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Categoría: Maduras

Mi alumna Rosa

Hola, mi nombre es David, soy profesor de FP, de personas adultas, doy clases a amas de casa que no tienen otra cosa que hacer que apuntarse a cursos en sus pequeños pueblos.



Es el trabajo ideal, no pongo notas y voy a clase a enseñar lo que mas me gusta, que es la informática y me permite conocer a mucha gente en su mayoría mujeres.



Cuando la posibilidad de ser profesor iba aumentando, la idea de dar clases a jovencitas de 18 años me gustaba, pero las posibilidades de las amas de casa de 36 años es algo que no deja que desmerecer.



Son mujeres que utilizan la excusa de ir a clase para arreglarse y están esperando una aprobación o que las digas lo jóvenes y guapas que están. Con eso las tienes en el bote. Si además intercambiáis Messenger, es una puerta de entrada a su habitación en cuanto el marido esta de viaje.



Esto me paso con una alumna de 36 años, Rosa. Pelo corto ondulado, había sido gimnasta de joven y mantenía su figura. Como otras veces me volvía loco sus pechos, me los imaginaba en una proporción perfecta, puntiagudos y prohibidos. Se había casado pronto y su marido pasaba semanas de viaje. Hablar con una persona adulta, siempre acompañada de sus hijos, era para ella algo que necesitaba. El Messenger nos dio oportunidad de charlar de cosas que los demás alumnos de clase no querríamos que supieran.



Pronto me cree el objetivo de ir a verla a su casa y mis conversaciones se dirigieron hacia esa posibilidad. Ella la gustaba la idea pero se mantenía más reacia, ya que según decía, tenía más que perder y era verdad, pero tenia que ver la manera de convencerla.



Pasaron los días y mi insistencia se volvió monotonía y cada día que pasaba me daba la impresión de ir perdiendo terreno, hasta que un día llegue a terminar las conversaciones viendo la imposibilidad.



Las clases se convirtieron tensas con Rosa, no se había acabado todo lo bien que se quisiera. La seguía mandando correos para explicarme, pero el Messenger se había acabado.



Cuando ya pensaba que todo lo que iba a pasar era esperar el final de curso y continuar con una cordialidad entre Rosa y yo, ocurrió un milagro. Rosa me envió un correo diciéndome que su marido se iba una semana y que si tanto quería hablar cara a cara, me esperaba al día siguiente por la mañana en el centro cultural, donde dábamos clase. Se me abrieron las puertas que ya creía totalmente cerradas. La respondí que de acuerdo y me dispuse a intentar dormir, si es que podía.



A la mañana siguiente me dirigí a donde habíamos quedado, en el mismo centro de cultura donde dábamos clase, estaba cerrado, hoy no habría clase de ningún grupo de alumnos.



Ella llego con su cuatro por cuatro, su pelo ondulado negro, un jersey fucsia que dejaba ver su cuello y parte de sus hombros y unos vaqueros apretados. Casi me provoca una erección en ese mismo momento. No quería predisponerme no vaya a ser que quería hablar de algo serio.



Me pregunto que hacíamos y la propuse entrar en el centro cultural, tenia llaves y nadie nos molestaría. Estaba seria, no se si era por el nerviosismo de hacer algo que ella no se explicaba como es que lo estaba haciendo o era por lo que tenia que decirme.



Abrí las puertas del centro, me sorprende que no me atascara en ninguna llave, son un montón y luego cerré con igual suerte.



Una vez dentro me acerque para darla dos besos, uno en cada mejilla. Nos trabamos un poco al darlos y esto llevó a una sonrisa por parte de ella. La tensión se rebajó un poco.



Bueno vamos a hablar. La dije.



Aquí o nos vamos a alguna clase.



¿Nos vamos a la de informática?



Vale



Nos dirigimos a la clase de informática, algunas miradas se me escaparon hacia su pantalón, imaginándome las partes que luego podría tocar.



Una vez dentro de la clase ella dejo el bolso y todas sus cosas, yo cerré la clase por dentro.



Nos miramos, ella esbozo una sonrisa y dijo.



Bueno, ya estamos solos para hablar, de que querías hablar.



Yo sonreí por que en ese momento lo que menos me apetecía era hablar. Me pareció gracioso el sarcasmo que tenía.



No sabia que decir, la sangre no estaba en la cabeza.



La mire y recordé todo lo que ella me sugería y me dispuse a decírselo.



Estas preciosa



Gracias



Después de tantas conversaciones no creía que fuera a ocurrir esto.



Si, claro que podía ocurrir



Me alegro de que ocurra, ¿quieres que bajemos las persianas?



Podría estar bien.



Al bajar las persianas, pase por al lado de ella y la di un beso en los labios, me supo a gloria. Note sus pechos en mi brazo y sentí cada centímetro de contacto como nunca. Termine de bajar las persianas. La sombra era mi bandera de salida.



Me acerque a ella y la di otro beso en la boca, ella me paso sus brazos por los hombros y mis manos se fueron en un principio a su cintura, para luego bajar hasta su culo, redondo y apretado con los vaqueros.



Su lengua era pequeñita y dulce como la miel, sus labios acolchados no acababa de besar nunca. Mis manos ya tenían vida propia, se bajaban a su culo y subían a sus pechos de forma automática.



