Ahora mismo estoy contigo, en la intimidad de un cuarto de hotel de lujo en la ciudad de México. ¡Al fin solos!, sentados en un inmenso sillón tapizado de negro en piel. Para sólo dos, aquí todo es muy grande: la cama, la cómoda, el espejo a lo largo y ancho del muro que permite ver panorámicamente toda la recámara, el cuarto de baño, el jacussi y la mesa de centro redonda sin patas. Parece una tambora apoyada sobre su base circular. Tenemos a la mano un servi-bar con cerveza, vinos de mesa y licores. Te pregunto:
-¿Deseas tomar algo?. Podemos descorchar un vino espumoso muy frío, o un vino blanco del Rhin o francés, italiano, español, chileno o del país. Me dices:
-Quiero probar un vino mexicano.
Abro una botella. Sirvo en dos vasos.
¡Salud mi amor!. Va por ti. Por tus cuarenta años que te han llevado a la plena madurez, por tu gracia, tu belleza y tu virtud. Va por tu alegría, tu sensualidad y va por nuestro amor, porque esta noche lleguemos juntos a extremos nunca antes explorados de nuestro potencial para lograr placer.
-Y va por ti, me dices en un arranque de osadía. Porque me enseñes a vivir, a gozar mi cuerpo y el tuyo. Fer te deseo mucho, quiero sentir tu piel junto a la mía y tenerte hoy adentro de mi. Tus olores me enloquecen, quiero oirte susurrar en mi oído todas esas cosas lindas que sabes decir y que me excitan tanto...
-Sonríes mostrando los dientes y bebes sin retirar tu mirada azul de la mía. Miradas que invitan, que retan, que mueven todo por dentro sólo de pensar en lo que viene. Puse música para favorecer el relax.
-¿Bailamos?.
El baile nos acerca mucho. Tus senos pequeños han crecido y amenazan salir del escote. Siento tu vientre rosar mi abultado tesoro. Percibo tu aliento excitado y nervioso. La delicia de mi cuerpo untado al tuyo; el pelo de mi pecho en tu cara; mi brazo rodeando tu talle y mi olor de macho excitado con resabios del aroma varonil de loción que uso, te tienen en un delirio de ensueño. . Cierras los ojos para percibir el deleite de tocar y ser tocada, de oler y ser olida, MMmmmm de oír mi voz decirte: Angelfer te quiero mucho, te deseo irrefrenablemente, te amo. Quiero contigo llegar al clímax y llevarte muchas veces al supremo deleite de venirte conmigo adentro. Quiero explorar tu piel milímetro a milímetro y palpar tu vagina caliente, hinchada, profunda, lubricada y lista para entregárseme como fruto en plena madurez, lozanía y sabor. Quiero seducirte con palabras susurrantes que acaricien tu oído y exciten tu mente tanto como tu cuerpo. Quiero besarte, lamerte y sentir cada una de las palpitaciones de tu vientre cuando estalles en volcanes de lujuria.
-Tengo miedo.
-No temas nada mi amor; deja que yo me ocupe de todo. No hay riesgos. Los dos somos sanos, no hay peligro de embarazo, ni de un escándalo ni…
-Es que lo tienes muy grande.
¿Cómo lo sabes?;
-Se te siente y se te nota.
-Sí, es muy grande, pero tu vagina es elástica, está muy mojada y profunda. Lo vamos a introducir despacito; primero la puntita y poco a poco lo vamos introduciendo hasta donde no moleste. Si te lastima buscamos la forma de acomodarlo muy suave, lento, entrando sólo lo que tenga que entrar.
El vino no es afrodisiaco pero relaja, deshinibe, favorece el libre paso de los temores para que se vayan lo más lejos posible en momentos en que no se les necesita.. De pronto te soltaste el pelo, te tornaste en una verdadera mujer: achispada, risueña, atrevida. Sólo dos estímulos produjeron el cambio: El ambiente de amplitud, lujo, comodidad, olor, sensualidad y el vino que gratificó el gusto y provocó ese agradable estado de alegría erótica que precede el encuentro carnal de dos amantes que se están deseando furiosamente.
