Buenas alumnas
--------------------------------------------------------------------------------
Estabamos en clases cuando Claudia, una estudiante de sólo 14 años, me llamó a que le aclarara una duda. Fui, me acerque a ella como suelo hacerlo, sin que medie ninguna intención, quedando al costado junto a su hombro.
Al asomarme sobre su cuaderno sentí la presión de su hombro sobre mi pene y, en forma sostenida lo movió circularmente de tal forma que se me paró, ella se dio cuenta, me miró pero no hizo más que seguir presionándome.
Me fui a sentar al escritorio del profesor, la miré y vi que abriendo ligeramente sus piernas me mostró sus calzones blancos. Se sentaba en una silla de tipo universitario y en la primera fila, por lo que mi visión era totalmente despejada y nítida.
Al cabo de un rato ella fue al baño y al regresar fue a su silla, tomó su cuaderno y se acercó donde estaba yo a hacerme una consulta.
En esos momentos estaba con mi mano izquierda tomando el borde de la mesa. Dando la espalda a sus compañeros, ella se instaló con su pelvis presionando sobre mi mano, sin querer provocar interpretaciones equivocadas quise sacarla pero no pude, ella me apretó e hizo unos movimientos de pelvis, en esos momentos me bajó la calentura y aprovechando la posición disimulada de ella, di vuelta mi mano y le tomé su sexo a través del jumper, ella más me presionó soltando un suspiro apenas perceptible por mí.
Fue a sentarse y nuevamente abrió sus piernas para exponerme ese panorama que tanto me había agradado minutos antes, pensé que se había cambiado calzones y que tenía unos oscuros, más se abrió y me di cuenta que se los había sacado y lo que me exhibía era su peluda conchita.
A la salida de clases, ya me iba cuando Claudia se acercó pidiéndome que le hiciera una clase particular, le explique que siendo alumna mía no podía hacerlo, insistió diciendo que ni ella ni su mamá dirían que yo le hacía clases fuera del colegio. Quedamos de acuerdo en que al otro día iría su mamá y confirmaríamos la proposición. Así fue y quedamos de juntarnos en un departamento que disponía para estudiar sin tener las molestias del trajín de la casa.
Al término de clases me fui al departamento. Entré y ella me estaba esperando con unos cuadernos sobre la mesa, empezamos la clase y luego de una hora dijo que se había cansado.
Me iba a retirar cuando ella me preguntó el por qué le había puesto mi pene en su hombro, sólo atiné a responderle con otra pregunta, ¿por qué me mostraste tu sexo luego de sacarte los calzones?. No me respondió.
Luego me preguntó si había visto a una estudiante mientras se desvestía. Le dije que no, y se ofreció para hacerlo.
Me senté en una silla y ella empezó sacándose los zapatos y las calcetas, luego me pidió que le bajara el cierre del jumper, lo dejó deslizarse por su cuerpo y quedó tapada con su blusa que le cubría los calzones, luego se dio vuelta desabotonándola, se volvió hacia mí y lentamente fue sacándosela. Apareció ante mí con un sostén que apenas le cubría sus ya desarrollados senos y una pequeña tanga de color blanco, girando sobre ella misma me mostró que la parte de atrás de su tanga era sólo una tirita que la tenía totalmente metida entre los cachetes de su hermoso trasero.
Se acercó a mí y me pidió que le soltara el sostén, pasando mis brazos por atrás de ella se lo solté y al sacárselo quedaron ante mi cara dos hermosos pechos, cada uno coronado con un pezón erecto con una rosada aureola en su alrededor. Inmediatamente se movió hacia atrás no alcanzando a comérmelos como fue mi primera intención.
Lentamente se sacó la tanga y quedó esplendorosamente desnuda ante mí, no parecía de 14, era mucho pedazo de mujer para tan corta edad, alta (de por lo menos 1 metro 70), con unas piernas que daban placer a la vista y con unas nalgas firmes y bien formadas. Un espectáculo maravilloso.
Me dijo que la única forma en que me permitiría tocarla era cuando yo estuviera igual que ella: sin ropa.
Ella misma fue la que se encargó. Me sacó la camisa, luego los zapatos y calcetines, siguió con los pantalones. Quedé ante ella con calzoncillos que mostraban mi pene parado a más no poder. Me dijo que nunca había visto uno y que todo lo que estaba pasando, para ella era la primera vez.
Se arrodilló y empezó a bajarme el calzoncillo, cuando terminó de hacerlo levantó la cabeza y se encontró con mi pene prácticamente en su boca.
Yo le afirmé su cabeza, por la nuca, y le puse el pene en su boca, ella la abrió y se tragó un buen pedazo durante breves momentos. Ese fue su primer conocimiento de un pene duro que se le ponía por delante.
Se paró y nos dimos un abrazo. Ella sintió como yo le clavaba mi pene en su vientre, sujetándola por el trasero, ella también me apretaba. La bese tiernamente, ella me respondió con una lengua deseosa de gozar sin ningún tipo de inhibición.
Le pedí que se sentara en un sillón y que pusiera las piernas sobre los brazos, así me dejó todo su sexo abierto y a mi disposición, me agaché y con mi lengua le abrí los labios para agarrarme de su clítoris que por primera vez sentían algo distinto a sus dedos.
Estaba toda húmeda, tanto así que al pasar mis manos por entre las nalgas de su apretado trasero, y tocar su cuevita trasera con uno de mis dedos, pude metérselo casi sin esfuerzo, hasta allí le había corrido la humedad. Ella sólo atinaba a pedir que no la soltara, que siguiera, que estaba gozando como nunca. Sus movimientos así lo demostraban. Lo que no sabía por experiencia lo hacía por instinto.
