En oportunidades se producen situaciones que nos ponen en circunstancias difíciles a merced de quienes por algún interés deciden jugarnos una mala pasada y nos convertimos de pronto en sus esclavos. Tal es el caso de la situación en que me encuentro con relación a mi hermana Andrea. La muy desgraciada se dedicaba a espiarme y conocía al dedillo de todas mis actividades, hasta que un buen día puso sus cartas sobre la mesa y no me quedó otra opción que obedecerla como un sumiso esclavo.
A mis 16 años no había tenido la oportunidad de estar con ninguna chica, solamente había tenido una novia pero esta rehusó todo el tiempo a que hiciésemos el amor, ni siquiera me daba la oportunidad de masturbarnos.
En nuestra casa también vivía mi tía, la hermana de mi madre, con su esposo. Cada noche me dedicaba a espiar como follaban y hacerme pajas, en otras oportunidades espiaba a mis padres, lo cierto es que cada noche tenía garantizada mi autosatisfacción, a veces tenía la oportunidad de espiar a los dos y me hacía hasta tres pajas en una noche.
La noche que mi hermana me sorprendió estaba yo agachado junto a la puerta de la habitación de mi tía en pura faena, me dio dos golpecillos en la espalda con la punta de sus dedos que resultaron como un fuerte corrientazo, dejándome inmóvil, pues pensé que mis padres me habían sorprendido, hasta tal punto resultó mi susto que mi erección desapareció como por arte de magia.
Andrea mi hizo señas de que la siguiera hasta su habitación y allí me amenazó con que lo contaría todo a nuestros padres si no hacía todo lo que ella me pidiese en lo adelante. Me tenía como su criado, hasta tenía que lavarle su ropa, limpiarle sus zapatos y arreglarle su cuarto diariamente. Por más de tres meses se mantuvo esa situación y como podrán imaginarse, desde aquel maldito día no volví a acercarme a las puertas de los dormitorios para pajearme con gusto. La situación era bastante difícil para mi en todos los aspectos y estaba a punto de explotar, ya no me importaba que lo supiesen con tal de librarme de aquel castigo.
Una bendita y prodigiosa noche me levanté al baño, pues no resistía los deseos de orinar y al pasar por la puerta del cuarto de mi tía sentí los ya conocidos ruidos de la cama por el forcejeo y la folladera con su marido, continué hasta el baño y mientras orinaba una pregunta increíble me vino a la mente. ¿con quién estaba follado el marido de mi tía si ella esa tarde había ido para casa de la abuela y no regresaba hasta el fin de semana?... ahora la intriga era mayor que el deseo de pajearme, pues de solo escuchar los ruidos y gemidos mi verga se había puesto al punto para ser acariciada.
Regresé muy lentamente hasta frente a la puerta y con extremo cuidado, como el más experto ladrón, logré abrirla sin hacer el más mínimo ruido. La luz de la mesita de noche estaba prendida y pude contemplar a plenitud el espectáculo, la que estaba follando con el marido de mi tía ¡ERA LA PUTA DE MI HERMANA!... aquello resultaba una bendición caída del cielo, pues con aquella prueba podría despojarme de la esclavitud a que me tenía sometido. Después de hacerme una buena paja viendo follar a aquellos dos, me fui a mi cuarto y me mantuve despierto en espera de que Andrea fuese para su cuarto, allí permanecí por casi dos horas, pero el esfuerzo valía la pena.
Apenas entró en su habitación me presenté ante ella con un tono bastante agresivo y le conté todo lo que había visto, que en lo adelante ella sería mi esclava si no quería que la tía se enterara de lo sucedido. Con una soberbia carcajada me dijo que eso no le preocupaba, así que cuando viniera la tía se lo contara a ver que sucedía y que ella también iba a contar lo que me había visto haciendo.
Con aquellas palabras logró neutralizarme totalmente y bajando mi cabeza no tuve otra opción que retirarme a mi cuarto y tratar de dormir lo poco que le restaba a la noche.
