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Otra fantasía sexual erótica

~~Por la noche cuando nos fuimos para las habitaciones, yo ya me había
 acostado y golpean mi puerta. Puedo pasar, me preguntó la inconfundible y
 sensual voz de Nieves. Llevaba puesta una camiseta de algodón como la otra
 noche y abajo solo unas diminutas braguitas. Estuve pensando, y siempre y
 cuando no tenga que hacer nada con la otra muchacha, acepto, si me prometes
 que lo pasaremos bien realmente y no habrá otro tío. Tranquila eso te lo
 prometo. En cuanto a lo de no hacer nada con la otra chica, no es
 obligatorio, pero verás que te tientas y algún acercamiento tienes hacia
 ella. No lo creo pero si surge espero poder manejarlo. OK, mira, esta es la
 idea. Mañana cuando salgamos de aquí nos vamos a tal bar y desayunamos para
 hacer tiempo hasta las diez. A esa hora la llamo y si me confirma que sus
 padres ya tomaron el autobús ( ya que se van el fin de semana a Murcia) nos
 vamos para allá.
 Vale. Mañana por la mañana nos vemos. Ahora me puedo quedar contigo?
 Solo por un ratito, mañana tendremos todo el día para el sexo y no vale
 la pena arriesgarnos, ya lo hicimos bastante el otro día. Se quedó un rato
 acurrucada en mis brazos, luego me besó y se fue con una carita de puchero
 que casi la llamo para que se quede, pero primó la cordura y me abstuve.
 Luego de desayunar, la llamé a Mari y nos fuimos para allá. Al llegar
 nos abrió la puerta Mari, que no sabía que llevaba compañía y estaba solo
 con una tanguita esas de hilo dental por detrás y el torso descubierto.
 Cuando vio a Nieves, no sabía como hacer para taparse. Pero quién es ella,
 estás loco? Como no me avisaste que traías compañía. Era una sorpresa, y
 tranquila que ella ya sabe lo nuestro, y viene a compartir con nosotros algo
 de sexo. Vaya, dijo con una sonrisa la chavala. Pasen antes que nos vea
 alguien. Además pensé que si entrábamos dos nadie sospecharía nada. Esta es
 Mari, dije y Nieves me contestó, pues vaya si tenías razón es guapísima. A
 que sí, dije, y esta es Nieves. Tu tampoco te quedas atrás dijo Mari con una
 dulce sonrisa. Pero que edad tienes preguntó Nieves, diecisiete.
 Vale pero porque no pasan y se ponen cómodos.
 Estoy en desventaja con uds vestidos. Pues sí dije, venga desvistámonos. Me
 da apuro dijo Nieves, desnudarme así delante de alguien a quien acabo de
 conocer y de ti en su presencia. Tranquila, me desnudo yo primero. Y
 raudamente me despojé de mis ropas. Ya estaba empalmado por la visión de
 Mari y de pensar lo que me esperaba ese día.
 Eh, eh, eh, dijo Mari. El slip te lo quitó yo luego. Venga Nieves te toca.
 Vale, dijo esta con los colores subidos a sus mejillas. Y se retiró primero
 la camisa, y rápidamente Mari la ayudó con los broches del brassier,
 aprovechando para, disimuladamente, tocarle los pechos, y apoyarle los suyos
 en la espalda, cosa que advirtió Nieves, (por la apertura desmesurada de sus
 ojos), pero no dijo nada. Siguió con la cremallera de su jean y lo bajó,
 agachándose Mari para ayudarla a quitarlo por los pies. Quedó solo con
 braguitas y calcetines. Estaban las dos deliciosas y mi empalme iba a más.
 Mari me hizo apoyar en la mesa del salón y primero me palpó el bulto por
 encima del slip, diciendo vaya papi, como te has puesto. Pues sí, dije, no
 es para menos con vosotras así delante mío. Entonces me bajó el slip y
 arrodillándose lo cogió con sus manos y empezó a sobármelo con fruición.
