El otro día me fui a un bar después del trabajo para relajarme con unas cervezas. Me puse a jugar billard, y mientras me agachaba para tirar, vi de reojo que había un señor mirándome el culito con calentura. El señor era mexicano, bastante moreno, de bigote negro y algunas canas en el pelo.
Después de perder el juego me acerqué y le empecé a hablar. Nos tomamos unas cervezas juntos y en eso me dijo que nos terminábamos esas y nos íbamos a echarnos algunas más en su casa. Y así fue, pero en camino a su casa se me ocurrió decirle que no lo tomara mal, pero que yo era bisexual, y que me encantaría mamarle la verga y que me coja el culito. Me dijo que estaba bien, pero que en su casa no íbamos a poder porque ahí estaba su hijo. Así que decidimos dirigirnos a un parque donde hay baño público.
Entramos al baño, y estabamos solos, ya que era de noche y el parque estaba por cerrar. Empezamos a mear al mismo inodoro. El contraste de nuestras vergas era una cosa interesante. La mía blanquita, circuncisada y afeitada, y la de él tenía prepucio todavía, era de color café ya que el tipo era tan moreno, bien peluda, y grandota, más grande que la mía aunque con testículos chiquititos. No podía quitarle mis ojos de encima. Tuve que dejar de orinar porque la erección me cortó el chorro.
Me senté sobre el inodoro y empecé a mamarle la verga. Me la trague toda. La lamía, la chupaba, me la encajaba en la garganta y me la dejaba ahí un ratito hasta empezar a sacarla y meterla un par de centímetros. De vez en cuando soltaba algún ruido chistoso por las arcadas que me provocaba. Le miraba al señor a la cara a menudo, y siempre me estaba mirando, diciéndome cositas como “mámamela bien putita, qué rico lo haces perra, sigue, sigue...” Sentí que estaba casi por acabar por las gotitas sabrosas que empecé a sentir en mi lengua de vez en cuando, así que le pedí que me la metiera en mi agujerito caliente.
Me paré y di media vuelta. Me abrí de piernas con el inodoro debajo de mí y me eché un salivazo en la mano para lubricarme el ano. Después de hacerlo me agarró de la cintura y me la encajó entera de una sola embestida. Sentí su pene crecer aun más dentro de mí y se puso dura como una piedra. El señor comenzó a gemir fuertemente mientras me cojía como un animal poseído con las embestidas más fuertes y rápidas que he sentido, (y he sentido muchas). De repente sentí las contracciones de su orgasmo y su verga inundándo el interior de mi ano con leche. Saqué su verga y me volví a sentar. Su verga seguía botando chorritos de leche y no se veía sucia así que me la volví a tragar, y se la limpié con mi boquita mientras le daba las gracias por lo que me había hecho disfrutar. Me excitó tanto, que después de que se fuera, me masturbé metiéndome el dedo al culito para sacar la leche que me había dejado y pasarlo por mi lengua. Ahorita voy a ir a ver si lo encuentro por ahí, o a otro que me haga lo mismo.
La verdad es que leido todos tus cuentos, y como te los han comentado, la redacción, me parece muy buena, pues parece que realmente disfrutas ser bisexual, y aunque lo has mensionado, nunca has escrito nada, de tus experiencias con mujeres? porqué? no lo disfrutas igual? Solo una cosa mas, no des con detalles, los momentos en los que sientes asco, pues esto le quita encanto a tus relatos.