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La travesía y las tetas de mi vida (I)

 Disculpe caballero, ¿le importaría quitar los pies del asiento?



-          ¡Uy! Si claro, disculpe.- dije yo apurado- Pero es que el barco debería haber salido a las seis y media y son ya las nueve, y estos asientos no son un ejemplo de comodidad.



-          Estamos trabajando para solucionar el problema, disculpe las molestias.



Me encontraba en una sala en el puerto de Barcelona habilitada para acomodar accidentalmente a todos los pasajeros que habíamos confiado en esa compañía para viajar hacia Ibiza. Oh Ibiza, divina isla que tantos buenos momentos me ha dado durante mis 25 años, ahora incluso me proporcionaba trabajo. Aprovechando el parón veraniego en la universidad había conseguido que me contrataran en un hotel cinco estrellas gran lujo tras una selectiva serie de entrevistas vía Skype. Soy bar tender, me gusta mi trabajo y allí lo iba a hacer en un ambiente inmejorable y cobrando sustancialmente bien, además en mis tiempos libres iba a poder disfrutar de la isla. Pero para poder llegar, el barco asignado para el trayecto había decidido no arrancar por lo que allí estaba, sentado en una incómoda silla, apenas sin batería en el móvil y con el libro que había elegido para el trayecto en las maletas facturadas.



Menos mal que podía disfrutar del espectáculo de chicas que viajan en esas fechas a Ibiza. Acostumbran a ser de mi edad, y no es difícil encontrarte con auténticas chicas de revista. Tras unos minutos (ya había perdido la noción del tiempo) me di cuenta que eran casi todas iguales, delgadas, con poco pecho o un pecho neumático operado. Pero no negaré que estaba disfrutando de las vistas.



En esas estaba cuando de golpe mi mirada se posó en una pareja que no había visto en el largo rato de espera. Una pareja acababa de acomodarse en unos sillones a escasos metros de mí, él era alto y grande y rondaría los 40 y pocos, moreno de piel y cabello (el poco que le quedaba) y con un poderoso bigote negro azabache que le cubría todo el espacio que había entre su nariz y todo el ancho de su boca. Ella en cambio era más menuda, notablemente más joven que él (no llegaba a los 40 ni de coña) con un pelo largo, negro y brillante que le llegaba hasta bien pasados los hombros, estaba de espaldas a mí, vistiendo un no muy largo vestido azul claro estampado con flores de colores que le remarcaban un culazo potente y puesto en su sitio que atrajo la atención de mi mirada como la luz a los mosquitos. De golpe me vi embobado con la mirada fijada en el dibujo de las flores estampado en aquellas nalgas imaginándome a mí enganchado detrás bombeando incansablemente haciéndolas vibrar tras cada embestida. Mi polla reaccionó inmediatamente obligándome a recolocar mi postura para estar más cómodo.



Y de golpe, ocurrió el milagro, aquel mujerón que me había hecho olvidar el festival de jovencitas que tenía alrededor únicamente  con la imagen de su trasero se dio la vuelta regalándome una preciosa imagen de sus enormes tetas, y digo enormes por no saber cómo expresar mejor aquellas maravillas de la naturaleza. Tengo que reconocer que fue lo primero que miré al girarse, el vestido apenas podía cubrir aquel soberbio par de tetas, un milagroso sujetador conseguía contener dos inmensas tetazas que deformaban las flores estampadas en la zona del pecho, el vestido era ampliamente escotado mostrando la mejor entretetas que he visto en mi vida.



Otra vez me vi de nuevo embobado con la mirada fija en aquellas tetazas imaginando meter mi polla en aquel escote del pecado. Tan embobado me quedé que ella lo notó y se fijó en mí, nuestras miradas se enlazaron en unos tres segundos intensos en los que me dio tiempo a ver a aquél ángel de mirada penetrante, sus labios eran gruesos y delicados al mismo tiempo encerrando una preciosa boquita no muy grande, llevaba los labios pintados de color rojo y sin ninguna duda se había convertido en mi mayor distracción para el viaje que al fin y al cabo no había empezado tan mal.