Luego de un rato fui yo quien me senté en el sillón y ella fue la que acercó su boca a mi pene, que estaba a punto de explotar. Se lo introdujo y prontamente empezó a chupar y a succionar, yo hice un gran esfuerzo conteniéndome para no terminar tan pronto. Ella seguía tragándose mi pene, ya lo tenía bien adentro, tal vez unos 15 de los 18 cm que mide, y yo arremetía en su tierna boca pero por naturaleza adaptada para este juego sexual. Al cabo de 10 minutos no pude resistir más, la detuve y le dije que estaba a punto de terminar y que al hacerlo en su boca se iba a llenar de semen, sin responderme continuó y fue así como no pude más y me descargué completamente, lanzándole un gran chorro en su boca, justo al hacerlo ella no dejó nada más que la punta del pene en su interior por lo que recibió el semen no en la garganta sino que en su cavidad bucal, ella no botó ni una gota, siguió succionándome y me exprimió totalmente para luego tragárselo con sumo placer.
Nos fuimos al dormitorio y nos tendimos un rato en la cama, allí me la comí a besos, en su cuello, en su boca, en sus senos me entretuve harto rato deleitándome con la suave tersura de su piel, también besé su vientre y su sexo, incluso recorrí mi lengua por sus nalgas y se la metí en su orificio trasero.
Ella nunca me soltó el pene y ya estaba duro nuevamente cuando se sentó sobre mí.
Le pedí que no hiciéramos el amor pues yo no tenía condones y ella podía quedar embarazada, ella me dijo que no nos preocupáramos pues desde que tenía 12 años su mamá la tenía tomando anticonceptivos y ella jamás había dejado de hacerlo.
Le pregunté por sus experiencias sexuales, pues me parecía increíble que no tuviera experiencias después de lo que ya estaba haciendo, y más que nada el cómo lo estaba haciendo.
Ella me reiteró que era la primera vez. Que hacía un par de meses, en una fiesta hecha en su casa, bailó un baile lento con una amigo de la familia, un hombre de unos cuarenta y cinco años, él la abrazó fuertemente y la presionaba, que en un momento le puso una mano en el trasero y se lo empujó hacia sí, que había sentido algo muy duro en su vientre, se asustó y no siguió bailando con él. Fue donde su mamá, que había estado viendo todo, y ella le preguntó por qué no había seguido bailando. Que le dijo que acaso no se había dado cuenta que le había agarrado el trasero, que sí dijo la mamá, y "¿no te gustó acaso?". Bueno, la cuestión es que no había vuelto a ver a "su amigo" y que no había más experiencias, puesto que ni siquiera había pololeado alguna vez.
Con ese relato más me calenté y yo mismo la levanté, estaba a horcajadas sobre mí, y colocándole la punta de mi pene en su sexo, le pedí que se lo introdujera lentamente. Efectivamente era virgen, cuando no pudo metérselo la di vuelta, le abrí bien las piernas y suavemente le metí la punta, presioné un poco y sentí el obstáculo que me brindaba su himen vaginal, otra presión y se lo rompí, ella sólo gimió un poco pero me pidió que no me detuviera. Era muy apretada, me costó harto trabajo penetrarla.
Cuando llevaba adentro de ella más o menos la mitad de mi pene, empecé a bombearla, al comienzo con suavidad luego con más intensidad, no nos dimos cuenta cuando ya mi pelvis chocaba con la de ella, le metí los 18 cm sin contemplación alguna, ahí fue cuando empezamos a bombearnos mútuamente sin consideración alguna, le fui haciendo algunas indicaciones y ella, la mejor alumna, sin hacer que yo perdiera mi ritmo estaba moviendo sus caderas en círculos cadenciosos. Fue algo espectacular. Cuando terminé adentro de suNo dejó que me saliera de ella hasta un buen rato después, cuando mi pene ya no estaba para otra batalla.
Nos levantamos y nos dimos un baño juntos.
Nos servimos unas bebidas y nos recostamos en la cama, ella se tomó un sorbo y se tendió boca abajo en la cama, con las piernas ligeramente abiertas.
Estando en esa posición y yo de lado, a un costado de ella, le metí la mano en su trasero y empecé a jugar con su oscuro caminito, metiéndole un dedo sin mayor dificultad. Cuando hacía eso ella se movía como simulando hacer el amor.
Me subí sobre ella, y le puse mi pene en la entrada de su orificio trasero, ella pasó una mano por debajo de ella y por entre las piernas me tomó el pene y se lo apretó más en su trasero. Yo no estaba aún en condiciones, pero cuando ella me tocó sentí un renacer y pude darme cuenta que era cuestión de empezar de nuevo. Yo calculaba que si lo hacíamos de nuevo, iba a durar más puesto que ya me había dejado casi sin semen.
Ella me confidenció que hasta ese momento había satisfecho varias de las fantasías que ya había tenido, y que le gustaría satisfacer otra más, ser penetrada por el trasero.
Le dije que mejor esperáramos para cuando estuviera más experimentada pues el grosor de mi pene y su longitud, podían hacer estragos en su trasero. Ella lo único que hizo fue insistir.
Se arrodilló en la cama, levantó bien su trasero abriendo las piernas, y con sus manos me abría paso entre sus cachetes. Estaba presionando la punta de mi pene en esa oscura entrada cuando sentimos el ruido del timbre, ella levantó el interlocutor que estaba sobre un velador y la voz de la mamá le preguntó si podía subir. Rápidamente nos vestimos.
Cuando llegó su mamá, nos sentamos en el living y respondí acerca del estado de avance por las clases particulares de su hija. La mamá quedó muy conforme.
Al otro día teníamos otra clase.
