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Categoría: Masturbación

No hay nada que me relaje más que masturbarme

Hace varias semanas ya que no hago otra cosa más que trabajar, y como a cualquiera eso agota y demasiado.

El viernes pasado me junte a cenar con unos amigos que hacía mucho no veía. Eran un muchacho y una chica. Ella es bisexual y súper liberal como yo, él es hetero pero le gusta coquetear mucho.

Al llegar noté que Marco llevaba un pantalón ajustado y en su entrepierna se podía notar lo grande que es miembro y por supuesto no pude evitar mirarlo cada vez que tenía oportunidad.

Luego de la cena nos sentamos los tres en el sillón, yo fui al medio, y como hacía frío nos cubrimos con una manta. Hablamos de cosas sin sentido durante un tiempo mientras escuchábamos música.

En un momento sentí la mano de Marco sobre mi pierna, solo lo mire pero no dije nada. Lentamente comenzó a subir su mano, hasta que llegó a mi zona íntima. Volvimos a cruzar miradas pero ninguno dijo nada.

Mientras Macarena nos contaba sobre su nuevo empleo, Marco empezó a mover su mano sobre mi zona íntima. Por supuesto tenía mi jean puesto pero podía sentir el movimiento de Marco y también el deseo que empezaba a sentir mi vagina. Esto se mantuvo varios minutos hasta que Macarena se percato la hora que era y decidió irse, y Marco se fue con ella.

Cuando finalmente los despedí, me quedé pensando en la situación del sillón, no sabía porque Marco había actuado así, pero a decir verdad, me había gustado mucho. Y ciertamente había despertado mis ganas de excitación.

Me quedé en el sillón un rato más, viendo basura en la tv, hasta que no me aguante más y decidí hacer algo para satisfacerme.

Puse un poco de música, apague las luces y me acosté en mi sillón. Me relajé por completo y poco a poco fui desvistiendome, mientras acariciaba mi cuerpo.

Me encontraba en ropa interior, acariciándome. Sentía el frío del cuero del sillón en todo mi cuerpo y eso me resultaba más excitante. Tomé el jean que acababa de quitarme, lo doble en cuatro y lo apoye sobre el sillón. Me monté arriba del jean y comencé a moverme.

Despacio, de manera lenta, pero profunda. Podía sentir esa textura tan particular que tiene el jean en mi concha. Franeleandose. Haciendo presión.

Me mantuve moviéndome así durante varios minutos. Me quite el corpiño, saque el pantalón del medio y pegue mi cuerpo contra el frío cuero. Mis pezones estaban erectos, duros. Arqueé mi espalda para levantar un poco mi cola y comencé a darme nalgadas, bien fuertes. Me gusta sentir que duele. Y por supuesto en este momento mis gemidos comenzaron a ser imposibles de contener.

Después de nalgearme varias veces, me quedé acostada, semidesnuda pensando con que estímulo seguir.

Me pare en la punta del sillón. Me subí al respaldo. Tenía una pierna de cada lado y el medio, justo debajo de mi rajita, el borde del respaldo de cuero.

Empecé a moverme hacia adelante y atrás. Haciendo mucha presión. Clavaba mis uñas en el sillón y gemía del placer que estaba teniendo.

Se sentía muy rico el cuero entre medio de mis piernas, mi clítoris presionandose y mi excitación mojando todo. Seguí y seguí, gimiendo a cada momento más. Y cada vez me sentía más cachonda, más mojada. Asique seguí y seguí moviéndome sobre el respaldo de mi sillón. Seguía moviendome, pero no lograba acabar, no llegaba al orgasmo.

Luego de estar varios minutos sobre el respaldo del sillón, me senté en él y fui por un preservativo. Se lo coloqué a una zanahoria gruesa que había comprado el día anterior y me volví a sentar en el sillón.

Me abrí de piernas, metí mis dedos en mi boca y fui directo a mi vagina. Quería tocarla, sentir mi humedad. Verla roja, excitada. Me pone aún más cachonda.

Comencé a tocar mi clítoris y a golpear mi vagina con la dura zanahoria. Eso sí que era estimulante. Continúe haciéndolo, empecé a gemir y luego a gritar por lo rico que se sentía tocar mi clítoris. Chupe la zanahoria con el preservativo puesto, y la metí en mi.

La metí todo lo que pude y la dejé ahí mientras seguía manoseando mi clítoris. Me golpeaba en los pechos para excitarme aún más y logré un estado de excitación impresionante.

Me concentré más aún en mi clítoris lo golpeé, toque y salive. Justo como me gusta a mi. Luego comencé a mover la zanahoria dentro de mi y no podía parar de gritar.

Finalmente cuando sentía que ya no daba más, que mi cuerpo estaba a punto de rendirse. Quite la zanahoria de mi, me monte sobre el respaldo del sillón y comencé a moverme fuertemente. Mi respiración estaba agitada, y mis gemidos acompañaban el movimiento que tanto placer me generaba.

Finalmente sentí mi vagina contraerse y rendirse en un orgasmo que mojo aún más mi sillón.

Antes de irme a la cama, pase mi lengua por el sillón, para probar y limpiar mis jugos.

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