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Encuentro caliente

Estaba esperando en el cuarto, sentada en la cama. Mis rulos estaban más alborotados que de costumbre, mi piel olía a vainilla y se notaba brillante, mis ojos tenían un brillo único de éxtasis. Estaba sentada en la cama, enfrentada a la puerta, tenía una bata de seda blanca traslúcida y un conjunto de ropa interior de encaje del mismo color, muy delicada.



Habíamos hablado el día anterior, ya no aguantábamos la desesperación de no poder encontrarnos realmente y de sólo explorarnos virtualmente. Habíamos quedado en vernos en un hotel intermedio para los dos, acordamos qué habitación, a qué hora y todo lo demás. Ambos queríamos que todo sea perfecto. El cuarto estaba ambientado con luces bajas, música sensual de fondo, una gran cama de sábanas rojas con aroma exótico y hasta sensual.



Escuché cómo alguien metía la llave en la puerta y me senté derecha de inmediato. Cuando la puerta se abrió un chico alto, castaño y de ojos claros se presentó, tenía una camisa blanca sencilla y unos pantalones negros, estaba informal pero elegante a la vez. Y apenas nuestras miradas se encontraron no pude evitar mojarme un poco más de lo que ya estaba. Esa noche ambos íbamos a disfrutar.



Mordiéndome el labio me puse de pie, me acerqué a él lentamente con mi mirada clavada en la suya, cuando estuve a unos centímetros estiré mis manos para acariciarle el abdomen sobre la camisa, sentí cómo él suspiró silenciosamente y bajé mi mirada a mis manos, las apreté en puños y me acerqué hasta rozar mis piernas desnudas con su pantalón.



—¿Te gusta? —Me preguntó con un tono medio serio pero medio divertido, sonreí y asentí con la cabeza, volví a mirarlo a los ojos y él subió su mano a mi cuello— No te haces una idea de cuánto esperaba esto —y sin pensárselo estampó su boca contra la mía. Primero nuestros labios se movían lentamente, mi brillo labial con olor a uva pintaba los suyos con calma; después me mordió el labio e inconscientemente abrí un poco mi boca, metió su lengua y el ritmo subió, con el sabor a menta en su boca y el olor a uva de mi brillo labial nuestras lenguas se movían desenfrenadas una contra la otra, apasionadas tratando de apagar un fuego que no estaba ubicado en la boca, sino un poco más abajo.



Poniendo mis manos en su pecho me alejé para tomar aire, sentí como él se rio y me ruboricé de inmediato, sus manos empezaron a masajear mis hombros y yo cerré los ojos. Sentí su boca en mi oreja y después en mi cuello, de repente su boca empezó a chupar la piel de mi cuello con fuerza, provocándome un fuerte gemido, haciendo que él baje mi bata al suelo. Agarré su cara y, después de besarlo con fuerza, lo guie a la cama, hice que se sentara y empecé a desabotonar su camisa, mis dedos temblaban levemente mientras él exploraba mis piernas con sus manos.



—No estés nerviosa —me dijo en tono bajo, mientras de fondo se escuchaba un grito agudo y sensual que provenía de la radio, la música era perfecta para hacer el amor.



—No lo estoy... —le saqué la camisa y me mordí el labio al ver su pecho desnudo, él sonrió y me obligó a acercarme más a su cuerpo, mis manos fueron a parar a sus hombros y los apreté al mismo tiempo que él apretó mis nalgas.



—Entonces mírame —nuestros ojos se encontraron y volví a ruborizarme haciendo que él sonría con suficiencia, sus manos volvieron a apretar mis nalgas y me pegó a su cuerpo por completo, rozó sus labios con mi mandíbula y me mordió levemente la piel.



—Eso se siente rico —dije en voz baja y él, sin pensarlo, me mordió con mucha más fuerza en el hombro, provocándome un gemido fuerte.



Me senté sobre sus piernas y sentí lo duro y grande que estaba su verga, desabotoné su pantalón y lo baje un poco para que él termine por sacárselo completamente. Apretaba sus brazos mientras él guiaba mi vaivén con sus manos en mi culo, adelante y atrás era el movimiento que mi pelvis hacía contra su verga dura. Mientras acariciaba sus brazos con mis manos me animé a bajar mi boca a su cuello, él lo estiró para darme más acceso; primero empecé a dejarle besos cortos en toda la piel, dejando brillo por donde pasaba; después mi lengua hacía caminos desde sus hombros al comienzo de su mandíbula, lamiendo todo el brillo y saboreando su piel; y por último, con mis manos sosteniendo su cara, succioné bien fuerte su cuello, produciéndole un gemido fuerte y que me dé una buena nalgada, haciéndome sacudir.



