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Siempre había pensado q la masturbación era para aquellos y aquellas q no tenían una pareja q les calmase sus instintos sexuales, ese ardor, esa calentura q te invade a veces sin previo aviso y tenían q desahogarse ellos mismo a solas. Ese pensamiento era producido porque desde q perdí la virginidad nunca había tenido problema alguno para encontrar a alguien del sexo opuesto, y en una ocasión del mismo q yo, para controlar esas ansias de uno o varios orgasmos q matan el deseo traicionero.
Me llamo Sonia y soy periodista en paro, pero sigo escribiendo mis artículos y mis reportajes por puro entretenimiento y como hobbie q es para mí la documentación y la investigación. Vivo en Madrid, capital de España. No soy muy alta, tengo los ojos oscuros, piel ni blanca ni morena y el pelo lo he llevado largo durante casi toda la vida. Creo q nada más sobre mi aspecto físico q se pueda mencionar. Bueno, mis medidas eran hace unos años 90-60-86 y no creo q hayan variado mucho. Como veis soy bastante delgada pues casi no tengo caderas, pero no me preocupa demasiado porque no tengo el culo plano, más bien hacia fuera, levantadito y blandito. El ejercicio físico nunca ha sido mi fuerte y no me gusta presumir de algo q no tengo; un culo duro y nalgas de acero. Ahora tengo 27 años, pero hace casi diez descubrí q la masturbación es un placer distinto al sexo y se pueden compaginar perfectamente.
Era mayo y faltaba solo unos días para mi cumpleaños, el último q disfrutaría. Muchos de mis amigos eran más mayores y ya tenían los 18, los q yo, ansiosamente, llevaba esperando cumplir desde hacía un año. Decía q íbamos a ir a celebrarlo a un sex shop o a un cine x para presumir de mi reciente mayoría de edad.
Por fin llegó el día y lo celebramos en una hamburguesería y luego fuimos a un pub de mi pueblo para tomarnos unas copas y darme unos regalos q me habían comprado. Entre mis amigos hicieron dos grupos porque si me compraban algo entre todos iban a tocar a muy poco dinero, y si se dividían tendría dos sorpresas.
El primero fue mi novio, q me regaló unos pendientes. Luego cogí uno q parecía ser un tubo con algo al final. Lo abrí y era un póster de Bon Jovi, q más tarde desplegué, y la cinta "Cross Roads", de los chicos de New Jersey también. Q bueno está Jon, aunque me gustaba más con el pelo largo y cardado como en los ´80, pero bueno, sigo con las mismas ganas de hacerle un favor.
El siguiente, con forma indefinida, era un osito de peluche pequeñito, me cabía en un bolsillo de la chupa. Y abrí uno cuadrado q no me habían dejado abrir antes pero no entendía porque tenía tres regalos de mis amigos cuando supuse q solo serían dos. Era una caja con otro osito de peluche pero este más grande. Era amarillo e idéntico al otro pequeño. Me quedé mirándolo y todos se echaron a reir.
-"¿Q pasa?"- pregunté.
-"Todavía no se ha dado cuenta."- dijo un amigo mío.
-"¿Cuenta de q?"- y me fijé en q tenía algo entre los brazos.-"¿Q es esto?"- dije mientras mis amigos se descojonaban.
Se lo quité de entre los brazos. Era algo alargado y de color rojo. Era un vibrador.
-"Pero q cabrones."- dije mientras comprendía de q se reían y me uní a las risotadas -"¿De quien ha sido la idea?"-
-"Querías ir a un sex shop, ¿no? Pues la montaña ha ido a Mahoma."-
Lo q realmente iba en los brazos del oso, era el otro osito pequeño, no el vibrador.
A mediados de julio corté con mi novio porque se fue de vacaciones a Tenerife y me puso los cuernos con una italiana. En su ausencia yo no me había enrollado con nadie apesar de haber tenido oportunidad porque estaba muy colada por él y cuando me contó su infidelidad fue porque quería cortar o no le importaba.
Llegó agosto, un calor insoportable en la capital y no tenía ganas de hacer nada. Una tarde estaba tirada en la cama, sobre las 17:00 y solo llevaba un juego de ropa interior negro de lycra , como siempre a juego. Tenía el cuerpo pegajoso, cada dos por tres cambiaba de postura en la cama para encontrar la parte del edredón más fresquita.
