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"Fiesta fin de año. Abierto a todo. No a cualquier cosa. Acabo con una mujer casada, que jamás hubiera creído posible, tener algo con ella. Entre otras cosas, porque nunca la había visto como una mujer accesible."
Estamos ya en el día 31 de diciembre del 2019. Parece que van terminando las Navidades, unas fiestas que este año han sido por decirlo suave, unas fiestas sin nada de magia. Si a eso le añadimos que aunque no quería felicitaciones, la que más esperaba fue una simple foto de una rosa y unas simples palabras… anunciaban lo peor. Lo peor un triste y frio mail que remataron las fiestas.
Esto lo cuento, porque provoco en querer pasar un fin de año, que fuera como mínimo memorable. Abierto a todo, pero no a cualquier precio, eso estaba claro. Había tenido varias invitaciones para celebrar el nuevo año, en Madrid tres, en Alicante tres y en Valencia una. Elegí la de Valencia solo por una cosa, porque como soy muy optimista, pensaba en otra posible fiesta que se podía dar a ultimísima hora.
El martes 31, fui a trabajar un par de horas. Luego hice un poco de ejercicio y a descansar por la tarde para estar fresco por la noche. La fiesta a la que iba estaba organizada por Victoria y su mujer, que ya habíamos acercado posiciones desde nuestra última “discusión” y con la colaboración de un amigo que tenía en valencia. Uno que se consideraba valenciano por todos los poros de su piel.
Era mi gran amigo Jaume, nos conocimos por motivos profesionales hace ya bastantes años y aunque por la edad podía ser como mínimo mi padre, habíamos logrado forjar una buena amistad. No nos unía nada en el área profesional, porque el dejo su profesión habitual, en su día fue “invitado” a una marcha de su empresa junto a un buen número de personas más. Con la buena indemnización que recibió, en vez de quedarse en su casa, se metió en un negocio de tipo inmobiliario, el cual le va viento en popa y gracias a él, tengo mi casa y un proyecto que he tenido toda la vida. No sabía si iría solo o acompañado, todavía no lo sabía.
A las 21:30 en vista de que nada cambiaba, me marche para donde se celebraba la fiesta. GPS y a la fiesta. Paso junto al restaurante y voy viendo donde aparcar, cuando me fijo, que en el restaurante solo hay una tenue luz. Aparco y miro de nuevo la dirección, es esa. No se ve a nadie entrar ni veo movimiento y no puedo ser el primero, algo no va bien.
Salgo del coche, abro la puerta de atrás y cojo mi chaqueta, me la pongo mientras estoy mirando hacia el restaurante, veo una persona que está manipulando lo que parecen unas cajas o algo similar, me acerco a preguntar por lo menos. Me paro y antes llamo por el móvil. Primero a Victoria que no me coge la llamada, su mujer tiene el móvil apagado y Jaume da señal pero tampoco me coge. Supongo que donde estén habrá mucho ruido y no se enteraran.
Llego al restaurante, golpeo en la puerta de cristal y poco se oye, saco una moneda y golpeo el cristal. Veo a un hombre que se acerca y abre, le pregunto si hay una cena y todo el rollo… me dice que si y sin mas que pase. Abre dos puertas correderas y se encienden la luces… no me lo esperaba, estaban bastantes amigos míos, tanto de Madrid, como de Alicante y algunas parejas de fuera de España. Menuda sorpresa me han dado, también hay conocidos nuevos, hechas esas amistades en el tiempo que llevo en valencia y algunos que no conozco que son invitados de Jaume.
Aunque siempre falta algo o alguien, iba dispuesto a vivir el momento. Salude a todo el mundo y luego me fueron presentando a los que no conocía. Entre esas personas me presentaron a una mujer muy mayor, luego me dijeron que tenía noventa y siete años. De primeras no sabía que hacia una mujer tan mayor allí, no es que me pareciera mal, me llamo la atención. Le costaba ver pero el oído lo tenía perfecto.
Era un capricho que había tenido la mujer y le había pedido a su nieto que quería ir a una fiesta de fin de año. Seria cenar, las uvas y se iría. Ni conocía a su nieto, ni a la mujer ni a ella. Jaume tampoco la conocía. De oídas sí, pero acababa de conocerla en persona esa misma noche. Cuando me la presentaron, me fui a agachar para darla dos besos y ella lo primero que hizo fue darme la mano. Le di la mía, ahora me la agarro con sus dos manos y me dijo que podía darle dos besos.
Se los di y entonces me dijo… “Tu alma esta intranquila y la tienes anubarrada”, en plan gracioso, porque no creo en esas cosas, tampoco me da buen rollo y no era el momento más adecuado, le dije a la buena señora… “Es mi sino, es que ya me dicen que soy muy malo… jajaja… pero nada que no tenga solución”
Fui a soltar mi mano y esa mano tan delicada, que parecía frágil, me agarro con una fuerza no muy normal y me dijo algo que me dejo helado… “Tu alma, tu corazón, todo tu ser, está vinculado a alguien que su corazón tiene una gran cicatriz como tiene el tuyo. A alguien que te trajo a esta tierra…” soltó mi mano y me quede confundido. Menos mal que mi amigo Jaume, salió al paso y me llevo a presentarme a más gente. Eran o éramos un grupo muy variopinto.
Vino el nieto de la mujer a disculparse por la intromisión de su abuela, le dije que no había nada que disculpar y que me gustaría ver a su abuela otro día con más calma, así quedamos y nos intercambiamos los numero de móviles. Había dos mesas corridas y varias mesas redondas. A mí y no sé porque, me toco una de las redondas. En la mesa estaban Victoria y su mujer, las únicas personas que conocía de antes. Los matrimonios Vanesa y Adolfo, entre los 45 y 50. Miguel y Consuelo, entre 42 y 47. Fernando y María, entre 38 y 43. José y Amparo, entre 35 y 40. Teresa 36-38 y Natalia 34-37.
