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Llegué a casa justo cuando mis padres se disponían a salir. Me peiné bien, me perfumé, y me dispuse a irme con mis padres a comer a casa de los Sánchez.
-¿Qué tal con tu tía? -Me preguntó mi padre.
-Muy bien, papá -le dije.
-¿A que es buena gente como te dije?
-Pues sí, lo es.
-¿Y la has conocido mejor?
Uy, si tú supieras papá, pensé.
-Si. Me ha estado enseñando fotos de los primos y eso. Lo hemos pasado muy bien.
Ya en el coche, me puse a pensar en mi tía, en lo buena que estaba y lo bien que me había follado. Estaba abstraído pensando en ello, cuando llegamos a casa de los Sánchez. Subimos a su casa y tras las presentaciones, nos sentamos a tomar algo. La verdad es que la hija no me quitaba ojo de encima. Tendría como unos veinte años y era muy guapa. Se levantó un momento para ir a la cocina y me fijé en su culo. Estaba bastante bien. Aunque ahora solo tenía ojos para mi tía. Cuando volvió me sonrió y hasta que fuimos a comer se me quedó mirando todo el rato. Ya en la mesa, me tocó sentarme enfrente de ella. Se llama Sofía. Le pasé el pan y rozó con un dedo mi mano. Estábamos ya comiendo, cuando noté algo en la entrepierna. Sofía me sonreía. Hice como que se me caía la servilleta, y al agacharme, vi que era ella, con su pie en mi paquete. Vuelve a sonreírme y noto como desplaza su pie sobre mi pene en círculos. ¡La jodía me estaba masturbando! Yo me pongo muy nervioso. Me estoy excitando y noto una erección que empieza a crecer bajo mi calzoncillo. Intento tragar como puedo, mientras Sofía sigue a lo suyo, con su pie haciendo círculos con mi pene. Como siga así me voy a correr. Disimula muy bien, porque ella sigue comiendo mientras lo hace y no se la nota para nada en su cara. Yo no puedo más. Termino el bistec y me levanto de la mesa.
-Perdón –digo- necesito ir un momento al baño.
La casa es grande y me han indicado que hay un baño arriba. No me doy cuenta de que Sofía también se ha disculpado y se ha ausentado de la mesa. Cuando estoy en el baño enjuagándome la cara, como en casa de mi tía, Sofía entra en el baño.
-Pero ¿qué haces?
-Nada. Veo que has tenido que ausentarte y quería saber si estabas bien.
-Sí, estoy bien. Perfectamente.
-Vamos a comprobarlo. -Sofía coge y me baja el pantalón de un tirón.
-¿Que estás haciendo?
-Nada. Ver que estas bien. -Entonces me baja el calzoncillo y se mete mi pene erecto en la boca y empieza a chupármela.
-Joder. -Solo me sale decir eso.
Para un momento y me dice que mis padres le habían dicho que era muy guapo y tenían razón, y que también estoy bien dotado. Sigue mamándomela y yo no voy a poder aguantar mucho más.
-Sofía, me voy a correr.
-Puegh cogeteh. -Dice con mi polla en su boca.
Me agarro al lavabo porque estoy a punto y un minuto después me corro en su boca. Se lo ha tragado todo. Se limpia un poco la boca. Yo estoy paralizado. No puedo pensar. ¿Que pensaran nuestros padres? Hace mucho que nos fuimos. ¿No nos echaran de menos? Baja ella primero y después yo. Veo que han servido ya el postre, pero no parece que hayan notado nuestra ausencia. De nuevo en la mesa, ahora Sofía ni me mira. Terminamos el postre y tomamos unas tejas que ha puesto la madre de Sofía. Al acabar la comida y tras despedirnos, nos vamos. Cuando Sofía me da dos besos, noto como mete algo en mi bolsillo. Ya fuera, cojo la nota y la leo sin que mis padres se den cuenta.
Dice: “La próxima vez quiero follar contigo”.
La arrugo y la tiro. Vaya con mi amiga salida.
Llega la noche y vuelvo a pensar en mi tía. Justo estoy pensando en ella, cuando suena el teléfono. Es ella de nuevo y yo sonrío. Mi madre me dice que si puedo ayudarla de nuevo con cosas que le quedan de la mudanza. Le comenta que parece que no acaba nunca.
-Dile a la tía, que sí, que iré. Que te diga a qué hora quiere que este allí.
-Dice tu tía que cuando te venga bien, que no hace falta que madrugues. -Contesta mi madre.
-De acuerdo -le respondo.
Al día siguiente a eso de las 12, me voy a casa de mi tía. Hoy si me llevo el coche, quiero llegar antes y tampoco quiero encontrarme con la rubia del otro día. Aunque Sofía me hizo una buena mamada, ahora mismo prefiero a mi tía. Toco el timbre y me abre enseguida. Subo a su casa y allí está esperándome.
-¿Que nos toca hoy? -Le pregunto.
-Pues, bajar unas cajas del altillo.
-Sera un placer ayudarte tía.