Me sobó bien rico las nalgas y yo seguí con mi balada de gemidos bajos, mientras seguía moviéndome contra sus piernas y su bulto. Percibí cómo desabrochaba mi sostén y lo tiraba a algún lugar del cuarto, lamió uno de mis pezones rosas y sentí un escalofrío en el vientre, él lo percibió porque me dio un beso corto en la boca y, con ayuda de su mano, empezó a lamer sin prisa mi pezón que ya se estaba poniendo duro. Y así empezó a torturar mis tetas, me lamía los pezones, los chupaba con fuerza, mordía mis tetas y las sobaba con sus manos; cada cosa que hacía producía que me moje más de lo que ya estaba, mientras gemía y me movía con más presión sobre sus piernas.



—Vení acá —me puso sobre la cama y se echó encima de mí, movía su verga contra mi vagina ya empapada y me besaba con ganas mientras mis manos le acariciaban la espalda.



Bajó su boca a mi cuello otra vez y succionó con fuerza pero esa vez no gemí sino que grité muy fuerte por el éxtasis que llevaba acumulado y quería soltar. Con su sonrisa volvió a besarme y bajo su mano a mi vagina, pasó los dedos por encima de mi tanga blanca y gemí mientras temblaba por un escalofrío, por instinto mi mano bajó a su bóxer y apretó lo primero que encontró haciendo que él se muerda el labio. Me bajó de una las tiras de la tanga y me la sacó con urgencia, mientras yo seguía apretando lo que de seguro era su verga; él bajó su mano a mi húmedo centro y empezó a acariciar mi clítoris con uno de sus dedos, haciendo que me retuerza en la cama y suelte un gemido prolongado y fuerte.



—¿Te gusta, nena? —me preguntó mientras me metía un dedo y empezaba a moverlo con rapidez.



—¡Dios, si! —exclamé en un gritó mientras sentía cómo me mojaba más, me quejé aunque sin dolor y empecé a mover mi vagina contra su mano, buscado liberarme— Metemela, por favor —lloriqueé.



Metió otro dedo en mi vagina y empezó a moverlos con rapidez, se podía escuchar el ruido de sus dedos adentro de mi agujero, el sonido de mis jugos en mi vagina cuando hacían contacto con sus dedos. Bajó su boca y con su lengua empezó a torturar mi clítoris, provocándome un grito muy fuerte.



—¡Dios, que rico se siente! —tiré la cabeza para atrás y llevé mi mano a su pelo, los apreté y saqué su cara de mi vagina, nuestros ojos se conectaron y suspiré— Por favor, necesito que me la metas.



—¿Que te meta qué? —él subió su cara hasta la mía y rozó nuestros labios, me mordió el labio inferior con fuerza y me lo chuponeó después.



—Tu verga, metemela —gemí cuando sacó sus dedos, sentía mi vagina fría y resbaladiza, y pegué un salto cuando sentí la punta de su verga rozar mi agujero inundado de jugos.



—¿Te la meto? —asentí con la cabeza con mucho entusiasmo aunque me arrepentí un poco porque él me metió sin lentitud su verga hasta el fondo de mi vagina, haciéndome gritar muy fuerte y tirar mi cabeza para atrás, podía sentir como mis paredes húmedas bombeaban alrededor de su verga, la cual tenía un buen tamaño— ¿Y? ¿Cómo se siente? —me hizo abrazar su espalda y bajó un poco su cuerpo para lamer mis pezones.



—Riquísimo, se siente muy sabroso —gemí y me mordí el labio cuando él se estampó con fuerza otra vez contra mí, cerré los ojos cuando lo hizo por segunda vez y grité cuando pasó una tercera.



Su pija se movía con fuerza y lentitud en mi vagina mojada, con cada embestida que me daba mi cuerpo se sacudía un poquito hacia arriba y volvía a bajar, mientras con sus manos me masajeaba las tetas y mientras yo le rozaba la piel con mis uñas pintadas de rojo fuego. Enredé mis piernas en su cintura y mis brazos abrazaron su cuello, su boca dejaba chupones fuertes en mi cuello mientras yo le gemía en el oído y escuchaba cómo el gruñía.