Sentados en el sillón negro de fina piel, unimos nuestras bocas anhelantes de humedad, sabor caliente a menta y miel. A menta y miel porque compartí contigo un pequeño cubo de goma de mascar con sabor a menta relleno de miel que guardaba en mi boca. Tu reacción fue de sorpresa y alegría MMMmmm ¡qué rico!. Besé tu cuello, tu oreja, acaricié tu nuca y retiré la tela de tu hombro para besar ahí. Mi excitación subió cuando te oí lanzar un Aahhhhhh de gusto.. Corrí el cierre de tu vestido rojo por atrás, lo retiré y pude besar tus hombros desnudos, pegar mi nariz en la línea que separa tus pechos oprimidos y adivinar el esplendoroso perfil de tus tetas apenas cubiertas por el brasier blanco que fui retirando con mi boca jugosa y delicada. Me regalaste la belleza de tus mamas alegremente erectas, pezones enhiestos hambrientos de masaje, dispuestos a enviar señales eléctircas a todo tu cuerpo reaccionando a cada caricia a cada chupada. . Abajo te quedó sólo un medio fondo blanco de seda que me negué a retirar porque me pareciste supremamente sensual con él. Tus piernas estaban visibles, nobles piernas blancas, cortas, de suave tacto. Quise investigar dónde nacían y metí la mano. El pudor te traicionaba. ¡No!, dijiste y defendías tu intimidad; pero pudo más tu deseo de dejarme jugar con tu sexo para gozar la deliciosa exploración ahí. Estabas muy mojada. La pantaletita muy breve y muy blanca me dio permiso de palpar tu rajita y tus labios y tus vellos húmedos de color castaño claro. Jugué con ellos y con tu clítoris erecto como un pene chiquito y entré en la cueva inundada y caliente buscando el punto de oro que te llevara desbocadamente al orgasmo. Me di tiempo para quitarme ropa. Tú ayudabas nerviosa en busca de mis nobleces. Salió mi camisa, mis zapatos y el pantalón. ¡todo en diez segundos!. Demasiado tiempo para mantener la continuidad. Diez segundos que te dieron un respiro de reflexión. Me dijiste. Más bien preguntaste ¿vamos a la cama?. Yo te pregunté:
¿Prefieres la cama o el jacussi?.
-La cama.
Fuimos a la cama. En este recinto en donde todo es muy grande, caminamos un pasillo de diez metros, me di tiempo y espacio para verte. Tú delante con el fondo blanco puesto, pantaletas a medio salir que retiraste al paso. Vi tus caderas, ¡caderas de mujer!. tus nalgas, redondas y breves como las de una bailarina. Moví la pelvis al compás de tu andar para simular el baile en el amor. Recordé un pensamiento que te hice.
“…Es maravilloso viajar así. Más rápido que un avión, más veloz que el sonido y que la luz. Cierro mis ojos y transporto mi pensamiento hasta ti. Te veo, percibo tu aliento y tu olor,
tu pecho palpitante, tu semblante, tu mirada y tu calor. Toco tus manos, Toco también tu corazón. Arde en ti el anhelo de realizar un sueño. Cierra tus ojos mi amor, viaja conmigo al mundo de la fantasía y vivamos juntos la alegría de hacernos el amor.
Una leve bujía ilumina el ambiente. Deja en la penumbra nuestros cuerpos anhelantes.
bajo sábanas blancas que huelen a ti. La mínima tela se adhiere a tu piel. Sonriendo me invitas a entrar en tu vida: ven, me dices, ven junto a mi, entra en mi cama, en mi espacio
entra si quieres también en mi cuerpo; Atrevido voy. Penetro tu mundo de sueños de oro y fantasía. Casi desnudo, con sólo una pequeña trusa negra destacando el monte fálico que provoca, que incita, convoca a encontrar juntos paraísos anhelados, voy, voy a tu encuentro, beso tu boca , labios frescos, lengua húmeda., manos que exploran cuerpos que se tocan buscan afanosos las delicias de la entrega y el clímax tan caro espontáneamente, deliciosamente, explosivamente…llega. ….”
