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Categoría: Transexuales

LA NOVIA DE MI VECINO

LA NOVIA DE MI VECINO

 

 

 

Mi  vecino Aldo un muchacho joven que no se sabía porque le habían puesto ese nombre, en la era de Los Brian, Jonatán, etc.

Bueno, lo que sea, Aldo, era un buen chico con sus veinticinco años, siempre andaba llamándome cuando tenía algún problema operativo en su computadora.

El trabajaba en una agencia de autos según alguna vez me había contado. Yo estaba retirándome de un empresa después de treinta años y no sabía bien que iba a hacer.

El verano aquel hacía suponer que rugiría con todo su calor.

El tema es que hacía tiempo veía entrar y salir a una joven que me parecía a simple vista y de lejos muy linda. Nunca nos habíamos cruzado con Aldo para que me la presentara, supuse que era su novia o algo así.

Mi esposa y yo no teníamos ningún problema marital ya hacía tiempo que cada uno iba y venía según le viniese en ganas y nadie le reclamaba nada al otro.

Me intrigaba aquella mujercita de redondas formas, el cabello muy largo, eso era todo o casi todo lo que había visto.

Un día de tantos Aldo me cruzó en la calle y me pidió si no podía llegarme a su casa, sin apuro, pero que viera su máquina que le venía trayendo problemas.

__¡Bueno no te aseguro nada, tratare de ir hoy o mañana mas tardar!

__¡Bien gracias, tal vez si no estoy yo estará mi novia, ella te tenderá!

__¡No hay problema!__ dije yo y cada uno siguió su camino.

Hice varias cosas que tenía que hacer para mí y  a la hora de la siesta, tal vez tres de la tarde, me decidí a ir  a la casa de Aldo. La siesta era de infierno, hacía mucho calor y el sol estaba a reventar.

Golpeé y esperé, la casa de Aldo estaba a tres casas de la mía. Esperé unos instantes. Escuchaba algún ruido, ya me estaba por marchar. Al fin abrieron la puerta.

Una belleza oriental me regalaba una sonrisa envuelta en una bata liviana y que dejaba notar sin disimulo que no llevaba nada debajo.

__¡Ehh hola soy tu vecino, Aldo me dijo!!__ no me dejo terminar

__¡Si, pasa, pasa, discúlpame!

__¡Venia a ver la computadora!

__¡Si, sé quién eres te he visto varias veces!__ dijo ella con una voz de ensueño

__¡Ohh si, no sabía nada, sabía que Aldo tenía novia pero no sabía quién era, bueno en fin!!__ dije mientras ella de brazos cruzados me miraba con sus ojos rasgados de manera intensa y provocativa puedo decir eso.

__¡Ven conmigo quieres!__ dijo ella y camino por un pasillo y entramos en un cuarto súper iluminado en donde se encontraba la compu.

__¿Y tu te llamas?__ pregunté interesado viendo su figura tallada y que marcaba e manera tan sensual a través de la tela de la bata.

__¡Ohhh Aiko!

__¡Que bello nombre!

__¡Tiene un lindo significado, es hija querida!

__¡Magnifico y como se conocieron ustedes!¡Si puedo preguntar!

__¡Si como no, trabajamos en la misma compañía, eso es todo, no hay gran romanticismo en eso, creo yo!__ dijo ella sentándose a mi lado, muy cerca y haciendo que mis sentidos olieran su perfume, en realidad, el perfume de su piel, fresca, húmeda, tal vez caliente imaginé.

__¡La verdad que hoy hace calor!__ comento ella

__¡Si mucho!__ dije chorreando un poco de sudor, sintiendo una gota gruesa correr por mi vientre hasta la entrepierna. Me sentía a gusto y ella me atraía. Me gustaba su olor a pelo mojado. Su sonrisa oriental. Sus ojos rasgados que tenían un misterio profundo.

Sin darme cuenta mi verga se iba poniendo cada vez más dura. Más rocosa. Vibraba venosa y volcánica.

__¡Tarde en abrir porque estaba en la piscina!

__¡Mira que bien…fresca el agua!

__¡No sabes cuánto!__ decía ella mientras yo revisaba, la maquina, tratando de no verla, de no observarla, sabiendo que ella si me miraba con cierto atractivo o tal vez curiosidad. Yo era un tipo maduro. Un tipo casado. Qué interés podía suscitarle a una chica de menos de veinte años y comprometida con mi vecino.

Ella se tocaba el cabello largo y fino, desenredado. Se acariciaba los hombros desnudos, mostrando levemente el cuello delgado y blanco.

Yo tragaba saliva. Cada vez más caliente. Ardiendo. Trataba de hacer mi trabajo de manera rápida. Miraba de reojo su boca y me parecía un manjar.

__¡Te traeré un refresco!, ¿quieres?__ dijo y se puso de pie. Adivine sus pechos, no muy grandes, pero que a mí me tentaban de manera casi demencial.

__¡Está bien Aiko, no hay problema!__ dije yo observando su caminar, mientras se iba perdiendo de mi vista. Adivinaba su trasero a través de la tela de la bata. Sudaba un poco más.

Regreso con un largo vaso en su mano.

__¡Es jugo de ananá!¿te gusta?

__¡Sí claro está bien!

__¡O quieres algo mas fuerte?

__¡No, a esta hora no sería conveniente!__ respondí y ella se rió de buena gana.

Cuando finalice mi trabajo. Ella aún estaba mirándome muy de cerca, casi podía sentir su aliento.