Pero antes, tuvimos clases en el Colegio. Allí nos saludamos como si nunca hubiera pasado algo entre nosotros. Como siempre se sentó en primera fila, con una pierna sobre la otra, mostrando esas enormes piernas que poseía, al lado de ella estaba su gran amiga Julia, una jovencita de apenas 13 años a la que recién empezaban a asomárseles los pechos, también estaba con las piernas arriba y ya se vislumbraban como formidables. En un momento estaban sentadas frente a frente, Claudia me llamó para consultarme sobre algo y me acerque tal como siempre, con la diferencia de que ahora sabía que iba a significar que ella presionara mi pene con su hombro, y así fue. Mientras estabamos en ese secreto contacto, me di cuenta que su compañera estaba viendo todo, incluso vio como se me paró el pene y luchaba con la tela del pantalón. Afortunadamente usaba un delantal blanco que me crucé al retirarme. Luego, en mi escritorio las miré a ambas, Claudia me miró y con sus ojos me guió a su entrepierna que era objeto de una caric
A eso de las 4 de la tarde llegué al departamento, pero cuando me abrieron la puerta me llevé una tremenda sorpresa. Fue la mamá de Claudia la que abrió la puerta, me hizo saber que había pasado por unos papeles que tenía guardado y que pronto iba a ocuparlos en una reunión. Mientras tanto nos pusimos a conversar.
Ella sentada frente a mí en un sillón que se hundía al leve peso de una persona, de tal forma que las rodillas quedaban sobre el trasero, vestía un traje pero estaba sin el blazer, la falda era corta así que al sentarse dejaba gran parte de sus largas y hermosas piernas a la vista complaciente de quien estuviera cerca, su blusa era de una tela delgada y, aunque no era transparente, dejaba ver los pechos desnudos, especialmente el nacimiento de ellos pues tenía varios botones desabrochados. Se paró y luego regresó con un vaso con bebida y tuvo que agacharse frente a mí para pasármelo, al hacerlo pude observar sus enormes pechos y se veían duros e imponentes aunque no alcancé a ver sus pezones. Estuvimos conversando cuestiones sin mayor trascendencia, en eso estabamos cuando llegó Claudia.
También se sorprendió al ver a su mamá, se acercó donde estabamos y nos saludamos con la vista. La mamá le pidió que se sacara el abrigo que llevaba puesto, Claudia le dijo que más rato lo haría, que aún tenía frío, su mamá insistió pues dentro del departamento la temperatura era bastante agradable y bien podía uno andar sin ropa si quisiera, Claudia se resistió nuevamente, pero ante la insistencia de la mamá tuvo que hacerlo, antes le dijo "bueno, ¡ya que insistes!". Resultó que bajo el abrigo, Claudia iba sólo con un peto muy suelto, con unos delgados tirantes que lo sostenían sobre los hombros y que en la parte más baja terminaba inmediatamente bajo los pechos. Por abajo sólo andaba con una tanga, no llevaba falda ni nada por el estilo, y además la tanga era un pequeño triángulo, dejando salirse algunos de esos pelos que ya cubrían su hermosa conchita, hecho de una tela transparente y sujetada con una tirita anudada por los lados y que en la parte de atrás era también sólo una tirita que se perdía entre lLa mamá muy sorprendida le dijo que cómo se atrevía andar vestida así, que acaso no sabía que venía a una clase con su profesor y que de todas maneras se le iba a mostrar así, que acaso no tenía vergüenza. Claudia no atinó a responder. Estaba en una posición tal que tanto la mamá como yo podíamos verla de frente. Levantó ambas manos para arreglarse el pelo, cuando lo hizo el peto se le subió y sus pechos se asomaron por debajo de él, resultó una visión increíblemente erótica, se veían llenos y duros, sin ninguna caída.
La mamá le dijo ahora, "mejor hubieras venido sin ropa". Claudia ahora sí respondió, y le dijo: "si quieres me la saco, o mejor aún, sácamela tú", dicho esto se paró delante de ella, dándome la espalda y la visión de su desnudo trasero. Bueno, si tú lo quieres, el problema será tuyo, eres tú la que va a mostrar su cuerpo, respondió la mamá. Con sus diestras manos tomó el peto de su hija y se lo sacó por arriba. Como para hacerlo tuvo que incorporarse un poco, cuando terminó la acción fue a mirar la cara de su hija y se encontró con los pechos muy crecidos de Claudia, ésta se turbó un poco, perdió el equilibrio y se fue hacia delante, de esta forma su mamá no pudo impedir que su cara quedara atrapada entre los pechos de su hija, su única reacción fue abrazarla y apretarla contra sí, Claudia se movió un poco hacia al lado y le puso un pezón en la boca de su mamá, ésta no lo evitó y se dio a la tarea de chupárselo mientras sus manos bajaron a desanudar las tiritas de la tanga de su hija. Sin mayor preámbulo, al parecer se olvidó que a quién tenía en sus manos y en su boca era a su hija, por atrás le metió una mano entre las nalgas, y Claudia abrió sus piernas para recibir las caricias de las manos femeninas de su madre.
Claudia le dijo: "ven mamá, ponte de pié", así lo hizo. Claudia frente a ella, sólo un par de centímetros más baja, le empezó a desabrochar los botones de la blusa y luego se la sacó. A la vista mía aparecieron dos pechos maduros, grandes pero con una tersura envidiable, sus pezones ya muy parados rodeados por una aureola que le daban un mayor realce. Claudia abrazó a su mamá y quedaron pecho contra pecho, le tomó la cara y le dio un beso, alcancé a ver como intercambiaban las lenguas, mientras que las manos de Claudia se dieron a la tarea de quitarle la falda a su mamá, ésta - para sorpresa mía - andaba sin calzones. Así estaban, abrazadas madre e hija, pero con un abrazo de amantes, se refregaban una contra otra, ambas abrieron sus piernas y se las entrelazaron a la altura de donde empiezan. Las manos de ambas ya tenían agarrado el trasero de la otra. Era un espectáculo de ternura y de amor.
Ya profesor, dijo la mamá, supongo que ayer ya conoció a mi hija en su desnudez, ahora no me cabe menor duda, venga y colabore, sáquese la ropa y entre en nuestro descubrimiento, no sabía que podía encontrar en mí hija a alguien con quien compartir caricias. Claudia: sólo te había visto desnuda y jamás me atreví a decirte, hace como un año de esto, lo maravillosa que son tu figura y tus partes.