Quise en ese momento hacer un poema a tus nalgas, a tus piernas, a tu pelo rubio, a tu andar de mujer madura, en plenitud de potencialidades y necesidades afectivas y sensuales a tus caderas, a esa imagen caliente que me regalaste sin siquiera darte cuenta porque caminabas con rumbo a la cama mientras yo detenía el tiempo para contemplarte una eternidad.
En la cama te encontré bajo sábanas blancas de tacto suave y olor a limpio. Jugabas a esconderte en un espacio tan amplio; pero te delataban tu risita y el olor a sexo que ya despedía todo tu cuerpo. Cuando di contigo te abracé con ternura y agradecí que me dejaras percibir la sensación de protegerte. Te besé en la boca mientras exploraba al tacto las redondeces de tu cuerpo y percibía el delicado roce de tus piernas contra mi virilidad exacerbada. Sentí tus manos tibias y delicadas acariciar el pene, jugar con el escroto y el prepucio. Excitar con tus dedos el glande y obligarlo a derramar gotas de fluido caliente. Entre jadeos, casi en susurro hablaste:
-¿Me dejas darte un besito en la puntita?.
Yo tuve ánimos para bromear.
-¿Ya se te quitó el miedo?.
-Si, dijiste; está grande pero me cabe en la boca todo, todo y me va a caber en la vagina..
Bajaste a mamar. ¡Qué lindo lo haces!. Yo quería gratificarte pero eras tú quien me gratificaba de una manera como nunca nadie lo había hecho. Yo quería corresponder y te pedía: ¡Dame tu rajita mi amor! ¡Dame tu pepita!. ¡Tu pepa dámela para mamártelo yo también!..
-¡Después!;- dijiste con autoridad- : Ahora lo quiero adentro de mi
Era claro que tu vagina tenía urgencia de tener adentro mi verga.. Te subiste a horcajadas. No hubo cuidadito, ni despacito como lo habíamos platicado ¡Nada de eso!.. Entró todo en un segundo y comenzó el baile más erótico que jamás haya bailado un hombre con una mujer como tú arriba. Tus tetas zangoloteaban con turbulencia, tu cuello perlaba y tus cabellos se erizaban con la inminencia del orgasmo. Cuando alzaste los brazos estabas totalmente abandonada a tus sensaciones voluptuosas. Te echaste hacia atrás en un intento desesperado por presionar con mi pene tu punto G. Gritaste como desesperada:
-¡Yaaaaaa!. ¡Me estoy viniendo Fer!. ¡Vente conmigo por favor!.
Mi orgasmo empezó apenas un segundo después que el tuyo.Yo también gritaba:
-¡Angel!, ¡Angel! ¡Qué lindo coges!, ¡Qué delicia de raja! ¡Qué culo!. Introduje un dedo en tu orificio anal para sentir tus palpitaciones orgásmicas y las contaba . Nunca supe cuántas fueron pero conté más de diez. Cuando acabaste, bajase del “caballo” para descansar. Sólo un minuto porque seguias excitada. Abriste las piernas provocando el acoplamiento a fondo. La zona caliente de tu cuerpo, mata de vello castaño claro, rizado en triángulo y labios abiertos en flor entre las piernas, abrió profundo y lubricó para recibirme. Movías la pelvis furiosa pidiendo a gritos ser penetrada. Yo pedía un receso porque por momentos perdí la erección, pero tú tenías varios orgasmos pendientes así que baje a beber tu miel. Mi lengua te gratificó con creces. Sentí tus orgasmos, no tan fuertes como el primer “latigazo” pero deliciosos según tu propia expresión. El olor de tu jugosidad, el sabor de tu lujuria me excitaron otra vez y estuve en condición de intentar de nuevo una penetración profunda. El temor se tornó en furor, en deseo ardiente de tenerlo adentro en toda su descomunal dimensión. Yo no lo metí, no podía meterlo porque eran tus manos quienes guiaban el glande y todo el cañón a tus entrañas. Un AAAhhhhhh de placer arrancó la primera embestida y palabras apenas audibles entremezcladas con jadeos y expresiones incoherentes. . ¡Qué rico coges mi amor!. ¡Qué delicia de arma!. Lo siento grande, rico, no me duele nada, ¡mételo todo!. AAAhhhhhh. ¿Me vuelves loca!. ¡Háblame!. ¡Dime algo! Susúrrame cosas lindas, cosas calientes, eróticas, poéticas. ¡háblame!
