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Categoría: Infidelidad

El encuentro con Mariano

Durante días la cabeza me daba vueltas de una manera obsesionada, mi mente vagaba entre recuerdos y emociones que había experimentado aquella mañana en la que conocí a Mariano. Al haberme permitido el deseo carnal de exhibirme de manera provocativa ante aquel casado hombre mis manos aun temblaban de deseo y nervios al saber que podía llegar a intensificar esas emociones al sentirme en contacto nuevamente con él aunque esto creará una grieta en la relación matrimonial que tenía con Alonso. Esos días fueron aterradoramente excitantes me veía desnuda en mi habitación en la madrugada mientras mis labios vaginales se humedecían al imaginar como mi moral se degradaba al saber que podía engañar a mi ausente esposo. Unos días antes cuando en el supermercado conocí a Mariano, y después de dejarme acariciar por aquel caliente hombre; le di mi número, el cuál esa misma tarde mientras cuidaba a mis hijos y disfrutábamos de una inesperada cena, mi celular tenía un nuevo mensaje que decía textual así:



-Hoy deseo degustar de los placeres carnales que puedas brindarme, posdata: tu inesperado.



De inmediato mi corazón se aceleró, me sentí deseada y eso me atrapo, después de intercambiar algunos mensajes todo estaba listo, nos veríamos 3 días después.



Mi amiga Nancy siempre ha sido mi apoyo, y esta vez no sería la excepción, ya que le pedí que cuidara de mis niños y de ser posible que no regresará con ellos sino hasta las 9 de la noche, en el fondo creo que intuía que tenía una cita pero de alguna manera parecía darme luz verde para experimentar el sentimiento de vivir soltera una vez más, sin embargo dentro de mi mente una nueva forma de sentirme usada y llenarme de una sobredosis de locura sexual se estaba apoderando de mí.



Me comencé a bañar lentamente, deje mi cuerpo como monumento, cada vello había desaparecido con el suave contacto del rastrillo que he de confesar me generaba una excitación al saber lo que me esperaba, salí desnuda del baño y deje que las sábanas de mi recamara secaran mi húmedo, joven e inquieto cuerpo. Me vestí de la manera más provocativa que pude, al grado de parecer delante de los hombres como un pedazo más de carne cuyo único objetivo de su creación era el dejar saciado a cualquiera que abusara de mi cuerpo, unas zapatillas tipo botín de color negras, un espectacular conjunto de brasier tanga y encaje color negro, un minivestido negro de mangas largas y espalda despejada, así estaba lista ya para ser violada visualmente por todo aquel perverso que me viera por la calle. Subí a mi coche y maneje hasta llegar a aquel motel que lejos estaba de ser elegante parecía descuidado debido a la facha de su entrada la cual tenía las marcas de los años tatuada en ella, la pintura se iba degradando y el estacionamiento parecía un lugar inhóspito y lleno de secretos. Baje del coche y salí, Mariano me había pedido que lo esperara afuera de allí donde había un parque, cerca de una fuente para ser exacta. Mi corazón se aceleró cuando la mayoría de las miradas se dirigían a hacia mí, logre observarme en el reflejo de la ventana de un coche que estaba en la calle y me contemple a mí misma como a una autentica zorra y prostituta. Creo que si la violación fuese legal me habrían violado ahí mismo, pues los hombres que deambulaban por aquel lejano parque no dejaban de morbosearme, una nalgada me desconcentro de las miradas volteé he inmediatamente Mariano me volvió a nalguear y me dijo “¿estas lista puta?”. “Lo estoy” confesé, entramos lentamente al motel y fuimos a la recepción, “¿ve a esta pendeja al lado de mi? Pues es mi puta y quiero una habitación”, ordeno Mariano. El señor que era el encargado parecía hipnotizado y le dio la llave, dijo llamarse Esteban, un señor de unos 45 años aproximadamente delgado y con cabello corto. “Sabes Esteban quiero que mires algo” dijo Mariano, de inmediato me levanto el vestido me puso de espaldas y le enseño…



Mariano -Que opina usted?



Esteban -Es una perra deliciosa.



Mariano -Pues la muy puta está casada pero desea que otros le rompan sus partes. Acaricie sus nalgas y dígame que opina.



Esteban -Esta riquísima felicidades señor.



Me llevo por las escaleras mientras me nalgueaba y al llegar a la habitación, la cerro de un portón me levanto el vestido, introdujo uno de sus dedos en mi ano y me hizo chupar su dedo, me dijo, “hoy serás mi puta en turno”, yo estaba tan deseosa que sin darme cuenta ya era parte de su juego, respondí “si Mariano soy tu puta en turno, cógeme como tu desees”. Comenzó a chupar mi ano de una manera voraz mientras de una, arranco mi tanga y el tiro al suelo, comenzó a introducir sus dedos en mí ya mojada vagina y me quito el vestido. Después de un rato se acostó y me pidió darle unas mamadas mientras me azotaba su firme, oscuro y curvo pene en mis suavecitas mejillas, lo introdujo sin compasión alguna me cerro las fosas nasales con sus dedos y me hizo tragar hasta el fondo, mientras me decía, “eres una puta, que no ves que solo a las pendejas tratan así?”, eso me volvía loca, me desenfrenaba.



Unos segundos después mis ojos comenzaron a lagrimear debido al esfuerzo producido por mi garganta y por su maltrato. Me dijo “quiero que digas que tienes esposo y que es un pendejo, que solo yo te lleno”. Yo se lo decía constantemente, me acostó en la cama y de una me lo penetro en mi vagina mientras mis senos se movían y revoloteaban por el movimiento de fricción que la cama producía por la fuerza de mis muslos chocando con su cuerpo, después de bastante tiempo y exhibirme a través de su abuso verbal constante, abrió mi boca y se corrió dentro de ella, el penúltimo favor según él sería que me los tragara, y accedí, después de un pequeño tiempo me penetro de nuevo, se corrió en mis nalgas y yo podía ver como el semen bajaba de manera lenta por mis piernas, él sonrió se acercó al suelo tomo mi vestido y lo arrojo por la ventana y me digo el ultimo favor es pues, como eres una puta baja por tu ropa, que está en el estacionamiento. Baje por las escaleras completamente desnuda y en tacones, muchas personas me vieron y me sentí apenada, tome mi ropa del suelo mientras Mariano se reía desde la ventana, subí de nuevo desnuda pues me gusto, y me puse el vestido en la habitación, él me dijo que le había encantado, se cambió y se marchó, no sin antes advertirme que esta no sería la primera vez. Baje al estacionamiento sin bañarme conduje y llegue a casa a eso de las 6 de la tarde, me bañe, lave mi ropa, y a las 8, mi amiga Nancy llego con mis hijos, estuvimos conversando un buen rato, aunque no le confesé lo que había experimentado, solo me limite a decir que vi a un viejo amigo.



Se marchó y cuando deje a mis hijos en su cuarto me fui a la habitación allí en mi soledad no dejaba de pensar en lo que había vivido, estaba sumamente excitada. Apague la luz y aunque al principio el sueño no se hacía presente, mi cansancio me venció y quede absolutamente dormida. Mi esposo llegaría en dos días y debía fingir que nada había pasado.


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