—Más fuerte, por favor… —Susurré agarrando su cara y pasando mi lengua por sus labios, de repente sentí cómo se estampó con fuerza y grité— ¡Ah dios! —mis uñas se clavaron en sus hombros y mis piernas se apretaron en su cintura, él siguió con sus embestidas fuertes, las intercalaba con movimientos lentos y tortuosos y después empezaba otra vez a penetrarme con fuerza. Sin imaginármelo y cuando ya estaba por llegar al orgasmo bendito él paró y me sacó su pija de golpe, haciéndome soltar un fuerte quejido— ¿Qué haces?



Después de reírse me besó y pasó un dedo por mi vagina, aprovechó que tenía la boca entreabierta y me lo metió, lo chupé con fuerza y lo lamí, sintiendo el sabor algo salado de mis jugos.



—Date la vuelta —me puse en cuatro y sentí cómo se estampó con fuerza en mi agujero bombeante, grité como llevaba haciendo y él siguió con sus embestidas, pero ahora eran cortas y rápidas, podía sentir mi vientre y mis piernas temblar. Me agarró del pelo con fuerza y empezó a intensificar sus movimientos, mientras me apretaba una de las nalgas. Salían muchos grititos y gemidos de mi boca, mientras que él me elogiaba o gemía también pero con menos intensidad.



—Nalgueame, por favor —le dije en un gemido mientras estiraba mi cabeza para atrás, y él lo hizo, me nalgueó bien fuerte que después sentí cómo mi piel empezaba a arder e imaginé que en mi pálido culo se estaba formando una maca roja de su mano. Mientras me penetraba con fuerza y velocidad y mientras me tiraba del pelo, con su mano libre me nalgueaba con ferocidad, dejándome con mucha seguridad su mano marcada. Mis piernas empezaron a temblar violentamente y sentía cómo mis paredes se cerraban con velocidad contra la pija del hombre, al parecer él también lo sintió porque me soltó el pelo para agarrarme la cadera y hacer movimientos más duros y rápidos, y sin más me corrí en su pija, mis jugos salieron explotados mientras gritaba—¡ Ah mierda sí! ¡Que rico, dios! —mis tetas chocaron con el colchón de la cama, dejando mi culo bien paradito, sentí como él me nalgueó las dos nalgas a la vez, haciéndome gritar, me sacó su pija y me levantó.



—¿Querés leche, pendeja? —me mordí el labio cuando lo escuché decirme pendeja y sin pensarlo asentí, me hizo agacharme en el piso y él se sentó en la cama, su pija estaba bien parada aunque bastante húmeda, una de sus manos tenía su pija y la otra me agarró del pelo— Dale, chupamela, zorrita hermosa —y gracias a cómo me llamó me metí toda su pija en la boca de una, me atraganté pero valió la pena, empecé a chuponearla de arriba a abajo con fuerza, él me agarró el pelo con ambas manos y empezó a hundirme la cabeza contra su pija, escuchaba cómo gemía y cómo me llamaba— Ah, sí, así, pendeja, dale —lo miraba desde abajo y volví a excitarme, así que me metí dos de mis dedos en la vagina y empecé a moverlos con fuerza— Así, zorrita, tragate mi pija, si —traté de succionar con más fuerza pero sin querer rocé mis dientes con su pija, haciendo que él temblara en mi boca y gimiera muy fuerte, me tiró más fuerte del pelo y me sacó su verga de la boca, me golpeó la cara con ella y me pasó la punta por los labios— Chupa bien la punta mientras me masturbo, vamos a ver si podes con la leche, putita —asentí con la cabeza y me metí un poco menos de la mitad de su pija en mi boca, empecé a chuparla mientras yo me metía dos dedos y me masajeaba mis tetas. Él empezó a jalarse con fuerza la pija mientras yo succionaba la punta, escuché cómo gritó y con rapidez me hundió la boca en su pija, al mismo tiempo que soltaba la leche. Tragué un poco pero no pude así que me la saqué de la boca y su leche me chocó en la cara y en las tetas, me la saqué despacio mientras miraba atenta cómo él se calmaba.



—¿Lo hice bien? —me lamí los dedos y cuando crucé la mirada con él me volví a mojar.



—Perfecto —me agarró la cara y me besó con fuerza mientras me acariciaba el ano— Decime... ¿Te animas por el culo o te la sigo metiendo por la vagina?



(Perdón por las faltas de ortografía)


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