Yo gozaba intensamente arriba de ti; hablando con lenguaje obseno y en verdad caliente::
-Así, cógeme, cógete tú sola. Mételo todo, todo. Es muy grande pero te encanta, te gusta, lo adoras. ¡Cómetelo! y déjate venir. Avísame para sentirte, quiero sentir cuando te vengas y me des toda tu carga caliente. Algo intuiste de mi debilidad anal porque de pronto sentí un dedo explorando por ahí. La sensación es deliciosa, deliciosa. Recogí mis piernas y expuse las nalgas para favorecer esa caricia que me sacaría todo el semen sobrante. Cogerte y sentirme cogido con tu dedo por ahí, es algo que no puedo aguantar mucho tiempo. El estímulo me llevó a chorrearme. Un segundo antes lo saqué para venirme en tu piel. El primer chorro lo dirigí a tus tetas y los demás a tus pies. El estímulo visual de mi venida ruidosa y la ayuda que te diste con las manos te arrancó otro orgasmo, uno más para saciar momentáneamente tus ardores.
Cuando bajaste del cielo en donde andabas. A punto del relax. Abriste tus ojos y se te ocurrió decir:
-Hoy gocé como nunca, gracias mi amor. Y agregaste: Estoy empapada; parece que me orino cada vez que me vengo. Ahora sí; vamos al Jacussi.
En el Jacussi redondo de mármol blanco, podrían caber diez personas sentadas con las piernas radialmente dirigidas hacia el centro del círculo. Ahí estábamos, sólo tú y sólo yo para disfrutar el agua más que tibia; el masaje producido por las fuertes corrientes y el ambiente de humedad y calor circundante. Ahí estábamos; sólo tú y sólo yo para disfrutarnos uno al otro; para vernos, hablarnos, tocarnos, olernos y comernos sin más límite que el que dé nuestra propia imaginación para gozar. Verte desnuda es un estímulo maravilloso. Cuando llegaste a la tina, pude contemplarte a la espera; toda, ahora de frente, sonriendo y mirando; avanzando hacia mi, con la gracia femenina de tu andar. Inspeccioné tu rostro: era de alegría; tu seno juvenil más bien pequeño, apezonado con remates rosados, casi duros, casi míos. Bajé la vista en recta hasta tu ombligo, tu vientre y esa mata de vello que se resiste a ser rubia y que me vuelve loco. No es mucho pero es suficiente para destacar la zona candente en el vértice del ángulo que forman tus piernas, adorables piernas, asentadas en pequeños pies, como de niña. Entraste al agua y sentiste ese calor regocijante que regala al cuerpo el fluido caliente circulando a presión. De inmediato buscaste el refugio de mi cuerpo, la ternura de mi brazo rodeando tu espalda, la ternura de un beso en la boca y la ternura de un susurro diciendo al oído. Angelfer te amo. Reímos, jugamos un rato como niños divertidos con el agua y nuestros cuerpos. Sacaste a colación el asunto del tamaño de mi pene:
-Después de todo no es tan grande, en este momento lo veo chiquito.
-¿Ya ves?, te dije, y tenías miedo
-Es que cuando se hace grande me da miedo.
-Te daba, porque hace un rato te entró todo y te gustó.
-Sí, me hizo gozar mucho. Yo creo que después de todo no es tan grande. Así me gusta.
