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Cuando llego a la oficina, me encuentro con que Laura ya está allí, falda enrollada por detrás, dejando ver sus nalgas desnudas. No lleva braguitas. Se me acerca y a la vez miro sus pezones marcados bajo la blusa, apreciando una ligera marca que apunta a ser los lacitos de los pezones, me da una bofetada que me hace girar la cabeza.
- No puedes ver mi piel y si hay alguna parte de mi cuerpo visible, no puedes mirarla. Así lo quiere la Señora.
Menos mal que me lo ha aclarado. Así que bajo la mirada y entro en mi despacho, dejando el móvil con la cam puesta en un lugar discreto. Sobre mi mesa hay un sujetador con las copas acolchadas, unas braguitas a juego, rosa, medias negras y liguero negro, dispuesto en el orden que debe ser llevado por una mujer.
- flor, póntelo todo exactamente como está sobre tu mesa. Faltan 5 minutos para que llegue tu otra compañera. Date prisa si no quieres que te vea - mi Ama me envía el primer mensaje.
-Me estoy meando, pero no me atrevo a ir al aseo, ni a moverme de la silla. Y ya reviento. Por fin, llámala para decirle cualquier cosa - dice Laura.
- Ya, y que me pille así, transformado.
- Si ya te ha visto las tetillas, jejeje. Anda, si le dices que le siente, no podrá ver nada más - es evidente que le ha hablado de los bultitos y el sujetador a Laura. Lo que desconozco es lo que le habrá dicho ella.
Me insiste y al final decido jugármela y que pase lo que tenga que pasar. Mientras está entrando en el despacho, Laura ya se ha levantado y se oye la puerta del aseo. Si que estaba desesperada si. Hablo con mi compañera de cosas triviales, incluso un par de comentarios del fin de semana. Dejo pasar un par de minutos desde que se oye que Laura vuelve a sentarse. Me siento aliviado cuando terminamos de hablar y no noto sus ojos dfijados de reojo, incluso sin querer evitarlo,
Todavía falta un rato para la hora de comer. Un buen rato. He adelantado mucho el trabajo. Y, para qué lo habré pensado.
- flor, súbete la falda también por delante, bien enrollada. Pon la cam de forma que pueda verse. Es hora que muestres el pubis, jeje - uufffsss más apuro aún, más vergüenza, más cuidados para no ser descubierto. Me excito, sumergido en el dominio, en el control que tiene, en el poder que ejerce en mi -. Ahora coge los cordones que tienes en el cajón y pon atención - casi me siento paralizado, con el móvil debajo de la mesa, sabiendo que no solo Usted está viendo la situación de entrega, de sumisión, de pérdida, no, de entrega total, de cesión incondicional a Usted, a lo que es y a lo que me debo -. Ata un cordón a la pulsera, por la parte baja de los huevecillos y sácalo por la ingle izquierda, por debajo de la braguita. Vamos - sin hacerle esperar, ya estoy haciendo un nudo con el cordón en la base de los huevecillos, en la pulsera -. Mmmm se ha visto genial. Ahora lo mismo con otro cordón y que salga por la ingle derecha - en menos de un minuto, tan solo en unos segundos lo tengo atado -. Une, bien tenso, uno debajo del asiento, por delante y el otro por la parte de atrás, también tenso. Vamos - busco, palpando con la mano hasta que encuentro donde sujetarlo, primero delante. Los huevecillos quedan bien sujetos, estirados hacia delante. Casi sin poderme mover, tanteo, por detrás y, a ciegas, doy una vuelta a la sujeción trasera, estirando, sin exceso, los huevecillos hacia atrás. Quedan tensos, tirantes, impidiendo cualquier movimiento que pretenda pasar fuera de la silla-. Mmmmm flor, menudo espectáculo. Coge otro cordón. Uiiii, se me olvidaron las pinzas. Las has traído, ¿verdad? - asiento, están en el maletín -. Póntelas, bien apretaditas -. Muevo la silla, estirando a la vez de los huevecillos. Me inclino como puedo y saco las pinzas, las coloco en los pezones, dejando la cadenita colgando, debajo de la camisa -. Bien. Haz un nudo con un extremo del cordón en la cadenita y el otro en la parte de arriba de la pulsera. Ya sabes, tirante y que pase debajo de la ropa -. En menos tiempo del que pudiera imaginar estoy inmovilizado, y de la forma mas discreta que pueda haber pensado, de no ser por estar vestido como lo estoy, falda remangada, lencería femenina, de puta -. ¿Ves flor?, no te puedes mover, pillada, cogida y excitada, como la más zorra. Con la regla, cinco azotes en la pollita, que te lo mereces - saco del cajón la regla, me situó retirándome de la mesa lo justo como para no dar en ella -. Retírate más de la mesa, queremos verte bien - indeciso, me coloco con la silla a la vista de cualquiera que entre y me doy los cinco azotes, intensos y rápidos, haciendo que la pollita oscile de uno a otro lado, levantando un escozor que se transforma en fuego a medida que pasan loa segundos. Esta dura, más incluso que antes. No paro de mirarla y ver la reacción que tiene, ansiosa por recibir más -. Cómo te gusta zorra, pero... ¿ por qué los das con prisas ?. Parece que estás impaciente.
- Lo siento Señora, puede entrar alguien y ver mi vestimenta, lo femenina que estoy, lo puta que luzco, sentada, piernas abiertas, la pollita de un lado a otro, dura.
