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Categoría: Confesiones

Me folla bien rico un maduro de 50 años

A veces para lograr mejores precios o contratos de varios eventos con alguna empresa, negocio con mi cuerpo; claro, no siempre se puede o no es necesario, pero otras sí lo es. Hace un par de años, cuando recién iniciaba mi negocio, conseguí a un proveedor muy utilizado por todos los que hacemos grandes eventos, pero había algunos problemas, por un lado, como es un proveedor muy demandado, no siempre tiene lo que requerimos o tenemos que competir con otras empresas para que no dé prioridad. En una ocasión, era como la tercera vez que trabajaba con él, mi evento me lo confirmaron ya muy cerca de la fecha, y se empalmaba con otros eventos, por lo que el proveedor –el señor Braulio Fernández- tendría problemas para darme el servicio, la cuestión estaba en que de no hacerlo me metía en graves problemas. Por lo que tuve que ir a verlo y tratar de lograr que hiciera lo que fuera necesario para asegurarme el servicio. Como ya me había dado cuenta de que era un viejo raboverde y libidinoso, me arreglé un poco sexy, con un vestido azul pegadito y cortito, con un escote más o menos generoso, un calzón pequeño –que se marcaba- y un bra que me levantaba muy rico mis tetas.

Nos quedamos de ver en un restaurante –más bien una cantina- y más que comer estuvimos botaneando y tomando mezcal y cervezas. Durante el tiempo que estuvimos ahí estuve coqueteando un poco con el Sr. Braulio, inclinándome para que viera mi escote y caminando sexy cuando iba al baño; no era el único que me comía con la mirada…jejeje. En determinado momento le dije que quería que me diera preferencia para sus servicios, Don Braulio sólo preguntó “preferencia, licenciada?”, asentí pero él no dijo nada más, y sirvió otro mezcal; yo ya andaba algo mareada. Después de salir del restaurante, ya anocheciendo y medio borrachos, estuvimos platicando tonterías y se estacionó en una especie de mirador de un camino secundario.

Don Braulio – Aquí me gusta venir…sobre todo con alguna amiga.

Yo – Sí, está alejado y tranquilo…Entonces qué me dice de lo que le pedí, Don Braulio?

Don Braulio – De qué, licenciada?

Yo – Ay, de que me dé preferencia cuando se le empalmen eventos –rió-.

Don Braulio – Pues para eso estamos aquí, licenciada, para negociar –yo abrí los ojos como plato fingiendo sorpresa, sabía que algo me pediría-.

Yo – Cómo negociar? Me va a bajar el porcentaje de ganancia?

Don Braulio – Jajajaja no, licenciada, no se preocupe por eso. Mire, si usted coopera, yo coopero, pero si no, pues no creo que se pueda lo de darle preferencia.

Yo – Coopero en qué o qué, Don Braulio?

Don Braulio – (sonrió) Mire, no se haga la inocente, licenciada, por algo vino vestida así.

Yo – Cómo?

Don Braulio – Con ese vestido pegadito…

Yo – Pero nada más me arreglé!

Don Braulio – Ni madres, bien que sabe que se le marca el calzoncito en ese culote que tiene –me impactó que me hablara así- y más como lo movía cuando iba al baño…y ese escote enseñando media teta, qué? No lo hizo para convencerme? Pues aquí estamos, convénzame! –se movió a un lado del volante, cerquitita de mi-.

Yo – Y qué va a querer a cambio de la preferencia? –me acarició las piernas-.

Don Braulio – Ofrezca, licenciada…

Yo – Un beso?

Don Braulio – Jajajaja…por qué no empieza bailándome encima? Como teibolera?

Yo – Qué?

Don Braulio – Pues si quiere nos vamos –lo vi y entonces me senté sobre él-.

Yo – A ver, deme chance.

Don Braulio – Ya ve, así, coopere…afloje y llegamos a un acuerdo –me acomodé sobre él poniendo mis nalgas sobre su paquete, que iba endureciéndose poco a poco, él había echado el asiento hacia atrás e inclinó el respaldo un poco, eso le permitía verme mejor- ah, qué rico es tenerla así, licenciada –me agarró las caderas poniendo sus pulgares claramente en mis nalgas- a ver mueva el bote –empecé a moverme. En círculos sobre él-.

