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"Empieza la historia..."
Nando y Lidia, hace más de 30 años que son pareja, tienen dos preciosas hijas y durante estos años su relación fue razonablemente satisfactoria. Pero ahora cuando él está a punto de cumplir los 50, sus vidas van a cambiar de un modo del que ninguno de los dos es incapaz de imaginar.
En realidad, la historia que os voy a contar, empezó hace 30 años. Por aquel entonces Nando y Lidia apenas hacía unos meses que eran pareja y por alguna extraña razón que sólo saben las mujeres, a Lidia, le encantaba ponerle celoso picándole sobre que lo que había hecho o no, en sus relaciones anteriores. Lidia intentaba provocarlo con la intención de que sus celos fueran una demostración de amor y, en efecto, lograba ponerlo celoso, pero también lograba que terminaran discutiendo. Para Nando, imaginarse a Lidia en brazos de alguno sus antiguos novios era una sensación extremadamente desagradable y cada vez que Lidia lo mencionaba se ponía de muy mal humor, pero un día, probablemente como sistema de autodefensa, su cerebro, en lugar de la respuesta habitual, provocó una reacción inesperada: una erección. Y le gustó.
Aquel día lo cambió todo. Ya no sólo no le molestaba oír sus comentarios acerca de sus antiguos novios, sino que le pedía más y más detalles. Quería saberlo todo, cuantos novios había tenido, cuanto tiempo había salido con ellos, que nivel de contacto físico había mantenido con ellos…. Todo.
Con el tiempo, apareció internet y se aficionó a la lectura de relatos eróticos en diversas páginas web y le sorprendió encontrar infinidad de relatos de intercambio de parejas y de infidelidades consentidas. Esa cantidad de material, le permitió descubrir que sus fantasías eran compartidas por muchísimas otras personas y que, en el fondo, no era tan “raro” como creía.
Cuando finalmente se convenció de que sus fantasías eran algo normal y no una filia enfermiza, intentó animar a su esposa para que poco a poco, se exhibiera en público. Primero animándola a hacer topless en la playa, luego a desnudarse en playas nudistas... e incluso, cuando hacían el amor intentaba introducir otros hombres en sus juegos eróticos; pero por mucho que lo intentaba, sus tentativas caían en saco roto, porque Lidia se negaba, una y otra vez a introducir otras personas en su cama.
Aún así, no podía detenerse; necesitaba más; de modo que su fantasía evolucionó hacia la idea del cornudo sumiso, o sea, entregar a su esposa a otro hombre para que hiciera lo que quisiese con ella. Pasaron casi 20 años y todo este tiempo demostró que vivían en realidades distintas, mientras su fantasía evolucionaba más y más hacia la sumisión y la humillación, Lidia se negaba, una y otra vez, a entrar en estos juegos.
Discutían continuamente, sus relaciones sexuales eran cada vez más pobres e insatisfactorias hasta que un día, tras mucho insistir, consiguió que Lidia aceptara tener un amante virtual. O sea, una persona, con la que chatear e intercambiar mensajes pero siempre, desde el anonimato y la virtualidad.
Antes de intentar presentarle un chico a Lidia, Nando quería asegurarse de que no echaría por el suelo los avances que tanto le habían costado alcanzar, así que realizo un pequeño casting entre los candidatos de un chat de cornudos.
No os podéis imaginar lo que le costó encontrar a alguien válido para esta tarea. Todos los candidatos, lo único que buscaban era realizar cybersexo por webCam. Eran directos, a menudo soeces, sin tacto; lo único que buscaban era el placer inmediato, mencionaban a Lidia como una vulgar puta, querían “echarle la lefa” en su boca, reventarle el culo y mearse en su cara. Ya empezaba a estar seriamente frustrado cuando conoció a Miguel. Resultó ser un chico atractivo, muy educado y romántico. Le quedó claro que debía evitar presionar a Lidia y poco a poco, seducirla, siendo consciente de que, con mucha suerte, no conseguiría mucho más que unas pocas fotos o alguna videoconferencia.
El primer contacto no fue muy bueno. Lidia fue Lidia, poco sociable y sin darle ninguna oportunidad, a los pocos mensajes, dejó de interactuar. Entonces, tuvieron otra discusión, estuvieron a punto de romper la relación, hasta que, finalmente, Nando consiguió el compromiso de que Lidia participaría un poco más de su fantasía.
*****
CAPÍTULO 2: LIDIA
Lidia, después de un par de semanas chateando con Miguel, entabló una relación de amistad y cordialidad. Aunque le molestaban sus continuas tentativas para abrir una conversación de carácter sexual que ella, con más o menos tacto, evitaba.