- No sigas flor. Si eso es lo que te gustaría, pregonar a los cuatro vientos lo puta sumisa que eres, que te gusta ser mi perrita - me interrumpe mi ansiada Ama -. Da las gracias que Laura me ha convencido para que no estés incluso maquillada. Retírate más de la mesa, otros cinco azotes y deja pasar tres segundos entre azotes. Vamos - el primer golpe cae en la pollita al momento, cuento tres y vuelvo a dar otro, mirando en cada intervalo a la puerta, preocupado porque entre mi compañera, ajena a todo cuanto estoy haciendo, cuantos pasos doy para sentirme rebajado, vejado. Termino de azotarme, consciente ahora de que los huevecillos están más tensos, tirando también de las pinzas que mantienen los pezones duros.
- Se oye ruido desde aquí, flor - me avisa Laura -. Me está mirando intrigada, sorprendida - ten cuidado flor - se lo agradezco, añadiendo que es por deseo de Usted -. Tu verás, solo que lo sepas. Es a ti a quien puede pillar.
- flor, también los estoy leyendo. No te muevas. Confías en mi, ¿verdad? - sin pensarlo, fuera de mi, respondo que si -. Bien, pues como premio, tienes que saber que tu otra compañera acaba de recibir un correo con dos imágenes: una tuya con el tapón en tu culito y otra de mis dos perritas follándose el culo.
- Señora... - empiezo a quejarme
- Calla - me corta -. Nunca sabrá quiénes sois, solo se ven esas imágenes, ningún detalle más, a no ser que me des pie a que un día lo haga. Así que ya sabes, no me puedes defraudar, ni hacer nada, absolutamente nada que me motive a enviarle imágenes con más detalles. ¿Está claro flor?
- Si Señora, está claro - tiemblo solo pensar que pueda enterarse en cualquier momento, que pueda enfadarse conmigo, o que la defraude por algún motivo que no acierto siquiera a imaginar, y que envíe la evidencia de lo bajo que soy, de lo que late en mi interior y de la entrega que le profeso.
- Así me gusta. Ahora ya lo sabes. Un paso definitivo para que seas mio, para que ni siquiera llegues a plantearte nada que no te haya pedido yo, o que sepas si puede ser de mi agrado o no. Lo que te hará preguntar ante cualquier duda. Y eso te hace más mío, más dependiente, más sumiso, mas mi juguete, más nada - le escucho atentamente, asimilando la circunstancia, la condición en la que estoy inmerso. Y la alabo por hacerlo, por tenerme a Sus pies, anulado, alimentándome de Su voluntad, de Sus deseos -. Además, se que es lo que estabas esperando. Pero también quiero que sepas que hoy lo he hecho para que este entretenida. De hecho ahora mismo está hablando con Laura, enseñándole las fotos, debatiendo si debería enseñártelas. Ya se verá lo que hacen. Ahora, cinco azotes más, esta vez en cada ingle. Segura que se oyen más, jejeje.
Incrédulo por lo que oigo, por lo que me veo capaz de hacer, doy cinco azotes en la primera ingle, espaciados tres segundos entre ellos, sonando en el despacho, ampliados por mi propio temor, y los cinco restantes en la otra ingle. La zona está caliente, rojiza. Los nervios recorren todo mi cuerpo, me corta la respiración. Estoy en el cielo, realmente flotando. Por mucho que me pese, nada me importa, salvo complacerla.
- Enséñame el capullo, flor - deslizo la piel hacia abajo y lo muestro ante la cam -. Ahora, cinco azotes, fuertes en el capullito de mi flor. Estos no se oirán tanto - levanto la mano, con la regla cogida y uno tras otro doy los azotes. Nuevamente tres segundos ente uno y otro, dando pequeños saltitos que además de mover la silla, provocando más ruido, hacen que los cordones vuelvan a estirar de los huevecillos, recordándome que estoy bien pillado, sujeto por las partes más sensibles, incluidos los pezones, estirados, marcados por los pequeños pinchos de las mordacitas -. Mírate, lo dura que la tienes, apuntando arriba, al aire, salida - bajo la mirada. La forma en que están atados los huevecillos, estirando por delante, detrás y por arriba, hace que se mantenga, como forzada, además de la excitación, con una leve inclinación hacia delante -. Llama a Laura, con la excusa de que te traiga algo. Creo que te va a hacer falta. Y mastúrbate hasta que te avise - descuelgo el teléfono, le digo que venga con algo para tomar nota. Pone pegas por tener el culo descubierto, pero cuando le digo que es un deseo de Usted, no dice nada más. Sigo pajeándome, incluso con la llegada de Laura, asombrada al verme cómo estoy, apunto de ser pillado en cualquier momento, pero sin retirar la mirada de la paja que me estoy haciendo, hasta que se le dibuja una sonrisa irónica, casi de desprecio-. Laura, ¿cuánto hace que no te entra una folla en el coño?
- Desde el otro día que me follé a flor Señora.
- ¿Y que no entra leche en tu coño?
- Cuando flor se derramó dejándola caer en la entrada, Señora.
- Buena chica. ¿Y que no te corres?
- ufffsss casi lo he olvidado Señora.