Pasó un rato en el que la compañía continuaba sin comunicar nada, a mí ya me daba igual, tenía unas vistas privilegiadas de aquella mujerona que había secuestrado completamente mi atención, se había tumbado en los sillones con la cabeza hacia mí, mostrándome un hipnotizante espectáculo de unas tetas que luchaban contra la gravedad y que parecían estar a punto de salirse del vestido, estaba allí a la vista y nadie parecía darse cuenta, para mí era un auténtico delirio, aquello debía inmortalizarlo para el futuro, sin dudarlo saqué mi móvil y empecé a grabar aquel magnífico escote, disimulaba que estaba jugando a algún juego y me había recolocado para que mi postura fuera lo más natural posible, aquél video me iba a dar buenos momentos de intimidad para el futuro. Ella, no sé si porque no sabía que yo estaba allí o por todo lo contrario, juntó sus brazos y los apoyó en sus piernas apretando sus ya de por sí voluptuosas tetas creando una auténtica obra de arte que yo tenía capturada en mi móvil para la posteridad, estaba tan excitado que me di cuenta tarde una vez más y su marido me estaba mirando con una extraña sonrisa.



Instintivamente cerré la cámara y bloqueé el aparato, noté como la sangre subía a mi cara poniéndome completamente rojo. Tan incómodo me encontraba que me levanté y me fui al lavabo a calmar mi intensa excitación pensando en aquella mujer y en aquel par de tetas imperial, pero antes de que pudiera siquiera tocarme sonó el aviso por megafonía de que comenzaba el embarque y si quería encontrar una buena butaca para pasar la larga travesía tenía que ser de los primeros. Sin más salí del lavabo y me espabilé para embarcar rápido y agenciarme una butaca con ventanilla, en primera fila para poder estirar las piernas y ni muy cerca ni muy lejos de los lavabos. Por suerte, el asiento tenía toma para conectar el móvil sin necesidad de cables (bendita tecnología) por lo que mientras recargaba mi dispositivo me dispuse a ver el preciado botín de aquel par de tetas y así zarpó el barco conmigo cada vez más empalmado mirando y remirando aquel precioso cortometraje.



Tan ofuscado estaba en descubrir cada delicioso detalle de aquellas tetas que el tiempo pasó rápido y cuándo quise darme cuenta el restaurante del barco estaba a punto de cerrar así que cogí mis cosas y me dirigí a comer algo. Llegué justo a tiempo para poder escoger dos platos de insulsos alimentos y sentarme en una solitaria mesa a cenar. El restaurante estaba ya casi vacío, el bar que había al fondo de la sala, en cambio, estaba ya bastante lleno, pensé que una copa, o dos, antes de dormir no me haría ningún daño. Acabé mi cena y me dirigí hacia allí, me senté en la barra y una preciosa camarera me sirvió un gin-tónic con una sonrisa, y menos mal porque la bebida era horrorosa “tienen suerte de ser el único bar del barco” pensé girándome a ver qué clase de gente había allí.



Y volvió a ocurrir.



Algún tipo de hechizo atrajo la voluntad de mis ojos que se volvieron a encontrar con aquella mujer de ojos preciosos y tetas enormes, se encontraba a dos mesas de mí y parecía tratar de exprimir con su cañita las limas de su soso mojito. A su lado el marido hablaba con alguien del personal del barco acaloradamente y a los pocos segundos se ausentaron, imagino a tratar algo del pasaje, dejando a aquella obra de arte de la naturaleza a merced de cualquier buitre.



No lo dudé ni un segundo, cogí uno de los palillos largos de madera que había en la barra y me acerqué a ella.



-          Con eso no creo que puedas hacer gran cosa- le dije.



-          ¿Perdón? – me dijo ella mirándome con cara de sorpresa



-          Si me permites un consejo yo pincharía esas limas para que al menos sepa a algo- le dije dándole el palillo.



-          Uy gracias, ¿eres siempre tan amable?- dijo ella apartando el mojito



-          Sólo con la gente que lo merece



-          ¿Y cómo sabes que yo lo merezco?- preguntó ella siguiéndome el juego



-          Una mujer con esa mirada sin duda lo merece.



-          Ah! ¿Qué también me has mirado a los ojos?- dijo ella dejándome helado- Por cierto, ¿salgo bien en el vídeo?



Yo no sabía que decir



-          Será mejor que no estés aquí cuando vuelva mi marido.



-          Si claro, siento haber molestado



-          Nada mi niño, y gracias por querer poner tu palo entre mis limas para sacar todo el jugo- me dijo guiñándome un ojo.



-          Ehhh, de nada mujer- conseguí decir.



Me volví a la barra y me tomé tres gin-tónics más, cada uno más bueno que el anterior. Mientras dudaba si tomarme el quinto de la noche me entraron unas ganas irrefrenables de ir al baño así que corrí, no sin ciertas dificultades, al lavabo donde agarrándome a la pared (hay que ver como se mueven estos barcos cuando bebes) pude satisfacer mis necesidades y tras lavarme me dispuse a salir cuando de golpe ella volvió a aparecer interrumpiendo nuestros caminos respectivamente. Sin querer le toqué una teta notando una enorme masa aprisionada dentro de aquél heroico sujetador.



