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Categoría: Masturbación

Mi amante de silicón

En uno de esos momentos de profunda reflexión, estando sola en casa y recién bañada pensé: “lo primero que un hombre espera es un cuerpo bonito, tal vez delgada pero con curvas, a lo mejor cabello largo y lencería”, así que me puse unas medias negras de encaje, unos ligueros y un corsé que dejaba libres mis tetas, botas altas hasta la rodilla y me maquillé la boca color vino y ojos oscuros y seductores.

Estaba al espejo cuando me dieron ganas de sentir una verga y pensé: “también a los amantes les gusta que los traten con deseo y sin interés económico, con todo el tiempo que gusten para hacer todo lo que se les ocurra”, así que avancé hacia mi hombre imaginario y lo miré a los ojos con deseo. Saqué del cajón un pene de silicona y le puse lubricante, le di la espalda a mi hombre imaginario y puse su reata parada entre mis nalgas y le hice un bailecito sexy.

Imaginé que de inmediato él desde atrás me tocaba las tetas, besaba mi cuello y luego mi boca; sentía su pene entre mis nalgas y piernas y recordé que a los hombres les encanta meter su pito en la boca de las chicas excitadas, así que me volví hacia él, me agaché y quedé hincada en la alfombra con mi boca sujetando el consolador e imaginando que lo miraba a los ojos, suplicando con la mirada que empujara su reata en mi boca. Él me la metía hasta lo profundo, mi cuerpo recibió un recorrido eléctrico y así ensartada por la boca me estremecí y le dejé usar mi cavidad oral para que jugara con ella a que era una vagina.

Imaginaba que me cogía por la boca con la misma fuerza con que se cogería una vagina húmeda y ardiente. Pasaron minutos en que me daba un respiro y volvía engolosinado a metérmela. Yo fantaseaba con que me acostara sobre la cama boca arriba y con mi cabeza colgando hacia atrás me metiera de nuevo su verga por la boca y en esa posición más cómoda lo disfrutamos con un ritmo más calmado. Él me tocaba los senos y besaba mis piernas, así que se le antojó meterme un dedo en mi culito... luego dos... luego tres.

Pensé que hay hombres a los que les encanta el ano y siempre se los niegan o se los condicionan, así que le dejé avanzar sin restricciones. Imaginé que me preguntaría si podía meterme la verga por el culo y mi respuesta fue ponerme de inmediato de a perrito y abrir mis nalgas con las manos. Métemelo de un empujón, dije en voz alta y me metí el dildo por mi cola. Sentí un pequeño dolorcito que poco a poco se fue transformando en gusto. Imaginaba que se ponía bien intenso, lo sacaba todo y al meterlo volvía a chocar su pene en mi entrada, fantaseaba con que me tomaba de los hombros, luego de la cintura, de la cadera, del cabello, de los senos, me besaba la espalda, las nalgas, el cuello: que me nalgueaba y yo le pedía que me culeara cada vez más fuerte hasta venirnos juntos. Imaginaba que me abrazaba para no separarse y así caímos de lado sobre la cama hasta que su pene solo palpitaba dentro de mí.
Datos del Relato
  • Categoría: Masturbación
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