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LOS CUERNOS SE PAGAN

--¡Eloisa….Eloisaaa…..Eloisaaaaaaaaaa……--, --¿Dónde coño estas puta mujer de mierdaaaaaa?—. --¡Acá estoy…acá estoy—. Decía la mujer mientras entraba con apurados pasos terminando de arreglarse el vestido. –Estaba recogiendo los víveres que trajo el mensajero de la tienda—. –¿Recogiendo los víveres so puta?—, --¿o estabas follando en la cochera con el mensajero?—, --¿Cómo puedes decir eso Rolando, tu sabes que yo sería incapaz de eso?—.
El hombre la miró fijamente y le ordenó levantarse la falda. Tuvo que hacerlo en más de una oportunidad porque la mujer no cumplía su orden. --¡Que te subas la falda cojones!—, amenazaba con golpearla con el bastón que tenía apoyado sobre sus piernas. Al fin la mujer se levantó poco a poco la falda, estaba sin bragas y por sus piernas corrían hilos de un líquido viscoso… --¿Así que recogiendo los víveres puta de mierda y todavía estás chorreando leche?—. --¡Yo también tengo derecho a sentirme mujer coño!—, le decía alzando el tono de su voz… --¡Vas para tres años en esa silla de ruedas y yo no soy de piedra…no soy de pieeeedraaaaaa!—. Gritaba mientras las lágrimas brotaban de sus ojos. –Esta bien…está bien…estamos de acuerdo, yo se que no eres de piedra—. Hizo girar la silla y salió del comedor sin pronunciar ninguna otra palabra. La mujer quedaba allí con la falda levantada y llorando intensamente mientras aquel líquido continuaba corriendo por sus piernas.
No volvió a ver a su esposo hasta la hora de la cena, trataba de rehuir su presencia. Después de cenar se sentaron en la sala a escuchar un poco de música, el marido preparó unos martinis y se lo brindó ofreciéndole una disculpa por lo sucedido en la tarde. Ella aceptó y a los pocos minutos de haberlo ingerido cayó en un profundo sueño. Al instante tomó el teléfono hizo una llamada y se situó junto a la puerta a la espera. A los pocos minutos sonó la campana anunciando la llegada de alguien y cuando este abrió entraron dos fornidos morenos trayendo atado y amordazado al mensajero de la tienda. Lo condujeron hasta una de las habitaciones, después regresaron por la mujer.
La colocaron sobre la cama y la desnudaron por completo, retiraron la venda de sus ojos y de la boca…--¿Esa es la que tanto te gusta follar?—, --pues bien, ahora la vas a gozar todo lo que quieras, pero queremos ver que tal lo haces—, los tres hombres soltaron una carcajada. Uno de ellos extrajo un cuchillo y después de liberarlo de las cuerdas que sujetaban sus manos y brazos se lo colocó en el cuello, advirtiéndole que al más mínimo movimiento en falso le perforaría el cuello. Le ordenaron quitarse la ropa y el hombre de inmediato, por temor, obedeció. --¿ahora que esperas…arriba….póyatela como haces todos los días en la cochera maricòn de mierda?—, El mensajero obedeció, separó sus piernas y se lanzó sobre ella, el contacto con la mujer hizo que pronto tuviera una buena erección y casi olvidando por completo lo que en realidad sucedía gozaba con aquella mujer inconsciente. Lo hizo con tanta intensidad que no tardó en correrse, cuando fue a separarse se lo impidieron colocando el cuchillo de nuevo en su garganta. --¿ya gozaste verdad?...pues ahora vamos a gozar nosotros pendejo de mierda.
Los morenos ataron los dos cuerpos uno encima del otro, separaron bien sus piernas e hicieron correr un frasco completo de crema liquida entre sus nalgas. Dieron dos fuertes cachetadas a la mujer y esta poco a poco despertó. Cuando se vio en aquella situación comenzó a dar gritos y pedir auxilio, le amordazaron la boca igual que al mensajero. El marido, desde su silla de ruedas comenzó a pasar la punta del bastón entre las nalgas del hombre… --¡no te puedes quejar…hasta con cremita y todo para que no te duela!—, terminando de decir esto de una sola embestida metió el bastón por el culo de aquel pobre hombre que a pesar de la mordaza se sentían los gritos de dolor que daba, la mujer desesperada trataba de soltarse de aquellas amarras pero le resultaba imposible. El hombre sacó el bastón lleno de sangre y mierda y lo pasaba por la cara de la mujer y el mensajero. –Ustedes van a aprender hoy lo que es ponerme los cuernos…se van a acordar para toda su vida hijos de puta—.
Con un gesto de su brazo hizo que los pusieran de pie amarrados como estaban en el centro de la habitación, el amarre no les permitía mover sus piernas y mucho menos doblarlas, manteniéndose ambos en una posición rígida, a otra señal con la mano los moreno extrajeron sus vergas y se situaron detrás de ambos pasándoselas de arriba abajo entre las nalgas, un golpe con el bastón sobre la cama fue lo suficiente para de una sola embestida aquellas enormes vergas se clavaran en los culos de la pareja de infelices. Los bombearon hasta que se corrieron, al extraerlas la leche corría por sus piernas mezclada con sangre. –espero hayan gozado lo suficiente por hoy…si les gustó ya saben lo que tienen que hacer para volverlo a repetir—.
A medio vestir y casi desmayado los morenos sacaron de la casa al mensajero y lo depositaron varias cuadras más arriba de la casa junto a un basurero. La mujer quedó sola en la habitación con su marido tirada en el suelo mientras el la observaba con desprecio mientras ingería una copa de brandy.
Datos del Relato
  • Autor: Plastilina
  • Código: 4709
  • Fecha: 08-10-2003
  • Categoría: Infidelidad
  • Media: 6.23
  • Votos: 47
  • Envios: 4
  • Lecturas: 4253
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
yoyyo
invitado-yoyyo 10-10-2003 00:00:00

muy bueno!!!! me cague de la risa!!!!!!!!! nunca habia leido una historia asi!!!!jajajajajaajaj

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