-          Uy! Perdóname de veras- dije yo avergonzado



-          Tranquilo mi niño, ni que no hubieras tocado nunca una de estas- dijo ella haciéndolas botar y entró al baño sin más.



“Nunca unas tan grandes” pensé yo embobado, y sin saber bien para qué me quedé allí esperándola. Al minuto salió una chica del baño y justo después se asomó ella y me señalo con el dedo índice el cual encogió introduciéndoselo en la boca, después de chuparlo con aquellos labios de cereza me hizo gestos con él para que entrara tras ella.



¿Y yo? Pues entré.



El lavabo constaba de una sala común donde se encontraban los grifos, espejos y secadores y más adelante se dividía en lavabos de mujeres y caballeros.



-          Veo que no has tardado en entrar- dijo ella apoyada en una de las picas.



-          Tú me has hecho entrar- dije yo acercándome



-          Tu dirás, no podía permitir que te fueras con esa empalmada- dijo mirándome el paquete- toda esa leche es mía y la quiero antes de que la gastes en una inútil paja que yo misma he provocado



Yo no daba crédito de lo rápido que sucedían las cosas, hace escasos minutos no podía imaginar que me iba a encontrar con semejante regalo del destino. Ella alargó su brazo cogiéndome el paquete y empezó a palpar meticulosamente mi cada vez más crecida polla, y acercándome aquellas tetazas que me pedían a gritos que las manoseara, y obedecí. Le estrujé una teta contra la otra haciéndolas botar dentro de aquel vestidito de flores que tan cachondo me ponía.



-          Mi amor, aquí puede vernos cualquiera, vamos al de señoras que he visto que la estancia tiene pestillo- dijo llevándome de la mano hasta allí y cerrando la puerta bien cerrada detrás de mí.



 Al final del lavabo de señoras había una puerta que parecía cerrada, pero al echar el segundo vistazo vi algo colgando del pomo, me acerqué y vi que se habían dejado las llaves puestas, por curiosidad abrí la puerta descubriendo una sala con trastos de limpieza y una mesa con una silla de oficina, me aseguré que no hubieran cámaras e indiqué al ángel con tetas que entrara conmigo, allí estaríamos cómodos y escondidos. Cerré la puerta con llave y me abalancé sobre aquél tetamen que tan cachondo me había puesto desde la primera vez que lo había visto.



-          Tienes las tetas más grandes que he visto nunca- dije yo metiendo mi cara en medio de ellas



-          Aun no has visto nada- dijo ella quitándome delicadamente la cabeza de su pecho y liberando aquel par de portentos de la naturaleza



Dos enormes tetas con todas las de la ley se posaban delante de mi cara, redondas y suaves me retaban mirando fijamente con dos pezones grandes pero sin pasarse que parecían hechos a medida. Sin duda eran las más grandes que había visto jamás y moría de ganas por estrujarlas, morderlas, lamerlas y follármelas.



-          ¿Quieres follarte mis tetas cariño?- me dijo ella mientras acababa de bajarse el sujetador.



-          Quiero follarme tu boca, tus tetas y a ti toda entera- dije yo volviéndome loco y abalanzándome de nuevo hacia ella.



-          Como ya te dije te voy a sacar toda la leche, pero me gusta ir despacio, asi que hasta que yo lo diga solo podras jugar con mi boquita y mis tetas, ¿te gustan?



-          Me vuelven loco- dije yo enfatizando mis palabras metiéndome todo su pezón derecho en mi boca, relamiéndolo de arriba abajo y dejándolo bien tieso mientras con la otra mano me daba golpes con su suave teta derecha en mi cara.



Ella había vuelto a sentir interés por mi paquete y casi sin darme cuenta ya me había desabrochado el pantalón y buscaba mi polla con ansia. Yo no podía dejar de  hundir mi cara en aquellas maravillas, literalmente me faltaban extremidades para sobar aquel par de tetas que el destino me estaba brindando.



-          Quiero comerte la polla mi niño, quiero sentirla bien dura en mi garganta- me dijo susurrándome al oído.



Aquello me hizo enloquecer, la llevé hasta la silla de oficina y la senté al revés de modo que ella tenía el respaldo por delante del que caían aquellas tetas divinas. Ella mientras ya había liberado a mi polla que apuntaba a su cara amenazante.



-          Mira tú por donde que hoy voy a comer colágeno- dijo ella antes de abalanzarse sobre mis huevos mientras que me pajeaba.