__¡Bueno Aiko he terminado!

__¡Bien, ahora vamos a la piscina mereces refrescarte, vamos!

__¡No yo…!__ intenté oponerme

__¡No, vamos, vamos, ¿qué ibas a decir? ¡que no tienes traje de baño!

__¡Claro!__ dije con la temperatura subiendo a mil

__¡Haz como quieras, puedes meterte desnudo, en calzoncillo o te doy un pantalón de Aldo!__ picara me miraba sonriente.

Me puse de pie y salí al patio. Tomando bríos y envalentonándome, sonreía, ella quería algo más y yo también.

Bueno sería así entonces. Me detuve al borde de la hermosa pileta azul. Toque el agua con el pie. Me quité la remera y la deje sobre un sillón blanco y luego me saque el pantalón largo que llevaba quedando en bóxers, y sin mirara hacia donde estaba ella me zambullí muy heroicamente y sin disimulo.

Me asome a la superficie y Aiko estaba de pie al borde la piscina. Se quitó la bata y me mostró unos pechitos con los pezones erectos. Una silueta fina, delgada pero muy apetecible. Ella entró a la pileta y se hundió.

Cuando salió estaba a centímetros de mi cuerpo caliente y con la poronga al palo, a punto de reventar el bóxer.

Aiko me sonrió y tiró un poco de agua a mi cara, jugando, yo le respondí, ella se acercó hasta casi tocarme, pude sentir su aliento pegando en mi rostro.

__¡Eres tan bella!__ alcance a susurrar

__¿Te gusto?

__¡Ohh si eres una muñeca!__ dije tocando su rostro y acercándome a ella, busque sus labios y ella me los entregó.

Nuestras lenguas se cruzaron ardientes. Mi paquete chocaba contra ella, me sentí extraño y a gusto a la vez. Una sensación. Abrí sus nalgas chocando con la telita de su tanga metida en la zanja del ojete delicioso que me presentaba aquella oriental exótica y caliente.

Chupaba su lengua y ella chupaba la mía. Gemíamos de calentura. Mis manos apretaban y pellizcaban aquellas nalgas deliciosas y redondas, así y todo sentía algo duro que chocaba con mi chota desesperadamente alzada, quedé desnudo.

Busque entonces con una mano lo que sucedía allí adelante y mi sorpresa fue grande

__¿Te gustan las sorpresas cariño?¡No te sientas mal!__ dijo ella en tanto yo tomaba en mi mano un pedazo de poronga parecido al mío, el rostro de aquella geisha estaba transfigurado por el placer y yo no quise desentonar, masajee el pedazo dándole nula importancia a aquel hecho.

Ella se quitó finalmente la tanga y estaba tan desnuda como yo. La verga de Aiko y la mí se frotaban mientras yo comía sus pechitos erectos y deliciosos. Maravillosos. Por fin pude escurrí un par de dedos en su ojete caliente y abierto en flor. Fui y vine varias veces por ese canal, mientras las lenguas nuestras se cruzaban y se extasiaban una contra la otra, chupando, mordiendo sutilmente degustando.

Ella apretaba mis bolas y subía por mi tronco dándome un masaje delicioso y erótico, cliente, placentero.

Me dio la espalda. Frote contra su trasero mi poronga erecta como piedra.

__¡Me la vas a dar papi!__ dijo Aiko, jugando con mi herramienta.

__¡Si es lo que quieres!

__¡Claro papi, me gustan los maduros como tú!__ ella la guió a su agujero, empuje y ella se quejó gozando como perra. No esperaba tener una siesta ardiente como aquella pero estaba muy a gusto. Entre en el canal, hundí mi vara hasta las bolas. Ella arqueaba la espalda para atrás, llegando al encuentro de mi machete caliente. Me prendía a sus tetitas y mordía su cuello lanzando quejidos de placer y lujuria.

Empujaba mi vara inflada dentro de su ojete divino. Pellizcaba sus seos, masajeaba sus pezoncitos que se endurecían y reclamaban por mas caricias.

Bajaba una de mis manos y también atendía la vara de Aiko, la masturbaba sin prisa, acariciaba sus bolas llenas, mientras ella gemía descarnadamente.

__¡Ahhh papi, me gustas tanto, siii dame placer!!__ gemía ella tirando sus caderas hacia atrás para que mi perno se hundiera más y más.

Mi perno estaba al máximo aguantaba para serruchar su cola un poco más, ella me hacía arder, me incendiaba. Me aferraba a su caño que también se tensaba cada vez más mientras yo estaba a punto de acabar dentro de ella.

Mordí su nuca con inmenso placer y me deje ir dentro de ella que se contoneaba elásticamente, desordenada, mientras también largaba sus jugos que se mezclaban inocuamente con el agua clara de la piscina.

Quedamos quietos mientras lamia su espalda. Lamía su ello y sus orejas encantadoras, en tanto, mi poronga dentro de su ojete expulsaba los últimos estertores de leche.

En un momento ella se giro y quedo de frente a mi. Nos volvimos a besar. Volvimos a chupar nuestras lenguas. Salimos luego de la piscina. Desnudos nos secamos con algunas toallas tiradas en el lugar. Ella tomo mi mano y nos dirigimos dentro de la casa. Fuimos a una habitación, no la que compartía con Aldo mi vecino.

Allí volvimos a enroscarnos durante casi toda la tarde. Y ella finalmente me hizo conocer el sabor de su leche.

Volví durante mucho tiempo en cada siesta, para enredarnos infinitamente en actos carnales de los cuales aprendí tanto de Aiko que cuando se marcho durante mucho tiempo no supe que hacer.-

 

 

 

Datos del Relato
  • Autor: MARIO
  • Código: 63697
  • Fecha: 09-11-2021
  • Categoría: Transexuales
  • Media: 0
  • Votos: 0
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  • Lecturas: 2225
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