Yo – Así, Don Braulio? –sentía su verga cada vez más dura en mis nalgas-.

Don Braulio – Tiene un culote, licenciada…siempre se me ha antojado –me acariciaba las piernas levantándome la falda poco a poco- levántese la falda.

Yo – No, así –la verdad no quería llegar mucho más lejos, me daba un poco de repugnancia, era gordo, feo y vulgar, creí que con sólo dejarlo ver sería suficiente-.

Don Braulio – Déjese de mamadas o nos vamos y a la verga, licenciada –mientras me decía eso me levantó la falda enrollándomela arriba de la cintura, dejándole ver mis nalgas apenas cubiertas por mi pequeño calzón- ay, cabrón, mira nada más lo que me voy a comer –me agarró fuerte de la cadera y las nalgas, para restregarlas bien en su paquete; se movía como si me estuviera cogiendo-.

Yo – Así le gusta? –me movía lo más caliente que sabía, esperando que se viniera rápido, pero estaba muy equivocada-.

Don Braulio – Uy, mami, qué rico me la estás parando –entonces me agarró las piernas y después las tetas, me las agarró fuerte, me las quería agarrar directamente, entonces me bajó el cierre del vestido y me lo bajó, tenía todo el vestido enrollado en la cintura-.

Yo – Don Braulio, puede venir alguien!

Don Braulio – Jajaja, no te preocupes, nena…nadie va a venir…puedes dejar salir a la putita que eres, mami –me agarró las tetas por encima del brassiere, pero enseguida me lo quitó y me agarró las tetas desnudas, me pellizcó los pezones y eso me calienta muchísimo- los tienes duritos, mami, estás caliente, eh –bajó su mano hasta mi conchita, me la acarició sobre la panty- mmmmm…y ya te estás mojando.

Yo – Me tiene muy hot, Don Braulio…qué rico!

Don Braulio – Te gusta, verdad, putita? –me jaló hacia atrás, recargándome en él, yo me movía como si me estuviera cogiendo, él me acariciaba la conchita sobre mi calzoncito y me pellizcaba los pezones, me magreaba las tetas, yo sentía su verga durísima en mis nalgas, entonces se bajó el pantalón con todo y todo y sentí su duro miembro restregándose en mi conchita- quieres que te la meta?

Yo – Ya con esto estoy hasta arriba de la lista, verdad, Don Braulio?

Don Braulio – Claro que sí, mamita…arriba de la lista y de mi verga –entonces me hizo a un lado mi calzoncito, le ayudé a acomodarla en la entrada de mi conchita y me la metió- ahí te va, chiquita.

Yo – Ay, cabrón, me entró bien rico.

Don Braulio – Te resbala bien rico, mami…tienes una cuquita muy hambrienta.

Yo – Sí, Don Braulio…dele de comer rico…puta, me está calentando bien rico.

Don Braulio – Te gusta la verga, mami?

Yo – M-hm…

Don Braulio – Te gusta cómo te entra, chiquita?

Yo – Ay, sí, Don Braulio, me la mete bien rico…métamela…métamela…

Don Braulio – Jajaja ya sabía que eras una putita, mami…y tarde o temprano me las ibas a dar…qué ricos pezones, tienes…bien duritos.

Yo – Ah, sí? Me traía ganas? Quería metérmela? Quería cogerme?

Don Braulio – A güevo…con esas nalgotas y esas tetas…te antojas un chingo, chamaca…además tienes una cara de putita traviesa, que no puedes con ella.

Yo – Ay, qué rico!! –me bombeaba muy sabroso, la verdad, jamás pensé que ese señor gordo raboverde cogiera tan rico; me pellizcaba los pezones y me pegaba en las tetas-.