- Mejor aún, putilla. Así es como tenéis que vivir las guarras, mi puta - pasados unos segundo sigue hablando -. Te voy a usar un poquito. Hay más gente en la galería de la que te imaginas. Y te reclaman. Pero será algo rápido, hoy me apetece más flor. Enseña el culito a quien te esta viendo, bonita - Laura se gira, despacio, hasta verse el culo en la cámara y se detiene -. Contonéate, mueve las caderas, inclinada hacia delante y ábrete las nalgas, mmmm bien. ¿Te está gustando la paja de tu jefe? - se le escapa un gemido mientras pregunta. Laura responde que no especialmente -. Claro, debe gustarte más grande- hay un pequeño parpadeo en la pantalla, aparece un culo que está siendo follado por un arnés, unido a una cintura, preciosa, que adivino que es la de Usted, mi ansiada Señora Mundo -. Anda ganso, sepárate y de rodillas muéstrale lo que es una polla de verdad a Laura- se ve como con su índice le indica a ganso dónde tiene que lamer, aunque sin mostrar en ningún momento Su ansiado coño. Deja la pantalla sin dejarnos ver más, escuchando cómo le dice "ganso, no hace falta que te diga lo que tienes que hacer". "Laura, mmmm, esto es otra cosa que no vas a tener, no podemos arriesgarnos a que te corras, ¿verdad? - entre jadeos añade -. Ahora ya sabes lo que te pierdes con las NO folladas y ahora imagina con las NO lamidas. Laura, a tu sitio, a trabajar, pensando en eso y en cuándo te quedarás preñada".
- mmmm, flor, vuelve a la mesa con la silla, pon los auriculares y escucha, segura que te gusta.
Deslizo la silla como puedo, aun dolorido, enciendo el monitor, con los auriculares en el móvil, imagen conectada para la galería. Los suspiros, los gemidos de mi ansiada Señora Mundo invaden los oídos, penetran hasta el fondo despertando los celos que no puedo evitar, por no poder saborearla, por no tener el privilegio de que sea mi lengua la que recorra su coño, la que se envuelva, invadida por los exquisitos líquidos que emanan del interior de mi Diosa, por no estar postrado sintiendo sus exhalaciones de placer que envuelven cada rincón. "ganso, tienes que pasarla por todo el coño, mmmm, impregnarte de mi, de mi regalo, deja que te entre con cada gota, deja dominarte por dentro, que todo llegue hasta tu profundo ser. Ffssss mejor, haz honor a la lengua de perro que tienes, que se mueve para mi". Me siento transportado al universo, a Su universo, humillado, vejado en la escucha del placer que está sintiendo, poderosa, dueña de cuanto le envuelve. "flor, pajéate". Cojo la pollita entre los dedos, medio dura, impregnada de los restos de leche que he soltado en Laura y de sus flujos. La imagen en la pantalla refleja medio cuerpo, el brazo moviéndose con la mano debajo de la mesa. Me cuesta ponerla dura, pero con Sus jadeos, Su placer que me entra por los oídos hacen que vuelva a tomar vida. Se me escapa algún gemido. Ante la evidencia de que vuelvo a tener placer, me dice que pare. "Esto es lo que no vas a tener flor. Solo vas a tener el placer justo para satisfacer mis deseos y humillar a Laura con el embarazo que espera. Mmmmm esto que oyes, este placer que se derrama en mi, es para ganso, putita " y justo termina de decirme lo que soy, lo que no puede tener, sus gemidos delatan su intenso orgasmo, la corrida que le llega con la cabeza de ganso entre sus piernas "atrapada por las piernas, empujada desde el collar con la lengua invadiendo el coño, la entrada a Su mundo".
- mmmm, ganso, eso ha estado muy bien. Tan fiel, tan servicial como siempre. Vas a tener tu premio - acciona la imagen y aparece ganso de pie, piernas abiertas, manos en la nuca. Su silueta al lado, con Su precioso corsé azul, pantalones de piel. Una de Sus manos detrás, en la espalda de ganso, estirando del cordón haciendo que su polla suba y baje hasta volver a quedar horizontal. En uno de esos movimientos, a la vez que la suelta desde abajo, un golpe seco, con la fusta choca con la dura polla de él, despertando, más que una queja, un gemido envuelto de dolor. Repite varias veces seguidas, siempre esperando a que la polla vuelva a su posición horizontal. Ganso tiene la polla más dura aún, más gruesa -. Descapúllala - la mano de ganso aparece y tirando de la piel, deja el capullo fuera -. Flor, ¿qué te parece este capullo? - y da un azote en la punta, horizontalmente también.
- Que a ésta flor le iría muy bien tenerlo Señora.