Mientras tanto yo ya estaba sólo en calzoncillos, mostrando una enorme erección. La mamá le dijo a Claudia que me lo sacara, ella obedeció prestamente y para hacerlo se arrodilló por lo que cuando lo hubo hecho, tomó mi miembro y se lo echó en la boca.
Su mamá le dijo que pusiera mucho cuidado pues era muy grande el pene para ella, pero su hija ya me lo conocía así que abrió bien la boca y permitió que, junto a mis embestidas, mi pene se alojara casi totalmente en su interior. La mamá se acercó y pude acariciarle sus bien formados pechos, apretando sus pezones. Estabamos un poco incómodos así que nos fuimos a la cama. Yo me tendí, Claudia por entre mis piernas se agacho y continuó con mi pene metido hasta el fondo de su boca, la mamá se subió con las piernas abiertas sobre mi y me ofreció su sexo cubierto de una gran mata de pelos pero muy bien arreglado. Con mis manos le di vuelta por el trasero y abrí los labios de su vagina, le metí la lengua y me puse a lamer y chupar su mojado clítoris, mientras un dedo se lo metí hasta el fondo por el trasero.
Largos fueron los minutos que estuvimos así. No sólo era mi pene, que entraba y salía de la boca de Claudia, y la concha de su mamá lo que tenía en estado de embriaguez sexual, también estuvo toda la historia acontecida desde que llegó Claudia y se conoció con su mamá en esta nueva relación que había nacido. Todo esto me tenía al borde de la eyaculación, se lo dije a la mamá, ella se salió y miró a su hija como trabajaba - ardorosamente - con mi miembro duro como roca. Al ver que estaba arrodillada e inclinada sobre mí, fue y se puso tras ella, se agacho y la cubrió con su cuerpo, su peluda concha se fue a juntar con el trasero de su hija, mientras los pechos se aplastaron en la espalda de su cría, las manos de la mamá se adueñaron de los juveniles pechos de su hija. Estaba viendo cómo su hija chupaba mi pene, viendo como su hija ya se daba cuenta que yo iba a terminar dentro de ella. Claudia cooperó más en mis embestidas y, cogiéndome sólo la punta del pene, permitió que se la llenara de semen. La mamá tambYo me tendí en un lado de la cama mientras la mamá le empezaba a acariciar el sexo a su hija, ella también se puso a pasar sus manos en el sexo de su mamá. No tardaron en ponerse en posición de 69 y se dieron a una lucha de lamidos y chupadas de sexo ya húmedo, no tardaron mucho en terminar.
Con todo este espectáculo frente a mis ojos, no podía permanecer sin reaccionar, por lo que nuevamente se me endureció el miembro, que se veía aún más grueso y largo que de costumbre, aprovechando que la mamá estaba encima, con todo el trasero expuesto, se lo tomé y le abrí ligeramente las piernas, apunté la cabeza de mi pene y se la alojé en la entrada a su vagina. Claudia que aún estaba bajo se mamá, tenía la cara justo debajo de donde mi miembro empezaba a meterse en la concha peluda, pasó las manos entre mis piernas y se apoyó en mis caderas para levantar su cabeza y me empezó a chupar los testículos, y yo seguía metiéndome en la concha de la mamá. A pesar de que tenía unos 32 años, tenía un sexo apretado, como si recién estuviera en esta experiencia, con dificultad fui entrando y entrando hasta que sólo los testículos quedaron fuera. A todo esto, Claudia había empezado a mover sus manos sobre mí trasero, poco a poco se fue acercando a mi orificio y sin decir nada me metió un dedo, como vio que no tuvo La mamá siguió chupando la concha de Claudia, Claudia siguió lamiendo mis testículos y con dos dedos dentro de mi orificio trasero, yo embestía con toda fuerza en el choro de la mamá mientras con las manos masajeaba los pechos maternales. Harto rato pasamos en eso cuando la naturaleza no pudo más y terminé vaciando otro poco de semen en el sexo de la mamá, la hija también estaba terminando de nuevo y la mamá ya llevaba como tres orgasmos.
Tuvimos que separarnos para descansar. Nos tomamos una bebidas y, estando yo acostado entre ellas, nos acariciábamos sin parar. La mamá y su hija, como poniéndose de acuerdo, se acercaron a mi miembro falleciente y le empezaron a aplicar masajes con sus lenguas, una se lo metía entero en la boca mientras la otra se agarraba un testículo, luego cambiaban y así sucesivamente, hasta que por fin lograron que nuevamente estuviera listo para otra sesión. Esta vez sí que se me paró, cada vez parecía más imponente y más que un pene era una tranca. La mamá quiso salir de dudas, fue y trajo una huincha de medir, encontró que tenía un pene parado de 21 cm y de un diámetro de 4 a 5 cm. Le dijo a su hija que jamás se había encontrado con un miembro con esas proporciones, que su papá lo más que llegó a medir fue de 18 cm y de grosor unos 4 cm.
Claudia le pidió a la mamá que le ayudara pues quería terminar algo que le había interrumpido el día anterior. Ahí le contó todo lo acontecido, desde la mañana - en clases - hasta el momento en que yo le empezaba a meter el miembro en el trasero. La mamá le dijo que estaba loca, que la iban a hacer tira, que ni siquiera ella se atrevería y, más aún, que ella no lo había hecho nunca antes. Bueno la cuestión es que en ese momento lo único que importaba era hacer todo sin ningún tipo de prejuicios ni obstáculos. Así fue como Claudia se puso de rodillas sobre la cama, abrió bien las piernas y la mamá con sus manos abrió le abría las nalgas mientras se metía un poco de mi miembro en su boca para mojarlo con su húmeda lengua. La misma mamá tomó mi pene y lo colocó frente a la cuevita trasera de su hija, yo empecé a empujar, Claudia se quejó y pidió que no me detuviera. Al segundo intento la presioné más fuerte y de un impulso le pude alojar toda la punta adentro, Claudia se movió un poco, como acomodándose y yo meLuego nos dimos un baño los tres juntos, y nos vestimos. Con Claudia y su mamá nos pusimos de acuerdo de que la próxima clase sería en su casa, que aprovecharía que Susana, su hija menor de 12 años, estaba en la escuela. Eso sí me pidió encarecidamente que no metiéramos a su otra hija en esta historia, que aunque se estaba desarrollando y ya mostraba un gran cuerpo, era muy pequeña aún.
