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Categoría: Sadomaso

MADURA ENTREGADA 6, MASOQUISMO!

Continuando con mis aventuras con Marlene la mamá de Max, hoy les contaré la última noche que estuve con ella, una noche muy rica de sexo y masoquismo, pero también la noche que dio por terminada una amistad y tal vez quebranto una familia.

En el último relato les conté cuando me la cogía en su cocina durante la celebración de Navidad y mientras la follaba muy rico, su cornudo esposo vigilaba la puerta para que nadie nos descubriera, todo fue muy rico, pero ese día, Max intuyó que algo no estaba bien y aunque terminé cogiéndome a su madre en la madrugada, él traía una espinita que no lo dejaba.

Marlene y yo continuábamos torturando al viejo, cogíamos ahora mientras él comía o miraba tv, Marlene era más descarada y lo trataba como una autentica basura y aunque disfrutaba ver su cara de perdedor, admito que me sentía mal en el fondo ya que él era el padre de mi amigo de la niñez y tal vez no merecía eso.

Pero ya era tarde, estaba tan metido en esa tortura mental que solo cumplía con mi deber de corneador, esa noche quedé con Marlene de darle un súper show a su marido, uno masoquista, ella siempre quiso ser dominada, sodomizada y humillada y yo le cumpliría su fantasía.

Llegué puntual a la cita, cuando llegué, Marlene ya me esperaba en una bata roja de mezclilla, con el cabello suelto y perfumada, nos besamos como era costumbre y yo dejé mi mochila con instrumentos que usaría para su fantasía en el sofá de la sala.

Y bien sin perder más tiempo, nos besamos y comenzamos con el rico faje, mis manos acariciaban esas piernas que tanto me excitan, ella acariciaba mi verga por encima de mi pantalón.

M: ¡Te tengo una sorpresa nene!

L: ¿Así? ¿Cual?

Se paró frente a mí y se quitó su bata, un espectacular traje de cuero en forma de negligé pegado a su escultural cuerpo me mostraba, mi verga reaccionó parándose, ella mirándome coqueta se bajó y sacó a mi amigo de mi pantalón y empezó a darme tremenda chupada.

L: ¡Uh!! ¡Que rica te ves, uhm!

M: ¿Te gusta? ¡Lo escogí para ti, para esta anoche!

L: Uhm, genial, ¡combina con mis instrumentos!

Marlene se tragaba de forma espectacular mi dura verga, la acariciaba y jalaba bruscamente, luego desaprecia en su boca como si de una anaconda se tratara, me mordía el glande, se estaba dando gusto con mi dura pija.

L: ¡Así chiquita, uf!!

M: ¡Uhm, que rica verga, me encanta!

Ahora tomándola de su nuca le follaba con violencia su boca, yo estaba desesperado, ella apenas si respiraba, pero eso no me impedía seguir ahogándola con mi verga, yo estaba tope, súper excitado, tanto que no aguante más y le llene su rica boca de mi semen caliente.

L: ¡Ah, sí, ah!!!!

M: ¡Uhm!!! Mmm!!!

Quedé satisfecho, ella se limpiaba mi semen de su cara y me tomó de la mano, llevándome a la habitación.

M: ¡Que rica descarga, me encanta tu sabor!

L: ¿Y el cornudo?

M: A eso vamos, ¡nos está esperando!

Entramos a su habitación y en la esquina del cuarto estaba su marido, atado en una silla sudado y como con miedo, nos miraba y creo que quería gritar, miré a Marlene y ella tenía una sonrisa de oreja a oreja malévola, ¡dispuesta a todo!

V: ¿Que me harán?

M: A ti nada, de hecho, ¡tú serás testigo de lo que me harán!

Esa fue la señal, Marlene se dio la vuelta y me miro con una gran sonrisa y empezamos a besarnos, nuestras lenguas se entrelazaban y mis manos agarraban sus sabrosa y carnosas nalgas, el viejo solo miraba como su esposa se entregaba a mí.

Me quitó la playera y empezó a lamerme y morderme los pezones, sus manos recorrían todo mi cuerpo, la verdad me tenía súper caliente, que rico era sentir su lengua en mi cuerpo, me bajo los pantalones y aunque mi verga aún no estaba dura, ella la acariciaba y besaba mirando a su marido.

Ante el fervor de los ojos del cornudo, ella volvió a mamármela, sus chupadas eran magnificas, como buen cómplice le apretaba la cabeza y miraba desafiante al padre de mi amigo Max.

L: ¡Mira!! ¡Que rico se la traga tu amada esposa!

