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El día que me casé con Iván, sin duda un amante excepcional durante los 7 años que convivimos, su cara lucía toda la felicidad del universo. Una dicha contagiosa que nos llevó a la cama antes que terminara la fiesta para luego regresar a terminarla; media hora perdidos en el cuarto de la mucama donde múltiples orgasmos producto de sus caricias y su vergota que sació mis ganas de hembra golosa. Al apagarse el fuego sexual tuve que llamar a mi prima Olga para que me ayudara a vestirme de novia de nuevo, pero la muy tonta y santa llevó a su marido al cuarto, donde el tipo me vió casi en cueros y me devoraba con la lujuria de su mirada. Era una situación embarazosa y al tiempo agradable saberme así de admirada, después de todo Renzo era guapo y muy bien hecho; pero guardé compostura y regresemos al hermoso jardín de la familia de mi nuevo esposo a proseguir la amena convivencia.
Hubo un momento en que mi prima invitó a Iván a bailar y la muy tonta y santa me dió la mano de su marido para que hiciéramos lo propio; hubiera preferido no hacerlo pero mi prima es tan especial para mi que tuve que aceptar, el tipo no perdió tiempo y me empezó a decir de cosas y me abrazó muy fuerte. Aprovechaba el ritmo de la música para arrimarme su garrote duro y enorme que le colgaba por una de las mangas de su pantalón del saco, para su fortuna y la mía, el saco era largo y cubría su abultada entrepierna; yo no deseaba sentir nada pero la verdad es que me causaban espasmos sus arrimadas de verga al grado de desear de nuevo recibir otro montón de carne de macho entre mis labios inferiores.
Con mi concha remojada y caliente nos separamos al terminar la pieza no sin antes advertirme Renzo que no tardando mucho me depositaría todo su semen hasta lo más profundo de mi útero. Pues así, toda ganosa me dirigí a las bebidas para tratar de calmar mis ansias en una copa de vino, pero también llegó Iván y me sirvió una de vodka y brindamos. Después de la copa lo jalé tras una gran jardinera y busqué con desesperación su verga para motivarlo a que me diera otra envergada. Desafortunadamente me dijo que ya no traía más pólvora para disparar su pistola y además estaba cansado y algo bebido; desilusionada regresamos a las bebidas y me tomé de un trago otra copa y él hizo lo mismo pero repitó 2 veces. Con copas en mano hicimos otro recorrido por las mesas y entre pláticas y brindis, el alcohol me fue relajando y a mi marido lo fue estupidizando. Entonces mi suegra nos quiso mandar traer un alquiler para dirigirnos al puerto cercano donde reservamos nuestro nido de luna de miel, pero ahí estaba el esposo de mi prima para ofrecer sus servicios desinteresados. Mi suegra encantada que alguien amigo nos llevara para mayor seguridad y yo ya andaba mensa para protestar; vi que Renzo le dio un dinero a mi prima para que tomara taxi pero una familia ofreció llevarla a casa.
Camino al auto por mi mente pasó una imagen donde me veía encamada entre los 2 hombres, pero la deseché y nos fuimos al puerto en el auto de renzo; Iván y yo en el asiento trasero muy abrazados y relajados. Hacía yo intentos por lograr que el pene de mi marido se levantara de nuevo pero fue infructuoso. Una hora después arribamos al puerto y ya en el hotel fue necesario que Renzo llevara a Iván casi a rastras a la suite porque apenas se mantenía en pie. Yo estaba indefinida si quería que eso sucediera o no pero el alcohol y las ganas de sexo permitieron que llegáramos a la cama, donde Renzo recostó a Iván, quien estaba más muerto que vivo.
Entonces el marido de mi prima se acercó a mi con mirada lujuriosa y me dijo que si yo quería que se quedase o que se fuese. Mi silencio fue interpretado y me abrazó y me besó larga y profundamente mientras sus manos me estrujaban y buscaban mi piel; ya perdida en su atractivo me colgué de su cuello y colaboré aflojando mi cuerpo y restregandome en el de él. Mi vestido empezó a caer y conforme iba bajando su boca me iba devorando desde el cuello, los hombros, ooohh!, las tetas, los pezones, mmmmggggggaaaaaa!, mi vientreeeee oh cieloossss!. Me desnudó toda y buscó mi concha con su lengua, ya expulsando lubricante abrí mis piernas y adelanté mi sexo para que llegara hondo, tomé su cabeza y me la hundí en la entrepierna y él me agarró de las nalgas mientras me auscultaba el clítoris haciendo que me saliera un grito gutural, mis párpados retemblaban y mi cuerpo sufría espasmos y temblores... entonces le pedí que me diera verga con voz ronca y tembolorosa.
Se levantó y se acercó a la cama donde el santo de mi marido ya roncaba a rienda suelta, lo cargó y lo fue a recostar en un sofá mientras yo me restegaba los dedos de una mano en el clítoris y con los de la otra me pellizacaba los pezones. Mi pretendiente a amante se despojó de sus ropas y dejó ver su pedazote de carne, una auténtica macana de las que usaban los cavernícolas para conquistar a las mujeres. También su cuerpo era antojable y fortachón. Me alzó en sus brazos y me acostó en la cama, de inmediato se puso sobre mi en posición 69 y metió toda su boca en mi mojadísima pucha provocandome más estragos musculares en todo el cuerpo; apreté con mis piernas su cabeza y tomé su vergotón con mi boca, que apenas cabía y lo devoré con fruición. Espasmos iban y venían y mi cuerpo convulsionaba y me atraganataba de verga, había momentos en que le encajaba mis uñas y me salían rugidos descontrolados. Entonces me llegó la locura, sentí que expulsaba todo el contenido de mi vientre por mi coño y me tragué toda su verga mientras mi orgasmo sucedía. Mis abundantes jugos vaginales bañaron las sábanas y mis nalgas.
Se levantó exitado y de nuevo se colocó sobre mi pero normal, embistiéndome salvajemnete la rajada con su garrote y llenándome toda, activando de nuevo mis ganas de ser poseída. Bajo su cuerpo, el mío era estrujado y taladrado a gran velocidad mientras sus resuellos lastimaban mis oídos, de nuevo mis uñas se encajaron en su piel y mis rugidos llenaban toda la suite y ya me estaba doliendo el sexo cuando mi nuevo amante me aplastó contra la cama y depositó todo su esperma en lo más profundo de mi vientre, tal y como me amenazó antes. Ahora él era quien rugía de placer y yo ronroneaba de felicidad, pues otra vez me llegó el orgasmo, ahora más disfrutado con mi hombre abrazándome y dándome el calor de su piel pegada a la mía.
Me quedé extasiada, cansada y antes que él se quitara de encima le planté un beso tierno de agradecimiento, me dijo gracias también y que me buscaría frecuentemente para calmar sus instintos de macho porque mi prima era muy fría. Se levantó y se vistió de nuevo, luego fue por Iván y lo trajo a la cama donde lo recostó a mi lado, retirándose entonces. Antes de que me ganara el sueño desvestí a mi esposito para que creyera que nos entregamos al sexo porque la cama quedó muy húmeda con mis líquidos, luego también le di un beso de agradecimiento por permitirme gozar al éxtasis en nuestra noche de luna de miel, con 2 machos de grandes y eficientes burros.
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