- ¡Si serás pervertida!. Solo vas a poder verla. Eres peor que Laura, putona. Pero tienes razón, esto es un capullo, es mi semental. Lo humillante para él es que éste semental solo es para follarlo, como ves que lo está por el culo, o cuando lo monto, porque este perro nunca lo hace, ¿verdad, ganso? - asiente casi imperceptiblemente, tensando los cordones, follándose con el consolador, tirando de los huevos -. No te muevas, ganso, así no hay forma de que los azotes den donde quiero - sigue con la fusta, golpeando la polla, haciendo que el líquido que pretende salir salte en gotitas-. Ahora vas a ver una corrida de verdad, flor. Pajéate ganso, una paja rápida - le pide, soltando la mano del cordón trasero y entregándole una copa de cava -. Quiero toda la leche dentro, ni una gota fuera, ¿está claro? - vuelve a asentir mientras se pajea, moviendo la polla entre su manos derecha, con la otra la copa, colocándola debajo del capullo, intentando contener el estallido de la leche, de la polla que parece cobrar vida propia, disparando el esperma con energía, derramada en el recipiente que le ha dado mi Ama. Es increíble, está casi llena, blanquecina, transparente en algunas zonas. Respira pesadamente, expresión de agradecimiento, satisfecha. Mantiene aún la copa bajo la polla, estirando la piel hacia arriba, apretándola en la punta para que caigan las últimas gotas -. Bien ganso, sabía que no me defraudarías. Recoge esas gotas del capullo con el dedo y chúpalo bien, con el vicio que llevas dentro - la hace raudo, por instinto y lo mete despacio, lamiendo antes las gotas que ha recogido hasta meter el dedo hasta el fondo -. ¿Qué te parece flor?, se ha ordeñado bien, ¿verdad? - casi no puedo responder, la humillación me invade ante tanta potencia, tanta leche derramada -. Ya sabes lo que tienes que hacer, ganso. Hasta la última gota. Empieza lamiendo, levanta la copa y deja que se vaya deslizando. No la tragues hasta que te lo pida, toda en la boca. Ya.
Ahí está, esbelta, Su figura que me hipnotiza, con Su mirada fija en ganso, en lo que hace, pendiente de cada gesto, de cómo laca la lengua justo cuando acerca la copa a sus labios, en cómo la leche envuelve la punta de la lengua, curvándola para que no se derrame, inclinando levemente la copa, en cómo el espeso líquido va volcándose despacio en su boca, cómo poco a poco se vierte el contenido, cómo entorna los ojo, pienso que para saborear, deleitarse en la textura de su propia leche, entregándose a Usted, con la única idea de pertenecerle, de llenarle. La expresión que refleja Su intensa mirada, la ternura de Su profundidad refleja Su complacencia, Su profunda satisfacción a la obediencia y entrega que tiene ante Usted. Sigue inclinando la copa, ya con los restos de leche deslizándose por el cristal, presionado por los suaves labios para retener hasta la última gota. Baja la copa, retirándosela Usted de las manos, manteniendo Su mirada en sus labios cerrados, sellados para que no se escape el líquido que llena su cavidad.
- Muévelo dentro, que llegue hasta el último rincón, que tu paladar absorba cada uno de tus sabores, mezclados con el elixir, con mi magia que te he regalado, ganso, mi perrito -. Empieza a rodearle, a envolverle con Su presencia, con Su milagroso estar ahí. Le azota con la fusta las nalgas, cuatro veces en cada una. Sigue envolviéndole mientras él sigue degustando su semen. Por detrás, le da dos azotes, suaves en los huevos que hacen que de un pequeño saltito -. Traga un poco, solo un poco de tu leche, perro - lo hace -. Levanta la cabeza y abre la boca - le pone la vara en la boca -. Cógela. Pon la cabeza en su sitio y de rodillas - a la vez que muerde la vara y se arrodilla, empieza a gotear le por las comisuras en un intento por reterla en la boca -. Flor mira como babea, no solo por la boca. Deberías estar aquí para limpiarle con la lengua, desde la boquita de la cara a la boquita del capullo. Segura que se la pondrías dura otra vez. Y tendrías que aliviarlo, ¿no te parece? - mi respuesta es "siii Señora -. Pero ésta polla es solo para mi. No sé si eres digna de ella, de que sea vea tratada con una putilla. ¿Qué opinas tu?
- Señora, si merezco algo tan solo es lo que desee Usted darme el privilegio de merecer.
- Parece que lo tienes ensayado, flor.
Ganso babea, resbalando ya su leche por la barbilla, aculimándose lo suficiente como para empezar a gotear en las tetillas, en los pezones y continuar deslizándose hacia la barriga desnuda, dejando unos hilillos de humedad, de sumisión que va impregnando cada poro entregado al dominio de mi Ama.
- Vamos ganso, espárcela por toda la piel, hidrátala con la suavidad de tus manos que también me pertenecen, como cada milímetro de tu piel, casa suspiro, pensamiento, idea, razonamiento. Todo tu ser -. Con la mano abierta, dedos juntos, empieza a repartirla por el pecho, embadurnando cada rincón, subiéndola constantemente por las nuevas gotas que caen, bajando hasta la barriga, en círculos amplios para no dejar nada sin haberlo mojado con su hidratante leche. En un instante retira la vara de su boca, cogiéndola por uno de los extremos secos, da cinco azotes secos en el pecho de ganso, cruzándolo horizontalmente, haciendo que ganso intente erguirse en su posición de rodillas para soportarlos mejor, baja hasta la barriga y da otros cinco azotes dejando una líneas rectas cruzando ya el tronco e inclinándose un poco, le azota las ingles "piernas abiertas", cinco en cada una. Se oye los suspiros de ganso al recibir cinco en cada una de ellas, soportando el dulce castigo (o premio) con la devoción que se merece mi Ama.
- Ya has visto bastante flor. Deja Su imagen a oscuras, mientras se oye nuevos goles acompañados de gemidos-. Flor, muéstrame tu pollita, sin retirarte de la mesa. Capullito fuera, expuesto - lo muestro ante la cam, bajando el móvil debajo del tablero de la mesa -. ¡Pero si estás duro!. Coge el otro cordón, dale una vuelta al capullito, apretadita, y átala tensa al tirador del cajón superior, vamos -. La vuelta está dada al capullito, tensado el cordón, doy dos vueltas al tirador, dejando el cordón tensamente atado, la pollita bien sujeta, con la imposibilidad ya de ningún movimiento, por pequeño que sea, o eso pensaba.
