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Bajo la tibia lluvia de la ducha la sorprendí a Carmen bañándose y limpiando el sudor de su cuerpo luego de la fenomenal cogida que nos dimos.
Obviamente es una mujer que al vivir sola tantos años ya tiene sus costumbres y entre ellas está la de sentirse fácilmente invadida y manifestarlo de mala gana, total…es su casa. Ese fue el caso al correr la cortina de la ducha. Dándose vuelta y tapándose e pubis y los pechos me dijo, en tono altanero:
- Que haces acá? …. Me estoy bañando…Respetame.
Como si no la hubiese visto totalmente desnuda, ni fusionado nuestros cuerpos..
- Dejate de joder.
Le dije en tono amable pero imperativo, invadiendo su espacio al tiempo que volvía a cerrar la cortina de la ducha y me volteaba para acercar mi cuerpo al suyo, rozando mi miembro en su entrepierna apenas poblada por una mata mojada de vellos entrecanos.
Me miró con reproche, pero no puso resistencia cuando acerque mis labios a los suyos y con mis manos comenzaba a refregar con lascivia su cuerpo.
Sacándole el jabon de sus manos, comencé a pasárselo por su espalda, bajando hasta sus nalgas, las cuales fregaba y apretaba al mismo tiempo. Tambien aprovechaba mis movimientos para rozar su sexo desde atrás, estirando mis manos para alcanzar su clítoris, teniendo que dejarla casi colgando sobre mi muñeca.
Ella solo se dejaba hacer. Con los ojos cerrados, sus labios abiertos me comía su boca con pasión.
Me dediqué a enjabonar bien su entrepierna y de paso aproveché para rozar su anillo anal y jugar con él.
Desde mi experiencia el secreto para iniciar a una mujer en el sexo anal, no está en la dilatación sino en trabajo de relajación de su entrada…en endulzarle el hueco hasta que la mujer llegue a sentir la necesidad de que algo entre por ahí…al punto de que lo pida más allá de todo temor.
Eso es lo que hacía en Carmen. Acariciaba su ano sin hacer presión, alternaba el jabón y la yema de mi dedo que apenas rozando y presionando suavemente (sin penetrar) sentía sus contracciones como una invitación a pasar y disfrutar. Luego de unas largas caricias, la fui bajando lntamente hasta dejarla de rodillas frente a mi pene. Carmen no dudó en comenzar a besarlo y meterlo en su boca, pero dado que estábamos bajo la lluvia se comenzó a ahogar y me pidió que saliéramos.
Nos secamos y nos dirigimos a su habitación, aún húmedos nos acostamos acariciándonos listos para seguir con la faena. Era increíble como ésta madura que hasta hacía tres días atrás no tenía ninguna experiencia en el sexo y que además por su personalidad severa y huraña era rehacía a diálogos, comentarios o chistes de contenido sexual se entregaba de sumisamente a todo lo que le ofrecía.
Recostado yo boca arriba l fui acomodando para que nos hagamos un 69, como ya he dicho ella se dejaba hacer sin oponer resistencia. Mientras ella se tragaba mi falo y se dedicaba a pajearme instintivamente, yo me dedicaba a endulzar su entrada virgen lubricándola con sus propias fluidos y mi saliva, presionando levemente para sentir sus contracciones.
Lo cierto es que si bien no oponía resistencia, se notaba que se le causaba algo de intriga mi dedicación a su entrada posterior, porque cada vez que presionaba un poco ella detenía las chupadas y se quedaba expectante a mis movimientos.
Cuando ya creía que era suficiente, además que no quería acabar nuevamente, la acomodé boca abajo en la cama y levantando un poco sus caderas me puse a jugar con mi miembro en la entrada de su raja, que a este altura era un mar de fluidos con los cuales me humedecía la pija. Ella movía sus caderas como invitándome a entrar, y fue en uno de esos movimientos en los que aproveché para acomodar la punta de mi verga en la entrada de su culo, que involuntariamente se abrió para facilitar el ingreso de la cabeza. Una vez dentro no hay vuelta atrás.