La mesa era de diez, pero nos apretamos para que entrar una de las mujeres que iban solas. Teresa y Natalia, eran divorciadas y casualmente quede sentadas entre medias de las dos. Cosas de Victoria seguro. Todas las mujeres iban espléndidamente vestidas. No vi a ninguna que le quedara mal su vestuario, ni maquillaje. Las que compartían mesa conmigo, estaban todas muy bien, tanto como para tener una noche loca con cualquiera. Una vez que fui al aseo, al salir estaba Victoria, que me dijo… “Teresa es médico, Natalia empresaria y las dos divorciadas” no quise seguir la conversación y me fui como siempre con una amplia sonrisa.
Las dos estaban muy bien, eran simpáticas, alegres y con muy buena conversación. Aunque el resto de los comensales eran todos muy majos también. No sé porque, pero cuando todo parece ir muy bien, llega alguien y jode el momento. Eso ocurrió con Miguel y Consuelo. Tienen una empresa en la que trabajan juntos. Él no se le ve mala persona, aunque en algunos momentos coge el rol de ir un poco sobrado. Como si quisiera ser el gallo delante de su mujer y las otras. Físicamente un hombre normal, se veía que se cuidaba.
Consuelo su mujer, se la veía una mujer explosiva y no solo por cómo iba vestida esa noche, se la veía en su cara, en su mirada, en sus gestos, en su forma de hablar… en todo. Mediría 1,68, con los tacones despistaba un poco. Vestido corto, de lentejuelas multicolor, cerrado en el cuello, pero con una aventura hasta un poco más arriba del ombligo dejando poco a la imaginación y mucho menos con ese par de tetas.
El “problema” llega cuando entre los dos empiezan a lanzarse puyitas, suaves y en algunos momentos graciosas. Poco a poco suben de tono y está claro que quien lleva los pantalones en esa relación es ella, hasta dejarlo a él noqueado cuando se quiso pasar con ella. Los otros hombres que habían en la mesa y que se conocían, quisieron quitar hierro y ella los puso firmes. Hice una seña a Victoria y nos vimos en la zona de los aseos, le pregunte que como me había colocado en una mesa así, habiendo en las otras amigos de siempre.
Ella que es muy pragmática y siempre tiene la mente en el trabajo, me confeso que lo hizo porque nos podían venir bien el conocer a esa personas. No quise decir nada, por no amargar la cena, pero no me gusto y además pasaría de hablar de trabajo. Para que quedara claro y no hubiera dudas, nada mas sentarme y como seguían con lo que ya no eran puyitas, le dije a Consuelo… “No crees que ya está bien. Que estamos en una noche especial y no paras. Vamos a tener una noche divertida, entretenida. ¿No te parece?”, me miro echando fuego por sus ojos.
“Pues sí que… ya salto el gallo del corral. ¿Tú que eres el fucker? Pues… CONMIGO ¡¡NO!!”, pero ya se quedó callada y luego Adolfo me pregunto por unos proyectos de mi trabajo, zanje rápido la conversación… “Oye cuando quieras tomamos un café, comemos… no tengo ningún inconveniente, pero no me apetece nada hablar de trabajo, ni de política esta noche…” él y los demás lo entendieron. A excepción de Victoria que se disgustó y de Consuelo que aprovecho para convertirme en el blanco de sus “iras” pero pasando de ella, aunque me gustaba como se enfadaba al ignorarla, como se hinchaba su pecho de rabia, que hacía que sus tetas se marcaran mucho más.
Según trascurría la cena, Teresa y Natalia iban estando cada vez más “receptivas” como también lo estaba yo. Sabía que muy mal se tenía que dar la noche para no acabarla con una de ellas. ¿Con cuál? Eso era una incógnita para resolver. La que no paraba era Consuelo iba una y otra vez a mi cuello. Ya nadie la replicaba y me levante para ir a otra mesa para hablar con algunos amigos, al rato de estar hablando vi que Consuelo iba a los aseos, que estaban al final de un largo pasillo.
Me disculpe con mis amigos y me fui para allí. En el pasillo me encontré a varias personas que estaban fumando y uno del restaurante les conmino a que se salieran a la calle, porque no se podía fumar allí. Apague un tramo de las luces del pasillo y me quede remoloneando por el pasillo, hasta que salió Consuelo. Me vio y me miro con altivez. Caminaba provocativamente, cabeza bien levantada, recta, sacando pecho y con el culo respingado. Iba derecha a pasar delante mía ignorándome, hasta que le agarre por el brazo. Muy chula y con un toque de soberbia me dijo…
- ¿Cómo te atreves a agarrarme?
- Te vas a callar y me vas a escuchar. (No dijo nada, me miraba con misterio) desde ya, vas a dejar de dar por culo, no quiero oírte ninguna tontería más.
- Uy que miedo… estoy temblando. ¿Y qué va a pasar si como dices tu no dejo de dar por culo? ¿Me vas a castigar en el rincón de pensar?
- No que va. Te azotare el culo bien azotado y luego te lo romperé. Seguro que ahora me has entendido. No soy como el pringado de tu marido ni tampoco como los otros.
- ¿QUE HAS DICHO?
- Lo que has oído y cumpliré lo que digo, que me parece que hace tiempo que te hace falta.
- Te vas a enterar, se lo diré a mi marido y ya verás.