 Mientras lo hacía le preguntó a Nieves: lo has probado?. Nieves: poniéndose
 nuevamente de colores, si, anoche por primera vez en mi vida. Y sí, me gusto
 mucho. Y el sabor de su jugo?, preguntó Mari. No, no me ha dejado porque era
 la 1ª vez y le parecía un poco fuerte. Sí, ya, dijo Mari, a mi me hizo lo
 mismo en su momento. Pues ahora te darás el gustito. Ven acércate a nosotros
 y arrodíllate junto a mí. Así lo hizo Nieves, algo nerviosa por la situación
 pero daba la impresión de que se iba acomodando cada vez un poquito más a
 esta. Mari continuó con su delicada paja y mientras se llevó el glande a
 la boca, dándome muchísimo placer; cuando noto que me estaba a punto de
 correr, la cogió a Nieves por la nuca y la acercó a mi polla. Abre la boca
 así lo pruebas. Tómalo con los labios sobre el glande y pon tu lengua por
 delante para que no te de en la garganta, pues puedes atragantarte, pero
 deja que fluya en toda tu boca y saboréalo, no lo desperdicies. Luego
 trágalo, pero déjate un poco en la boca para mí. Nieves con cara de duda por
 esto último hizo lo que le sugería Mari, con más experiencia en el tema. Lo
 cogió con su mano y se lo llevó a su boca, apretándome con los labios a la
 altura del frenillo, y pasándole la lengua por la punta como le había
 enseñado la vez anterior. Yo, con todo esto más la mamada no aguanté más y
 tuve mi primera corrida en la boquita sensual, húmeda, caliente y
 reconfortante de Nieves, que primero abrió mucho sus ojos, como impresionada
 por el choque de mi leche contra su lengua y paladar, pero luego pareció que
 estaba degustando el manjar que inundaba su boquita, y comenzó a tragar y al
 mismo tiempo seguía succionando. Yo me estaba volviendo loco. Cuando ya no
 salía más semen, se la saco de la boca, y vimos que aun la tenía llena de
 semen, y algo escapaba por sus comisuras labiales. Mari la cogió de la
 barbilla y arrimó su boca lamiendo lo que se escurría, y luego pegando sus
 labios a los de Nieves y medio obligándola a abrirlos, metió su lengua en
 busca de su porción de leche tibia. Esto asombró a Nueves que no pudo
 evitarlo, y cuando me pareció que ya se había hecho el trasvase, continuaron
 con un profundo beso, unificando sus lenguas. Esto me puso a mil. Cuando se
 separaron, Mari le inquirió: y que tal, te ha gustado? Y Nieves con picardía
 le contestó: muchísimo, y todo!, hasta el morreo que me robaste, y tomándola
 de la cintura la atrajo hacia sí y le estampó otro delicioso beso de lengua,
 lo que aprovechó Mari para sobarle el culo y las tetas. Ya a esta altura
 Nieves no se mosqueó, pero pareció disfrutar de ese acercamiento con esa
 dulzura que era Mari, aunque ella no la magreó ni le sobo su
 cuerpo. Creo que se reservaba para luego.
 Bueno dijo Mari, ahora nos toca que tú nos quites las braguitas, no?.
 Pues sí me obligáis, dije yo. Y arrodillándome a su lado la empecé a
 acariciar desde las pantorrillas hasta el culo y cogiendo el elástico de la
 tanguita se la bajé hasta los pies, que levanté uno por uno lamiéndolos un
 poco y terminando de quitarle esa prenda minúscula. Luego hice lo propio con
 Nieves para regodearme con sus nalgas y pubis y por supuesto saborear sus
 piecitos. El resto me lo reservaba para más tarde. Voy por unas bebidas,
 dije y me fui a la cocina, pero me quedé escuchando detrás de la puerta.