Carmen no se debió esperar esto, ya que instintivamente cerró su culo, y haciéndose hacia adelante me llevó con ella con la cabeza de mi pija clavada en ella.
- Que hacés?... Eso no es para eso…que me estás haciendoooo?!! Me decía mientras apoyaba su en la cama.
- Relajate Carmen…esta todo bien.
- Mmmmggggrrrrrr – era e sonido que emitía ahogado en su almohada.
Claro, al hacerse para adelante y levarme a mí puesto, ella sola hizo que al caer sobre ella le introdujera casi entera mi pija. Era muy poco lo que quedaba fuera, pero podía sentir como cada pliegue de su estrecho agujero presionaba sobre cada centímetro de mi verga.
Recuperando el equilibrio, mas apoyado en mis brazos me quedé quieto para que su trasero se acostumbrara a mi pija. Yo solo emitía sonidos de satisfacción ya que aun estando quieto podía sentir palpitar mi pija.
- Mmmmgggrrr…..mmmgggrrrr….Eran algunos de los sonidos que emitia.
Como puede me fui acomodando de costado, pasando una mano por debajo de su cabeza hasta enlazar nuestros dedos y la otra por encima de su cadera para asegurar de que no se escape. En esa posición comencé a moverme primero en círculos y luego de a poco inicie un mete y saca, sin salirme de su interior. Ella apretaba mi mano y de apoco comenzaba a relajarse, facilitando mis movimientos.
- Mmmmmbbbbb……mmmmmbbbb….
- Siiii…flojita…..siiiii, que riccccooo culo que tenés!!
- Qué me estás haciendo????? -Me pregunto entre gemidos – Yo…no…mmmbbb
Agarrandolá de las caderas, con mi pija en la entrada de su culo le dije.
- Te estoy emputeciendoooo. Al tiempo que me movía hacia adelante metíendole toda mi pija, como queriendo salir por el otro lado
Abriéndo sus ojos, casi en blanco y con la boca abierta a mas no poder, contuvo el aliento hasta dejar salir un sonoro: Siiiiiii!!!!!!
Ya estaba hecha!!!!! Carmen definitivamente era una zorra contenida.
- Te gusta que te rompa el orto????
- Siiiiiii…siiii…..dammmeee
Y como le dí!!!! Volviendo a ponerla en cuatro patas comencé un cogerla salvajemente, penetrándola profundamente y sacando hasta el borde de su entrada mi pija, para volverla a meter como un ariete dispuesto a romper todo a s paso.
- Que pedazo de orto glotón que tenés…..como se traga todo!!!! Le decía casi son furia.
- ahhhh….siiiii…..aaahhh…mmmmm. Era todo lo que salía de su boca
Pero faltaba algo más para terminar de encender la perra que llevaba tantos años encerrada, reprimida.
- Que pedazo de ppputttta que sos ….Carmen. Le dije, a riesgo de que se ofenda (de qué se podía ofender a esta altura??)
Como respuesta recibí la tensión de su cuerpo, seguida de un orgasmo que prácticamente succionó mi verga para luego soltarla en sonoro orgasmo que desimuló ni un poquito en demostrar.
Cuando finalmente articulo palabra dijo
- Ssssssiiiii soy reee puuuuta…..si soy tu puuuuta. Casi que salía como un clamor contenido.
Imaginen mi sorpresa cuando la oí. Yo no podía dar crédito a lo que estaba escuchando (y viviendo). Esa que hablaba (y gozaba) es latía Carmen, siempre recta, recatada en sus modos, religiosa en exceso (al punto de ver pecado en cada acción y pensamiento humano), regañona y siempre dando órdenes de que hacer y cómo vivir.
Una vez salido de mi sorpresa, le volví a decir que era mi puta del culo, esto mientras le agarraba con fuerza sus delgadas nalgas y las abría al máximo. Ella contestaba sonoramente
- Siiiiii…..siiiiiii….soy TU ppputtttaaaa…..ssiiiiii……Mientras sentía como su cuerpo se aflojaba al punto de parecer una funda que recibía os ataques profundos de mi pija.