- Cierra el cajón con llave y retira la mesa. Vamos a ver si podemos alargar un poquito el tallo de mi flor, jeje -. Con la idea de que no voy a ser capaz de mover la silla un milímetro, empujo con los pies, la punta de los dedos hacia atrás, notando todo el sexo, los huevecillos estirados, presionados por las ataduras que los mantiene sujetos al asiento, la pollita horizontal, intentando sacar unos milímetros de alargamiento, gesto compungido, ardiendo por las sensaciones de dolor, de grato dolor que va atravesando el cuerpo, transmitido a los pezones, constantemente pinzados y estirados, mordidos por las puas que los laceran -. Vamos flor, espero más de ti, espero que tu pollita crezca un poquito, que tengas un tallo más esbelto, más visible. Quizás pueda ayudarte tu otra compañera - voy a suplicarle que no lo haga Señora, que podré hacerlo, que voy a hacerlo, cuando aparece por la puerta. Me giro bruscamente al oir su voz, aún no sé cómo, consigo girarme i situar la silla mirándola, ocultando la pollita debajo del tablero, soportando, creo que disimulando el dolor que me atraviesa, cuando me dice que es la hora de comer. Mira fijamente mi pecho, más incluso que antes. Me he olvidado de la vestimenta que luzco. Con los movimientos, la fugaz cabalgada de laura, sin darme ninguna cuenta, se ha abierto otro boton de la camisa, dejando bien a la vista el sujetador, el canalillo que debería estar ahí, las copas del sujetador que asoman, dejándome en evidente ridículo, rebajado, con la imagen del incierto sexo, patético, que tengo, o no tengo. Instintivamente, ante lo evidente, casi sensual, abrocho el botón que se ha soltado, mientras se da media vuelta y me deja ahí, con no sé qué expresión, latidos desbocados, aunque feliz por la tremenda humillación que me invade, por el aspecto que tengo, transformado en algo que hace que mi sangre hierba y ansíe todavía más pertenecerle, al menos ser aspirante de serlo y de complacerla.
- Vaya flor, menuda sorpresa. ¿Te ha pasado rápida la mañana? - le digo que sí -. Bien, estate tranquilo, solo ha visto lo que pareces, putilla. Nada sabe de tu condición ni de que te debes a mi. Ni lo sabrá. Solo ha visto un marica cornudo. Y no me extraña, con esa planta, tan bueno como y estás asi, todo marica, vicioso, denigrado hasta el punto que ya solo hace falta que te vea con una polla en la boca, aunque a falta de polla, bien vale un consolador. Quizás sea su sopresa para esta tarde, o mañana, quién sabe - cada palabra, cada frase me hace desear no parar de avanzar, de ser, mostrarme como Usted desee, como el marica con falda rosa (ahora entiendo por qué ese color), a la luz, mostrado ante quien desee, incluso ante mi compañera que ya piensa en lo pervertido, en lo bajo que he llegado a caer y que, sin embargo, me hace estar tan feliz, entregado, adorándola cada vez con más entrega, obediencia, con absoluta sumisión -. Flor, ahora toca comer, pero por la hora que se ha hecho, no te muevas, lo vas a hacer ahí. No te preocupes, Laura se ocupa de todo. Está organizado.
Aparece laura por la puerta, con una cuerda en las manos. Se acerca a mi silla, agachándose, da una vuelta con la cuerda al tobillo derecho, tira hacia arriba, doblándola y lo sujeta a la parte baja de la silla, no sé exactamente dónde. Da una vuelta al tobillo derecho, tira de la cuerda también hacia arriba, dobla la piernna hacia atrás, retira lo que puede la silla, aún sujeta, estirada, dolorida la pollita, tensándola, estirándola un poquito más. Hace un nudo con la cuerda en el eje que soporta el asiento de la silla y fija la cuerda en el bajo del otro extremo de la mesa, para que pase desapercibida desde la entrada, a la vez que estira un pelin más, dejando la pollita aún mas alargada, a la vez que más fino recto el tallo,
- Señora, salgo a comprar la comida -. Dejo a la maricona de flor bien sujeta - termina diciendo antes de salir, mostrando una sonrisa de casi desprecio, algo burlona y satisfacción por verme así, tan bajo, han humillado, vejado.
- Bueno flor, estás muy guapa así. Como una flor de verdad, bien plantada, inmóvil, ofrecida y expuesta, para mi, la primera, y para la galería después. Lo están pasando genial. Llevas camino de ser la mejor, aunque eso es porque no quiero participe - hace una breve pausa -. Te dejo un ratito, tengo cosas que hacer y tengo a ganso esperando. Que lo pases bien y ya sabes, a pensar en lo que eres, en cómo estás, como te pueden ver también ahí, en cuánto te gusta y a quién debes y ofreces todo. Hasta luego, flor.