 Ambas se sentaron en el sillón del salón y Mari preguntó: así que hasta
 hace solo unos días eras virgen?, no lo puedo creer. Pero yo que soy, la
 adelantada?. No dijo Nieves es que yo estaba algo retrasada. Y qué como te
 lo pasaste dijo Mari. Has visto que polla más sabrosa que tiene. Sí dijo
 Nieves, tan grande (aunque yo no conozco otras), y tan gorda y caliente.
 Además tiene un gustito muy especial que yo no me imaginaba que pudiera
 tener.
 Y te hizo sentir mucho. No sabes cuanto, me llevó al orgasmo un montón de
 veces, chupándome, besándome, follándome por delante y por detrás. Uy, no
 sigas que me corro en cualquier momento, no sabes cuánto hace que no lo
 hacemos con él. Pues si quieres mañana me voy y los dejo solos. De eso nada,
 dijo Mari, quiero que disfrutemos los tres y tu con nosotros, vale?. Muchas
 gracias Mari. Y se juntaron en otro morreo que terminó de excitarme. Me
 olvidé de las bebidas y entré en el salón con un empalme de novela. Nos
 vamos al dormitorio, sugerí. Ay papi gritaron las dos al unísono, como estás
 de ansioso. Sí dijo Nieves y de empalmado, mirando con deseo mi polla
 enhiesta que las apuntaba. Me cogieron ambas de la polla y me llevaron al
 cuarto. Allí Nieves dijo, me gustaría verlos en acción primero a Uds. me
 hace ilu ver como penetra tu polla ese culito tan primoroso y que parece tan
 estrechito. Vale, pero tu también tendrás lo tuyo mientras enculo a Marita.
 Como?
 Pues nada siéntate en la cabecera de la cama, sobre la almohada y abre
 tus piernas flexionadas. Así? Correcto. Mari que sabía lo que vendría se
 acostó acomodando su cara entre las piernas de Nieves y con las manos le
 sostuvo las nalgas. Y separándole los labios comenzó a comerle el coño.
 Nieves se puso roja de la vergüenza y emoción al mismo tiempo y lanzó un par
 de gemidos. No, para no quiero que lo hagas. Tranquila le dijo Mari, así
 ambas disfrutaremos. Valeeee, ohhh, sí tienes razón , no pares dulce. Y Mari
 se entregó por completo a la labor de saborear los jugos que ya empezaban a
 brotar de ese coño recién estrenado. Yo me arrodillé junto a los pies de la
 cama y comencé a sobar con mis manos las pantorrillas de Mari, al tiempo
 que seguía el recorrido de estas con mis labios y lengua. Que delicia,
 cuánto hacía que no probaba el saborcito de su piel. Cuando llegué a
 la zona posterior de sus rodillas me entretuve allí un ratito pues sabía que
 eso la volvía loquita. Lamí y relamí aquella zona y después avancé hasta sus
 glúteos, saboreando en el camino el interior de sus muslos. Aquí Mari
 lanzando un suspiro, empinó su culito dejándome llegar hasta su coño ya
 húmedo e hirviendo, con mis manos. Y mientras le introducía un par de dedos
 en aquella ardiente cavidad, continué mordisqueando sus nalgas y lamiendo el
 surco entre ellas hasta llegar a su ano que me enloquece. Rosadito, sin un
 solo pelito, suave y por sobre todas las cosas,
 sabrosísimo. Mari no paraba de suspirar gemir y menearse, mientras seguía
 con su boca llena de los flujos de Nieves. Esta no dejaba de acariciarle la
 nuca y presionarla sobre su pelvis. Yo luego de encarnizarme (en el buen
 sentido) con ese maravilloso ano, continué camino por la espalda de Mari,
 lamiendo cada cm de su piel y ahora acariciándole los pechos y esos fresones
 maduros, calientes y duros. Llegue a su nuca que lamí y chuponeé con esmero,
 mientras le separaba las piernas y apoyando mi glande, la penetraba
 suavemente, pero con fuerza como sé que le gusta.