A la mañana siguiente mientras desayunábamos Andrea me miraba de forma maliciosa y no podía contener su risa, hasta tal punto que nuestros padres preguntaron a que se debían esas risas y ella se negó a brindar una respuesta, argumentando que yo tenía una cara muy cómica esa mañana.
Llegó el fin de semana y con él el regreso de mi tía. Asombrado quedé cuando Andrea me preguntó delante de ella si yo no tenía algo que contarle a la tía. Salí corriendo de la casa y no regresé hasta la tarde, en que entré nuevamente a la casa tratando de que nadie se percatase de ello.
Esa noche no quise ni probar bocado, pedí que me excusaran porque no me sentía bien, pero en realidad lo que no quería era salir de mi cuarto para evitar un nuevo encuentro con Andrea y mi tía. Bien tarde en la noche cuando calculé que ya todos dormían, me dirigí al cuarto de mi hermana para conversar con ella y tratar de llegar a algún tipo de arreglo, porque consideraba que ambos debíamos mantener ocultas nuestras cosas.
Al entrar a la habitación me llamó la atención que estuviese apagada la luz de la lámpara que tiene sobre la mesita junto a la cama, pues conozco que a ella no le gusta dormir totalmente a oscuras. Pero sabía que estaba allí pues la silueta de su cuerpo se podía apreciar sobre la cama tendida boca abajo, ayudado por la escasa luz que entraba a la habitación por el lumínico de la tienda que hay en los bajos de nuestro edificio.
Poco a poco mi vista se fue adaptando a la oscuridad y cada vez la silueta se me hacía más clara, ya podía detallar bien sus contornos y aquellas hermosas nalgas mirando al techo. Di dos palmaditas sobre su trasero para despertarla y pude sentir el calor de su cuerpo y la suavidad de aquel culo que estaba completamente descubierto, no llevaba ropa alguna, la muy puta dormía completamente desnuda. Repetí el llamado pero en esta oportunidad en vez de palmaditas lo que hice fue pasar mi mano por aquellas nalgas muy suavemente ya con ninguna intención de que se despertara y poder disfrutarla. Mi verga se había puesto a punto y no podía desperdiciar la oportunidad de hacerme una buena paja a costa de aquel tibio culo.
Al notar que no despertaba y mientras sobaba mi verga tan despacio como podía para disfrutar mejor, mis manos recorrieron casi todo su cuerpo. Yo ya me había arrodillado y bien situado junto a ella en una posición bastante cómoda y que me permitiría lanzar mi leche debajo de la cama llegado el momento.
De pronto, se volvió y pensé que había despertado, ahora estaba boca arriba con las piernas abiertas. Esperé un tiempo prudencial para continuar mi exploración y al alcance de mis manos tenía su coño bien peludo… al principio comencé una especie de juego con sus pendejos, pero poco a poco, de forma instintiva mis dedeos comenzaron a hurgar en su vagina, tuve que dejar de sobarme pues en dos oportunidades estuve a punto de venirme y no podía perder la oportunidad que estaba disfrutando.
Poco a poco sus piernas se fueron abriendo lentamente como queriendo que la acariciaran bien, pues me dejaba todo su coño a mi disposición, al rato sentí como sus entrepiernas se humedecían, lo que me puso en dudas de si realmente estaba dormida; tratando de comprobarlo con mi dedo del medio comencé a propinarle una buena paja, pero continuaba inmóvil, los movimientos de mis dedos continuaron hasta el fondo bombeando aquella chocha que se iba humedeciendo cada vez más.
Sentí entonces como un leve suspiro escapó de sus labios y muy despacio comenzó a mover sus caderas. Traté de detener mi ataque pero había avanzado lo suficiente en el empeño como para hacerlo, por lo que continué hasta que sentí como se estremecía por el orgasmo que le había provocado.
