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Fue una noche maravillosa, llena de sexo y morbo, junto con nuestros vecinos de habitación, pasamos la noche escuchándonos mutuamente y cogiendo como locos. Había encontrado en mi primo Antonio, el amante perfecto y aunque el viaje, no lo habíamos planeado para eso, estaba cierta que lo más puta de mí, emergería en el mismo.
Exactamente a mediodía, en medio de la oscuridad que nos proporcionaba la habitación y llena del semen de Antonio por todo el cuerpo, cara y cabello (pues por nada permití que se vaciara en mi interior) me despertó el teléfono del cuarto, era de la administración del hotel, para informarnos que teníamos un mensaje en la recepción y que podíamos pasar a recogerlo.
Después de bañarnos y vestirnos, bajamos a ver si conseguíamos algo de comer y aprovechamos para recoger el mensaje, era un sobre del mismo hotel, la recepcionista, nos comentó que lo habían dejado más o menos a las 10 de la mañana y que habían pedido que se nos avisara hasta mediodía.
Con curiosidad, Antonio y yo abrimos el sobre y leímos,
“Hola, soy su vecino de habitación, para comentarles, que mi esposa y yo, pasamos una extraordinaria noche y por lo que oímos, ustedes también la pasaron muy bien. Somos una pareja que estamos cumpliendo 15 años de casados y nos gustaría tener el placer de conocerlos, por lo que esperamos acepten una invitación a comer. Atentamente, Mario Olguín.”
Vaya sorpresa, una pareja desconocida, nos invitaba a comer. Y por lo que nos dijo la recepcionista, el restaurant era un buen lugar. Con el poco dinero que teníamos, no podíamos desaprovechar una oportunidad así, además, también teníamos curiosidad de conocer a la pareja que nos había excitado tanto la noche anterior. Así que después de callejonear un rato, nos dirigimos a nuestra cita.
Llegamos puntuales al restaurant, y preguntamos por quien había firmado el mensaje, nos pasaron a una mesa donde ya había una pareja de alrededor de 40 años, bien vestidos y de buen ver. Para nosotros no fue sorpresa, encontrarnos a alguien de esa edad, lo habíamos supuesto por el mensaje, pero por su reacción, ellos no esperaban a dos jóvenes como nosotros.
Aun así, la reunión fue muy amena, Mario y Lucy, su esposa, se la pasaron hablando y recordando sus primeros años de relación, las aventuras que habían corrido juntos y algunas anécdotas más recientes. Eran una pareja sencilla, a él lo imagine como más hombre de mundo y ella, la típica y tímida ama de casa, vivían en una ciudad mediana del norte del país. Y después de varios años, volvían a viajar los dos solos. Habían llegado el día anterior igual que nosotros y pensaban quedarse toda la semana.
Nosotros solo les comentamos que éramos amigos, sin mencionar nuestro parentesco, y que estábamos ahí, para disfrutar del festival por solo 4 días, pues la escuela y el dinero, no nos daba para más. Realmente no había mucha historia para comentar de nuestra parte.
Terminada la comida, mientras disfrutábamos un digestivo, salió a la plática, lo ocurrido la noche anterior, nos reímos al coincidir que ambas parejas habíamos tomado como reto, superar lo que pasaba en la habitación contigua, aunque al final, ellos aceptaron su derrota, pues se habían dormido, escuchando todavía nuestros gritos de placer. Era evidente, que la plática nos estaba excitando a los cuatro, se notaba la intención de Mario, de llevarla a donde ellos deseaban, además de darnos cuenta, que la pareja no nos quitaba la mirada. A una señal de su esposo, Lucy, tomo la palabra y nos preguntó con un cierto tono de pena y rubor en su cara, cuales eran nuestros planes para ese día, y de forma más titubeante, si nos gustaría pasar la noche con ellos y compartir su cama.
Antonio y yo nos volteamos a ver sorprendidos, apenas la noche anterior, nos habíamos hecho amantes y ahora, de la nada, una pareja de adultos desconocidos, nos invitaban a compartir su cama. Les pedimos un momento para consultarlo, Antonio, entre risas, me dijo que por él no había inconveniente, que dependía más de mí, discretamente, voltee a ver a Carlos, no podía negar que me era atractivo y varias veces me había sonrojado al sentir su mirada oscultadora. Además, existía el morbo de cumplir, una fantasía que todos tenemos, así que, decididos, aceptamos la invitación.
