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Categoría: Zoofilia

Mi primer caballo.

A mi novia y amante por los últimos doce años, le encanta tener largas sesiones de hacer el amor, son tantos los años que nos conocemos que no hay secretos entre nosotros y no hay nada que no hayamos probado y hecho ya, y solo nosotros dos sin terceros, a mi me hubiese gustado compartirla con un negrote con un pene gigante, pero cada vez que le hago la propuesta ella exclama … ¡ni lo sueñes!

 

Además, en nuestra localidad no hay negros, así que me queda solo como una fantasía, pero cada vez que la molesto con la loca idea, su chochito se humedece y ella acaba en orgasmos violentos y pidiendo más y más.

 

Por mi trabajo, soy piloto de avión, viajo mucho y prácticamente por todo el mundo, así que normalmente le traigo regalos y cosas características de los lugares que visito, también le traigo juguetes sexuales, cosas que a ella le encantan y que después nosotros utilizamos en nuestros jueguitos.

 

Esta vez le compré un enorme pene color chocolate, copia de un conocido actor porno, también otro gigantesco miembro semejante a la verga de un caballo, si no me equivoco, ahora el total de sus bizarros juguetes eran doce de diferentes tamaños.

 

Esa tarde, después que se escondió el sol, nos servimos una suculenta cena acompañada de un buen vino, Francesca luego se fue a la cocina para poner orden, yo me fui detrás para ayudarla, caminábamos pegados, yo tenía una mano sobre su vientre y otra sobre su glúteo firme y redondo mientras besaba su cuello, ella reía porque le hacía cosquilla, se giró abrazándome y comenzó a rotar su pelvis contra el bulto que se había formado en mis pantalones, nos devoramos nuestros labios mientras nuestras manos volaban por todo nuestros cuerpos, hicimos el quehacer hogareño de la cocina y después no fuimos a nuestro dormitorio.

 

Ella, joven mujer de treinta años tiene un cuerpo espectacular, sus cabellos rubios cortitos la hacen lucir mucho mas joven, como una adolescente, sus grandes pechos turgentes y sus pezones duros respingados con pequeñas areolas rosadas, su cintura estrecha y su vientre plano con amplias caderas, resaltan su figura femenina, sus piernas son largas y bien torneadas con unos muslos que llaman la atención a los hombres, es realmente una belleza de mujer y yo soy el hombre afortunado.

 

Mientras ella se encontraba en baño, yo saqué de mi maletín, el pene color chocolate y el otro de caballo escondiéndolos bajo las almohadas, porque ella no sabía nada de estos, anteriormente yo le había entregado un perfume francés, una blusa de España y unos souvenirs de Holanda, lo otro era una sorpresa, cuando ella volvió del baño, me levanté y fui a unos de sus muebles y saqué la bolsita con sus juguetes sexuales, ella me dio una mirada y una sonrisa significativa mordiendo su labio inferior, puse también estos debajo de las almohadas para no hacerla sospechar de nada, luego fui también yo al baño rápidamente y regresé a su lado en la amplia cama.

 

Conversamos cosas triviales y continuamos nuestras caricias y manoseos, ella vestía un neglige rosado y una tanguita del mismo color, su chocho rasurado traslucía a través del género de la prenda, su chuchita brillaba con la humedad de sus fluidos, mis brazos la mantenían estrecha a mi y mis manos se movían por las curvas de su voluptuoso cuerpo, me separé ligeramente para tener acceso a sus pezones los que comencé a pinchar y a tironear suavemente entre mis dedos, a este punto su neglige había volado a cualquier parte y yo me comencé a deslizar hacía sus tetas  con mis labios, sus gemidos se hacían sentir en toda la pieza, mi boca resbaló sobre su vientre invadiendo la foseta de su ombligo y continué mi movimiento hacía más abajo, estaba enloqueciendo por sentir el dulzor de su chocho empapado, su aroma de almizcle me trastornaba, su sabor característico me subyugaba, necesitaba beber de esa fuente donde me acercaba sediento.

 

Sus piernas estaban temblando y me tiraba de los cabellos desesperadamente, bebí sus jugosas secreciones y luego lentamente y besándola con pasión, extraje de debajo de las almohadas el grueso pene de caballo, me posicioné entre sus piernas y mientras besaba la rebosante hendidura de su vagina, puse la gruesa polla sobre las sabanas, luego la apoyé contra sus labios hinchados, comencé a presionarla contra su boquete rosado, con dos dedos abrí ulteriormente sus labios, su cavidad me pareció muy pequeña para recibir semejante verga, su vulva se contraía mecánicamente como con vida propia, procedí a meter mis dedos en su interior y a masajear la entrada de esa maravillosa chuchita, con cuatro dedos que entraba y salían de su chocho, apunté una vez mas el miembro descomunal y los empujé hacía adentro delicadamente.