Estaba tan junto a ella que en ese momento sentí como su mano pasaba por mi cabeza y acariciaba mis cabellos, … ¡se había despertado!... o tal vez desde el principio lo estaba. Pensé que me quedaría con los deseos de terminar de pajearme, pero como ya nada de lo que pudiese ocurrir me importaba decidí realizar un ataque a fondo y poniéndome de pie me abalancé sobre ella y le clavé mi verga hasta el fondo. Comenzamos nuestros movimientos lujuriosos, los míos eran tal vez un poco imprecisos y torpes porque era la primera vez que me follaba a una mujer. Ella me abrazaba con fuerza y sus piernas se cruzaron a mis espaldas, por ser la primera vez pienso no lo hacía tan mal pues ella disfrutaba bastante.
Mis manos comenzaron a recorrer y acariciar todo su cuerpo, pero al agarrar sus tetas algo me sorprendió, eran demasiado grandes y con unos pezones muy parados, casi de un centímetro. Mi hermana hacía alarde de lo pequeñas y bien formadas tetas que tenía, lo que le permitía no utilizar sujetador. ¿Qué estaba sucediendo allí?... al menos aquellas tetas no eran las de mi hermana…¿a quién yo me estaba follando entonces?... Estire la mano y encendí la lámpara que estaba junto a la cama… ¡era mi tía!... ¿y Andrea donde estaba?... ¿Cómo había podido sucederme eso a mi?... tratando de resolver un problema se me había creado otro… asustado traté de zafarme de aquellas tenazas que me sujetaban pero todo intento fue inútil, --¿sorprendido, mi sobrinito?—, balbuceé algunas palabras que ni yo mismo entendí tratando de darle una respuesta pero un nudo se me hizo en la garganta. –no te pongas nervioso y sigue follando como estabas que lo haces bastante bien, después hablaremos—, ante tal alternativa no tuve otra salida que continuar follándome a la tía hasta que logró sacarme toda la leche que tenía acumulada, al poco rato lo hicimos nuevamente, pero guiado por sus expertas instrucciones, de verdad que era una maestra en el arte de follar, y que rico lo hacía la muy puta.
Cuando nos tomábamos un descanso comenzó a platicarme sobre toda aquella historia que me parecía increíble, a la que yo había estado espiando y escuchando follar con el marido de mi tía cada noche era a mi hermana. Esa era una historia que venía de par de años atrás en una oportunidad que ella los sorprendió y como en una oportunidad ella le había sido infiel el quiso vengarse, por lo que acordaron todas las noches intercambiar de cuarto y mientras él se follaba a mi hermana ella dormía en la otra habitación. El día que mi hermana me sorprendió sí era ella la que estaba follando con su marido, pues mi hermana estaba con la menstruación. Esta la había puesto al corriente de todo por si yo osaba decir algo y ambas me iban a desmentir; era todo un plan muy bien elaborado, por eso ni se inmutó la noche que la sorprendí con su marido.
Una vez más volvimos a follar y mirando el reloj me hizo señas que mi hermana estaba al regresar a su habitación, por lo que debería retirarme. Así lo hice y resultó una de las noches de sueño más placentera que había tenido en mi vida.
En lo adelante mi tía era la que se encargaba cada noche de tocar a la puerta de mi cuarto para avisarme y follábamos una y otra vez, me enseñó a chuparle su coño, extraerle sus jugos con mi lengua, me chupaba la verga, hacíamos el 69 y decenas de posiciones más. Desde aquel dichoso día nunca más tuve que recurrir a hacerme pajas, ya que mi linda tía se encargaba de descargar toda mi leche noche a noche. De esto mi hermana nunca se ha enterado y poco a poco he dejado de ir siendo su esclavo pues jamás me ha vuelto a pescar espiando detrás de las puertas. Hasta en las noches que mi hermana no cambia de habitación, ella va a la mía después de follar con su marido y se encarga de dejarme la verga bien seca. Me hizo prometerle que nunca más me haría pajas, pues para eso la tenía a ella. Así lo hice y hasta el momento lo he cumplido.
Q suerte yo quisiera algo asi