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Este es mi primer relato, estoy seguro que escribiré muchos más, supongo que después de tantos años de meditarlo es momento de empezar.
Soy un hombre casado menor de 39, mi esposa tiene 41 años... vivimos en Culiacán, México. Estuvimos mucho tiempo de novios, tenemos 7 años de casados creo que fue durante la segunda o tercera cita que tuve sexo con ella, supongo que tenía experiencia ya que creo que ella propició todo, ella siempre guardo muchas apariencias por ser hija de una familia de renombre, en esa primera vez (que sucedió en un motel por cierto) salió su verdadera personalidad, hasta nos tomamos algunas fotos, me acuerdo que las primeros años de sexo siempre se sonreía durante el acto, parecía muy feliz.
Llevamos durante el noviazgo una vida sexual muy activa, compraba yo cantidades industriales de condones genéricos, la vida sexual fue "evolucionando" cuando en el lugar donde teníamos sexo (un departamento prestado) coloque películas pornográficas y lubricantes los cuales adjudicaba al dueño del lugar.
Empecé según yo a "amañarla" haciendo que viéramos durante el sexo películas donde dos hombres penetraban a una mujer con vergas grandes, me encantaba que viera como les daban por el culo, mi idea era poder penetrarla por atrás, me acuerdo que al inicio se hacia la discreta y parecía según que no prestaba mucha atención a las películas, yo llegaba y le decía "ponemos esa película haber de que es?" y me respondía "bueno... "… en la cama yo me ponía atrás de ella y ella casi frente al televisor y a los 4 o 5 minutos de iniciada la película empezaba a masturbarla y en cuanto abría los labios de su vagina ya estaba súper mojada, con sus propios jugos le ponía un poco en el ano y se lo frotaba despacio y como no queriendo mi dedo se encajaba en su ano superficialmente y ella abría un poquito las nalgas y empujaba como si fuera algo accidental, a pesar de nuestra activa vida sexual había áreas con timidez que poco a poco se fueron haciendo pocas.
Paso el tiempo y nos agarramos más confianza, durante las películas porno que veíamos a medio sexo le decía "te gusta esa verga??" "te gustaría que te cogieran así?" "quisieras con dos vergas?" y ella siempre respondía que si en plena lujuria, un día me sugirió que le gustaría tener algún consolador y le compre dos, primero un pequeño vibrador casi del tamaño de mi dedo más delgado y otro un poco más grueso, el pequeño para el ano y el otro para la vagina, ninguno comparado con mi verga, no la tengo gigante pero en ese momento no quería competencia.
En cuanto al tema de los consoladores en realidad para mí siempre fueron como un pequeño escalón, tenía que empezar por algo para ir más profundo y supongo que todo fue inconsciente hasta ese momento.
A pesar de la actividad sexual que teníamos, esa vida estaba llena de claros y sombras, es decir... a pesar de las películas y consoladores éramos personas muy conservadoras en otras áreas, por ejemplo creo que fueron contadas las veces que ella me hizo sexo oral y yo a ella los primeros 3 o 4 años, se perfectamente que le encantaba chupar verga porque después de casados lo hacía con mucha timidez (pero por su propia iniciativa) debajo de las sabanas y una vez que empezaba prácticamente tenía yo que detenerla porque no quería venirme en su cara.
Hare muchas referencia al tiempo y etapas porque será importante en los siguientes relatos, para hablar más de ella debo describirla como una mujer rellena pero no gorda, unas chichotas enormes, buenas nalgas y una panochita delicada, pequeña a simple vista y bien depuradita los primeros años.
A ella siempre le quise dar por el culo, tenerla sodomizada y venirme ahí dentro, sin embargo siempre fue muy estrecha para mi pene, lo intentamos muchas veces, tuve que conformarme con darle con los dos consoladores y los dedos a demanda de ella misma, siempre se ha vuelto loca de lujuria en cuanto se le introduce un dedo en el culo... empieza a exigirme que la penetre utilizando lenguaje vulgar el cual me calienta mucho.
Supongo que es normal que una vez que ambos llegamos al orgasmo volvemos a ser civilizados y no hablamos de sexo para nada hasta estar empotrados.
Con el tiempo note que me exigía mucho los consoladores, se volvieron indispensables en el maratón sexual, un día me sugirió comprar algo un poco más grande, esas palabras me hicieron venirme de inmediato y me di a la tarea de conseguir algo mejor, fue cosa de días en que compre dos consoladores enormes, uno de una verga más que regular y otro casi prácticamente del grosor de mi propia muñeca, cuando los vio se asustó y dijo que obviamente no le iban a entrar... así que empezamos con el menos rudo el cual aparentemente no le entraría y al momento de estar mojada entro poco a poco, debo ser totalmente franco... verla con eso dentro me hacía terminar rapidísimo, es tan hermoso verla dándose.. las primeras veces así como no queriendo y a los pocos segundos jadeando y diciendo cachondadas y pidiéndome permiso para venirse, al momento de ver la prisa no hago otra cosa más que hincarme a un lado de ella y venirme encima de su cuerpo.
invitado-juan 19-05-2019 02:06:07
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Buen relato amigo yo tmb soy de culiacan.