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Esta historia ocurrió la semana pasada; eran las 15:20 y estaba en mi salita viendo en la televisión la serie que emiten por canal +, "Jack & Jill", cuando de repente escuché un golpe en el cristal de la ventana: pum, pum!, prestamente levanté la persiana, la cuál estaba medio bajada para evitar los intensos rayos del sol y me encontré con la sonriente, mofletuda y morenísima cara de mi amigo Pepito.
(Si no conoces quién es este hombretón, te invito a leer mi relato titulado "Todo ocurrió por un dedo". Gracias, querido lector. Ya sabes que te quiero...).
Yo también le sonreí y le saludé con la mano abierta; él hizo lo mismo y cuando volví a ver aquellos dedos tan gordos, sobretodo el pulgar, noté como mi coñito empezaba a mojarse. Mmmmm!.
Le dije que esperara un segundo y fuí a abrirle la puerta...
Como después –sobre las cinco de la tarde- suelo darme un chapuzón en mi piscina, sólo llevaba puesto un bikini de color violeta, un pantaloncito corto de lycra blanco y calzaba un cholas –sandalias playeras- de color rojo y completamente planas.
Mi pelo estaba recogido en un moño al tuntún, es decir, sin estar el cabello bien peinado y con algunos mechones sueltos. De complementos lucía mi reloj CASIO y la pulsera de la Buena Suerte...
Pepe, tan galante como siempre, lo primero que hizo después de darme tres sonoros besos en la mejilla –una costumbre Brasileña- fue decirme en un susurro y con esa timidez tan encantadora que lo caracteriza:
Piliña, estás muy bonita!.
Le agradecí el piropo con una sonrisa y lo hice entrar en casa; justo en ese momento Jill (el chico de la serie) le pedía matrimonio –poniéndose de rodillas y dándole un precioso anillo- a su novia Jack. Y así acabó el episodio.
Le indiqué el sofá de relax y le dije que se sentara. Apagué la tele y le comenté: "Qué romántico, verdad?. Que bonito es el amor!".
Pepito, asintió con la cabeza, me entregó un paquete duro, rectángular y algo pesado y a continuación me dijo:
Pero hay más cosas para regalar, aparte de joyas...ábrelo, es para tí. Espero que te guste!.
Quité el celo y el papel de flores y escontré un libro; era un ejemplar de la novela "La eternidad del instante" de la escritora Cubana Zoé Valdés.
En la portada se ve el rostro de una geisha...
Como no conozco la obra de esta autora me quedé un poco perpleja, no obstante se lo agradecí y prometí leerlo, pero le dije que primero debería de acabar El código Da Vinci...
Con una simpática risita me dijo:
Claro, cuando puedas lo lees, además no voy a pedirte ningún resumen, pero si no te importa –se puso en pie y se acerco a dos palmos de mí- mira estas páginas, por favor!.
Cogió el libro y lo abrió donde había un folleto explicativo de la hermosa ciudad de Torrevieja ( Alicante ) a modo de punto de libro; me lo dió y me pidió que se las leyera...
Lo releí para mis adentros, pero Pepe me "animó" a leer en voz alta, como si fuera una oradora...
No voy a transcribir aquí el texto por dos motivos, primero porque es largo y segundo –y el más importante- no tengo la autorización del copyright, pero diré que Zoé narra de forma bellísima, como los protagonistas Li Ying y su esposa Mei hacen el amor. –Para más información ver las páginas 44 y 45 de este volumen-.
Al terminar de leer, recibí un aplauso de Pepito, el cuál exclamó:
Es maravilloso, no te parece?.
Dan ganas de...
Lo miré a la cara –tuve que levantar la mirada porque el tío es tan alto como un árbol- y ví en sus ojos un brillo muy especial: a dulzura, amor, ternura, pero también a deseo y lujuría, me asusté un poco al notar como rozaba su cuerpo contra el mío y me estremecí al sentir en mi cadera derecha, la dureza de su miembro viril.
Pegué un saltito y me separé de él; le dije con voz medio enfadada que no volviera a hacerme eso, que yo no lo quiero de esa forma, que lo aprecio mucho como amigo, pero nada más.
Él, casi llorando (lo prometo) me pidió:
Pili, no te enojes conmigo. Tu eres muy especial para mí...
Por favor, perdóname. Te lo ruego!.
Cuando estaba a punto de contestarle, mi –in u oportuna?- madre entró a la habitación con cara sonmolienta –estuvo haciéndo la siesta- y me preguntó:
Qué es lo que te ruega?.
Pepito respondió con voz temblorosa, al tiempo que se limpiaba la frente con la mano. Dijo:
Un vaso de agua muy fría!.
Es que hace mucho calor señora Hilda...
Mi madre le dijo que sí y le indicó con un gesto que lo siguiera a la cocina, él fué para allá y yo también lo seguí.
Al llegar, me senté en una silla y mi madre le dijo:
José, siéntese. Le apetece mejor una cerveza?.
Él respondió que no alegando que, en 15 minutos tenía que estar en Vigo entregando un encargo con el camión y que no podía tomar alcohol, por si acaso...
Riéndo mi mami comentó:
Si, tenga cuidado que los "piojos" –Guardia Civil- están en la farola de Redondela vigilando!.
Así pues se bebió el vaso de agua, se levanto tendiéndole su "manaza" a mi mamá y después de darle las gracias, me miró a mí y se despidió con estas dos frases:
Me alegró mucho verte otra vez. Sigue tan guapa!.
Y –se acercó, me dió un besito en la mejilla y me susurró- a mí me gustaria hacerte lo del libro. No te enfades, vale?.
No le dije nada, ni siquiera me despedí. Me quedé helada de la impresión.
Mi madre lo acompañó a la puerta y oí como lo despidió con estas palabras:
Adiós José, que tenga un buen día!.
Enseguida que se marchó, vino a grandes zancadas a la cocina y con el ceño fruncido me preguntó:
Y ahora que quería?.
Ay, hija mía, este hombre está loco por tí!.
Sólo hay que ver como te mira: pone los ojos de cordero degollado...
Yo le sonreí y le pedí que no dijera tonterias y como argumento le espeté: "Es mucho mayor que yo y podría ser mi padre". A lo que ella, me contestó después de reirse a carcajadas:
Tu padre no, mi maridito es más viejito, pero más guapo!.
Pero ese tipo debe tener una buena manguera entre las piernas!.
Yo estallé en una risotada tremenda y le dije textualmente: "Mamá, estás completamente salida!".
Eran ya las cuatro y media y mi madre me preguntó si iba a ir a la piscina a bañarme, le dije que sí, pero que antes iría al baño. Ella me dijo que tenía que llevar las ovejas a la finca y que luego al volver, a lo mejor se animaba y se bañaba conmigo.
Le contesté que la esperaría...
Y al irse ella, yo enfilé por el pasillo, entré al cuarto de baño, cerré con pestillo la puerta y durante media hora me dediqué a darme un suave, dulce y delicioso autoplacer.
P.D. Dejo a tu imaginación "trabajar" en esa excitante tarea. Qué piensas tu que hice?.
Espero tu comentario...
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