-          ¿Quieres comerte mi polla? Yo te la daré, apoya las manos en la silla- dije yo



Mientras con la mano izquierda le recogía el pelo en una cola y con la derecha acercaba mi polla a sus gruesos labios los cuales ella tenía abiertos y bien húmedos esperando tragar mi pene, su lengua se movía sensualmente, jugué con sus labios haciéndolos vibrar rápidamente a medida que mi capullo rozaba con ellos, ella sacaba la lengua y me la deslizaba por todo el frenillo y aquello me encantaba así que apreté más mi polla contra sus labios y ella al notar la presión dejó que se deslizara lentamente hasta su garganta emitiendo un gemido de satisfacción al notar mi polla tocando su campanilla. La saqué lentamente notando cada roce de su boca en mi glande, la balanceé delante de su cara, ella me suplicaba con sus ojos que se la volviera a dar, sus tetas se apretujaban la una contra la otra cayendo imperiales sobre el respaldo de la silla. Restregué mi polla por toda su cara mientras que con la mano que tenía libre le manoseaba y magreaba sus tetas haciéndolas botar de un lado a otro. Plas! No pude evitar azotar un poco aquellas dos bolsas de carne que me estaban llevando a la más absoluta locura. Sin dejar que se repusiera le volví a coger por el pelo haciendo una coleta y le metí la polla hasta el fondo de su garganta, noté todos sus fluidos bucales inundar mi capullo, noté como se atragantó un poco.



-          Lo siento me he entusiasmado- le dije aflojando la presión



-          Sigue mi niño sigue- me dijo ella cogiéndome de las nalgas y encastándose una vez más mi polla contra su garganta- me encanta atragantarme con tu polla.



Dicho eso perdí el control, le volví a coger fuerte por el pelo estirando para tras su linda cabeza y restregué todo lo largo de mi polla por la comisura de sus labios, por todas sus mejillas y por su preciosa nariz y volví a metérsela hasta bien el fondo haciendo que sus ojos lloraran ligeramente, se la saqué lentamente deformando su mejilla en el camino y una vez más volví a empujar su cabeza contra mi abdomen clavando mi durísima polla en su garganta, me estaba follando su boca literalmente, su saliva caía de su boca debido a mi penetración y lubricaba sus tetazas haciéndolas aún más apetecibles. Le cogí la cabeza con las dos manos y suave pero firmemente  empecé a bombear su boca contra mis huevos, mi polla salía y entraba de su garganta cada vez más rápido, ella me miraba con ojos de lujuria.



Pasados unos instantes sus tetas eran demasiado irresistibles, lentamente saque mi polla de su garganta recreándome en sus labios de cereza y agachándome un poco restregué mi glande con su pezón izquierdo el cual estaba ligeramente por debajo del derecho que se encontraba justo al lado, dos tetas grandiosamente perfectas, redondas y bien lubricadas se plantaban ante mi esperando a que me las follase “El día de hoy será épico” pensé.



Introduje mi durísima polla por debajo de su teta derecha y la hice botar aplastándola deliciosamente por el peso de aquella maravilla. Con una mano cogí su otro pecho colocándolo de forma que mi pene se restregara por debajo de la teta derecha y entrara en aquel canalillo inmenso desde abajo aplastándose contra la izquierda, con mi otra mano le metí dos dedos en aquella boquita que también me lo había hecho pasar, me los chupaba y lamía como había hecho antes con mi polla. Ella gemía cada vez que mi miembro acababa su recorrida embistiendo aquél enorme par de tetas produciendo un sonido duro y seco.



Para ser sincero me falta polla para tanto pecho, estaba disfrutando como nunca, sus tetas eran deliciosamente enormes y por más que las apretara entre ellas mi polla siempre conseguía hacerse un delicioso espacio en medio llevándome al éxtasis.



Me moví y me coloqué justo delante de ella que seguía apoyada en el respaldo de la silla con aquellas bendiciones colgando firmemente.



-          Como me lo estás haciendo pasar.- dije yo riéndome



-          ¿Te gustan mi ni niño? No podía dejar que no las probaras, con la empalmada que llevabas me veía con esa obligación.- me dijo guiñándome un ojo



-          ¿Te he dicho ya que tienes las tetas más grandes que me he follado jamás?- dije yo mientras cogía aquel par de monumentos colgantes y metía mi polla en medio.



-          ¡Oh! Que gran honor- dijo ella irónicamente



-          Te voy a perdonar que te rías de mí porque ahora no tengo tiempo que perder.- dije yo riéndome.



Apreté sus tetas la una contra la otra aplanándolas con mi polla en medio, intentaba conseguir que mi capullo saliera por arriba pero era imposible, por el contrario salía a medio camino por la zona de los pezones que se aplastaban el uno contra el otro moviéndose al son de mi glande.