Don Braulio – Eso querías, verdad, cabroncita? Que te diera una buena cogidota –me escupió las tetas y me las embarró con su saliva- que te metiera la verga, chamaca, por eso viniste con ese putivestido, verdad, mami? Querías verga?

Yo – Sólo quería coquetearle un poquito, Don Braulio –le dije entre gemidos-.

Don Braulio – Coquetear? Jajaja, no mames, chamaca, tú querías verga –sus embestidas fueron más agresivas y me pellizcó los pezones-.

Yo – Ay, qué vergota tiene, Don Braulio!!

Don Braulio – Te gusta, putita?

Yo – Ay, sí, está enorme…mmmmmm…

Don Braulio – Todita para ti, cabroncita…uy, mira cómo te entra toda.

Yo – Sí, toda…métamela toda…ay, cabrón! –después de unos minutos me dijo que me acomodara hincándome en el asiento y con mi tronco hacia delante, para sentarme en su verga-.

Don Braulio – Así, putita, quiero ver cómo ese culote se come mi fierro…no mames, te ves buenísima –yo seguía con mi calzoncito echo a un lado y dándome sentones en la enorme verga de mi proveedor- qué rico te dejas caer, chamaca -me daba nalgadas y me agarraba de mi calzón para que lo cabalgara-.

Yo – Le gusta?

Don Braulio – Tienes un culo de poca madre…seguro te la meten mucho de perrito, verdad, cabroncita?

Yo – Sí, Don Braulio, les gusta ponerme así…ay, qué rico me coge!

Don Braulio – Sabía que te iba a tener así, chamaca…desde la primera vez que viniste se me antojé darte una buena cogida…siempre vienes enseñando tetas y culo y me la dejas bien parada…me tengo que coger a mi secre para bajarme la calentura, pero este culo está mejor -me dio una nalgada fuerte-.

Yo – Tanto lo caliento?

Don Braulio – Bien que sabes…por eso vienes con esa pinche ropita enseñando todo, para parármela y que te dé mejores precios…ahora me las vas a dar cada que quieras algo especial, chamaca…vas a ser mi putita –entonces me levanté, me di la vuelta y me senté sobre él, poniéndole mis tetas en la cara; era tiempo de negociar-.

Yo – Quiero metérmela así, Don Braulio –la acomodé en la entrada de mi conchita y me fui sentando poco a poco- mmm…qué rico…-me la metía un poquito y me levantaba, luego otro poco y me levantaba de nuevo- la tiene bien grande y gorda, Don Braulio…está deliciosa!

Don Braulio – Te gusta, putita? Es todita para ti, chiquita.

Yo – De haber sabido se las doy hace mucho –yo subía y bajaba, montando su verga- me tiene súper hot -le acerqué mis tetas a su cara, él me agarró de las nalgas y me las masajeaba fuerte-.

Don Braulio – Pues habrá que desquitarse, mami –empezó a comerme las tetas- tengo mucha leche que darte, putita.

Yo – Ah, sí? Mucha lechita?

Don Braulio – Un chingo, chamaca…mmmmmmm…mmmmmmmmmm…por todas partes de la voy a dar, cabroncita.

Yo – Y además de lechita qué me va a dar por tantas cogidas, eh?

Don Braulio – (Sonrió) Preferencia para sus eventos, licenciada…eso quiere? Sus nalgas por la preferencia?

Yo – Suena bien –me pellizcó los pezones riquísimo con los dientes, jugueteaba con su lengua mis pezones y me agarraba bien fuerte las nalgas, me daba nalgadas- me voy a venir, Don Braulio…me voy a venir…

Don Braulio – Te vas a venir, perrita? Te vas a venir, licenciada putita? –asentí-.

Yo – Sí…-empecé a gemir- me voy a venir, papi…

Don Braulio – Papi, ni madres…”Don Braulio”, chamaca puta.

Yo – Sí, Don Braulio…mmmmmmmm…me encanta cómo me coge, Don Braulio…

Don Braulio – Te gusta la verga, verdad, cabrona? Te encanta andar de calienta vergas, verdad, pinche puta?

Yo – Sí…ay, no mames…no mames…

Don Braulio – Contesta, chamaca!