 Sííííí. Mi amor asííííííí. Sigue, hasta el fondo, ohhhhhhhhh, que
 riiiicoooooooo. Yo me senté sobre sus muslos, con la polla entrando y
 saliendo en toda su extensión dentro de ese volcán, que me abrasaba, y
 estrechaba entre sus paredes. Sentía su esfínter caliente y contrayéndose a
 mil por hora. Así sentado pude ver la razón de que Nieves tampoco parara de
 suspirar, gemir y pedir más. Mientras la zorrita de Mari le continuaba
 mamando el coño, al mismo tiempo le introducía un par de dedos por el culo
 metiéndolos y sacándolos al mismo ritmo en que yo la estaba culeando a ella.
 Total que Nieves, ahora en cuclillas subiendo y bajando al ritmo de los
 dedos de Mari en su culo, tenía los ojos cerrados y la cabeza echada hacia
 atrás y mientras con una mano acariciaba la espalda de Mari, con la otra
 alternaba entre pellizcarse los pezones y clavarlas en la almohada.
 Era un espectáculo sensacional, que mantuvimos durante unos quince
 minutos, en los cuales ellas se corrieron dos o tres veces, mientras que yo
 gracias a la primer mamada que me hicieron nomás llegar, estaba aguantando
 fenomenalmente, hasta que me tocó de nuevo el turno y me corrí en medio de
 espasmos de placer, inundando el culo de Mari, que volvió a correrse al
 grito de sigueeeeee, no pares, porfa, y Nieves que le gritaba: tú tampoco,
 zorraaaaaaa, sigueeee, que me vuelvo a correr, siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!.
 Quedamos los tres de cama, nunca mejor dicho, y nos llevó casi una hora
 recuperarnos.
 Cuando reaccionamos, les pregunté que tal estaban. Mari: maravillosamente,
 ha sido la mejor enculada que me has dado. No sé si por sentir tu polla
 llenándome todos los rincones del culo y frotando las paredes, tu inmenso
 derrame de semen allí mismo, el sentir como te la apretaba con mi agujerito,
 o el aroma y sabor de Nieves y como se excitaba con mi dedo en el culo, la
 delicia de su coño tan estrechito, pero la cuestión es que me sentí
 transportada a las estrellas, y perdí la noción de las veces que me corrí y
 de los litros que ella volcó en mi boca y manos. Y vos Nieves. Te gustó lo
 que te hice en tus dos agujeros con mi boca y mis manos. Nieves: si chicos
 ha sido increíble. Verlos follar así y como tu inmenso pene la penetraba una
 y otra vez me puso a mil, y encima esta chica es una maravilla, no sabría
 describir todo lo que me hizo sentir chupándome la pucha, y para colmo sus
 dedos en mi culo me pusieron totalmente descontrolada. Mari seguían con las
 piernas abiertas y el culo en pompa, y se veía su ano todavía dilatado por
 mi invasión y algunas gotas de semen salían por allí y se deslizaban por sus
 muslos. Le dije a Nieves, porque no vienes de este lado y me ayudas. Se vino
 y me preguntó. a hacer que?. Pues tenemos que curar esa irritación que tiene
 en el culito y limpiar de allí mi semen. Mírame como lo hago: y me agaché a
 lamer el orto de Mari. No! dijo Nieves, eso sí que no , ya te lo había
 dicho. Pero no le irás a hacer ese feo a quien te hizo sentir tanto, no es
 cierto?. Es que no sé, me da cosa. Bueno haz una cosa, bésale la espalda y
 masajéala. Se agachó y le fue dando besitos en la espalda hasta donde nacen
 los glúteos de Mari, y se ve que eso la excitó porque continuó por sus
 nalgas. Yo aproveché y la fui empujando suavemente hasta que estuvo con su
 lengua junto al agujerito del culo de Mari. Me miró amagando levantarse,
 pero yo se lo impedí con una mano sobre la nuca. Suspiró y comenzó a lamerle
