Al escuchar gritar a Marcos me monté rápidamente en el coche, Marcos empezó a conducir.
-Chupamela princesa.
-¿Qué.?
-Lo que has oído. ¿Serás obediente no?
No quise enfadarlo más, así que me puse manos a la obra.
-Sí, lo seré..
Desabroché el cinturón y le saqué la polla.
La verdad es que la tiene muy grande y bastante gordita. Marcos tiene un buen miembro, pero eso no le daba derecho a abusar de mi.
La sujeté entre mis manos y empecé a comérsela.
-Unm.
Chupaba y succionaba hábilmente, quería acabar con aquello cuanto antes.
-Aaah. Si sigues así. me. me voy a correr zorrita.
Y eso era lo que yo pretendía.
-Aaah. Aaah. ¡¡Sigue!! zorrita. Um. ¡Si! Me voy a correr. Aaahg.
Marcos estaba super excitado y, yo notaba su miembro palpitante en mi boca.
-AAahg
Se corrió y toda su leche fue a parar a mi garganta.
-Um. ¡Tragatelo! Toodo zorrita.
Así lo hice, después me incorporé de entre sus piernas y me di cuenta que estábamos en la urbanización de ayer.
-Marcos.
-¿Si?
-¿Me vas a castigar?
-No lo sé Sindy. Depende de ti.
-Yo. yo seré buena y obediente. Te lo prometo.
-Así me gusta. Una zorrita obediente.
Al llegar a la casa Marcos aparcó.
Igual que ayer me abrió la puerta del coche, me ayudó a bajar y después me dejo paso para entrar en la casa.
Cerró la puerta.
-Arrodíllate Sindy.
-¿Qué? Pero.
- ¡¡Que te arrodilles!!
Me arrodillé y lo miré suplicante.
-Sindy. Sindy.
Yo no hablaba solo escuchaba.
-¿No te das cuenta de que por las malas es peor? Eh.
-Lo siento. No me pegues por favor.
-Ponte a cuatro patas.
-Marcos.
-¿Estás sorda? ¡¡Yaa!!
Me coloqué como el mandó y me mantuve a la espera.
-Que culito tienes zorrita.
Yo me mantenía callada.
-Te voy a dar 10 azotes.
-¿Qué.? No. No por favor.
-Cuenta los azotes o no pararé.
-Marcos.
Zass. Me sorprendió gratamente el primer azote. Este no me dolió, me azotaba con la mano muy suave así que empecé a contar.
-Uno.
-¡Zass!
-Dos.
-¡Zass!
-Tres.
-¡Zass!
-Ah. Cuatro.
-¡Zass!
-Ahh Cinco.
-¡Zass!
-Ah Seis.
-¡Zass!
-Ahh Siete.
-¡Zass!
-Ah Ocho.
-¡Zass!
-Ahh Nueve.
-¡Zass!
-Ah Diez.
Por fin acabó. Me azotaba muy suave, pero aun tenía el culo dolorido de la noche anterior a si que me dolía bastante.
-Muy bien putita. Me gusta que seas obediente.
Yo solo contenía las ganas de llorar.
-Ahora ve a la habitación. Túmbate en la cama que te voy a comer enterita.
Hice lo que mandó. En esos momentos solo pensé en mi. Si tenía que pasar por aquello al menos yo también disfrutaría.
Me tumbé en la cama y desde allí, lo miraba juguetona y sonrojada.
-Me vuelves loco Sindy.
Yo lo miraba sin decir ni una sola palabra.
-¿Sabes.? La vida es muy injusta.
Yo soy un hombre normal Sindy. A mis 32 años nunca he ido detrás de una mujer, todas venían a mi.
Estuve con muchas chicas.
Y un día, apareces tú en mi vida y lo cambias todo.
Marcos sonaba un tanto melancólico.
-Lo. Lo siento. No me pegues por favor.
-Sindy ¿Acaso no te das cuenta de que estoy enamorado de ti?
Yo no sabía que decir.
-Te quiero princesa. Y te prometo que conseguiré que tú me quieras de la misma forma.
Se acercó a mi y me besó en la boca. Poco a poco comenzó a chuparme y a lamer todo mi cuerpo.
Yo gemía por las caricias recibidas, y mientras tanto Marcos se deslizaba juguetón por mi cuerpo hasta llegar a mi clítoris. Allí me daba suaves besitos y pequeñas lamidas. A los 10 min del precalentamiento me encontraba muy excitada, no podía evitar gemir del gusto.
-Ah. Um.
-Me encantas zorrita.
-Ah. Si. Ah.