Cogemos la escalera. Ella lleva hoy un camisón transparente. El caso es que cuando se va a subir, se deja caer el camisón. Lleva un sujetador precioso color carne y un tanga. La visión de su culo subido en la escalera es lo más, y ella lo sabe. Me mira desde arriba y juega a girar las caderas y mover su culo hacia los lados. Luego se sube a lo alto de la escalera y pone su culo en pompa. Yo me subo también y empiezo a sobárselo. Le pongo a un lado la tira del tanga, y meto mi dedo índice entre sus nalgas. Estamos así un rato y entonces me dice:
-¿No teníamos que bajar unas cajas?
-Sí, claro -sonrío.
Bajo una caja de espaldas, mientras ella también baja de espaldas a mí. El hilo de su tanga se ha quedado fuera de su raja y sus nalgas se mueven al bajar. Yo estoy a cien por hora. El culo de mi tía tiene un poco de celulitis, pero no demasiado. No me importa para nada. Ya bajados de la escalera los dos, nos vamos a su habitación.
-La otra vez, yo te follé a ti, me dice mi tía. Y ahora quiero que aprendas y que me lo hagas tú a mí.
-Estoy dispuesto. -Le contesto.
-¿Y cómo habías pensado hacérmelo?
-Pues, tengo una idea. Es la postura que más me gusta.
-Anda, dímelo.
-Je,je, a cuatro patas.
-Lo imaginaba. Lo hombres no tenéis arreglo. Je,je.
-¿No te importa, tía?
-Qué va. Así aprenderás.
Ella se sube a la cama y se coloca a cuatro patas. Yo me subo también y me pongo detrás. Le quito el tanga y el sujetador. Pero me quedo pensando.
-Tía, ¿no tendrás unas botas?
-¿Y eso?
-Soy un fetichista de las botas.
-Espera. Creo que tengo unas en el armario, justo ahí. -Y me señala con el dedo.
Yo las cojo y se las pongo. Son negras y le dan un morbo extra a mi tía. Ahora sí, podemos empezar. Vuelvo a meter mi mano entre sus nalgas y me paso a tocarle su chocho. La masturbo como mejor sé y luego acaricio su clítoris. Ella me va indicando como hacérselo mejor. Al poco está húmeda. Mi pene está a mil por hora y decido metérsela ya. Agarro despacio mi pene y se la meto.
-Uggh. -Gimo.
-Ya estas dentro -me dice ella.
-Sí, tía. ¿La sientes?
-Claro. Ahora muévete, cariño.
Empiezo con el vaivén. Despacio al principio, como creo que debo hacerlo, y luego voy un poco más rápido.
-Uf, uf, uf -empieza a gemir ella.
-¿Te gusta tía?
-Sí, me gusta. Sigue así. -Me dice con un hilo de voz.
Yo sigo con el vaivén y entonces ella se agarra al cabecero de la cama. Me pide que se lo haga más rápido. Obedezco. La agarro más fuerte de sus caderas y acelero mis embestidas.
-Ah, ah, ah. -Mis gemidos van en aumento.
El bombeo se hace más fuerte y mi tía se vuelve loca.
-¡Fóllame, fóllame! ¡Así, así, así! ¡Más fuerte, más fuerte! ¡Aagggggh!
Creo que mi tía se ha corrido por las contracciones de su vagina. Yo aún aguanto. Es maravilloso ver chocar su culo contra mi pelvis. Como sus nalgas se mueven como si fueran flan. Mi tía sigue agarrada al cabecero de la cama y su cabeza está caída. Está sumida en el éxtasis, mientras yo termino de follármela. La cama tiembla como si hubiera un terremoto. Por fin noto llegar mi orgasmo. Sigo empujando fuerte y tras un poco más, mi pene eyacula un chorro de semen que noto grande y luego dos más cortos, espaciados, hasta que finalmente, me quedo sin nada y me relajo, aún en el coño de mi tía.
-Buf, ha sido increíble -le digo- ¿Tía, estás bien?
-Sí, tesoro. Ha sido magnifico. Me estaba recuperando.
Nos tumbamos boca arriba en la cama y estabilizamos nuestras respiraciones. Luego se me ocurre algo.
-Tía, soy un guarro, pero quiero proponerte una cosa.
-¿El qué? Después de lo de las botas, no creo que puedas sorprenderme con nada.
-Quiero que nos grabemos follando. No sé si tienes una cámara.
-Pues sí, tengo una, pero esto no puede salir de aquí. Si nos grabamos, yo me quedaré con la cinta y todas las copias que pueda hacer, ¿eh?
-Por supuesto.
-Anda, ve a por ella. Está en una de las cajas del altillo.
Cojo la escalera y subo a por ella en pelotas. En eso que suena el teléfono. Al parecer es mi padre para decirnos que tal nos va. Mi tía le contesta que bien, que una hora más o menos habremos terminado. Yo la oigo y me quedo pensando en la próxima excusa para quedar, si ya se supone que terminamos la mudanza. Bajo con la cámara y se la doy a ella. Mira si tiene una cinta dentro. La pone en marcha y tras dar el Ok, nos ponemos a hacerlo...
Pero eso es otra historia que os contaré en el próximo relato.
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