Según decía esto último hizo el amago de abofetearme, se lo impedí y teniendo agarrada su muñeca, la atraje hasta mí y le di un buen beso en la boca. Un poco de resistencia, pero solo un poco y al final nos fundimos en un buen beso con lengua. Acaricie su culo y fue cuando se apartó y esta vez sí me dio un guantazo que no lo vi venir. Se fue y no tarde en salir. De camino a mi mesa la vi hablando con una mujer. Me senté y cuando llego no dijo nada a su marido, que se babia entretenido hablando con gente.
Dejo de meterse con los demás pero conmigo siguio, era ya mas una provocación que otra cosa. Recogieron las mesas, dejaron unos bol con las doce uvas y unas bolsas con gorritos de cartón, matasuegras, serpentinas y chorradas típicas de esas fechas. Consuelo no paraba y me miraba lujuriosamente. Eran casi las once y media. Se levanto y recalco que iba al aseo. Me despiste del resto y fui detrás de ella.
Cuando llegue al pasillo allí estaba ella fumándose un cigarro. Le dije que allí no se podía fumar y me reo diciendo si es que la iba a castigar. No me lo pensé, la agarre y me la lleve, había tres puertas, aseo de hombres, de mujeres y una que ponía privado. Abrí esa ultima y era un almacén despacho. Nos morreamos a conciencia y con deseo nada más entrar. Estábamos como desesperados. Había mucha prisa. Le di la vuelta, se apoyó sobre una mesa, me puse un preservativo aunque ella me decía que no hacía falta.
Levante un poco su vestido y me dio rabia, llevaba pantys. Se los iba a bajar y no la deje, se los rompí con rabia. Llevaba una braguita de tipo brasileña, bonita y muy fina, hice lo mismo aunque protesto, pero la protesta se acabó cuando le metí mi polla, ya que se le escapo un grito. Casi le rompo el vestido para sacarle sus tetas mientras la embestía. Estábamos fuera de sí y no paraba de pedirme que le diera mas fuerte, algo que ya era imposible. Mientras la empotraba bestialmente me di cuenta que en la puerta que no estaba cerrada del todo, estaba Natalia, la que era médico, mirando con cara de asombro.
Azotaba el culo de Consuelo y ella se quejaba de gusto, sus gemidos eran de estar cerca de su orgasmo, dejaría que se corriese y luego me follaría el culo. Se corrió y cuando se la iba a meter por el culo, empezaron a gritar que quedaban menos de diez minutos, que tiraran los cigarros y entrasen. Tuvimos que dejarlo y cuando mire hacia la puerta Natalia ya no estaba.
Tenían conectada la televisión con la uno, Natalia ni me miraba y evitaba hablar conmigo. Tomamos las uvas y vinieron las típicas felicitaciones. Tersa fue muy efusiva con su felicitación y Natalia mas seca. Una vez acabadas las felicitaciones, Miguel se había dado cuenta que su mujer no llevaba los pantys y ella con todo el aplomo del mundo, le dijo que se los había enganchado haciendo una carrera en toda la pierna y zanjo el tema de los pantys.
La gente se cambiaba de mesa, hablando unos con otros. Ya estaba en funcionamiento la barra libre. Desde ese momento mis “avances” serian con Teresa que seguía cada vez más receptiva. Estando hablando o tonteando, según se mire con Teresa. Se acerco Jaume con la familia al completo, su mujer su hijo con su mujer y su hija con su marido. A la hija hacía poco que la había visto, porque trabajaba con el padre y cumplió no hace mucho 40 años y comimos juntos. Venía a despedirse la hija, que se iban a tomar una copa a otro sitio.
Su hija se llama o la llaman Adeleta y su marido Mario. Son una pareja muy agradable. Dos deportistas. Altos los dos y ella iba vestida esa noche con un vestido largo, de color rojo, con un hombro descubierto y un adorno en el hombro cubierto. Un vestido que le quedaba muy bien, pero bastante soso, si no llega a ser, por la abertura lateral que dejaba su pierna larguísima al aire, según se pusiera. Mario estaba empeñado en hacerme socio del Valencia y como el futbol no me va mucho, por no decir nada, no tenía nada que hacer, pero el insistía. Era un tipo muy simpático.
Teníamos una conversación distendida y teresa nos dejó hablando. Jaume en un momento dado me advirtió de que tenía un cordón de un zapato suelto, que tuviera cuidado. Me agache y la hija que tenía la pierna cruzada, me dejaba una visión espectacular. Con la hija no había tenido ningún tipo de acercamiento, ni tan siquiera de pensamiento, estaba casada, el marido me caía muy bien y su padre era mi amigo.
Aun así no pude evitar mirar esa pierna y de pronto, algo me llamo la atención, además de que no llevara medias. No me di prisas para poder mirar de nuevo lo que me llamo la atención. Fue una pulsera tobillera. En la pulsera llevaba una media luna, una estrella y en medio de las dos llevaba una dama de picas que era más grande que la luna y la estrella. No me aguante y quise ver si sabía lo que significaba. “Me ha gustado mucho la pulsera que llevas en el tobillo, es muy bonita”, Adeleta con naturalidad, me explico lo que significaba la luna y la estrella, y seguí indagando… “A mí lo que me ha gustado es el del medio, la picas, que demuestra mucha personalidad”
Tanto Mario como ella, se ruborizaron un poco y se dieron cuenta de que sabía el significado, como yo me di cuenta de que ellos también lo sabían, que no era algo accidental. Jaume volvió a retomar la conversación y al ver que su hija no se marchaba como habían dicho, dijo que se quedarían un poco más. Ahora la mirada de los tres coincidían casi todo el tiempo. Mario pasado un rato me propuso que me fuera con ellos. Acepte y antes de irme me despedí de los amigos, quedamos para el día siguiente, quise despedirme también de Teresa y Natalia.
