Sandra sexxxy VI

El autobús inició su viaje hacia la capital; desde la ventana miré las calles de mi ciudad, al pasar por el taller de don Nicasio, lugar donde tantas tardes fui inmensamente feliz de hacer muchas veces el amor con ese enorme hombre, evoqué a mis otros tres grandes amantes. De mi madre, tenía 3 meses de no saber nada, acababa de cumplir mis 18 años, ya era mayor de edad y buscaría mi propio destino; entallada en un mezclilla, una sudadera, con el pelo largo peinado y bien maquillada, decidí desde entonces vestirme de mujer todo el tiempo posible. Obscureció, el vaivén del camión me dormitó, soñé que estaba con mis ex amantes; don toño con su sonrisa seductora; don Nicasio, con su descomunal verga; Mario Alberto, con su ternura y mi tío, con su deliciosa manera de coger; me tomaban entre sus brazos y se turnaban para hacerme deliciosamente el amor, desperté al sentir que el autobús se detenía, había llegado a mi destino.
El taxi me llevó al edificio donde vivía doña panchita, le dije que era hija de Emilio Millette, que si podía quedarme unos días con ella, accedió por agradecimiento de tantos favores recibidos de mi padre, me instaló en una recamarita, me recosté en un camastro para descansar, oí voces, salí y en la sala estaba sentado un hombre en puro calzoncillo, era viejo, de enorme panza, pelón, todo desaliñado, sudoroso y de aliento alcohólico, era don nabor “el hombre de la casa” (así decía él). Pero no era más que un “bueno para nada”, un mantenido. Me cohibí y quise salir pero al verme, me abrazó y dijo “bienvenida señorita, su papá fue un gran amigo, la atenderemos como una reina” su morboso abrazo y lujuriosa mirada me incomodo.
Esa tarde llegué cansada de buscar un departamentito, no había nadie y entré con la llave que me habían dado, tome un rico baño, me encerré en mi cuarto, con la toallita encima y totalmente desnuda, quede profundamente dormida boca abajo. Desperté al sentir algo caliente y duro que sin piedad me taladraba el culo, quise voltear pero el pesado cuerpo de don nabor me lo impidió, su mano tapó mi boca y no pude gritar, aflojé el trasero para amortiguar el dolor y él aprovecho para dejarme ir toda su verga dentro de mí cuerpo, siseando en mi nuca me dijo, “pinche jotito se como tratar a los de tu clase, quieres verga pues comete esta, me engañaste, ya vi que tienes pilin, pero tienes un culote preciosos y no voy a desperdiciar tan ricas nalgas”, me relajé y dejé que me cogiera a su gusto, sentía su verga como raspaba todo mi interior al penetrarme, desflorándome mi trasero, lloré, no de dolor sino de rabia y coraje, escuchaba sus jadeos y los chasquidos de hacia su verga al entrar y salir de mi culo, babeó y gimió al venirse, sentí cuando se mojó todo dentro de mi, y me la sacó de golpe. Se subió el calzoncillo y me amenazo: “si dices algo, yo diré lo que eres en realidad”, llorando amargamente, por primera vez supe lo que era la parte oscura del sexo, adolorida del todo cuerpo, cerré con llave mi cuarto y seguí llorando hasta quedarme dormida.
Empezaba a amanecer, cuando la puerta se abrió de nuevo, alcance a ver la corpulenta silueta de don Nabor, me hice la dormida y dejé que me quitara la tanguita, con sus rudas manos separó mis nalgas, sentí sus gruesos labios besar todo mi trasero, su desaliñada barba raspaba como lija en mis nalgas, los besos y mordidas eran burdas, tal parece que quería comerse toda mi cola, por lo que balbucié “despacio, hazlo suavemente”, “jejeje, no que no, pinche puta, siente mi lengua penetrar tu culote” fue la respuesta, efectivamente sentí un trozo de carne esponjosa y rasposa que entraba por mi culo para registrar toda mi intimidad. Mi esfínter cedió al embate accediendo a la penetración de toda la lengua y sus dedos; me tapé la boca para no gemir; mis sentimientos eran encontrados por un lado lo repugnante y vulgar de sus “caricias” y por otra lado el gozo natural de sentirme penetrada por un hombre.