Estas semanas, le confirmaron su firme convicción de que la obsesión de su marido era insana y tenía que terminarse definitivamente. Así que tras mucho meditar esbozó un plan que no podía fallar. Pero para llevarlo a término, necesitaba la implicación de Miguel, así que cuando consideró que había logrado una razonable cordialidad con él le mandó un mensaje: [Lidia] Hola Miguel, tengo una propuesta que hacerte.
[Miguel] Dime encanto, soy todo oídos...:-) [Lidia] Ya sabes que yo estoy en este chat para satisfacer a mi marido. Está muy pesado y quiero atajar el problema de raíz.
[Miguel] ¿¿¿??? [Lidia] Veras, se me ha ocurrido una locura, sé que ambos vivimos en Barcelona, y creo que podríamos quedar un día.
[Miguel] :-)))) Grande [Lidia] No te pienses lo que NO es. No va a pasar nada entre tu y yo. Lo único que quiero es darle una lección a Nando. Quiere ser cornudo, pues haré que crea que lo es.
[Miguel] Que propones? [Lidia] Muy fácil, quedaremos los tres en un bar de copas, en Gracia, cerca de tu casa. Cuando tengamos ocasión dejaremos a Nando en la mesa y nos alejaremos lo suficiente como para que no pueda vernos con claridad.
[Lidia] Hablaremos un rato, podrás acariciarme el pelo o masajearme el hombro, en plan sensual y me hablaras cerca de la oreja para que Nando no sepa si me hablas o me besas.
[Lidia] Luego, unos minutos después, volveremos y le diremos que nos espere en el bar, o en el coche porque queremos irnos solos a tu casa.
[Lidia] Pero antes de que se te ocurran ideas raras… estoy segura de que cuando se lo diga se echará atrás. Me suplicará que no vaya, yo le recriminaré su insistencia y ya está: fin de la historia, cada uno a su casa.
[Miguel] ¿Y que pasa si no dice nada y acepta que nos vayamos? [Lidia] No lo hará, lo conozco demasiado. Pero si se diera el caso, iríamos a tu casa. Pero no hagas volar la imaginación, allí NO PASARA NADA. Tomaremos una copa, veremos la tele y cuando haya pasado el tiempo necesario, me iré y regresaré con mi marido. Le explicaré que he echado el polvo de mi vida, que tienes un pene el doble que el suyo; pero que nunca más repetiré.
[Miguel] ...ufff me has dejado sin palabras... Y mira que eso es difícil.
[Miguel] Si es lo que quieres, yo estoy dispuesto a ayudarte. ¿Pero crees que con eso será suficiente? ¿Y si Nando quiere más? [Lidia] Le diré que no. Me inventaré una historia lo más morbosa posible y se la contaré una y otra vez.
******
Pasaron un par de semanas, y entonces, Lidia le contó a Nando que había quedado con Miguel.
A Nando, prácticamente se le paró el corazón, porque toda la sangre fluyo hacia su pene que creció como nunca antes lo había hecho.
Tras unos segundos de aturdimiento, Nando se lanzó Sobre Lidia, la desnudó y la penetró sin siquiera acariciarla antes. Por suerte, Lidia estaba excitada, ya que planificar la estrategia del “engaño” y el modo de contárselo, la habían humedecido lo suficiente como para recibir el miembro de Nando sin dificultades.
De hecho, el pene de Nando era de talla mediana/pequeña, apenas 13 cm, un poco por debajo de la media, pero a Lidia le gustaba y le daba placer cuando la penetraba.
A diferencia de la mayoría de las veces, en las que a Nando le costaba alcanzar el orgasmo, en aquella ocasión se corrió apenas cinco minutos después de haber empezado. Sacó su pene de la vulva de Lidia y escupió su semen sobre su abdomen y sus pechos.
- A ver, cuéntame eso. ¿Cómo ha sido? – Preguntó Nando - Ya sabes que hace unos meses que chateo con Miguel. Es simpático, romántico… vaya, todo lo que tu no eres. Me propuso quedar un día los tres y al final acepté…... Pero no te flipes… no va a pasar nada. Lo conoceremos, hablaremos, tal vez bailaré un poco con él y regresaremos a casa.
Para Nando aquello era el cielo. No hacía ni dos minutos que se había corrido y su pene volvía a palpitar. Y repitieron. Dos veces. Y lo sorprendente era que nunca antes había logrado completar dos orgasmos seguidos. Y aquella noche lo hicieron tres veces.
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