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Nuestra quinta velada había sido la más tórrida, Raquel me pidió que le buscara a un negro.
- Me siento con ganas de vicio total...
Y se lo encontré. Un negro alto, cachas y con la cabeza rapada. Le señalé la puerta de la habitación en la que Raquel esperaba.
Sus gemidos de placer resonaban en el club y en cuanto terminó se formó cola a la puerta. Sólo que esta vez no iban de uno en uno, eran siete u ocho los que entraban en la habitación. Lo escuché todo desde la habitación contigua y regresé cuando habían terminado.
- Hazme el amor como sólo tú sabes... -Me susurró Raquel.
Me puse encima de ella y sentí el penetrante olor del semen mezclado con su propio sudor. Entre besos, lamí su cara de los goterones de semen que la cubrían y fui descendiendo saltando de charco en charco. La habían cubierto de semen por dentro y por fuera.
Mientras mi lengua le hacía el amor como a ella le gustaba, Raquel me iba contando los detalles. Eyaculé cuando todavía no había llegado a la mitad.
No lo supe hasta después, pero sus gemidos conmigo fueron de la misma intensidad que con su primera polla.
Raquel me pidió que la penetrara después de terminar para que comprobara si podía sentir su vagina de forma diferente. Le dije que necesitaba unos minutos para reponerme pues me había corrido. Permanecimos acostados besandonos hasta que nos interrumpieron unos nudillos llamando a la puerta.
- Adelante... -Respondió Raquel.
Era el primero con quien había estado aquella noche, que volvía a por más. Raquel insistió en que me quedara en la habitación y le preguntó si le importaba.
- En absoluto, estoy orgulloso de lo que tengo... -Respondió con una sonrisa.
Al dejar caer su toalla pude ver la polla más grande que jamás hubiera contemplado y que no fuera en una película porno. La tenía semi flácida y Raquel me dijo:
- Pónsela dura...
- A tu disposición... -Me contestó él a modo de invitación.
De rodillas frente a él lo dejé preparado en unos instantes, aunque era demasiado grande para que me la pudiera meter entera hasta el punto de llegar a dolerme la mandibula después.
Verlo follar a Raquel me hizo abrir los ojos. Tanto su polla como su aguante la hicieron alcanzar cimas a las que mi polla jamás podría ni acercarse como ponían de manifiesto los gemidos, los gruñidos y los sonidos guturales que vomitaban.
Me sorprendieron las connotaciones raciales de lo que decían, pero aquella noche Raquel le contestó que:
Sí, se volvía loca por su polla negra.
Sí, quería que le hiciera un hijo mulato.
Sí, su polla era la mejor que la había follado.
Sí, estaba dispuesta a ser su puta blanca.
Sí, sólo follaría su polla negra.
Por supuesto, mi polla había vuelto a ponerse dura y me masturbaba mientrás él empalaba a Raquel. Nos corrimos los tres al unísono, y mi primera andanada llegó a depositarse en su hombro. No se dió cuenta hasta después y comentó:
- Vaya, eso sí ha sido la primera vez que me pasa...
Le dije que esperaba no haber metido la pata y echarlo todo a perder pero se lo tomó de buenas.
- Me alegro que te hayas excitado tú también.
No podía desembarazarse de Raquel, que mantenía sus piernas alrededor de su cintura.
- Ha sido tan bueno...
Se besaron como amantes y su voz, mucho más grave que la mía, le preguntó:
- ¿Así que te gustan las pollas negras?
- Sí, muchísimo...
- Pues una vez que la has probado... -Comentó riendo.
No hizo ademán de irse así que, después de sacarla, nos quedamos compartiendo la habitación y charlando. Nos presentamos y ahora su amante tenía nombre: Javi.
Minutos después de que se la sacara, Raquel continuaba acostada con las piernas abiertas; las cerró un instante, pero las volvió a abrir. Yo estaba sentado con las piernas cruzadas a sus pies.
La habitación se encontraba en penumbra, pero podía imaginarme con nitidez la vagina de Raquel distentida, llena a rebosar con el semen de Javi y anhelando mi lengua para hacerla sentir mejor. Se me hacía la boca agua, pero no me moví hasta que escuché su invitación.
- Cariñó, ¿a qué esperas?... ¿Necesitas invitación por escrito?
En cuestión de segundos mi cara estaba entre sus piernas y mi lengua se hundía en lo más profundo de su vagina. La comí mientras Raquel y Javi se besaban y él lamía sus pezones.
- Dulces como la miel... -Le oí comentar a él.
Javi entonces comentó en broma:
- Mira cómo le gusta... Se comería cualquier cosa...
Los tres nos reimos mientras yo segúia con mi cara entre las piernas de Raquel.
- Haz que te chupe el culo...
Raquel se movió y acto seguido mi lengua lamía su ano. Mientras lo hacía sentí la mano de Javi en mi nuca.