En este punto comenzamos a coger como dos animales. Ella gritaba aullaba, gritaba y puteaba sin ningún reparo; mientras que yo taladraba ese agujero (hasta hace 15 minutos inmaculado). Mientras la cogía agarraba sus glúteos, los apretaba y cada tanto les pegaba una cachetada, para seguir agarrándolo con fuerza. En un momento me salí de su interior, provocando un sonoro plop! seguido del sonido (y hedor) de una flatulencia.
- Mirá como me tenéssss….. ponémela de nuevo que me muero, me dijo
Y yo obedientemente lo hice.
Cuando ya creía que no podía mas la empujé hasta quedar completamente boca abajo, conmigo dentro taladrándola. Ella firmemente agarrada a las sábanas y con su rostro perdido en la almohada la sentía gozar. Cuando ya no pude más, descargue mis mocos en lo profundo de su recto. A la vez que ella mordía su almohada con lágrimas que corrían por sus mejillas.
Paso un rato hasta que nuestras respiraciones de normalizaron, mientras nuestros húmedos cuerpos estaban en contacto y yo sentía como mi pija perdía vigor en su interior.
Igualmente cada tanto la escuchaba bufar (mezcla de placer y cansancio) a la véz que contraía los músculos peristálticos de su culo. EN el momento que me pareció oportuno me salí de su interior y sin poder evitarlo le dirijí una mirada al estado de su ano, que se encontraba colorado e inflamado por la dilatación, embarrado en una mezcla de fluidos corporales que chorreaban hasta la sábana.
- Qué me hiciste??? En que me convertiste????. Me dijo, mezcla de duda y reclamo.
- Relájate Carmen, lo que pasa acá queda acá. Sos una tremenda mujer, una hembra de la puta madre que puede dar y recibir placer del más exigente de los hombres. Le respondí en tono halagador, a la vez que acariciaba su espalda y me incorporaba para dirigirme a asearme.
Estuve un rato bajo la ducha, pensando en todo lo que había pasado y disfrutando silenciosamente de la transformación de Carmen. Al salir del baño, mientras me dirigía a mi habitación, pasé frente a la puerta de su baño y la pude escuchar ir sonoramente de cuerpo, evacuando sus heces entre quejidos y pedos. No pude evitar una risa silenciosa.
Terminé de ordenar algunas cosas en mi bolso, y como es costumbre antes de dormir bajé a buscar agua. Nuevamente al pasar frente a su habitación, con la puerta entreabierta pude ver a Carmen recostada, haciendo equilibrio con un espejo en una mano y un ungüento en la otra. Sin aviso previo ingresé a la habitación; ella se incorporó cubriendo su cuerpo, visiblemente molesta por mi presencia, para decirme
- Que haces en mi pieza? Respétame que soy la tía de tu señora. Qué te pensás?
- Dejate de joder…. te acabo de romper el orto y ahora te haces la estrecha…jajaja.
- Dejame ver… te duele algo? Querés que te ayude?
Me miró con ganas de recriminarme algo. Lo pensó un instante y luego me entregó una pomada para hemorroides que tenía en la mano. (No quería burlarme pero no pude dejar de pensar en la ironía de que acababa de romperle el orto y ahora quería que se lo curase, encima se resistía a que la vea cuando yo había sido el primer y único hombre en vera en pelotas)
Lentamente se inclinó hacia adelante a la vez que se subía el camisón, apoyando el torso y la cabeza en la cama y dirigiendo sus manos hacia atrás, se abrió las nalgas dejando a la vista su orificio anal, otrora virgen. Aun se encontraba un poco inflamado, aunque sin rastros de desgarro, así que suavemente le apliqué la pomada, sintiendo como nuevamente reaccionaba involuntariamente a mis caricias.
La verdad que ya estaba cansado, me quedaba aún una jornada de congreso y tenía que ultimar algunos detalles de mi presentación, por lo que desistí de una nueva aventura sabiendo que mañana sería otro día para disfrutar de la Tía Carmen…tremenda zorra contenida.
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