Al otro día. A primera hora me acerqué a la sala donde estaba la hermana de Claudia, quería conocerla aunque sea de vista. Al entrar observé a varias niñas que estaban riendo, dos de ellas estaban sentadas frente a mí, ambas con una pierna arriba de la otra y sin mucho disimulo las mostraban en toda su extensión; dada la posición en que estaban, a una de ellas el jumper no le alcanzaba a cubrir los calzones, y como estaban sólo ellas no había problemas, al entrar yo no se inmutaron y siguieron así, por lo que el panorama quedaba a mi disposición. En realidad, a la niña que se le veían los blancos calzones, no se le veían por el costado, se le notaban entre las piernas cubriéndole el sexo solamente, por lo que deduzco que eran muy rebajados en las caderas. Estuve sólo algunos momentos en la sala, luego pude constatar que la niña de los calzones blancos era Susana, la identifique en las fotos del curso.
En la tarde fui a la casa de mi alumna. Quien me abrió la puerta, para sorpresa mía, fue Susana. Me dijo que su mamá había tenido que salir y, aprovechando que ella había llegado temprano, que cuando llegara yo, pasara y me sintiera como en su casa mientras esperaba que llegara Claudia. Pasé, estuve un rato sentado en el living y, al cabo apareció Susana; esta me dijo que si tenía calor me refrescara, que si quería me daba una ducha. Acepté y, siguiendo a Susana, fui al baño. Lo abrió y me indicó el funcionamiento, me pasó una toalla y se retiró. Cerró la puerta pero me percaté que no había pestillo interior, por lo que se podía abrir en cualquier momento.
En vez de cortina, que impidiera que el agua mojara el baño, había un biombo de aluminio y vidrio empabonado, obviamente el vidrio se traslucía y perfectamente se podía ver a quien se estaba bañando.
Estaba en el agua cuando sentí que llegaba Claudia. La conversación que tuvo con Susana fue más o menos la siguiente:
Susana: Claudia, ya llegó el profe, está bañándose pues tenía harto calor; ¡uf! Yo también tengo calor, con gusto me ducharía.
Claudia: Susi ¿qué te parece si entro a bañarme ahora?
S: ¡Espera a que salga el profe!
C: No pues querida hermana, la gracia sería entrar ahora ¿no te parece?.
Susana siguió insistiendo en que no se bañara hasta que yo saliera, pero Claudia fue más persistente y al final se decidió, no sin antes que Susana le dijera:
S: Bueno, si lo vas a hacer, ¡déjame ver!.
Claudia se desnudó con ayuda de su hermana, quien le dijo que estaba hermosa y que admiraba su cuerpo, Claudia le dijo que ella no lo hacía nada de mal y que nada tenía que envidiarle.
Claudia abrió la puerta. Yo estaba en medio del baño secándome y, aparentando sorpresa, me tapé con la toalla. Como se supondrá, al escuchar la conversación entre las hermanas, hube de calentarme lo suficiente y ya tenía el miembro totalmente erecto, esto se notaba a través de la toalla. Susana iba detrás de Claudia y apenas esta entró, ella también lo hizo, Susana estaba sorprendida de lo que se había atrevido Claudia: estar totalmente desnuda delante del profe.
C: ¡Profe, ¿por qué no me esperó? Así habríamos ahorrado agua.
Yo: Bueno, ¡si quieres me baño de nuevo!.
Mientras decía eso, me di vuelta - mostrando mi trasero a las hermanas - y entré al cubículo donde estaba la ducha, Claudia hizo lo mismo y frente a frente dejamos que el agua cayera sobre nosotros. Sabíamos que Susana estaba mirando y ahora la calentura era de ambos.
De repente:
S: ¡¿Me dejarían entrar a mí?!
Claudia le dijo que si quería lo hacía. Para Susana fue, obviamente, un asentimiento. Con Claudia escuchamos como caía la ropa de su hermana y prontamente entró a la ducha.
Antes que alcanzara a entrar, Claudia se hizo a un lado y Susana se encontró conmigo al frente suyo. Tenía un miembro extremadamente duro apuntándole. Susana me miró y poco a poco fue bajando la vista hasta detenerse en mi pene, mientras lo miraba se mordía el labio inferior con sus linda dentadura. Yo, mientras tanto, recorría su desnudo cuerpo con mi vista. Hermoso cuello, pechos ya bien crecidos coronados con grandes pezones muy endurecidos a la vista y rodeados por una rosada aureola, más abajo y sin ningún tipo de "rollos", se veía una cintura muy ajustada, más pronunciada por sus hermosas caderas, muy pronunciado aparecía un monte de Venus ya cubierto por una tupida mata de pelos risados, sus piernas empezaban con unos muslos de envidia para cualquier mujer. En fin, tenía ante mí una jovencita de un cuerpo escultural, precioso. Susana dijo; profe, es primera vez que veo un pene, primera vez que veo uno que es grande y duro, me gusta como se ve. ¿Puedo tocarlo?. Claro, le dije, todo lo que tú quieras.