Natalia me dijo con cierta sorpresa… “¿Cómo es que te vas? Creía que te quedarías hasta el final” y como estábamos solos pude decirle para picarla… “Si de pronto has dejado de hablarme y no me has hecho caso… que no sé qué te habrá picado… así que el que me vaya…”, se quedó callada y me dio dos besos muy suaves en las mejillas. Teresa hablaba con un grupo de gente y cuando dije que me iba se quedó sin saber que decir. Ellos habían venido en el coche de Jaume y yo en el mío propio, por lo que decidimos ir en el mío.
Al ver el coche Mario dijo que le gustaba mucho y… Adeleta me pregunto si no me importaba que lo llevara Mario y así podíamos ir hablando. Acepte y cuando abrí la puerta de atrás para que ella se subiese, me agarro de la corbata y tiro de mi para que me sentara con ella detrás. Después de arrancar y empezar a circular ella fue la que inicio la conversación…
- ¿Por qué dijiste que te gustaba la pulsera del tobillo? ¿Sabes lo que significa?
- ¿Tu qué crees?
- No creo nada, tu dime. (Tenía una mirada penetrante)
- Que quieres la opinión light o la opinión soez, obscena.
- Uuummm… espera que lo piense… jajaja… la obscena.
- Pues que te follas a quien quieres, con el consentimiento de tu marido.
- Jajaja… pues no ha sido tan obscena. Mas o menos has acertado. Si, es verdad que me tiro a quien quiero, pero soy muy selecta, tampoco es que me vaya abriendo de piernas con cualquiera, es mas, fíjate llevo desde el verano sin hacer nada con otros. Mario no me consiente nada, lo disfruta, le gusta verme y es un buen cornudo, aunque no he encontrado ningún MACHO, que saque partido.
- ¿Cómo que no te sacan partido?
- Si, todo lo que te encuentras por ahí, te pueden dejar medio bien en un momento preciso, pero no saben “participar” estando mi Mario presente. Quieren siempre quedar a solas y siempre voy con Mario, salvo que encontremos a alguien muy bueno. Que no ha sido el caso.
El resto del camino fuimos hablando de esa vida que llevaban de lo que pensaba… una conversación sin más importancia. Había pensado que ocurriría algo yendo los dos sentados detrás, pero ella guardo la distancia física sin hacer ninguna “señal” que me indicara nada. Me habían llevado a un lugar donde la música era para mayores de cuarenta años. Estaba abarrotado y no dejaban entrar ya. Mario se acercó a la puerta le saludaron y nos dejaron pasar.
La celebración del año nuevo estaba en lo más alto, fuimos andando como podíamos entre toda la gente que había. Iba Mario abriendo el paso, Adeleta agarrada a su cintura y yo detrás de ella. Lo que no me había fijado es que delante de Mario iba alguien del personal y cuando llegamos a nuestro sitio, Mario le dijo algo al oído. Poco después aparecieron con unas cubiteras con luz led. Una con hielo y las otras con varios tipos de bebida, cerveza, cava… copas y vasos.
Mario lo que bebía era sin alcohol y como una excepción si me tome algo con alcohol. Para los suspicaces, no bebi alcohol ni para ahogar penas ni pensamientos, porque las penas y pensamientos saben nadar. Bebi porque me apetecía. Adeleta quería bailar y Mario con una mano nos decía que fuéramos, que tranquilos.
Bailábamos a nuestro aire, como si no hubiera nadie más. De vez en cuando ella sacaba su culo y lo pegaba contra mi paquete. Que la primera vez no, pero las siguientes estaba empalmado y seguro que lo notaba perfectamente. Pero una de esas veces se pegó mas de la cuenta, la agarre por las caderas atrayéndola hacia mí y clavando mi polla en medio de su culo. Se giro, me miro, no era una mirada de enfado ni mucho menos, era una mirada de excitación.
Termino esa canción y dijo de irnos a sentar. Al ir entre la gente me dio la mano y llegamos a nuestro sitio. Cuando llegamos Mario había estado sentado en medio de los dos. Esta vez me senté en el mismo sitio, Adeleta lleno las copas de cava y brindo por nosotros. Luego de dar un sorbo, se acercó a su marido le dio un suave pico, de segundos. Vino hacia mí me dio un tierno y suave beso, que pocos segundos después se convertía en un beso morboso y pasional.
Me besaba comiéndome la boca completamente y me tocaba el paquete, a lo largo, apretando mi polla. Algo bestial. Miro a Mario y le decía con una voz de salida… “No veas lo que me he encontrado… ya verás cuando lo veas”, no era la Adeleta de siempre, la dulce, la tierna… era todo fuego. Se puso a horcajadas sobre mis piernas y me decía dulcemente al oído… “Dime que vas a hacerme la más feliz, dime que por portarme mal me castigaras… dime sobre todo que no te asustaras y te cortaras…” solo le dije que ya lo descubriría.
Desde ese momento decidí tomar yo el mando. Nos fuimos a su casa y en el coche montamos de la misma manera. Sabía que ella esta vez iba con ganas de todo. Se puso en plan gata y la corte en seco. “No, no te equivoques, vas a hacer lo que yo te ordene. Ahora quiero que quites lo que lleves debajo y que te toques para mí”, ella muy chula me respondió… “Yo no me he tocado para nadie, a mí me tocan” y mas chulo fui yo ahora… “Es que yo no soy nadie, soy yo y te tocaras para mí, así que hazlo de una puta vez… ¡¡YA!!”
Frunció el ceño, pero se quitó las braguitas y al momento se estaba tocando. Lo hacía tímidamente y sin mirarme, fue cogiendo confianza o calentura, se empezó a tocar con más ganas y ya me miraba a mí, hacia distintos gestos con la boca, con su lengua y sus labios, todos los gestos estaban llenos de sensualidad. Me ponía muy cachondo ver a Adeleta tocándose y como me miraba, estaba llena de deseo. Su cuerpo cada vez se movía mas, sus piernas se abrían y cerraban, hasta que se quedaron quietas.