Ha pasado un buen rato. He comido macarrones sin usar las manos, con salsa carbonara, laura sentada al otro lado de la mesa, con la misma comida, con la diferencia de que ella sí que ha usado tenedor, mirando fíjamente lo bajo que he caido, la postura en la que estoy, transformado en un marica, enseñando el escote constántemente al bajar y subir constantemente la cabeza al plato de comida, llena la cara de la salsa blanca que acompaña a la pasta. He oido cómo me decía cosas que me hacían sentir más denigrado, más bajo aún. Se ha mostrado libre de movimientos, al menos durante ese rato, ha bebido agua en un vaso, se ha mostrado altiva, miradas frías, provocadoras, de desprecio por tener un jefe "tan femenina". Hasta que cinco minutos antes de que volviera nuestra compañera lo ha recogido todo y se ha sentado en su silla, dejándome expuesto, sin poderme mover por tener la pollita cogida, estirada de forma que me impide cualquier movimiento con la silla. Tiemblo de nervios, de miedo incluso, seguro de que tiene toda la tarde para descubrir lo marica y humillado que está su jefe. No puedo quitar las cuerdas, la del cajón están lo suficientemente retirada como para no llegar a él, las que la sujeta a la parte baja de la mesa, inaccesibles por lo ocultas que están sujetas a la silla. Aunque podría quitarlas de la pollita. Pero sé que eso no le gustaría a Usted, mi Ama. Y la verdad, noto que tampoco quiero hacerlo. Desde la entrada al despacho solo se ve desde cintura para arriba, cosa que me tranquila, solo un poco, pero me tranquiliza. Eso sí, los pechos se adivinan perfectamente, dejando a la vista en canalillo del sujetador. Mi compañera pasa un par de veces delante de la puerta, mirándome de reojo, con gestos de asombro, de incomprensión. Suena el telefóno y no consigo llegar hasta donde está. No me había dado cuenta de que no está a mi alcance. Para de sonar, por fin. Pero ocurre algo peor. Allí está, entrando en el despacho, preguntando si estoy ocupado. Al negarle con la cabeza, entra y empieza a consultarme cosas del trabajo. Le pido que se siente, ante la evidencia de e lo que esta a punto de descubrir. Se sienta sonrojada, sin dejar de mirar al suelo, intentando mirarme a la cara, pero no lo consigue. Se fija más en el sujetador, en el bulto de la camisa que hace más de blusa.
- No lo sabía - dice. Me quedo pensando sin saber a qué se refiere.
- ¿ Qué quieres decir ?.
- A que no sabía de tu tendencia. No lo aparentabas, pero si es así como te sientes, realmente eres, por mi no hay problema. Solo que espero que no afecte al trabajo. Y que tendré que acostumbrarme, supongo.
- Gracias -. Es mi respuesta. Aunque en realidad pienso en que si supiera lo demás, que soy sumiso y que me debo a Usted, no sé si se liaría. Y más si viera lo que hay debajo de la mesa.
Se retira, mirando el sujetador y añade "ya les gustaría a muchas lucirlo como tú".
La evidencia no puede dar más muestras. Me hago cargo de lo que piensa y no puedo hacer otra cosa que aceptarlo. Que vea afeminado, marica, con esta mezcla de ropa entre hombre serio, digno, y gay con lencería femenina rozando cada centímetro de mi piel. Me siento de Usted. Un paso más a pertenecerle en la forma y condición que desee.
- Bien flor, parece que ha pasado algo inevitable - llega el mensaje de mi ansiada Señora Mundo -. La verdad, con lo salida que vas no me extraña. No creo que debamos decepcionarla, ¿no creees?, al menos de momento - temo Sus palabras, lo que haya querido decir con ellas -. Desata el tallo, no sea que se lastime. Y termina la tarde tranquilamente. Cuando te vayas, ponte los pantalones encima de la ropa que llevas puesta hasta que entres en el coche y te vuelves a quitar los pantalones hasta tu casa, quizás alguien te vea y te suelte un piropo o una marranada. Hoy quiero que en el coche también dejes la cam puesta, así podremos ver cómo te va el paseo.
Rapido desato la pollita, marcada por el cordón que tan intensamente la ha mantenido unida al cajón. De las cuerdas que sujetan la silla a la mesa no ha dicho nada, por lo que no las toco. Tampoco podría sin desatar antes los cordones que unen los huevecillos a la silla, ni las piernas dobladas al asiento. La tarde pasa rápida, tranquila, con la mente en mil cosas distintas. Mi compañera se asoma a la puerta para despedirse, volviendo a mirar los pechos que la tienen tan intrigada.
- Hemos estado hablando de las fotos que ha recibido. Bueno, le he dicho que yo también las tengo, casi me caigo de la silla cuando las he visto - leo en el mensaje de laura -. Menos mal que no sabe de quién son, aunque quería saber quién ha podido enviarlas y por qué a nosotras. Ya ves, flor, al final nos hemos reido juntas y yo hasta me he puesto cachonda, viéndonos ahí, exhibidas. Bueno, yo también me voy a casa.