Se paró al filo de la cama, me sentó frente a su verga e hizo que se la acariciara, era gorda y de buen tamaño, olía mal, chorreaba mucha baba, le colgaban dos huevos exageradamente grandes y muy peludos. Me la metió a la boca e hizo que se la mamara por un gran rato, eso lo hizo bramar de placer, sus huevos chocaban en mi mentón y cuello, pensé que iba a venirse pero en lugar de eso, me puso de cuatro patas al filo de la cama, resignada paré las nalgas todo lo que pude, arquié hacia abajo mi cuerpo, poniendo mi pecho y cabeza a la altura de la cama, “así me gusta perra, que seas una buena puta, que sepas ofrecer el culo, como debe de ser, te voy a dar una culeada que nunca vas a olvidar” dijo, me agarró de las caderas con ambas manos, puso su verga en mi culo y me penetró violentamente en una sola embestida, mis manos apretaron la sabana y lance un gemido, sus huevos chocaron como badajoz en mis huevos. Sentí el placer de la penetración pero también el coraje de la vulgaridad, me relajé y poco a poco fui disfrutando de aquellas violentas embestidas, su cuerpo chocaba en mis nalgas me tenia agarrada con fuerzas de las caderas de tal forma que las cogidas eran tremendas, se me hizo eterno ese momento, pensé que nunca acabaría. Sin sacarla me volteó para quedar boca arriba, puso mis piernas en sus hombros, con una mano levanto mi trasero y siguió cogiéndome, sus manos manoseaban groseramente mis nalgas y las separaba para que la penetración fuera total, su boca lamía y chupaba rudamente mis senos, una de sus manos me tomó del hombro para asirme y penetrarme aún mas, había que reconocer que el tipo sabia como intensificar las cogidas, su pegajoso sudor cubría mi cuerpo, las penetraciones no cesaban, me masturbe para tratar de gozar y al sentir venirme, apreté el culo y menié mis caderas como revolvedora para alcanzar el máximo placer, la verga de don nabor que parecía un pistón a su máxima capacidad dentro de mi culo, balbuceando me dijo “así mi puta preciosa así, no pares el culo, muévelo, perra así vente conmigo” nuestros gemidos se mezclaron al unísono, me vine y él eyaculó a mares, creí que era orín, pero lo espeso e inconfundible olor a semen que inundaba todo mi culo, me hizo ver lo contrario. Don nabor jadeando dijo “bien que sabes mover las nalgas pinche puta, que rico aprieta tu culote y coges muy sabroso, seguro ya has disfrutado de muchas vergas , ¿verdad perra?”, me sacó su todavía dura verga para meterme la chorreante cabeza en mi boca, mientras se masturbaba, se vino dentro de mi boca y casi me ahoga la cantidad de leche, con un esfuerzo me trague lo que pude, quedando en mi boca una cantidad de semen mismo que use para embárrasela a todo lo largo y ancho de su verga para de nuevo lamérsela toda hasta dejarle el pene completamente limpio. Con una sonrisota de oreja a oreja don nabor, dijo “este cuerpecito es mío y me lo voy a seguir cogiendo las veces que yo quiera, cuando un culo me gusta me lo cojo hasta que me canse y con el tuyo no me voy a cansar nunca” y se fue. Ya no hubo lagrimas, descansé un rato y me fui a bañar con agua tibia; aun tenia el sudor y olor de don nabor, su semen seguía chorreando por mi trasero, así que me empecé a lavar muy bien, no se que pasó me puse cachonda y me imaginé a don nabor cogiéndome una y otra vez; me dio mucho coraje ser tan débil, pero tenía que reconocer que esa experiencia me había gustado mucho. Así que masturbándome, seguí imaginándome ser poseída de manera vulgar y violenta por don nabor viniéndome deliciosamente, hasta quedar tranquila y relajada.
Salí del baño me vestí y al salir Doña panchita me ofreció un cafecito con pan, platicamos de mis proyectos y me dijo que podía quedarme todo el tiempo que quisiera, yo lo que quería era huir de ahí, aunque la verdad ya no estaba tan segura de eso.