- Así, hazlo bien... Cómete toda la leche de Javi, no vaya a ser que tu mujer se quede preñada... No dejes ni una sola gota... Te gusta el sabor, ¿verdad?
Balbuceée un sí y mientras seguí comiendo a Raquel, Javí la excitaba con sus comentarios.
- ¿Te gusta un buen macho negro que la tenga grande?
- Sí...
- Quieres más de mi polla, ¿verdad?
- Sí...
- ¿Y qué tal si te dejo preñada?... ¿Quieres que te haga un bebé mulato?
Raquel no respondió.
- Vamos, no te cortes... Conozco a las de tu tipo, en el fondo quieres un bebé que vaya diciendole al mundo que no es de tu marido sino de tu amante.
Raquel seguía sin responder. Pude ver a Javi chupandole un pezón mientrás el otro estaba a punto de explotar.
- Dí la verdad... Dile lo que me acabas de susurrar... Díselo.
Raquel lo calló morreándolo. Volvió a correrse mientras lo besaba.
Yo también volví a correrme, y Javi lo apreció inmediatamente.
- Mira, le ha gustado lo que he dicho...
Me enrrojecí más cuando Raquel añadió:
- Sí, tiene problemas para controlarse... ¿Por qué crees que estamos aquí?... Su lengua es una maravilla, pero él sabe bien que necesito algo más.
- Y esta noche, ¿has encontrado lo que ibas buscando?
- Sí, lo he encontrado... La polla perfecta... La tuya.
- Entonces, ésta es tu última noche aquí. Se ha terminado la búsqueda.
- Sí, es nuestra última noche aquí.
Javí soltó una carcajada. No había sarcasmo en su voz cuando me preguntó:
- ¿No te importa si Raquel me lleva a casa?
Se me secó la boca. Necesité algunos segundos para poder volver a articular palabra.
- No, no me importa.
- Te gusta mirar, ¿verdad?
- Sí...
- Entonces estás de suerte, porque te voy a dar mucho para mirar... Apuesto a que estás pensando ahora mismo en mi polla, ¿cierto?... ¿Quizá soñando con tenerla de nuevo en tu boca?"
- Sí...
- Aquí la tienes... No se si me correré de nuevo, pero disfruta un rato... Raquel y yo te miramos.
Se lo hice como me gustaba que me lo hicieran a mí. Empecé por la cara interior de sus muslos, lamiendo hasta introducirme en la boca un testículo.
- Qué bien... Ve con cuidado...
Después me dijo que le lamiera el otro. Tenía ya la polla totalmente erecta cuando mi lengua se deslizó por toda su longitud. Presioné mis labios alrededor de su grosor y mi lengua se concentró en su glande. Se mantuvo quieto hasta que volví a abrir la boca para que me la follara. No podía alojarla toda dentro, pero sí lo suficiente como para hacerlo gemir de gusto.
Le acariciaba las pelotas mientras su inmensa polla quería penetrar mi garganta también. Esperaba que se detuviera de un momento a otro para follarse a Raquel por tercera vez, pero no lo hizo y siguió bombeando hasta que una catarata de semen bajó por mi garganta.
Al poco tiempo nos marchamos. Javi nos acompañó hasta el coche. Nos estrechamos las manos y me encontré dándole las gracias, a lo que me respondió:
- Ha sido un placer... Soy yo quien tiene que daros las gracias.
Raquel me pidió que disculpara a Javi y a ella durante unos minutos así que dí la vuelta al coche y me senté en el lado del acompañante. Podía oirlos hablar perfectamente.
- Javí, ha sido tan bueno...
- Mmmm... ¿Te gusta mi polla negra?
- Sí... -Raquel se sonrió.
- Pero a él también le gusta, supongo que tendreis que compartirla.
- No me importa compartirla, después de todo es mi marido.
Supongo que después de decir esto Raquel se estaban besando, pero no podía verlo.
- Besas muy bien... Me gusta que un hombre sepa hacerlo.
- ¿Tan bueno besando como él? -Preguntó Javi.
- No lo sé... Él es realmente bueno besando, y todo lo que tenga que ver con la boca... Mejor que lo intentemos de nuevo.
Transcurrieron unos minutos mientras se morreaban.
- Estoy tan cachonda de nuevo... Te quiero de nuevo dentro de mí.
Javi tenía el control de la situación.
- Piensa sobre lo que he dicho... Y háblalo con él.
- No me hace falta, Javi... Ven a casa con nosotros esta noche.
- Os seguiré...
- No, deja el coche aquí... Ya lo recogeremos mañana.
Cuando Raquel abrió la puerta asomó la cabeza y dijo:
- Tenemos compañía, espero que no te importe.
Sonreí excitado, aunque sentí un gusanillo en el estómago.
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