Estire mi mano y quite la mano con la se tocaba, me miro abriendo los ojos en muestra de disgusto. Al agarrar su mano pude comprobar que estaba empapada. Refunfuño y su marido riéndose le dijo… “Me parece que has dado con la horma de tu zapato… puede ser que empecemos bien el año”, el resto del trayecto ella se quiso tocar, la dejaba muy poco y le volvía a quitar la mano. Llegando casi a su casa nos morreamos de lo lindo y cuando Mario nos avisó para que nos comportáramos, no nos fueran a ver algún vecino, ella acariciando mi polla por encima del pantalón… “Siempre has sido muy correcto, eres muy atento, besas muy bien, tienes una lengua que me vuelve loca, de momento no he tenido a nadie como tu… presiento que va a ser algo superior, porque si esto es el comienzo… UUFFFFFFFFF… UUFFFFFFFFF… como nos lo vamos a pasar Mario”
Aparcamos junto a un portal grande. Bajamos del coche y ellos iban muy correctos, con un punto de seriedad, muy dignos e incapaces de romper un plato. Cuando entramos en su casa, un piso amplio, que justo en ese mismo portal su padre en su día me enseño uno. Pasamos a un salón con dos ambientes. Mario dijo que iba a servir las bebidas y que el si bebería ahora algo mas fuerte. Me dijo que pusiera la música que quisiera que ya conocía como iba.
Efectivamente lo sabía, les había asesorado en ese equipo de música. Mientras seleccionaba la música, Mario se reía diciendo que todavía no sabía ni para que valía la mitad de las opciones del equipo. Adeleta se acercó por detrás y me abrazo. Me acaricio el culo mientras me decía… “Sabes que tienes un culo muy bonito, muy bien puesto. Siempre se lo he dicho a Mario… Carlos tiene un culo precioso… ¿Verdad Mario?” y el confirmo lo que decía su mujer.
“Desde que comentaste lo de la pulsera, estoy deseando verte el culo desnudo, tocártelo, comértelo y desde que he sentido lo que tienes entre las piernas… sé que esta noche será inolvidable” me lo decía comiéndome la oreja, pero lo decía para que su marido lo oyera también. Me gire y ahora seria yo quien tocara, tenía un buen par de tetas, con unos pezones “guerrilleros” y se los aprete con la fuerza justa, me mantuvo la mirada como retándome. Se zafo de mi con la excusa de que iba al baño y a ponerse más cómoda.
Supuse que iría a ponerse algo mas sugestivo, algo mas provocativo. Mario y yo hablábamos de la cena y después de un buen rato apareció Adeleta… si se había puesto mas sugestiva. Venia desnuda, se había puesto medias, que antes no llevaba. Medias negras y un liguero, con unas sandalias con un tacón fino y grande. Tenía abundante vello en el pubis, lo cierto que me gustan con menos pero… también estaba muy bien.
Su mirada, la expresión de su cuerpo, era de un volcán a punto de la erupción. Había un detalle en el que no me había fijado, llevaba una gargantilla con un aro, donde iba un corazón grande con la Q de picas, era como una correa. Cada vez pintaba mejor. Mario estaba de pies, apoyado sobre un mueble y mirándonos, le pasaba como a ella, pura excitación unida a la expectación. Se me fue acercando, mientras me miraba intensamente a los ojos. Cuando llego a mí, se tocó la “correa” y me dijo… “Espero que esto no te asuste ni lo que venga”, me sonreí para decirle… “No hay nada que me sorprenda… lo mismo eres tú la sorprendida”
Empezó a desnudarme, lo hacía sensualmente. Nada de prisas, con esos tacones era tan alta como yo. Ya me había desnudado de cintura para arriba y me mordía los pezones, los lamia con intensidad y volvía a morderlos esta vez con energía. Desabrocho mi cinturón, soltó los dos botones del pantalón y me miro a los ojos. Bajo la cremallera y acaricio con su mano mi polla por encima del bóxer. Sabía que me estaba provocando para que la “atacara” pero no era el momento, seria cuando yo quisiera.
Se fue agachando lentamente, sin ponerse de rodillas, se quedó en cuclillas. Bajo mi pantalón y ayude a que los sacra del todo. Luego bajo muy lentamente el bóxer, saltando la polla como si tuviera un muelle, quedándose pegada a mi cuerpo mirando hacia arriba. Una vez me quede desnudo, sin tocarla, la lamia a todo lo largo y absorbía mis testículos, para “jugar” con ellos en su boca. Tenía mucha experiencia. Empezó a usar sus manos y me miraba desde abajo con cara de fiera y me dijo con voz placentera… “No te vayas a correr, que queda mucha noche… ¿No serás de gatillo fácil? Porque para gatillazos ya tengo a Mario”
Mi respuesta fue contundente… “Por eso no temas…” y ella me respondió, que ya se lo habían dicho eso muchas veces y empezó a hacerme la mamada. Se metía mucho la polla, alguna que otra arcada, pero le decía a su marido que se la iba a meter entera. Mario nos miraba con los ojos desorbitados por la excitación. Hice que se levantara y nos volvimos a morrear. Acariciaba su clítoris y ella arqueaba a ratos sus piernas. Señal de que le gustaba lo que le hacía.