Susana, temerosamente acercó sus manos y lo tomó, ella sintió como mi pene palpitó cuando se sintió atrapado por esas manos tan juveniles. Yo le tomé los pechos y se los acaricié tiernamente, apretándole los pezones. Luego, ya aún bajo el agua, la atraje hacia mí y la abracé. Sentí como ella se estremecía al sentir como mi miembro duro se apegaba a su cuerpo, el pene quedó estirado desde su monte de Venus hacia arriba, un poco más arriba de su ombligo. Sin temor alguno, le presioné su trasero, ahí lo sentí duro y bien formado, mis manos empezaron a intrusearselo, le metí las manos entre los cachetes, acariciándole su cuevita trasera y, más entre las piernas, le metí unos dedos en su sexo ya ansioso de tener caricias masculinas. Mientras, Claudia se tenía agarrada una teta y con la otra mano se estaba masturbando.
Luego salimos de la ducha y sin que nadie dijera nada nos fuimos al dormitorio donde dormían ambas hermanas. Me tendí en una de las camas. Claudia le pidió a Susana que observara, que ella le iba a mostrar lo ya había aprendido. Se subió arriba mío, en posición de 69, agarró mi pene y se dio a la tarea de comérselo, ¡con qué ganas lo hacía!, la punta de su lengua acariciaba el borde del pene y lo metía en el orificio de su punta, ¡qué cantidad de sensaciones sentía entonces!. Yo con mi lengua acariciaba su clítoris, con una mano le tomaba los pechos que más exitantes se veían al estar hacia abajo, el pulgar de mi otra mano estaba alojado en el trasero. Susana iba y venía, observaba todo, se quedaba mirando a su hermana como se tragaba mi pene hasta bien adentro de su boca y luego se acercaba a ver como yo le lamía el sexo. En un momento que estaba al lado mío, una de mis manos se metió entre las piernas de Susana y empezó a acariciarle la tierna conchita, con un dedo le sobaba el clítoris, Susana estaba ya muy mojada y abría las piernas para que yo tuviera más facilidad en tomarle todo el sexo. Quien sabe cuanto tiempo estuvimos así, Claudia me dijo que terminara en su boca, que quería saborear un sorbo grande de semen. Yo le dije que esperara un poco, que quería hacérselo probar a Susana.
Claudia se incorporó y se sentó en mis piernas, agarrando mi pene con sus manos. Me dijo que la mamá ya nos había pedido que con Susana todavía no. Sin embargo, Susana dijo estar de acuerdo conmigo, que estaba ansiosa de probar. Claudia le pidió que por ahora lo hiciera con la boca.
La misma Claudia tomó la cabeza de Susana y la acercó a mi pene, este buscó solo el camino y se posó en los labios de Susana, ella los abrió y entró la punta, Claudia le presionó la cabeza y el pene entró hasta la mitad, en la boca de su hermana. Esta se atragantó un poco pero no escabulló nada y empezó a practicar aquello que su hermana había estado haciendo antes. ¡Qué delicia!, sentía una boca inexperta pero con tantas ganas que la experiencia no importaba en absoluto, Susana aprendió rápidamente y sólo con ver a Claudia. ¡Qué manera de chupar, su lengua ardía cuando me la pasaba alrededor de la cabeza del miembro duro, su forma de succionar me dejaba casi sin aliento!
Estabamos de lo más entusiasmados cuando de repente veo a la mamá de mis alumnas parada en la entrada del dormitorio.
La mamá, sin hacer ningún gesto de dramatismo, sí de sorpresa, se acercó donde estaba Susana, con mi pene metido en su boca y con Claudia acariciándole la cabeza. A Claudia se le veían unos hermosos pechos, muy parados, al igual que sus hermosos pezones. La mamá tomó por la cintura a su hija Susana y la retiró, ésta, al verla, se echó hacia atrás, a la altura de mi cabeza, sus manos se dirigieron prestamente a cubrirse, una en sus pechos y la otra en su concha peluda. La mamá se quedó mirándola fijamente pero nada le decía.
Al fin empezó a hablar.
Mamá: Te he dicho que eres muy jovencita aún para tener contacto con éstas cosas (tomó mi pene muy duro aún).
S: Pero mamá, no ves lo bueno que está, me quitastes toda la inspiración, ¡hacía tanto tiempo que no disfrutaba algo que realmente me gustara! Tú misma lo estás sintiendo ahora, veo como lo tienes en la mano y también veo como lo acaricias, y estás a punto de querer reemplazarme en la tarea en que estaba yo, ¿por qué eres injusta conmigo y quieres quitarme algo placentero?
M: Ese no es el punto, ¡claro que es rico lo que tengo en mi mano!, estoy de acuerdo contigo en que este miembro hay que gozarlo al máximo, pero ¿no te das cuenta lo niña que eres aún? Tienes apenas 13 años.
S: Y ¿qué cuenta tiene la edad?, ¿acaso no me has visto? (puso ambas manos en la cintura, mostrándose desnuda a la mamá). ¿No crees que mi cuerpo está ya a punto y que ahora me pide a gritos aprovechar esta oportunidad de gozar de las caricias masculinas?. Pregúntale al profe si acaso no estoy ya apta para hacerlo gozar.
Al decir tal cosa, una de mis manos se metió en el trasero de Susana, ella abrió sus piernas, y mis dedos se metieron nuevamente en su tierno sexo.
M: No me cabe la menor duda de que al profe le gusta lo que le estás ofreciendo. Dime una cosa: ¿quién fue el de la idea de todo esto: tú, el profe o Claudia?.
S: ¡Mía!. No pude resistir ver como Claudia y el profe estaban bañándose juntos. Mamá, al parecer tu estabas enterada de lo que hay entre ellos, pues ni siquiera te has sorprendido de vernos desnudos a los tres. Es más, creo que tú también estás involucrada, todavía no le sueltas el pene, que parece que lo has endurecido más aún.
M: Bueno, yo no estoy de acuerdo de que empieces a tener sexo aún, ...