Estaba concentrado en su boca, era el momento de ver sus pechos. Pase mi mano por debajo de su jersey para palparlos por debajo. Ella aumento la pasión de sus besos. Tenía sujetador así que la operación de abertura tenia que hacerla cuanto antes, si pudiera ser con una mano. Conseguí hacerlo con una mano, estaba saliendo todo redondo. Ya podía palpar sus pechos totalmente, notaba sus pezones muy erizados en la palma de mi mano.



Ahora tocaba los pantalones, tenia que penetrarla cuanto antes. Con las dos manos me dispuse a desabrochar sus vaqueros y luego bajar su cremallera. Los pantalones se cayeron por su propio peso y pude tocar su culillo por dentro de sus bragas. Luego por delante tocaba su vello púbico hasta llegar a su rajita donde la ayude a subir una pierna a una silla para poder tocar con más facilidad su clítorix y la abertura de su sexo.



Rosa respiraba agitadamente dentro de mi boca y yo hacia por mover mas deprisa mis dedos por su clítorix para aumentar esa respiración todo lo posible. Ella dejo de besarme para bajar la cabeza en mi hombro y concentrarse en la sensación que la estaba creando. Baje el ritmo para que se diera cuenta que no debía descuidarme, lo hizo a la perfección siguió besándome, cociéndome con las dos manos mi cara. Las mías estaban en su clítorix y pechos, y era el momento de ir con la mano de sus pechos a palpar la entrada de su culillo, era la prueba de que por fin era mía si palpaba esa abertura tan intima. Cuando la palpe no creía que me iba a dejar entrar un poco mi dedo, pero estaba ocurriendo. Por fin la estaba tocando todas las partes que tanto había imaginado. Era hora de desnudarla por completo. La ayude a bajar sus braguitas, la quite su jersey con su sujetador y la lleve a varias mesas para tumbarla. Tenía un lugar privilegiado para besar su cuerpo en toda su extensión. Rosa hacia pequeños gemidos de aprobación a cada caricia en su clítoris acompañada de chupadas en sus pezones.



Mi pene estaba que no podía mas, iba a entrar dentro de mi alumna preferida. Me baje los pantalones y mis calzoncillos y me subí a las mesas junto con Rosa. Acerque mi pene a su entrada y con un empujón entro suavemente, notando sus paredes lubricadas por toda la excitación que había tenido antes. Era maravilloso, mi boca en sus pezones y mi pene entrando en su cueva. Sus gemidos eran más amplios. Conseguí quitarme los zapatos para aumentar mi movimiento quitándome los pantalones y calzoncillos. Ya estaba encima suya, viendo sus piernas abierta, entrando y saliendo, sus tetas moviéndose acompasadamente y su cara ladeada, creo que para no mirarme.



Me estaba produciendo un placer enorme e iba hacia mi orgasmo de forma incontrolada, de no parar me correría en pocos segundos y era una pena terminar tan pronto. Como otras veces seria mejor que me dedicara a darla un masaje en su clítorix mientras chupo sus pezones, eso la llevaría a un orgasmo seguro y luego la entraría sin problemas de correrme después de ella. Ella aumentaba su excitación en cada movimiento de mi mano. Sus pezones eran riquísimos. Se entrecortaba su respiración y tragaba en cada golpe de excitación, hasta que al final se contrajeron todos sus músculos y descargo su orgasmo con un sinfín de espasmos. Sin dejarla descansar entre de nuevo dentro de ella. Su sexo me recibía totalmente relajado, abierto y completamente lubricado. Mi placer unido a la satisfacción de su orgasmo me producía mayor placer. Ella conseguía mirarme a la cara, con sus ojos bien abiertos y una sonrisa en su boca.



Cada poco me daba un beso que recibía dentro de mi concentración por el placer que estaba recibiendo. Me iba a correr en pocos segundos y era lo mejor que me podía ocurrir. La dirigí mi pezón hacia su boca para que le diera lametazos, algo que me pone mucho. Me saque el pene de ella e intente algo que esperaría su reacción, que era dirigirlo hacia la entrada de su culillo. Ella en vez de hacerme algún reproche hizo fuerza para abrirlo y permitir que mi pene entrara sin problemas. Entre varias veces, pero mi objetivo era correrme dentro de su vagina. Salí y volví a entrar justo cuando solté un chorro de semen dentro de ella. Me movía impulsado como impulsado por un resorte dentro de ella. Saque mi pene y se lo lleve a su boca y ella lo acepto entre sus labios. Me estaba limpiando el semen y dejando mi pene reluciente.



Luego la di un enorme beso, había sido una corrida estupenda. Ella no quitaba su sonrisa de la cara, era precioso verla. Sin decir nada nos vestimos, nos dimos un beso de despedida y al final solo la dije:



Nos vemos en el Messenger



A lo que ella sonrió y entraba en su cuatro por cuatro, mientras me saludaba con la mano y me mandaba un beso.



Mientras ella arrancaba el coche y yo entraba en el mío, ya sentado me vino a mi mente una pregunta llena de preocupación:



¿Y ahora que?


Datos del Relato
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