 

Francesca dio un grito cuando la cabezota a forma de hongo resbaló dentro su chochito y se estremeció encabritándose como una yegua en celo, sus caderas comenzaron una danza erótica hacia arriba y hacia abajo, acomodé el ángulo del pene de caballo, en modo de que a cada movimiento de ella más y más de la polla fuese adentrándose en su vagina, los chillidos de ella hacían palpitar a mi propio pene, ella estaba en el paraíso, sus movimientos de cadera se incrementaron en velocidad y violencia, con largos gemidos y fuertes convulsiones ella se vino revolcándose y corcoveando en la cama, sus manos tironeaban de las sabanas y sus gritos y gemidos la hacían aún más bella, sus piernas se cerraban y se abrían repetidamente, luego se giró y quedó inerte con sus piernas dobladas, sus respirar era afanoso y mantenía sus ojos cerrados.

 

La gigante verga de caballo estaba incrustada en su vagina, abrí sus nalgas y comencé a lamer el hoyito de su culo, luego inicié a mover el pene de caballo hacia dentro y hacia fuera de su chuchita, ella respondió con gemidos y empujando sus glúteos contra mi lengua, de a poco se puso boca abajo y levantó sus nalgas, continué a mover la inmensa polla dentro y fuera de ella, mientras intentaba follar su ano con mi lengua, ella de pronto comenzó a enloquecer … entre suspiros y chillidos, ella me dijo de recostarme de espaldas, ya que ella quería montar mi boca, así yo podría tener una vista mejor de su chocho ensanchado por la descomunal verga, lo hice, mientras veía a pocos centímetros como la mitad de sus pliegues vaginales venían arrastrados fuera de su chochito para luego adentrarse en sus profundidades, todavía podía pasar mi lengua por su ano, ella cabalgando esa polla enorme, cerró sus labios sobre mi pene y comenzó una mamada fenomenal.

 

Cada vez que yo empujaba esa polla enorme dentro de su chuchita, ella se detenía y lanzaba chillidos como relinchos, se vino una y otra vez, tuve que sujetar sus piernas para no hacerla caer de la cama, me chupó hasta la ultima gota de semen y estrujaba mi pene haciendo salir aún más, su cuerpo se estremecía sin cesar y sus relinchos y gemidos eran interminables, delicadamente le saqué la inmensa polla de su chochito, ella restaba inerte y respiraba con la boca abierta, hasta un poco de espumita se había formado en la comisura de sus labios, como una equina reventada por el esfuerzo.

 

Se quedo en esa posición por largo rato, luego abrió sus ojos y miró con asombro el tamaño de la verga que la había hecho enloquecer, la tomo en sus manos y la acercó a sus labios, saboreando sus propios fluidos … luego me miró con ojos picaros y me dijo … este será mi preferido … entonces tomé el segundo pene color chocolate y lo puse sobre su vientre, este sobrepasaba ampliamente su ombligo … sus ojos brillaron y dijo … en tono de niña traviesa … este también, este también …

 

Francesca me confesó que jamás se había sentido tan caliente y su chochito tan colmado de polla, luego se estrecho hacia mi y levantando su respingada nariz, me dijo … lo quiero sentir otra vez, mientras me follas por el culo … bese su frente y luego sus labios, le respondí que así sería y cuanto la amaba por ser así como era, se adormeció pegadita a mí y con la verga gigante entre sus tetas.

 

Francesca en un sueño reparador, se veía a sí misma en grandes y verdes praderas donde una manada de caballos corrían hacia ella y los machos percibiendo su olor de hembra excitada, se enfrentaban por el derecho de aparearse con ella, un recio macho blanco con una cola majestuosa, alzaba sus dos patas para combatir con el semental negro de potentes flancos que lo enfrentaba, giraban ambos relinchando y lanzando patadas al aire, casi al borde del barranco el corcel blanco arrinconó al garañón negro el cual se alzó bruscamente, el potro blanco resbaló en el roquerío cayendo al vacío.

 

El semental negro relinchando se acerco a su hembra para recibir sus favores, el grueso miembro del potro era medio metro fuera de su panza, ella se acerco y lo tomó en sus manos, lo sobajeo delicadamente sobre la recompensa del macho negruzco el cual al sentir sus cálidas carnes relinchó y se estremeció, ella se giro y plegando sus piernas se ubicó bajo la panza del animal, se sentía la vibración de la verga, con ardor ubico la cabezota a forma de hongo en sus labios vaginales, el potro hizo el movimiento apropiado para ser penetrada y la polla entro en su angostura femenina, pequeños chillidos como relinchos escaparon de la boca de ella, la enorme polla la follaba y ella sentía cada centímetro de esta que subía por su canal vaginal.