Yo – Mmmmmmm…sí, me encanta la verga…aaaaahhhh…soy una putaaaaa…-me vine delicioso montando la enorme verga de mi proveedor, ese panzón vulgar hizo que tuviera un orgasmo bien rico cogiéndome en su camioneta; enseguida sentí cómo su verga comenzaba a palpitar, no faltaba mucho para que echara su semen, así que seguí moviéndome y comencé a apretarle el miembro con mi conchita- coge delicioso, Don Braulio…me encanta su verga, cómo me agarra las nalgas, cómo me come las tetas.

Don Braulio – Estás buenísima, chamaca! Para darte por todas partes, putita.

Yo – Quiero sentir su lechita, Don Braulio…quiero que me la eche adentro…

Don Braulio – Adentro?

Yo – No se preocupe, estoy operada…puede venirse adentro…la quiero adentro –le apreté la verga con mi conchita-.

Don Braulio – Uy, qué rico, putita…te voy a llenar, chamaca.

Yo – Sí, lléneme de lechita…entonces ya tengo prioridad, Don Braulio? Me quiere echar su lechita en otra parte?

Don Braulio – Eres una cabrona…te doy prioridad si cogemos una vez al mes, chamaca –lo empecé a apretar rítmicamente-.

Yo – Cada tres meses…vengo…a…que me…coja…como quiera…y…me…dé…su lechita…en…donde…quiera –le susurré al oído mientras seguía montándolo-.

Don Braulio – Dos…

Yo – Mmmm…qué rico!

Don Braulio – Me vas a sacar la leche, canija.

Yo – Sí, échemelos, Don Braulio, échemelos…quiero sentirlos!

Don Braulio – Ah, cabrón…me voy a venir, putita. En dónde los quieres?

Yo – En dónde quiera, Don Braulio…échemelos!

Don Braulio – Hoy tú dices…ya luego me toca a mi, chamaca…dónde los quieres?

Yo – Adentro, échemelos adentro, Don Braulio…

Don Braulio – Segura?

Yo – Sí, quiero sentir cómo me llena de su lechita…échemelos…deme su lechita.

Don Braulio – Ahí te van, cabroncita…te voy a llenar de mecos, chamaca.

Yo – Sí, qué rico…échemelos, Don Braulio…é…aaahhh…mmmmm –en ese momento sentí cómo me llenaba de semen…me vine por segunda vez; no lo podía creer, el panzón de Don Braulio, ese viejo rabo verde y vulgar, me había dado un cogida deliciosa en su coche; me sentía como una chamaca caliente-.

Don Braulio – Aaaaaaahhhhhhh…mmmmmmm…ay, hija de la chingada, qué rico me los sacaste…mmmmmmmm…eres una perrita deliciosa y muy caliente, chamaca –yo seguía moviéndome por mi segundo orgasmo y restregaba mis tetas en su pecho-.

Yo – Mmmmmmm…qué rico me llenó de su lechita, Don Braulio…y era mucha.

Don Braulio – Es que me pusiste bien caliente, chamaca…estás re buena, cabrona. No sé si aguante dos meses sin comerme este culo.

Yo – Valdrá la pena la espera –seguí montándolo hasta que fue perdiendo su erección-.

Después de terminar ambos, nos medio vestimos y estuvimos platicando un rato, sobre todo de lo que habíamos negociado. Después de un rato, le pedí a Don Braulio que me llevara por mi coche, me dijo que claro que sí, pero que se había quedado con ganas de algo, de probar qué tal era yo para el sexo oral. Le dije que se la debía porque ya tenía que llegar a casa con mi hijo, afortunadamente aceptó a salir de una vez, pero hizo que en el camino de donde estábamos hasta llegar a la ciudad se la mamara. Así que me incliné sobre él, le abrí el pantalón, le saqué su enorme verga, se la lamí, la chupé y después empecé a mamársela mientras Don Braulio manejaba. Ese fue el inicio de una rutina de sexo cada dos meses con mi proveedor, Don Braulio.

Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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