S: (interrumpiendo a la mamá) ¡Pero mamá!, entonces ¿para qué haces que tome anticonceptivos?, si lo haces es porque estás de acuerdo en que yo tenga un pene metido entre mis piernas, es porque no tienes nada en contra de que me coma una tranca como la del profe, es que no tienes nada con que yo goce como a ti te gusta y como a mi hermana también. 0 ¿acaso no quieres que compartamos este pene que tienes en la mano?
M: Escúchenme bien: ¡de acuerdo!, Claudia; tú ya sabes que tienes mi permiso para gozar con el profesor. Susana; bien, también vas a ser parte de estos momentos de placer, eso sí, ¿tuvieron alguna relación ya, aparte de saborearlo en la boca?
S: No mamá.
M: Bien, ahora será, pero entre Claudia y yo te vamos a ayudar, no quiero que tengas una mala primera experiencia. ¿Está de acuerdo profe?
Yo: Mire, venga a ver como está de mojada, para mí que ya está teniendo un orgasmo. ¡Claro que estoy de acuerdo!
Y así fue como se incorporó la Susana a este grupo de sexo sin tabúes.
La mamá le pidió a Susana que se acostara y que abriera bien las piernas. Luego me pidió que la penetrara suavemente.
Me subí encima de ella, Claudia aplicó un par de dedos y le abrió los labios vaginales a su hermana, mientras con la otra mano tomó mi pene y se lo puso en la entrada, Claudia aprovechó y le acarició el clítoris a Susana, esta emitió un suspiro de placer al sentir una caricia en esa parte tan sensible. Mi pene se alojó suavemente en esa inexplorada entrada al mundo del placer, hice un primer intento de penetrarla pero Susana estaba tan apretadita que no fue posible que entrara más que la cabeza del duro miembro, Susana emitió un quejido. La mamá estaba al lado de ella y le dijo que no se preocupara, que se relajara, mientras tanto le tomó uno de los pechos y le acariciaba su pezón ya duro como piedra, yo tenía el otro atrapado en mi boca, con la lengua haciendo deleites con su otro pezón. Susana empezó a pedir que continuara, que no me detuviera, mientras instintivamente tendió a abrazar a su mamá, pero al hacerlo con los ojos cerrados, no se fijó y le puso una mano en el trasero, la mamá le tomó la mano y sMientras tanto yo ya me había acomodado bien y ahora empujé con más decisión, sentí como la punta de mi miembro entró bien en la vagina de Susana, luego otra embestida más y le rompí la última huella de su virginidad, ahí ella exclamó un pequeño gritito, pero apretó un poco las piernas e impidió que yo intentara salirme. Poco a poco seguí empujando, Susana ayudaba haciéndolo hacia arriba, Claudia seguía con un dedo jugando en el clítoris de su hermana, y yo seguía presionando cada vez con más fuerza, y finalmente logré metérselo entero. Ahí teníamos a Susana, totalmente atravesada con mi miembro. Tenía tan sólo 13 años pero ya habían unos 20 cm de carne que la hacían gozar por la vagina.
Claudia y la mamá la dejaron sola conmigo encima y se pusieron a mirar, yo empecé a cabalgarla con más ímpetu, Susana se revolcaba bajo mí, también movía su pelvis en redondo hacia arriba y abajo, era un espectáculo que gozaba a más no dar, y también Claudia con su mamá, estaban viendo cómo su hermana se estaba iniciando en eso del sexo. Poco a poco Claudia y su mamá se fueron acercando entre sí, se tomaron de la mano y luego se dieron un gran beso.
La mamá empezó a sacarse la ropa, primero fue la blusa, luego la falda; llevaba puesto un sostén que no le alcanzaba a cubrir sus grandes y hermosos pechos, gran parte de ellos sobresalía por los costados de esa diminuta prenda de vestir, sus calzones eran una tanga negra que no le alcanzaban a cubrir su peludo monte de Venus; su propia hija Claudia le sacó esas dos últimas prendas.
Una vez desnuda, junto a Claudia se instalaron en la otra cama en un 69 espectacular, los voraces lamidos de las lenguas chupando los clítores y las vaginas se escuchaban y se confundían con los gemidos de goce de Susana y los míos. En un momento de la lucha que tenía con Susana, me las arreglé para colocármela encima, sin que me saliera de ella. Una vez logrado, Susana vio como estaban su mamá con Claudia. Yo creo que lo que vio, la calentó más aún. Se sentó bien sobre mi, con todo mi pene inscrustado en su tierno capullo que hacía mis delicias. Mientras yo le acariciaba sus juveniles pechos, ella estaba brincando sobre mí, se movía mucho más que hacía un rato. Hasta que al fin la naturaleza venció la resistencia de mi pene por estar y estar, en toda su plenitud de poder, en la vagina de Susana, vino el momento de que lancé un chorro de semen que llenó le llenó el chorito.
Susana se salió e inmediatamente, tal como le había dicho su hermana, y se metió el pene en la boca, terminando de extraerle ese semen que para ella se constituyó en un manjar que nunca más dejaría de saborear con deleite. Al mismo tiempo madre e hija estaban teniendo un orgasmo de película, yo no se lamían, se devoraban.
Susana se incorporó y se sentó al lado mío, sin soltar de sus manos el miembro ya desfalleciente. La mamá y Claudia empezaron a preguntarle que tal había sido su primera experiencia. Susana a todo contestaba de que era lo mejor que le había sucedido, que una de las cosas que más le había gustado era cuando ella estaba arriba de mí, especialmente cuando ella se cargaba totalmente y sentía como su pelvis se complementaba con la mía y más cuando, al mismo tiempo, le tenía metido un dedo en su trasero.
Claudia le dijo que la entendía bien, y que a ella también le gustaba tener un dedo y, mejor aún, el pene metido hasta el fondo en su cuevita trasera. La mamá fue, se subió a la cama, y la abrazó tiernamente por la espalda, sin desaprovechar la oportunidad de aprisionar los pechos de su hija, y la felicitaba por haber perdido la virginidad y haber empezado una vida con placeres insospechados.
