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Categoría: Sadomaso

HOTEL (RUTINA DIARIA)

"Madame comienza su particular degradación de la perra, sometiéndola a castigos, algunos ideados por la propia perra..."

 

A la Perra le está gustando el trato que le estoy dando ya que algunas veces, aunque cada vez es más habitual, ella sola se inmoviliza ofreciéndome el mejor ángulo para los jueguecitos de castigo y doma. Pedí a la recepción todos sus datos, aunque su nombre real me era familiar, los guardé para buscarla y, si quisiera, que se trasladase a mi casa para completar su esclavización y emputecimiento. Me dirigí hacia "la habitación de los juegos" y me la encuentro casi inmovilizada por completo sobre el potro de tortura, termino de inmovilizarla cerrando el grillete de la mano que tiene libre, veo que lleva puesta una mordaza y comienzo a girar las ruedas que van tirando de sus extremidades, sus ojos me indican que empieza a sentir los primeros dolores a la vez que su entrepierna va mostrando un brillo de humedad, de golpe le tapono la nariz con unas pinzas de la ropa, el miedo que me muestran sus ojos se contradice con lo que destila su coño, para, a continuación, cubrir su torso con cera líquida y le liberó la nariz, el verla sufrir me hizo disfrutar de una forma increíble.

Madame:            "Supongo que te preguntarás el motivo de este castigo, la respuesta es sencilla ninguno, no hay motivos solamente mi placer en verte suplicar clemencia o porque me gusta torturarte de una manera, digámosle, instructiva, para ti, y muy placentera para mí. Ahora te quedarás aquí, no se te ocurra salir sin mi permiso...", me fui mientras mis carcajadas se oían por toda la habitación, antes de irme a estar unas horas con los amigos tensé un poquito más a la Perra, supongo que entre el dolor de las articulaciones y el dolor por las quemaduras de la cera líquida hizo que me volviera a excitar.

                Me presenté con varios minutos de retraso ya que soy muy impuntual y me encanta serlo.

Amo 1:                 "Te gusta hacerte de rogar, ¿No?"

Ama 1:                 "No seas aguafiestas, se ha retrasado un poquito por preparar una delicatesen..."

Madame:            "La verdad es que se ha presentado una esclava sin domesticar, ahora mismo está conociendo lo "benévola" que soy, la he dejado en el potro haciendo gimnasia."

              Los asistentes se rieron de mi "inocente" comentario, algunos aprovecharon la ocasión para echar más leña al fuego.

Ama 2:                 "Supongo que la tendrás bien empalada..."

Madame:            "Pues no, ya que me mostró una nueva forma de que sufra con la alcachofa de la ducha..."

Amo 1:                 "Tengo entendido que eso lo usan las putas para quedarse satisfechas..."

Madame:            "Esas putas no usan agua hirviendo, esta perra es lo que me pide..."

Ama 3:                 "Encima con inventiva para nuevos castigos..."

                Perra

                Se me cayó el alma cuando vi que mi comida consistía, primordialmente, en mierdas y meaos iba a rebelarme ya que me iba a tratar como si fuese el váter, este pensamiento hizo que me excitara por lo que comencé a comer los excrementos que me habían dejado, disfrutaba sintiéndome humillada y degradada. Lo que Madame deseaba era poder utilizarme y yo tenía la obligación de complacerla, para realizar mis necesidades debía, antes de nada, irme a una parte llena de arena hacer un agujero, realizarlas y por último cubrirlas. A continuación de enseñarme en dónde debía comer y en dónde dejar y ocultar mis excrementos. Seguidamente fui sola a "la sala de juegos" iba como la perra que era, cuando llegué a mi destino me tumbé sobre una mesa. Entonces ajusté sobre mi cuello un grillete metálico y sobre mis muñecas y tobillos otros similares. Lo primero que hice fue el fijar mis tobillos sobre la parte inferior de la mesa, a continuación aseguré mi cuello sobre la mesa propiamente dicha, y por último fijé una de mis manos sobre la parte superior de la mesa. Al cabo de un rato llegó Madame y fijó la mano que tenía libre sobre la otra, me introdujo una gruesa bola que amarró por detrás de mi cabeza, que me obligó a mantener la boca abierta. No tardó en iniciar mi tortura, empecé a sentir cómo mis brazos se desplazaban hacia arriba separándose de mi cabeza mientras que mis pies, lentamente el dolor, primero leve para a continuación ir incrementándose, fue adueñándose de mi ser. La bola me impedía gritar y pedir clemencia, pero me facilitaba poder gemir, conforme el dolor iba siendo más intenso mi coño rezumaba más flujo y la idea de verme siendo azotada y follada de forma violenta. No sé cuánto tiempo estuve pero fui notando como mi flujo caía por mis muslos hasta llegar a la mesa, suponía que cuando Madame llegase y viera que me estaba corriendo. Al cabo de un largo rato vino Madame con una hermosa y sádica sonrisa.

Madame:            "Veo que estás disfrutando el castigo, perra, ahora toca incrementar el dolor de tus tetas."