Noté un picor en la ingle, me rasqué y seguí con el dedo haciendo dibujitos invisibles sobre mis braguitas. Pasaba el dedo por mi monte de Venus, subía al elástico, bajaba por los labios... Sin querer, uno de mis pensamientos me llevó a la idea de la masturbación. Había perdido mi virginidad dos días después de cumplir 16 años. Creo q el peor regalo q me han hecho nunca, y encima de un cretino. A pesar de llevar una vida sexual bastante activa, nunca me había masturbado. Quizás había sido por eso, pero pensaba q yo no lo necesitaba por lo q pone al principio del relato.
Metí la mano por debajo de las braguitas y empecé a jugar con el vello, enredándolo entre mis dedos. "¿Lo hago?"- me decía a mí misma-" Nunca lo he hecho y no creo q pase nada. No soy virgen y me han metido penes, así q un dedo entrará perfectamente y, además, el grosor es más o menos como el de un támpax." Al final me decidí a hacerlo.
Mi padre estaba currando y llegaba a casa sobre las 7 si se quedaba un rato más en el taller, mi hermano se fue por la mañana a la piscina con sus amigos y mi madre estaría durmiendo la siesta en el sillón del salón como cada tarde veraniega. Por si acaso, fui a asegurarme de esto último, a ver si por una vez iba a estar despierta y la liábamos, pues me daría muchísimo pudor q me pillara.
Efectivamente estaba sobando, así q utilicé la táctica q usaba mi hermano: cerrar la puerta del salón y si alguien entraba al pasillo con la posibilidad de ir hacia su habitación, oía la puerta al abrirse y le daba tiempo a ponerse los pantalones y disimular.
Me quité el suje y me tumbé en la cama. Empecé a acariciarme los pechos despacito por sus contornos, a pasar las manos abiertas sobre ellos rozando apenas la piel... Me zambullí en mis pensamientos. "Siempre me han gustado mis tetas, erguidas, tersas, con los pezones desafiantes hacia el cielo."- pensaba -" Es una pena no conservarlas así para siempre sin necesidad de gimnasios ni ejercicios. El gimnasio está en el pabellón deportivo, junto a la piscina. Si lo sé me voy con mi hermano y con sus amigos solo para ver a Rafa, el socorrista. Q bueno está. Seguro q él va al gimansio cuando cierran la piscina."
Recordaba una vez q un amigo mío quería tirarme al agua y le dije al fornido socorrista q estaba sentado cerca de nosotros:-"Ayúdame, ayúdame por favor."- y él se reía. Tras unos cuantos forcejeos y alguna patada indolora a mi amigo, este consiguió tirarme al agua. Rafa se acercó al borde de la piscina, tendió su mano para q le cogiera y me ayudó a salir con una inmensa sonrisa. Me gustaba mucho ese muchacho estudiante de medicina a sus 25 años. Era simpático y el típico tío bueno. Desde aquel día cuando iba a la picina charlaba un rato con él. Los tipos así ya no me gustan, pero cuando era adolescente lo q menos me importaba era lo q menos se veía.
Sin darme cuenta, caí en la realidad, una mano me acariciaba el vientre y vi q la otra me tenía los pezones duros y noté las bragas húmedas. Me excité más todavía cuando dije: -"Vamos allá"- y me quité las braguitas. Quedé completamente desnuda sobre la cama. La masturbación era algo nuevo para mí, lo cual lo hacía más excitante, y al pasarme una mano por el chocho la empapé. Era una excitación diferente q me acaloraba y en mi cara se pintaba la creciente calentura de un color colorado y rojizo. Metí solamente la puntita de un dedo entre los labios. -"Bien. Un poco más."- y estaba tan mojada q el primer dedo resbaló casi entero dentro de mí. Mi interior estaba ardiendo. La sensación de sentir como según iba entrando iba abriendo mis entrañas me hizo sacarlo y meterlo de nuevo para volverlo a sentir. Repetí la operación una vez más y otra vez y otra vez. Tenía el infierno en mi vagina. Mientras, la otra mano, q había recorrido mi vientre y mis mulos mientras Rafa me había sonreído de nuevo esa tarde, fue derecha a mi clítoris q palpitaba como si tuviera una vida y un corazón propios, y ese acelerón de excitación me llevó a meterme un segundo dedo casi sin pensarlo.