-          ¿Te gustan mis pezones mi niño, te gusta follártelos?- me preguntó con auténtica cara de deseo.



-          ¡Oh si ya lo creo… o si ya me voy pronto!- dije yo apurado



La verdad es que me iba a correr en cualquier momento, moría por correrme en su preciosa cara, pero no sabía si sería de su agrado.



-          Uhmm si mi niño, córrete en mis tetas, quiero que me las llenes de leche- dijo ella gimiendo.



Parece que ha quedado claro, y ¡bendito problema!



-          Incorpórate un poco que viene cargado- dije yo apartándome un poco y con mi polla a tope en la mano.



Ella se las cogió con los brazos por abajo juntándolas la una con la otra e incorporándose del respaldo, yo a su derecha volví a hacerle una coleta y estirando suavemente la cabeza hacia atrás me pajeé desde su derecha ante aquel espectáculo, sus tetas caían poderosas de sus brazos moviéndose arriba y abajo, su cara me miraba ansiosamente esperando mi leche, y no se hizo de rogar.



El primer chorro cayó en la parte de arriba de sus dos tetazas chorreando hacia abajo. El segundo cayó en su teta izquierda cubriendo una parte, el resto lo esparcí por sus pezones restregando allí mi glande hasta quedarme seco.



Ella no paraba de gemir pidiéndome más semen, era evidente que estaba disfrutando con aquello, la levanté de la silla y le di un largo beso mientras con mis manos le palpé el culo, era tan duro como imaginaba. Suavemente continué bajando la mano hasta notar la humedad bajo su vestido, llevaba un tanga empapado que retiré fácilmente y toque su la parte exterior de su mojado coñito.



-          Mi niño no me hagas esto- me dijo ella casi suplicando



-          Es que como comprenderás no puedo dejarte ir con esa humedad entre tus piernas que yo he mismo he provocado- dije yo devolviéndole la de antes. Lentamente introduje un dedo en su totalmente chorreando sexo.



-          Una cosa es que te la chupe sin decírselo a mi marido y otra muy distinta que me folles a sus espaldas.- dijo ella algo preocupada



-          No haremos nada que no quieras hacer, ¿pero qué hay de malo en que me coma esa hamburguesita que tienes entre las piernas?- le dije yo suavemente- Tómatelo como un masaje entre amigos.



Me miró seriamente a los ojos con aquella mirada penetrante, sus tetas aun llenas de mi leche completaban una imagen extremadamente erótica. Poco a poco su cara cambió a una ligera sonrisa.



-          ¿Amigos?- me preguntó ella mirándome pícaramente



-          Bueno conocidos



Sin decirme nada se tumbó en la mesa con las piernas abiertas y el vestido subido, yo me arrodillé rápidamente delante de aquél nuevo regalo y lo admiré durante unos segundos, estaba totalmente depilado y los labios de su coñito resaltaban de una forma que me llamaba mucho la atención.



-          Quiero comerte el coño de arriba abajo.- le dije yo al oído.



Ella gimió y me cogió por la cabeza aplastándome entre sus piernas mientras con la otra mano se pellizcaba los pezones. Yo la agarré por las caderas y empecé a lamer aquél precioso orificio, jugaba con sus labios y los míos, metía juguetonamente i lengua por la superficie y tratando de lubricar su clítoris, tras eso mandé mi lengua cada vez más adentro notando el sabor de aquel pedazo de mujer que el destino me había dado. Ella se retorcía de placer con cada giro de mi lengua agarrándome fuerte del pelo, suavemente introduje un dedo mientras con los labios jugaba con su excitado clítoris, su clímax estaba cerca. Alargué la mano que me quedaba libre y le cogí las tetas tratando de cogerlas a la vez y apretando bien fuerte, ella mientras se corría y me inundaba la lengua con sus fluidos.



-          Mi niño, me has llevado al éxtasis- dijo ella aun retorciéndose en la mesa



-          Y más allá si me hubieras dejado metértela- le dije yo sonriendo



-          Todo se andará, queda aún mucha travesía.



-          ¿Y tu marido?- dije yo tratando de no sonar esperanzado



-          ¿Mi marido? Tenemos una relación abierta- dijo enigmáticamente- ¿Quedamos a las tres aquí? Quizás te dé lo que quieres



-          A las tres menos cinco estaré aquí, por si acaso



-          Eso espero, por cierto,¿ cómo te llamas mi niño?



-          ¿Yo? Javier, ¿y tú?



-          Puedes llamarme Paty



CONTINUARÁ


Datos del Relato
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