Con la otra mano tocaba su culito y como no, lleve un par de dedos a su ano, los fui metiendo y ella, mordisqueándome el lóbulo de la oreja me decía… “Lo tendrás si te lo mereces” no le hice ni caso y le metí los dos dedos bien metidos, un gemido fuerte y entraron sin mayor problema. Pare y le dije que fuéramos a otro sitio, me dio la mano y me llevó a su habitación. Nada más verla me gusto. Ni yo mismo la hubiera decorado mejor. Había un gran espejo en una de las paredes laterales, en la otra pared, un armario empotrado y las puertas con espejos. Había otro espejo grande, uno de cuerpo entero para verse cuando uno está vestido, que estaba sobre un pie con ruedas.
El remate el cabezal de la cama, no era de forja como a mí me gustan, pero era de madera lacada blanca con barrotes y entre barrote y barrote que había una buena anchura, habían también espejos. Hice que se tumbara en la cama, me gire y me puse encima de ella, hacíamos un 69 perfecto. Mi lengua lamia hasta la extenuación su clítoris, logrando sacarle unos gemidos potentes. Su respiración aumentaba a toda velocidad y su mamada empezaba a no ser controlada por culpa de la excitación que tenía.
Pero aun así, agarraba con fuerza mi polla y hacia delicias con su boca y su lengua. Algunas veces me movía como si estuviera follando y se la metía hasta la garganta. No era una competición, porque para mí follar no es una competición, follar es llegar a la excitación plena. Ella en cambio parecía que competía, hasta que sus caderas se empezaron a mover con mayor intensidad. Se movían hacia arriba y como haciendo medio círculos. Mis dedos presionaban sus nalgas y a ratos follaban su culito.
Empecé a sentir sus distintos sabores, Estaba muy mojada y no me perdía nada, mi lengua lamia cada milímetro de su coñito, sin dejarme nada por recorrer, como también metía mi lengua dentro de su coñito follándomelo. Sabía que se había rindió cuando empezó a decir… “Que bien lo haces, no te pares… sigue así… me vas a hacer correrme… destrózame con tu lengua… Aaaayyyyyy… AAAYYYYYYY… me falta muy poco… poquiiiisimo… AAAAAHHHHHHH… CABRÓN… AAAHHHHHH… ME COOOOORRO, ME COOORROOOO… SI, SI, SIIIIIIII…”
Empezaba a reponerse de su gran corrida, le entro una risita y me decía que había sido “demasiado” que nadie se lo había comido así, que era bárbaro y que por eso ahora me tocaba a mí. Muy decidida cambiaba de postura para seguir mamándome la polla. Aquí fue cuando empecé a controlar todo. Busque con la vista a Mario y estaba sentado en una mecedora baja, en cuanto le vi… “No sé qué haces ahí todavía vestido, pero tráeme algo para atar a esta zorra, que se va a enterar”
A Mario se le ilumino la cara y se fue corriendo al armario y de allí saco una gran caja de color gris, como un pequeño baúl de plástico duro. Abrió la tapa y saco unas correas para inmovilizar. Se las puse a Adeleta y la deje boca abajo. Me levante y fui a mirar la caja, había todo tipo de accesorios sexuales. No tenían tantos como yo, que había tirado todo lo viejo y había comprado una magnífica colección que estaba sin estrenar.
Mientras yo ojeaba todo, Adeleta le había dicho a Mario que se desnudara como lo había dicho yo. Al hacerlo vi lo que vi y eso dejo todo muy claro. Mario tenía su polla metida en una jaula para penes, de acero inoxidable brillante, con un pequeño candado. Tanto el como ella se quedaron esperando mi reacción, me sonreí y dije… “Vaya, vaya, vaya… quien me lo iba a decir. La niña de papa, la mujer perfecta… es un putón y el marido un cornudo redomado… ahora sí que vais a sorprenderos… de momento puta, ponte a cuatro patas”, la cara de satisfacción de los dos era clara. Adeleta se puso a cuatro patas.
Mostraba orgullosa su soberbio culo. Me coloque detrás de ella, agacho la cabeza apoyándola en el colchón, estaba esperando mi embestida, porque no me había visto lo que había cogido. Sin que se lo esperara le di un azote, digamos que de mediana intensidad. Solo soltó un “UF” sin ninguna protesta. Eso me abrió muchas posibilidades y empecé a darle azotes en sus dos nalgas. Soltaba gemidos y aguantaba muy bien. Luego cambie de táctica, cogí una pala de azotes que saque del cajón y ahora si recibia una buena tunda.
Perdió el control, le decía a su marido… “Ves lo que es castigar, cornudo de mierda… esto es un hombre… sigue así y seré tuya incondicionalmente…”, tuve que parar porque ella no tenía fin. Acaricie su culo que estaba rojo y ardiendo. “Mario ves a mi chaqueta y trae unos condones que hay en un bolsillo de dentro… vamos.. vamos… date prisa” mientras él iba al salón a por los condones, ella me decía que no hacía falta, la mande callar y en cuanto llego Mario le dije… “Ponme el condón… que tengo las manos ocupadas”
Era cierto estaba acariciando el ano y el clítoris de su mujer. Se me quedo mirando con estupefacción y me dijo… “¿Qué te lo coloque yo?” y le respondí en tono serio… “Cornudo… ¿Tú ves a alguien más?”. Su mujer repetía una y otra vez… “Solo de oírte me voy a correr… por fin hemos encontrado a nuestro macho”y Mario se dispuso a colocarme el condón. Su mujer movió la cabeza para verlo y su cara era lujuria…
Una vez colocado el condón, me coloque detrás de ella y dirigí mi polla a su encharcado coñito, entraba bastante bien, se deslizaba entre apreturas, lo que daba mas placer. Resoplaba pero no decía nada, la metí toda y nuestros cuerpos se tocaron. Me agache un poco y follándola suave, me cogí de sus tetas. Apretaba sus pezones, sabía que estaba entre el dolor y el placer. Empecé a darle embestidas, cortas y fuertes. Distanciadas entre sí, ella movía su culo, sabía que quería más. Me solté de sus tetas y empecé a embestirla más fuerte y rápido. Jalaba de su melena, para hacerle levantar la cabeza. Ella lo hacía pero sin quitar la vista de los espejos. Teníamos una imagen muy morbosa, esa situación me ponía mas cachondo.