De repente un flash atravesó mi mente: el vibrador. -"¿Dejo este exquisito placer por un momento? Mejor no. Pero... ¿si el vibrador me diese más placer...?"- Me levanté. Abrí el cajón de la ropa interior en cuyo fondo estaba escondido. Le quité las pilas al despertador y se las puse a ese objeto de placer. ¿Era realmente un objeto de placer? Síííí, ya te digo. Empecé a meterlo suavemente, intentando no lastimarme, aunque tampoco era una cosa descomunal. -"Seguro q Rafa la tiene así."- y me le imaginé sobre mí. Comenzaron los movimientos, y mis jadeos y los muelles del somier ponían la banda sonora perfecta. Me olvidé de q vibraba, solamente lo metía y lo sacaba despacito e inclinando la punta para estremecerme gracias al dichoso punto G. Aceleré las penetraciones y, sin querer, accioné el vibrador según me lo metía y me lo sacaba rápidamente con la mano derecha. No había duda, realmente era un objeto de placer. Con la mano izquierda aceleré la fricción del clítoris hinchado. Lo q me faltaba para q los gemidos hicieran aparición. Movía las caderas y las ingles como poseída, no podía acallar los gemidos y no me importaba q mi madre me oyera, pues era tal mi grado de excitación q incluso los pegotes de gotelé del techo me erizaban hasta los pelos del coño. El corazón se me iba a salir del pecho, mis pezones tenían un hormigueo q nunca había sentido, y algo empezó a tomar forma dentro de mi vientre: el orgasmo. Solté el consolador y lo dejé incrustado entre mis piernas, dentro de mi chocho con los labios inflamados q recibían vibraciones q me hicieron apretar los puños, contraer la vagina y apretar los dientes para acallar un fuerte grito q se convirtió en un ronquido grave. Me corría, tensé el cuerpo, el placer subía por mi columna hasta la médula, los espasmos vaginales eran fortísimos, y según pasaba el orgasmo, estos iban bajando de intensidad.
Cuando la tensión de mi cuerpo fue desapareciendo en las últimas oleadas de placer, me llevé una mano al clítoris duro y al sacarme el vibrador con la otra, de pronto, esas oleadas volvieron a tomar impulso y volvían a tensar mi cuerpo en un segundo orgasmo de una manera sorprendente. Notaba como salía un torrente de flujo por mi coño, como regaba mi pelo y mi ano. Era la primera vez q al correrme emanaban fluidos vaginales por mi rajita rosada y golfa.
Después de la tormenta siempre vuelve la calma. Me quedé tendida en la cama, sin fuerzas, jadeando y con los muslos empapados de flujo y el pecho de sudor.
Al rato, me incorporé tras volver a tener aliento y me puse en pie para devolver el vibrador a su escondite. Gotas de flujo colgaban de mi pelo y alguna se descolagaba hacia el suelo. Una rodilla me falló al primer paso, señal de q los orgasmos fueron tan buenos como devastadores para mí y... -"Mierda."- para la cama también.
Una gran mancha en mitad del edredón delataba lo bien q me lo había pasado. La toqué y estaba mojada. Me puse de nuevo las braguitas y el sujetador, la quité y la metí en la lavadora. Al rato me puse a ver la tele en el salón para q cuando mi madre despertase, decirle q pusiera la lavadora porque desperté de la siesta con mal estar y vomité en la cama pringando el edredón.
Nueve años después sigo masturbándome como toda mujer q se precie de su sexualidad y yo lo hago a menudo pues no quiero saber nada de los tíos en estos momentos. Siendo amigos solamente, están más guapos y no se te quejan de q sales más con tus amigas q con ellos. Gracias a la masturbación mis relaciones sexuales mejoraron consiguiendo tener orgasmos con eyaculación como aquella primera vez.
El maravilloso día de mi primera masturbación me lo pasé entero con una relajación y una satisfacción enorme en el cuerpo q me hacía sentir tan bien q por la noche, cogí una toalla y repetí orgasmos. Rato después de mi bestial masturbación, a las 20:00 salí a tumbarme en los jardines de mi barrio con mis amigas y me preguntaron si iba a volver con mi ex-novio Pepe, y contesté con una frase q nunca olvidaré: -"Mejor sola q mal acompañada."-
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