Claudia, estaba sentada a lo Buda encima de la otra cama, por lo que exponía totalmente su sexo abierto y sobre él un monte de Venus prominente y hermosamente cubierto de pelitos rizados. Así estaba cuando dijo: profe ¿podrá continuar con nosotras tres, sin dejar de atenderlas a todas por igual?.
Era una situación que estaba esperando, esta bien que me gusten las tres, pero también es cierto que es más difícil complacerse con tantos pechos, traseros y choros.
La mamá también estuvo de acuerdo con la preocupación de su hija, y preguntó: profe ¿se enojaría si hubiera otro hombre dispuesto a compartir esta familia?. Por mi parte no hay problemas, respondí yo, pero no se me ocurre quién.
Claudia dijo: ¿y si invitamos a Juan?, yo se que tiene interés en mandarme a guardar su tranca, y además se que es bastante grande. Acuérdate que una vez se la sentí, cuando bailamos y me agarró por el trasero, claro que en esa ocasión me molesté, aunque nunca he dejado de pensar en la tremenda dureza que me aplastó en el vientre. Y tengo unos deseos locos de poder sentirme atravesada con dos miembros a la vez, ¿qué te parece mamá? Bueno, pero tú lo invitas.
Mientras tanto, Susana se había encargado de ponerme el miembro duro otra vez, sus manos hicieron un trabajo perfecto. La mamá, retirando a un lado a Susana, le dijo: déjame a mí, observa bien como me voy a comer esa cosa que tienes en las manos, déjamelo que me lo voy a tragar hasta dejarle las puras bolas afuera, mírame como voy a gozar. La mamá se acostó atravesada en la cama dejando reposar sus pies en el piso, así dejaba expuesto su sexo hambriento, arqueado para permitir una entrada más profunda. Yo apunté a su peluda concha, mientras ella misma abría sus labios, mucho más grandes que los de sus hijas, le puse la punta del pene en la entrada vaginal, mientras que Claudia con gran ternura le empezó a acariciar el clítoris. Como esa vulva ya tenía los líquidos del orgasmo que tuvo con Claudia, estaba bien mojada y no presentaría dificultades para entrar de una vez, me alojé bien en la entrada y de un empellón mandé a guardar mi miembro en esa funda caliente. Susana estaba mirando al lado, sin quitar la vPor entonces, mientras terminábamos de gozar con Susana y su mamá, Claudia se había recostado en la otra cama y se estaba masturbando, y no con la mano, tenía un consolador enorme que se había introducido en la concha, lo entraba y sacaba sin importar como ya estaba su mamá, su hermana y yo mirándola. Al tomar conciencia de ser observada parece que más se calentó y continuó en su tarea con más ímpetu, el ficticio miembro se lo sacaba y se lo volvía a meter con más ganas, cuando lo sacaba podíamos ver su extensión y su grosor, sin dudas que era más de lo que yo tenía; perfectamente medía unos 25 cm y unos 5 cm de diámetro, solamente el extremo por el cual lo tomaba quedaba fuera, entonces serían unos 18 cm los que se mandaba a guardar con perfecta armonía, y sus ojos se cerraban gozosos. Susana le dijo que le ayudaría. Como yo estaba al lado, Claudia me tomó mi desfallecido miembro con sus tiernas manos, mientras Susana agarró sólo una puntita del miembro postizo y se lo empezó a meter de nuevo a su hermana,
Al otro día, como habíamos acordado, llegué a la casa a eso de las tres de la tarde, estaban Claudia y Susana. Estabamos conversando en la cocina cuando sonó el timbre, Claudia fue a abrir y escuchamos como hizo pasar a alguien. Al momento después, entró Claudia - pillándome en pleno acto de correr mano a su hermanita, le tenía una tetita afuera y una de mis manos estaba apoderado de su tierno sexo - y mirándonos (con envidia parece) nos dijo que era Juan, el amigo de quien había hablado el día anterior, Claudia dijo que lo había dejado esperándole pues le iba a llevar un jugo y aprovecharía para cambiarse de ropa, también le dijo que yo estaba en casa, me pidió que lo acompañara.
Fui al living, yo me senté en un sillón, que se hundía al peso de uno, estaba al lado del de Juan. No paso casi nada de tiempo cuando apareció Claudia, venía vestida con una ropa que ya le conocía, una muy pequeña falda y un pequeño peto suelto; inmediatamente yo supe que andaba sin sostén. Se acercó donde Juan y le ofreció el jugo, por supuesto que lo hizo casi metiéndose entre las piernas de éste, por lo que - desde abajo - los pechos de Claudia le quedaban eróticamente a la vista, Juan los vió y fijó la vista en ellos, mientras que Claudia no se daba por aludida. Claudia se sentó en un sillón al frente de Juan, incluso donde estaba yo pude ver como se le veían los calzones, era una pequeña tanga casi transparente que dejaba traslucir su hermosa mata de pelos, claro que la posición actual no lo permitía. Pero, pronto se vio todo, ella se fue a parar, al hacerlo tuvo que abrir un poco las piernas y así, durante un momento, expuso su panorama preferido a su amigo Juan. Yo noté como a Juan se le endureció el Después de algunas palabras de conversación, Juan se paró a despedirse, pero le pidió a Claudia que le permitiera darle un abrazo de felicitaciones. Claudia haciéndose la disimulada aceptó, y se expuso al abrazo de su amigo. Juan no perdió tiempo, avanzó su sexo y se lo apretó contra el de Claudia, ésta sintió un miembro duro que la atacaba a través de la ropa pero no reclamó ni se echó atrás, también presionó. Ahí la cosa quedó clara, Juan me miró y yo hice un gesto como queriendo decir "que se le va a hacer, será no mas hay que meterselo con todas mis fuersas.
Amo los relatos con peques aunque te pasaste y cansa leer tanto. La próxima resume.