Me despido de ella también por mensaje. Me desato los huevecillos, consiguiendo un mínimo de libertas de movimientos y torciendo el tronco, inclinándome a un lado y otro consigo desatar las piernas de la silla. Con cuidado, me levanto con las piernas entumecidas, busco el pantalón y lo deslizo entre las piernas, metiendo la falda por dentro, arrugándola, dejando un aro alrededor de mi cuerpo que se marca perfectamente. Me pongo la amaricana, pensando que disimulará el sujetador. Me equivoco. Y salgo a la calle, decentemente, marcando tetas, hasta que ya en el coche, a la vista de cuantos puedan pasar por allí y de la galería, me quito los pantalones y acomodo la falda arrugada al asiento, debajo del culo, estirando el tejido antes de dejar caer el peso sobre él. Nervioso, humillado, me pongo en marcha mirando fíjamente hacia delante. Prefiero no saber si alguien me está viendo no ver su expresión. En cada cruce, en cada semáforo tengo la sensación de que mil ojos me están mirando, de que mil ojos comparten sonrisa con sus rostros de ver lo ridículo de compartir ropa masculina con la femenina que acaricia mi cuerpo. Por fin aparco, aunque me acabo de dar cuenta de que no sé si debo ponerme los pantalones o recorrer los metros hasta el portal del bloque con falda, liguero, medias a la vista. Mi Ama no ha dicho nada al respecto y no sé si enviarle un mensaje consultando, aunque el timpo de espera de respuesta me mantendrá a la vista de cualquiera. Así que me arriesgo, justo cuando veo que la calle está tranquila y a paso ligero llego hasta la entrada del edificio, sin mirar para atrás. Justo empiezo a subir la escalera me cruzo con una familia entera: madre, padre, dos hijos de no más de doce años. Miro fíjamente al suelo, rojo intenso en las mejillas. La mujer acelera el paso , sorprendida, llevándose a los hijos con ella.
- Homb... - se interrumpe el vecino -. ¿De fiesta? Te sienta muy bien, jeje - dice justo cuando me pasa, magreando rápido las nalgas. Doy un pequeño saltito y acelero el paso muerto de vergüenza a la vez que ya se cierra la puerta detrás de mi. Respiro hondo ya en casa, cierro girando dos veces la cerradura y en la seguridad de la vivienda empiezo a absorver lo ocurrido, invadido por la vergüenza, rabajado, humillado hasta no sabía qué punto podía estarlo. Y a lo que llego es a excitarme, a sentir la fuerza de Su control, Su dominio, mi Ama.
Me acomo, quitándome la ropa, dejando las medias bien puestas en el sofá, las braguitas, liguero, falda y sujetador junto a las medias y me preparo para darme una ducha con el tapón aún puesto.
- No tan rápido flor - mi Ama me habla desde la oscuridad de la cam, solo ilumidada con mi pequeña imagen en el margen derecho -. Busca una cuerda, das una vuelta a la cintura pasándola entre las nalgas, otra vuelta a los huevecillos y de ahí al grifo de la ducha. Hoy vas a asearte asi. Quita la pulsera que no la estropees y no tardes.
Antes de que termine de darme las instrucciones he ido en busca de la cuerda. Ante la bañera rodeo la cintura con ella, la paso tensa en las nalgas presionando el tapón, ato los huevecillos y me sujeto al grifo de la ducha, estirando de ellos hacia abajo. Como he calculado mal la distancia me veo obligado a mantener las piernas levemente dobladas para que la tensión no sea excesiva. Empiezo a ducharme con dificultad, metiendo cada vez más el tapón en el culo al levantar los brazos para enjabonarme la cabeza o al buscar el gel con el que asearme. Cada gesto o movimiento provoca que los huevecillos se estiren, empujados hacia abajo, dejando la pollita horinzontal y que la cuerda presione entre las nalgas el objeto que inade mi interior.
Mientras recojo la cocina pienso en los cada vez más limitados los movimientos en los que desea mantenerme, vividos como una constante limitación en cualquier cosa que pueda afectarme, desde las ataduras en la silla del trabajo a la ducha casi exenta de movilidad que acabo de darme para Usted y delante de cuantas miradas pudieran estar en ese momento ante la cam. Repaso de nuevo la humillación de la entrada al edificio, pillado ante la familia completa que salía. Pero sobre todo de la osadía del padre, con la de veces que nos hemos saludado con total respeto y cordialidad. Me pregunto si a partir de ahora eso se ha perdido y si lo que me espera es recibir comentarios jocosos, humillantes que me hagan perder la dignidad ante él, incluso sobre todas las personas a las que pueda decírselo y que de alguna forma se unan a denigrarme. Y quién sabe si, incluso no pueda unirse algún tocamiento inesperado. Una vez más reconozco que me voy excitando, que todo esto, toda la su, misión que le entrego a Usted y que avanza sin cesar cada día me llevan a desear ser más Suyo.
- Flor, a la cama. Coge un cinturón y la cuerda, si no es larga, coge otra -. Entro en la habitación con la cuerda en la mano. Dejo el móvil de forma que pille una buena perspectiva de la cama y me quedo esperando Sus palabras.
- Bien. Saca el tapón, es momento de que descanse el culito. Ponte el cinturón - lo coloco en la desnuda cintura, intrigado por los deseos que pueda tener mi Ama -. A la cama. Abre las piernas y ata cada tobillo a un extremo - coloco el pie izquierdo en el extremo de la cama, doy una vuelta con un nudo en el tobillo. Hago lo mismo con el derecho, dejando la piernas abiertas, dobladas aún por las rodillas -. Pasa la cuerda por el centro del somier, estira bien las piernas y átala a los huevecillos, que quede tirante, como tú sabes - hago lo que me pide estirando las piernas, abiertas, extendidas y ato los huevecillos, estirando simultaneamente de la cuerda que viene del somier hasta que noto la tensión que me impide casi moverme -. Pasa la cuerda por un lateral de la cama, vuelta al costado del cinturón, pásala por debajo de la nalga y vuelta nueva a los huevecillos - cada vez más sujeto. Está claro que desea tenerme inmovilizado, sin posibilidad de libres mivimientos. Llevo la cuerda al lado izquierdo de la cama, contorsionando el cuerpo, estirándome cuanto me deja las cuerdas quebya sujetan los tobillos y los huevecillos, sin moverse, aunque estirados por el movimiento, doy la vuelta al cinturón estirando de la cuerda, la paso debajo de la nalga y nueva vuelta a los testículos -. Flor, la cuerda hacia el otro lado de la cama y lo mismo. Asegúrate de que quede todo bien sujeto - alargo la cuerda al lado derecho del somier. Casi no llego por la tensión en la cadera izquiera, por el tirón que noto en los huevecillos. Por fin consigo sujetarla en el lateral izquierdo, la dar la vuelta en el cinturón, cadera derecha, imposibilitando cualquier movimiento de las piernas y de la cintura. Otra vuelta a los huevecillos, estirados ahora también hacia atras. La pollita dura evidencia la excitación que siento, inclinada un poquito hacia los pies por la tirantez de la cuerda que sale desde el cinturón por ambos lados -. Mmmm asi estás como te mereces putita, que con lo salida que estás eres capaz de follarte hasta el vecino, ¿no es así, perrita? - asiento con la cabeza dejando escapar un suspiro -. No te oigo puta.