 el ano a la muchacha que empezó a menearse y suspirar. Esto entusiasmó más a
 Nieves que prosiguió profundizando hasta introducirle la lengua en el culo a
 través del ano. Yo le dije porque no os giráis y hacéis un 69. Lo hicieron y
 se embarcaron en una mamada mutua, de campeonato. Aprovechando la posición
 arrimé mi verga que ya se hallaba dispuesta seguir con la fiesta al ano de
 Nieves y de un solo movimiento se la mandé hasta los cojones, en medio de un
 alarido por su parte y gemidos por parte de Mari, al sentir al sentir como
 Nieves le mordía los labios vaginales y le enterraba la lengua hasta el
 fondo de su vagina (metafóricamente hablando por supuesto). Entre esos
 gemidos. Comenzó a chuparme los huevos que quedaron a la altura del coño de
 Nieves, alternando entre el clítoris de esta y mis cojones, y de a ratos me
 lamía el tronco del pito cuando salía del culo de esta. Los aullidos y
 suspiros de las chicas me pusieron rápidamente como una moto y cuando ambas
 estallaron en un orgasmo simultáneo y maravilloso, enseguida le llené el
 culo de leche a Nieves, y retirándosela de adentro, largué el resto de mi
 corrida en su espalda. Mari se salió de abajo de ella y se arrojó sobre su
 espalda a limpiarla saboreando todo el resto de semen que cubría la espalda
 de la mayor de mis partenaires. Nieves no quiso ser menos y se arrojó sobre
 mi polla chupándola desesperadamente hasta que me la dejó limpita, y por
 supuesto otra vez empalmada y lista para la guerra. La acosté de espalda y
 se la metí por delante con un ritmo desenfrenado como para perforarle hasta
 el diafragma. Aquello era una maravilla, de sensaciones, el calor de esa
 vagina todavía estrecha, las contracciones de sus paredes, el abundante
 flujo que mojaba mis cojones, sus gritos de placer inconmensurables, todo. Y
 para broche de oro, Mari se sentó en cuclillas sobre su cara ofreciéndole el
 coño de postre, mirándome picaramente a los ojos. Nieves la tomó de las
 caderas y llevada por la excitación descontrolada que llevaba merced a mi
 follada, le comió el glande con una profesionalidad increíble, cosa que
 noté en las caritas de placer y suspiros de Mari. Me acerque a besar los
 pechos de esta, y así seguimos hasta que nos corrimos los tres casi juntos.
 Y ahora sí que nos quedamos dormidos confundidos nuestros cuerpos en uno
 solo en medio de un ambiente casi irrespirable de olor a sexo, macho cabrío
 y hembras en celo.
 Al día siguiente no nos levantamos de la cama ni para comer, casi. Nos la
 pasamos follando hasta que a mí me dolían la polla y los huevos y a ellas se
 la habían hinchado los labios de arriba y de abajo y sus culos parecían
 repollos morados, pero sus caras lujuriosas, con los ojitos brillantes,
 ojeras hasta las rodillas, y mejillas arrebatadas relataban sin hablar, el
 placer vivido en las últimas 24 hrs., de lejos, según ambas, las mejores de
 sus vidas. Para mí también había sido fabuloso, poder tener esa maratónica
 sesión de sexo en todas sus formas, con aquellas dos hermosas mancebas.
 Posteriormente volvimos a repetirlo, pero nunca fue igual. Y sé que Nieves
 en varias ocasiones al salir de guardia visitó a Mari en su casa y se dieron
 unas fabulosas panzadas de sexo lesbo entre las dos.
 Gracias por leerme y si queréis comentar algo al respecto

Datos del Relato
  • Categoría: Varios
  • Media: 0
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  • Lecturas: 1035
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