                Dicho y hecho tocó algo, supongo que un botón y colocó la mesa en posición vertical, intenté mirar hacia el suelo pero me encontraba bien sujeta a la mesa y la vi en todo su esplendor y poderío. Se veía poderosa, a su derecha tenía un pequeño tarro rodeado de cadenas, y cogiendo una de ellas se acercó hasta mí, abriendo su sensual boca para atrapar uno de mis pezones. En unos instantes tenía mis pezones duros y enhiestos, y me mostró lo que las cadenas ocultaban "UN IMPERDIBLE". Lo abrió y lo acercó hasta mi pezón derecho y poco a poco lo fue perforando fui sintiendo cómo iba avanzando y mi sangre manaba, con la otra mano bañaba mi teta en alcohol de 96o provocando un fuerte dolor en la herida, hasta que terminó de atravesar el pezón, de mi boca sólo se oían débiles quejas por la quemazón, seguidamente, del mismo tarro, sacó un pequeño aro abierto que empezó a empujar a la aguja del imperdible para sacarlo de mi teta derecha, mis ojos empezaron a lagrimear de forma más continua, estaba llorando.

                Había pasado una semana desde que fui anillada, las heridas ya estaban prácticamente saneadas y las anillas fueron soldadas para impedir que me las quitase. Durante esa semana ya estaba habituada a ser usada como un wáter humano, y ser azotada con la suficiente crueldad, aunque si fuesen más duras tampoco me habría quejado. Mi entrepierna también fue anillada, a partir de ahora sufría nuevas torturas. La que más disfrutaba era la flagelación, sentir el impacto de las finas tiras sobre mi piel al enfocarse en mi cuerpo, me hacía sentir un placer extraño e indescriptible junto con el dolor, todos los días de cuarenta a cincuenta latigazos repartidos por todo mi cuerpo, y en cuanto me recuperaba me aplica una tortura nueva, o ideada por mí o que salía de la imaginación de mi Madame, la que más le ha gustado y ha modificado es la del agua muy caliente, mis tobillos los dejó unidos con mis hombros, y mi pelo largo fue utilizado para mantener mi cabeza mirando al techo, la alcachofa fue fijada para torturar a mi clítoris. Por último mis muñecas se quedaron unidas por un fino tubo metálico y mi mandíbula parecía querer desencajarse de su lugar. Las anillas de mis tetas fueron unidas entre sí con un fino cordel muy corto, luego otro cordel bastante largo fue de una treta hasta mi cuello, ciñéndolo y llegando hasta la otra, sentía que mis pezones iban a expulsar las anillas. La del clítoris fue tensada con mi pelo, recogido en una sencilla cola de caballo, mientras que las de los labios fueron unidas a los dedos de los pies, siendo igualmente tensadas. Ojalá pudiese estar siendo utilizada así durante el resto del año, enseguida abrió el agua caliente, tan caliente estaba que me quemaba, y fue llenando la bañera hasta cubrir mis torturadas tetas, dejándome un rato largo pasado el cual empezó a terminar de cubrir la bañera con sacos de cubitos de hielo, hasta que el agua se quedó completamente helada, gemía tanto con el agua muy, pero que muy caliente, como con el agua totalmente helada. El suplicio terminaba para mí cuando no podía reprimir un orgasmo espectacular.

                Madame

                La perra me hacía disfrutar como nunca, se levanta antes de que salga el sol y lo primero que prepara es su castigo, busca entre mis útiles de tortura los que más dolor provoca, sobre todo los látigos. Después de que me coma el coño para despertarme, se va para la sala de juegos, cuando llego la veo perfectamente situada e inmovilizada, con sus brazos por encima de su cabeza y sus manos unidas a un gancho. Su boca estaba muy abierta, ya que se había colocado un pequeño aparato que le obligaba a mantenerla lo más abierta posible, a mi izquierda un par de largos y gruesos consoladores y un casco de ciclista hecho de goma, le iba a torturar de una forma dulcemente violenta, cogí los dos consoladores e introduje uno en su boca, hasta el final dándole las primeras arcadas, y antes de que pueda sacarlo de su boca le empiezo a introducir el segundo, con mucho esfuerzo conseguí introducir y mantener los dos dentro de su boca hasta el fondo, en términos taurinos serían dos estoconazos hasta la bola, veo ahora que sólo respira por la nariz, ya que por la boca está sufriendo dolor al tener esos dos pollones de plástico, observo que su cuerpo se contrae parce que sufre arcadas para vomitar. Cojo el casco, y con mucho esfuerzo por parte de las esclavas que me han cedido, las muy pautas se dedicaron a tirar de las anillas de los pezones y del clítoris, la perra ponía cada cara cuando soportaba esos fuertes tirones.

            Con el casco ya puesto, comenzaron a azotarla con las palas de madera hasta que le pusieron el culo con un rojo sangre mientras que yo me coloqué delante suya con el látigo en la mano, su rostro denota sufrimiento, ya que el casco lleva, por la parte exterior unos muelles muy fuertes que obligan a la mandíbula a mantenerse cerrada pero el objeto que le obliga a mantener la boca abierta. Mientras lucha por adecuar la postura de su boca di comienzo a su castigo, los primeros en sufrirlos fueron sus pezones y tetas, las marcas que dejó mi látigo eran hermosas. Mi segundo objetivo fue su coño, los golpes fueron fuertes y dolorosos, por cómo se retorcía, y por último sus brazos y piernas fueron decorados con nuevas líneas rojas. Una esclava, cedida por uno de mis conocidos, me confirmó que la perra estaba dispuesta para ser aún más degradada iba a ser montada por un mastín. El animal no tardó en encontrar a su par y se la folló, para gran deleite de los espectadores que verán la rápida degradación de la perra.

Datos del Relato
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