Con la mano libre, azotaba nuevamente su ardiente culo. Me faltaban manos y deseos. Deje de azotarla y empecé a follarme su culito, mis dedos son largos y grandes, pues le entraban tres a la perfección. Me gritaba que no parara y se corrió agarrándose a los barrotes del cabecero y pidiéndome que fuera más fuerte. Tan fuerte fue que corriéndose dio un cabezazo y ni se inmuto.
Fui a pararme por lo del golpe y me dijo… “Ahora no, ahora no… no la saques… MAS FUERTE, MAS FUERTE… que me corro de nuevo…” gritaba muy fuerte y no paraba de moverse. Se corrió dos veces más, pero el ultimo orgasmo fue muy intenso, sentí los espasmos de su coñito en mi polla, se llegó a poner como rígida y luego fue como si se desvaneciera. Fue como algo eterno y eso provoco en mí una corrida perfecta. Me quede tumbado encima de ella un rato.
Me salí y le dije a su marido… “Haz algo de provecho, quítame el condón”, se acercó lo quito y levantando la mano como si de un trofeo se tratase dijo… “Pedazo de corrida, que exageración… ¿Cuánto llevabas sin correrte?” y Adeleta salió de su letargo incorporándose un poco para ver que decía su marido. Adeleta miro un reloj de mesa que había y exclamo… “SI HAN PASADO DOS HORAS… QUE CORTO SE ME HA HECHO” y nos reímos todos.
Mandamos a Mario por bebida y cuando nos quedamos solos Adeleta me dijo… “Ha sido espectacular. Fíjate que hoy sin buscarlo hemos encontrado lo que buscábamos, después de tanto tiempo… es que no hay que desesperar”, no hice ningún comentario al suyo, simplemente me limite a acariciarla de nuevo y no tardo ni cinco minutos en estar otra vez cachonda. Ronroneaba y me decía… “Ha sido un desperdicio dejar esa corrida en el condón… si llego a saber que ibas a echar eso… uuuhhmmmmmm… me lo hubiera comido enterito”, le dije que no había acabado la noche.
Repusimos líquidos y mientras bebía un refresco bien fresquito, analice la caja con más tranquilidad. Ella tanteándome me pregunto… “Seguro que te ha sorprendido lo de la caja y te habrás dicho vaya degenerados… ¿Verdad?”, se me escapo una carcajada y mi respuesta, además de aliviarles les gusto. “Si fieras lo que tengo en mi casa, sí que te harías muchas preguntas. Tengo más cosas y algunas de lo último en el mercado y sin estrenar, que tire todo lo viejo y renové por completo todo el conjunto de diversión”, se echaron a reír y ella enseguida se apuntaba a estrenarlo. No dije nada, no quería comprometerme a mas… de momento.
Deje la lata de refresco vacía y me eche de nuevo en la cama. Mas que decirle, ordene a Adeleta que le quitara la “jaula” a su marido. Obedeció y se la saco. Su polla estaba roja, tono amoratado y ella me dijo… “La tiene así porque se habrá puesto cachondo como un cerdo. Se pone de ese color… jajaja” y dando un golpe al colchón le dije que se viniera a la cama con nosotros. Quedando su mujer en medio y acariciándonos ella y yo. Muy bajito y al oído le dije algo a Adeleta, que se le iluminaron los ojos de vicio y perversión, diciéndome… “Tu sí que sabes. Es una fantasía que tengo hace muchísimo, me has hecho mojarme a tope, como nunca… uuufffffff… te obedezco ahora mismo”.
Lo de que se había mojado mas, era casi imposible, si había cercos hasta en la sabana. Le había dicho algo que tenía que hacer, que me pone muy cachondo, porque a las otras personas, sobre todo a las mujeres, aunque no lo hayan hecho nunca y les de corte, en cuanto empiezan se ponen fuera de si, por la gran excitación que las llena todo su cuerpo. Adeleta se levantó, se fue hacia la caja, cogió un arnés y coloco el pene de látex mas grande, creí que cogería el mediano.
Mario trago saliva. Sabia para quien era y con voz titubeante le dijo que mejor el pequeño. Ella se negaba diciéndole que no era negociable y tuve que hacer del Rey Salomón, obligándola a que cogiera el mediano, que también era grande. Luego mientras untaba lubricante le decía a su marido… “Cariño… hoy nos van a romper bien el culito, Carlos nos va a follar a los dos”, Mario salto y se puso sentado al borde de la cama… “Nena… ya lo sabes, a mi ningún tío me va a hacer nada y mucho menos eso. En nuestros acuerdos estaba que no interactuaría con ningún tío y ya hice mucho poniéndole el condón”
Su mujer que estaba bastante cachonda me decía… “Es un poco melindroso… tiene un culito muy delicado… jajaja… es que hasta hoy solo hemos usado el plug anal pequeño, hoy se lo estrenamos en condiciones” y después se acercó a su marido, le acaricio la cara y la cabeza, para decirle en plan ñoño… “Venga tonto… si él no te va a hacer nada a ti directamente, él me va a follar a mí, yo a ti y te follara en diferido… ¿Lo entiendes ya?”, se quedó un poco más tranquilo y obedeció a su mujer tumbándose boca abajo.