 

Francesca se entregaba al vencedor, su vagina estaba pronta a recibir una voluminosa descarga de semen del semental, su coño había sido el elegido, los embates del animal la hacían estremecer, agarrada a sus patas delanteras, luchaba por recibir toda esa verga equina en su chuchita estrecha, gozaba y vibraba con cada empuje de su caballo.

 

Repentinamente y con un relincho de victoria, el potro se vino, un litro de semen comenzó a llenar toda su vagina, anegando su útero y revirtiéndose por tierra, sus muslos y piernas estaban bañados en esperma equina, sus caderas y glúteos tremaban incontrolablemente en un orgasmo salvaje

 

Me desperté, Francesca estaba arrodillada a chuparme la verga, tomé el pene de caballo y lo acomodé bajo sus glúteos, rápidamente ella movió su vagina y engulló la bestia enorme, puse dos almohadas bajo sus muslos y ella se tragó el pene hasta el fondo, chillaba una vez más, por un rato dejo de mamarme y dando gritos y relinchos se clavo con fuerza esa verga en ella, estaba electrizada vibraba todo su cuerpo, sus manos aferraban sus pechos que rebotaban por la fuerza con que ella cabalgaba ese pene, luego bajó su torso y continuó a lamerme y chuparme, aferró mis cojones y los amasó como para mezclar el líquido seminal que hervía en ellos.

 

No quería venirme en su boca, quería cumplir con la petición que ella me sugirió, tenía que follar ese estrecho ano de ella, me arrodillé atrás de ella y comencé a follarla con la verga de caballo, era una visión única el ver esos rosados pliegues que salían aferrados a la inmensa polla para después reentrar a su lugar habitual, acaricié su hoyito anal y lo besuqueé varias veces, estaba como hipnotizado por esta vista maravillosa.

 

Pensé que éste debía ser un momento especial para ella y para su placer, así que procedí a acariciar su espalda, a besar su cuello, acariciar sus cabellos y follarla sin cesar con la polla gigantesca, ella arqueaba su espalda, apoyé la polla enorme en las almohadas y tomando sus hombros la levanté para sentirla en mi pecho, cuando comencé a sobar sus tetas y pellizcar sus pezones, Francesca inició un frenético movimiento de sus caderas empalando su cuerpo en el pene de caballo, cabalgando y corcoveando su cuerpo se estremecía en otro orgasmo, la sujeté fuerte para ayudarla a mantenerse sólida, mientras su cuerpo se contorsionaba.

 

La fuerza de su orgasmo hacía que su ano se contrajera rítmicamente, coloqué la cabezota de mí pene sobre su agujero trasero divino y empujé, ella también se movió hacía atrás y pude vencer la resistencia de su esfínter, disfrutando la estrechez de su culito, estaba tan caliente que si aceleraba mis movimientos me iba a venir rápidamente, sus chillidos y gemidos me confirmaban que estaba deleitándose con la follada.

 

Su esfínter succionaba mi verga, ella con su torso en bajo y sus tetas aplastadas por la almohada se movía al ritmo de mis embates, éramos como una maquina de follar bien calibrada y aceitada, pero nuestros sentidos seguían siendo humanos, sus gemidos y grititos de niña sentían la potencia y mis cojones estrellándose contra su coño empalado de esa verga mayúscula, tomé sus hombros y la tiré hacia mí para follarla con mas fuerza, sus tetas llenaron las palmas de mis manos, jalaba sus pezones mientras enterraba mi polla con violencia en su trasero maravilloso.

 

Francesca había puesto una mano en mi cabeza y me tenía agarrado estrecho a su cuello, susurraba … más amor mío … mas fuerte … ¡ooohhh! mi amor … así … ¡aaahhh! ¡ssiii! … acaba dentro de mi culo por favor … dame tu lechita en mi trasero … ¡ooohhh! si … así … no pude contenerme y gruñendo y apretando mis nalgas, comencé a llenar su recto con mi esperma, fue el inicio de otro de sus orgasmos increíbles, tenía su culo pegado a mi pelvis y sentía a su esfínter que ordeñaba mi miembro con contracciones fabulosas.

 

Mi pene resbaló fuera de su ano y ella se acomodó en posición fetal frente a mí, estaba exhausta, jadeaba pesantemente … necesito descansar un poco, me dijo … necesito reponerme … todo ha sido maravilloso … gracias, amor mío … acaricie sus dorados cabellos mojados de sudor, mis manos se deslizaron por sus caderas, vi que el inmenso pene de caballo aún estaba profundamente enterrado en ella, me incliné para sacárselo, ella me tomó la mano y me dijo … déjalo así … quizás me provoque un sueño erótico hermoso … descansemos amorcito

 

Datos del Relato
  • Categoría: Zoofilia
  • Media: 6.5
  • Votos: 2
  • Envios: 0
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