Te besé otra vez y bajé a besar tus tetas que se erectan al instante cuando son estimuladas. Me quedé ahí como bebe hambriento, mamando al tiempo que sentía que subía en los dos la pasión. Después hice un “buzo” y besé tu mata; intenté llegar más lejos pero no pude. Salí a tomar aire. Te hice recostar con las piernas recogidas y abiertas. Exploré con la mano y sentí tu deliciosa cosita otra vez “lista”. Hice otro ” buzo” esta vez con éxito. Sentí a lengua viva tu clítoris erecto como frijolito tierno y me quedé ahí, todo lo que pude. Cuando salí jadeabas y reías porque el juego te divertía. Repetimos la jugada dos veces más hasta que reclamaste continuidad. Propusiste sentarte en el borde de la tina, toda abierta para ofrecer a mi aliento, el aliento de tus entrañas. Encontré tus labios, el vestíbulo vaginal y el clítoris receptivos, listos para recibir un estímulo nuevo. Exploré manualmente tu vagina para buscar el punto que llaman G y di con él, lo supe por la expresiones de placer que salían de tu boca ¡Ahhhh mi amor!, ¡Qué rico!, ¡Ahí!, ¡Ahí!, ¡Me vuelves loca papá, papacito!, ….. Seguí el masaje en esa zona y te sentí subir con una rapidez impresionante. En sólo siete minutos estabas “arriba” gozando y aullando con un clímax y otro, y otro derramando en mi cara cada vez que te venías, tu néctar blanco como la leche, caliente como toda tú. Cuando bajaste del “cielo”, me di un respiro para lavar mi cara con mucha agua y te dejé la iniciativa. Jugaste a los “buzos” y terminaste sentada y penetrada en mi “macana”. Estabas descompuesta como poseída de tanto placer. Yo creo que en el momento de sentarte y entrar en mi cuerpo tuviste el más impresionante orgasmo que hayas tenido jamás porque sentí abajo tus contracciones y arriba tus convulsiones. Gritaste como nunca y te revoloteaste en el agua chapoteando con tus nalgas, con tus tetas y con toda tu humanidad. Que mujer tan impresionante eres. No recuerdo nunca a alguien con esa capacidad de disfrute de una cogida, que además se recupere tan rápidamente. En cuanto terminó la serie de orgasmos que nadie contó ni se precisó el principio o el final, te declaraste “lista” para ayudarme a lograr mi placer. Ya más serena montaste de nuevo e iniciaste movimientos pélvicos supremamente sensuales. Esta vez ibas por mi, querías que yo gozara y lo lograbas. Parcialmente sumergidos cogimos en rítmicos movimientos coordinados y sentimos juntos llegar las luces de un orgasmo simultáneo. Cuando lo sentiste gritabas ¡Me voy Fer!, ¡Me vooooooyyyyy! . Yo también gritaba, repetía tu nombre y decía leperadas de grueso calibre que ya no me atrevo a escribir.
Antes e vestirnos dijiste:
-Mañane me voy a Cienfuegos.
-Qué pena mi amor, no sé si pueda vivir sin ti.-
-Puedes venir cuando quieras. Te estaré esperando con los brazos abiertos.-
-Iré más pronto de lo que te imaginas. Mi mente puede ir y venir cuántas veces quiera.
-Me encanta que viajes con la mente; pero quiero un día coger contigo como ahora lo hicimos: en vivo y a todo color.. Te dije:
-Quiero pedirte algo.
-¿Qué es?
-Es algo muy sencillo que puedes darme y yo conservaré como un tesoro.-
-¿Qué quieres?
-Es algo muy íntimo, como si fuese un pedacito de ti.
-¿Es algo que me puedo cortar?
-Sí.
-¡Ya sé!, un mechón de pelo.
-Un mechón de vello de tu mata púbica.
-Si tienes tijeras, córtala tú mismo.
Usé un rastrillo de afeitar para rasurarte un poquito y arrebatarte un cachito de ti; tu vello que no es rubio, no es negro, no es rojo. ¿Qué color es?. Lo más cercano para identificar el color creo que es castaño claro. De mi propio vello corté un mechoncito, lo envolví cuidadosamente en una servilleta de papel y te lo entregué a cambio del tuyo.
Salimos del hotel, te llevé al tuyo y con un beso de pasión nos despedimos.
No manches: Casi me duermo leyendo tu relato porque en vez de ser cachondo como otros es cursi y aburrido, cuando no pueda dormir lo voy a leer y seguro me quedo perdido, eso ya no se usa cuate, si te lelvas a una mujer y le hablas asi, te va a mandar derechito a la fregada