Adeleta le ponía unas almohadas debajo y le iba lubricando el culo. Yo me ponía un preservativo y ella que lo vio me repitió que no hacía falta, que no se podía quedar embarazada. Ese comentario me pareció muy inocente, porque mi idea iba por otro lado, nunca mejor dicho. Se puso detrás de su marido, iba directa a follárselo y tuve que pararla, para que fuera con más calma, giro su cabeza y nos besamos. Le hice saber que el ritmo lo marcaria yo.
Con mucho tacto esta segunda vez, coloco el vibrador en la entrada del culo de su marido y a mi indicación, fue metiéndolo muy suave. Mario aguantaba la respiración. Los dos a la vez le mandábamos que se relajara. Ahora me coloque mejor detrás de Adeleta, le metí un par de veces mi polla en su coñito y ella gimió con deleite, se la saque y fui a su culito, en seguida me dijo… “Eh, por ahí no… ya te dije que me lo pensaría”, le di unos buenos azotes, le ordene que se callara que se colocara mejor y en cuando lo hizo, empecé a metérsela, con la misma suavidad que ella había tenido con su marido.
Ya tenía mi polla metida a la mitad, Adeleta se quejaba un poco, pero no decía nada de parar ni me indicaba ningún ritmo. Estaba claro que no era su primera vez, aunque el culito estaba bien apretadito, un placer. En esta situación, no seguí metiendo mi polla, me limitaba a sacar y meter suavemente, sin avanzar más en la penetración. Ella seguía el mismo ritmo que su marido, quien si se quejaba mas y si pedía a su mujer que fuera menos agresiva. Los pezones de Adeleta parecían que iban a salir disparados, de lo duro y en punta que los tenía.
Cuando menos se lo esperaba y más relajada estaba, la empotre contra su marido, metiéndole mi polla hasta el fondo, diciéndome con un grito… “SIIIIIII… CABRÓN… NOS HAS ROTO…” de Mario solo salió un tremendo… “¡¡AAAYYYYY!!” y su mujer que le decía… “Calla cornudo, no seas una niñata… AAAHHHHHH… SI… DAME MAS…”, la estaba follando duramente. Pocas mujeres aguantan ese ritmo que estaba dándole. Pero ella solo gemía, pedía mas y se corrió sin esperármelo, diciéndole a su marido… “Ya verás cuando sientas de verdad la verga de él… AAAHHHHHHH… SIIIIIIIIII… NO PARES, NO PARES, NO PAAAAARES…”
Evidentemente no pare y seguí al mismo ritmo, esta vez sí me aviso de que se iba a correr de nuevo. Al que no se oía era a su marido, que tenía pegada la cabeza en el colchón y su mujer, que le había metido todo y no se lo sacaba, porque ella ahora se limitaba solo a recibir. En cuanto ella se corrió, que esta vez lo hizo mordiendo el hombro de su marido, decidí parar, porque no sabía cómo estaría Mario en su primera vez. A ella no le gustó mucho, pero se aguantó. Una vez se salió de su marido, había como un pequeño hilillo de sangre, nada preocupante y ella al ver el culo de su marido tan abierto le dijo… “Que bien te lo he dejado, esto lo tengo que repetir en compañía o solos amor, como me ha puesto…”
Me preocupe por él y ella era la que contestaba, porque él ni se movía. Adeleta decía que si le conocía bien se había corrido como un adolescente. Le hizo quitarse y estaba la sabana manchada y una de las almohadas, su muer me miraba y me decía… “Lo ves, que te he dicho. Se ha corrido más de una vez. Que aunque ahora aguanta un poco mas, como le hagas preliminares, te quedas a dos velas… jajaja… ¿Verdad amor?” Adeleta no perdió el tiempo, me quito el preservativo y se puso a hacerme una mamada salvaje y apasionada.
Hasta su marido la miraba sin quitar ojo. Era más evidente que estaba muy cachonda, su manera de mamarla lo decía todo. Me estaba dando un placer increíble y ya estaba cerca de correrme. No la diría nada, solo la apretaría un poco mas la cabeza, eso seguro que el daría la pista. Lo hice de esa manera y en cuanto sintió mi mano en su cabeza, apretándola suavemente, bajo el ritmo, uso mas la lengua y una extensa corrida fue a llenar su boca. Mi grito salvaje y continuado se oyó por toda la casa y el uuuhhmmmmmm de ella recibiéndola.
No tuvo prisa en quitarse lo saboreo bien y luego se fue derecha a su marido para besarlo, pero este se echó para atrás y se levantó de la cama. Ella se lo trago todo, se relamió con obscenidad mirando a su marido y le dijo… “Tú te lo has perdido y lo peor que y te morías de ganas por haberle hecho tú la mamada, que te conozco…”, la expresión de él, era de cualquier cosa menos de deseo como decía ella. Supongo que lo que había dicho ella, era fruto de su calentura. Ya era hora de dejarlos solos y de marcharme a descansar. No me quise ni duchar, aunque me lo ofrecieron, porque si no, no saldría de allí.
La noche no había estado nada mal, aunque siempre podía haber estado mejor. Pero pensando, pensando… quien me iba a decir a mí que iba a acabar enrollándome con Adeleta y mas con la participación de su marido. No era la pareja habitual para tener algo y se lo que me digo. Sobre todo por ella, que la conocía de hace muchos años y nunca vi nada en ella que me hubiera indicado nada, todo lo contrario. Eran una pareja muy unida, que habían decidido no tener hijos, porque así me lo contó su padre, que le hubiera gustado ser abuelo. Mañana con la cabeza mas despejada, tendría que plantearme la relación de amistad de otra manera, porque de haberlo pensado bien, no hubiera tenido nada.
Llegue cansado, me di una buena ducha y me metí desnudo en la cama, después de pensar y pensar, me quede dormido, esperando descansar durante todo el día, porque ya eran las 06:42 según el reloj… pero no fue así, que va… el inicio de año no se iba a quedar así.
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