Entre burlas y sarcasmo empecé el juego psicológico en contra del padre de Max, mientras tanto Marlene continuaba ahogándose con mi verga.

Una vez que me la puso dura empezó el juego, saque de mi mochila unas esposas y colocando sus manos en su espalda la espose, saque un collar con una cadena, colocándosela en su cuello, volviéndola mi mascota, el cornudo solo miraba entre sorprendido y espantado, mientras yo continuaba sacando mis juguetes sexuales. Un fuete, un aprieta pezón, unas bolas anales y una pequeña vela, todo listo para empezar a sodomizar a la mama de Max frente a su marido.

M: ¡Ahora veras lo que me va a hacer!

L: ¡Si, tu disfruta el show viejo!

Comencé tirándola en la cama boca abajo y mojándome la mano empecé a darle nalgadas, pero nalgadas fuertes, con violencia Marlene gritaba y el viejo también, eso me excitó y ahora con las dos manos le golpeaba sus carnosas nalgas con mucha fuerza a tal punto que estaba rojas, a punto de lacerarse.

M: ¡Ah!! ¡Dios ah!!

L: Que ricas nalgas, mira viejo, como las nalgas se ponen rojas, ¡mira!

La coloqué en cuatro y tomé mi fuete, se lo puse en la boca y ella comenzó a lamerlo como si se tratara de un pene, yo acariciaba sus duras tetas, ella continuaba lamiendo el fuete hasta dejarlo mojado y listo para ser usado.

Le bajé el cierre de su sensual negligé de cuero dejando al descubierto su sensual espalda, comencé a besarla y lamerla, recorriendo desde su cuello hasta donde inician sus nalgas, ella respiraba agitada, el cornudo solo observaba, entonces con mucha fuerza le di el primer fuetazo.

M: ¡Ay!!!! ¡Mi espalda!

¡Uno, dos, tres golpes, ella ya sudaba, a cada golpe ella lanzaba un grito y su cornudo marido igual!

V: ¡Déjala hijo de puta, déjala!

L: ¿Quieres que te deje ya?

M: ¡No!!!! ¡Continua, ah!!

Una y otra vez, le jalaba el cabello y le daba en las nalgas, las cuales ya tenían laceraciones, con mi lengua le lamía la oreja y mis dedos también jugaban su vagina húmeda por la excitación que tenía.

Después de golpearla con el fuete, la tome del cabello y la levante dándole un tremendo beso con mordía incluida, ella me mordía tan fuerte que sangre salía de mi labio y en un acto infame, ella la lamia con su lengua, ¡la nena estaba fuera sí!

Por otra parte, el cornudo, entre sollozos y furia miraba las escenas dignas de cualquier película hardcore.

La acosté en la cama, ella sintió un alivio al descansar su espalda llena de laceraciones, comencé a lamerle su rica concha y sus hermosas tetas, ella me acariciaba la cabeza y disfrutaba de cómo me la comí, mi lengua entraba un ay otra vez, mordía su clítoris y le mordía las entre piernas, le comía las tetas con desesperación y luego la besaba de lengua mientras ella me abrazaba con sus ricas piernas.

Tome los aprieta pezones y se los coloque de golpe, ella exclamo al sentir como ese aparato se los apretaba yo continuaba comiendo me su rica vagina, ella estaba tan excitada por las acciones que comenzó a venirse a lluvia, no dorada, pero si parecía un acantilado de puro placer.

M: ¡Ah, papi, uhm, que rico!!

L: ¡Marlene, en serio, que diosa eres!

M: ¡Ah, que rico, uhm!!

L: ¡Y apenas viene lo bueno!

Mientras ella continuaba con sus pezones apretados y en lo que acomodaba las bolas anales, ella le bailaba sensualmente al viejo, en serio, parecía un cuarto de tortura o de secta extraña, el viejo solo miraba a Marlene, ella le puso las tetas en la cara mientras le susurraba.

M: Sé que te gusta, ¡este siempre fue tu deseo!

Él no decía nada y solo ponía su lengua en el cuerpo sudado de Marlene, entonces la tomé del brazo y empecé a besarla y la acosté en la cama, encendí la vela, ella mirando a su marido solo aceptaba lo que yo le hacía.

Tomé la vela y empecé a dejarle caer la cera caliente en sus ricos muslos, la recorrí por su costado derecho dejándole caer el líquido caliente, ella gritaba y se retorcía, pero no le quitaba la mirada de encima a su cornudo esposo.

Recorrí con mi lengua su espalda lacerada y también le deje caer la cera, ella gemía rico, me tenía hipnotizado, hasta la fecha no sé porque me preste para eso, pero en ese momento me tenía a mil.