- Si Señora, estoy tan caliente que me follaría lo que pillara por delante.
- Eso está mejor, que se te oiga bien. Pero... Se te escapa algo... Las putas como tu no follan, os follan, os montan, os abren el culo o el agujero que querramos las demás, sobre todo yo, ¿no es así guarra?
- Si Señora - mi respuesta no tarda en llegar, entre suspiros.
- Si se nota. Solo tienes que verte cómo estás. No paras de moverte y eso que estás bien atadita. Y para de mover las caderas... ¿o qué vamos a pensar de ti? - se hace unos segundos de silencio -. Sé que no estás tan excitada solo por el uso que estoy haciendo de ti, que hay algo más que te está poniendo y que te humilla solo con pensarlo, ¿me equivoco?
Realmente es tanto ya Su dominio, tanto el control que tiene sobre mi que todo lo tiene, mis pensamientos mi voluntad. Todo pasa por Usted antes, todo lo domina.
- No Señora, no se equivoca.
- Pero sabes que nada de lo que estás imaginando puede pasar. Que solo yo puedo pedir y dejar que te pasen esas cosas Que ni siquiera puedes pensarlas a no ser que yo te de libertad a tu imaginación, flor - asiento con la cabeza. No te oigo.
- Si Señora, solo puede Usted decidir sobre esas cosas, incluso limitar mi imaginación, pensamientos. Prohibirme pensar en nada que no venga de Usted.
- Eso está mejor. Ahora dime, con tu imaginación libre, descarada, ¿ qué perversión te tiene así ?
- Señora, gracias - pienso unos segundos antes de seguir hablando -. Pensaba en la reacción que ha tenido hoy mi vecino, en las que pueda tener. Imaginaba que en algún momento que coincidiéramos en las escaleras, me llevara a un rincón, sin salida, que sin mediar palabra me obligara a hacerle una mamada, bajándose los pantalones rápidamente y que cuando terminase, llenándome la boca con su leche se fuera, dejándome allí, aún sin saber qué había pasado.
- Sigue.
- Señora, imaginaba que se convertía en una rutina, que me humillaba constantemente, con rapidez. Incluso desnudándome de cintura para abajo, abriéndome el culo a lo bestia. En tres o cuatro embestidas su leche dentro de mi. Se subía la bragueta y de nuevo ahí tirado.
- ¡Si serás putona!. ¿Cómo te atreves a imaginar semejantes marranadas?. Solo yo puedo hacer que tengas esas cosas. No puedes pensar más en hacer nada que no venga de mi, ¿está claro?.
- Si Señora - no deseo que se enoje conmigo. Es lo último que busco. Imagino que se lee en mi expresión.
- Como has sido sincero, has dicho lo que pensabas, por esta vez me tomaré a bien. Es más, tienes que saber que me ha gustado comprobar lo furcia que eres, lo bajo que eres capaz de caer. Esa humillacion que sientes solo pensarlo, imaginándolo, me gusta. Es con eso con lo que me quedo. Y pienso aprovecharme de ello, de ti y de lo inmensamente sumiso que eres. Eso sí, totalmente mio.
- Gracias Señora - me siento feliz y mi único deseo es que lo sea Usted también, tanto o mas que yo mismo.
- Ahora a dormir, si puedes - después de unos segundos añade -. Ahhh! Mañana voy a enviar algún correo con alguna imagen de lo que estás haciendo ésta noche - el temor recorre todo mi cuerpo, me estremece al pensar a quién se lo hará llegar, lo que se verá en el correo. Y a la vez, me invade una intensa sensacion de placer, entrega y obediencia absoluta a la sumisión que le debo -. Aunque me ha gustado tu fantasía no voy a permitir que se repita. Esta mañana te lo decía en serio, voy a usarte como me plazca, a utilizar tu correo para tenerte a ralla. Y éstas son las cosas que van a dar pie a ello. Ningún tipo de libertad para ti, todos los medios para tenerte bien pillado, sin cabos sueltos. Buenas noches putona.
Se queda todo en silencio. Intento conciliar el sueño. Al principio no lo consigo. No solo por lo limitado que me tienen las ataduras para Usted, si no también por todo lo acontecido durante el día. Más tarde, cuando el cansancio me llega, son las limitaciones de la cuerda las que me impiden descansar, salvo algún que otro minuto. Durante la noche.
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