seguido mi esposa comenzó a darme lengüetazos en el pene, desde la base de los testículos hasta la punta, una y otra vez sin que en ningún momento la metiera en su boca. Mi pito me dolía de tanto tiempo con la erección a tope y lejos de placer esas lamidas se volvieron una tortura. La verdad ya no aguantaba más y a pesar de la escueta manipulación que estaba recibiendo en mi miembro tardé solo un par de minutos en llegar al clímax. Cuando mi mujer notó que ya no podía aguantar más, en lugar de comérmela para poder tener un orgasmo pleno optó por retirarse por completo. Terminé emanando semen como un volcán cuando le escurre la lava, pues sin nada ni nadie que estimulara mi pene mi orgasmo se vio duramente menguado.
Noté que mi corrida calentó a la joven trans ya que provocó que penetrara frenéticamente a mi esposa y enseguida le avisó que ya le venía la leche también. Mi mujer lo hizo detenerse y le pidió que se pusiera de pie. Después se arrodilló junto a su polla y le removió el condón, me miró y me dijo:
- “¿Qué te pasó querido? No me digas que no te gustó correrte de esa manera jajajaja. Y aún falta el final nene, te encantará lo que he preparado especialmente para ti”.
Mi esposa pajeaba rápidamente la verga de aquella joven que ya tenía la lecha en puerta y justo cuando ya se venía mi esposa la hizo acercarse a centímetros de mí para poder concretar una de sus planeadas: ayudó a la trans a correrse en mi cara. Me salpicó todo el rostro con sus potentes disparos de semen al tiempo que mi esposa me sujetaba del cabello para que no pudiera apartarla hacia otro lado.
- “Espero hayas disfrutado la tremenda mascarilla de espermas cortesía de nuestra nueva amiga polla gorda jajajaja.”
Continuará… Fin de la primera parte.
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