La volví a poner boca arriba y con violencia le quité el aprieta pezón, ella grito tan rico que mi verga se endureció aún más, la abrí de las piernas y empecé a penétrala suave, lo hacía con delicadeza mientras mi lengua suavizaba el dolor de sus pezones a chupadas.

Marlene tomo la cera y empezó a tirarme la en la espalda eso me puso como loco, mis embestidas empezaron a crecer, la tomaba de los brazos y me empujaba con fuerza, ella gemía y continuaba quemándome e incluso empezó a arañarme prácticamente lacerándome toda la espalda.

M: ¡Ah, si, así cógeme, que rico, uhm!

L: ¡Si, así nena, que rico!

M: ¡Uhm, bebe, eres el mejor, cógeme, cógeme!

L: Marlene, que rico, ¡esto es la gloria!

Me acosté en la cama y Marlene empezó a cabalgarme, lo hacía muy rico, sus movimientos en círculo me apretaban fenomenal la verga, su marido sudando y se notaba excitado solo miraba como su mujer me daba tremendo sexo.

L: ¡Si!!! Muévete amor agh!

M: ¡Cógeme, agh, que rico, méteme tu verga papi!!

Entre los diálogos y movimientos, la escena era espectacular, Marlene me arañaba el pecho, me deja caer la cera dejándome todo rojo el pecho e daba de cachetadas, me jalaba el cabello levantando mi cabeza y azotándola en la cama, a su vez que yo le arañaba los muslos y le jalaba el cabello, cacheteándola en ocasiones, que rico sexo masoquista estaba teniendo con la mama de Max.

M: ¡Ah!!! Luisito, que rico uhm!!

L: ¡Que perra!!! ¿De quién eres?

M: ¡Tuya papi, tuya!!

L: ¡Escuchaste cornudo, ahora tu mujer es mía!!

M: Si soy tuya, uhm, ah, ¡uf!!!

El cornudo solo miraba como su mujer me daba tremenda cabalgada, nos besábamos, seguíamos sometiéndonos mutuamente, entre golpes y embestidas, estábamos llevando esto a otro nivel, un nivel que no estaba en mis planes.

V: ¡Ya!!! ¡Paren esta locura!

L: Ni madres, ¡tu vieja ahora es mi puta y tienes que ver lo que te pierdes!

V: ¡Qué tal si llega alguien, ya paren!

M: ¡Cállate! Déjame coger a gusto!!

Marlene se dio vuelta y se dejaba caer riquísimo, yo con mis dedos le acariciaba su clítoris y su ano, ella parecía gusano arriba de mí, dándose tremenda ensartada, le arañaba la espalda lacerándosela más, el cornudo gritaba, Marlene también y yo poseído por las fuerzas de la locura, golpeaba los muslos y nalgas de la madre de mi mejor amigo.

M: ¡Mas, métemela más, me vas hacer venir nene!!

L: ¡SI, corte nena y hazme correr mami!

M: Ah que rico es coger contigo, ¡uhm!!

L: ¡Eres al mejor, uhm, dios!!!

Los movimientos perfectos d ella y mi aceleración hicieron que ambos nos viniéramos en un orgasmo maravilloso, le jalaba los cabello y le mordía las tetas, ella enterraba sus uñas y me mordía, era el orgasmo de nuestras vidas.

M: ¡Ah!!! ¡Que rico, uhm, si, así, uhm!

L: ¡Ah, Marlene, que rico, ah!!

M: Dios, uhm, jamás había sentido esto, ¡dios!!!

L: ¡Yo tampoco, ah!!!

Quedamos tumbados, con heridas y llenos de placer, Marlene se quedó acostada, yo me puse de pie y saqué un lubricante de mi mochila, con el cual empecé a cubrir las bolas anales, ella me miraba sonriente y le dijo a su cornudo;

M: ¡Ahora vas a ver cómo me destrozan mi culo!

Ella se acostó boca bajo y yo lentamente me acerqué, comencé a besarle sus ricas nalgas, golpeadas y arañadas, pero aún eran ricas, mi lengua lamia sus heridas y se perdía en medio de ser tremendo par, mis manos acariciaban sus muslos que tanto me gustaban, el cornudo miraba atento y Marlene gemía y gemía.

En ese momento no me importo Max, ni su padre, ni nadie, solo quería cogerme a su mama, ella ya estaba perdida en un mar sexual y con fines de acabar con su marido.

Pero yo estaba decidió a sodomizara enfrente de su esposo, pero nunca imagine que pasaría al final.
Datos del Relato
  • Categoría: Sadomaso
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