El resto del día, mi primo y yo, nos la pasamos en algunos eventos del festival, y por seguridad, cuando pasamos por una farmacia, compramos algunos preservativos. Todavía teníamos nuestras dudas al respecto de ir o no con nuestros vecinos de habitación, pero a ambos nos llenaba la curiosidad, además, siempre había la posibilidad de retirarnos e ir a nuestro cuarto a acabarnos los condones.
En un evento de danza al aire libre, vimos a Mario y a Lucy, estaban de pie, frente a nosotros, por lo que podíamos verlos perfectamente. Mario, de pelo negro bien arreglado, con canas en las patillas, perfectamente rasurado, con ojos penetrantes, ligeramente gordito, sin llegar a tener barriga y por lo que se veía, de pelo en pecho. Por lo oído la noche anterior, lo imagine como un buen amante, pero por más que quería, no podía imaginarme teniendo sexo con él. Lucy, se veía un poco mayor que su esposo, por su ropa, era difícil sacar una conclusión exacta de su físico, pero su cara era atractiva, de pelo largo y lacio, ojos marrones grandes y seductores y por lo que me comento Antonio, una boquita como para comérsela a besos.
Antes de llegar a nuestra cita, nos duchamos y arreglamos, tratábamos de oír al otro lado de la pared, para ver que hacían nuestros anfitriones, pero a diferencia de la noche anterior, solo escuchábamos que también se estaban bañando. Pensando en la posibilidad de cancelar, sonó el teléfono, era Mario, avisándonos que ya nos esperaban, por lo que tomamos los condones, un churro de hierba y fuimos a su encuentro.
Al igual que nosotros, ellos estaban recién arreglados. Su cuarto se veía con más espacio, había una sola cama, tamaño king size, una mesa redonda en una esquina, junto al balcón, donde había una hielera con una botella de vino blanco y cuatro copas. Mario sirvió el vino, para hacer un primer brindis, luego de este, y a falta de platica, propuso que jugáramos con la botella, poniendo prenda de por medio, cuando nos tocara en suerte (o en mala suerte). Antonio aprovecho, para prender el pitillo de hierba y ofrecernos a todos, para relajar la tensión, aunque Mario y Lucy, al principio se negaron, fue ella quien primero se decidió a probarla, era la más tensa de los cuatro y no podía ocultar, lo incomoda que estaba con la situación.
La primera botella y el pitillo, volaron aun antes de desprendernos siquiera de algo de nuestra ropa, entre música suave y más vino, el juego se tornó más candente, para ese momento, tanto Lucy como yo, estábamos totalmente desinhibidas y no tuvimos ningún reparo, cuando por suerte, nos tocó desprendernos de nuestra ropa exterior.
Lucy quedo tan solo con su coquetísima ropa interior, de tanga y bra en encaje blanco, que dejaba a la vista un par de tetas de tamaño mediano, que al quedar desnudas, se mostraron ligeramente caídas y coronadas con unos pezones grandes y obscuros, un estomago con algunas llantitas, su vientre no tan liso, donde sobresalía una cicatriz, resultado de su maternidad, su tanga dejaba ver un chochito totalmente depilado, caderas y nalgas anchas, pero firmes y piernas bien torneadas. Mario, traía un bóxer de tela en cuadros, mostraba su cuerpo velludo desde el cuello hasta los pies, un abdomen redondito sin llegar a gordo y entre sus piernas, se empezaba a mostrar un bulto de buen tamaño.
Antonio, se había puesto un bóxer negro tipo bike, su cuerpo totalmente lampiño, pero bastante bien trabajado físicamente y dentro de sus calzones, un pene, que me había vuelto loca apenas hace 24 horas.
Y yo, por suerte, había llevado un sostén hecho con dos diminutos triangulitos de tela que no alcanzaban a tapar ni la mitad de mis bien dotados y firmes pechos, además de unas braguitas cacheteras transparentes que dejaban a la vista la mancha obscura de mis bellos púbicos bien arreglados en forma de diamante y mis nalguitas bien paradas.
Cuando quedamos con tan solo nuestras bragas y al calor del vino y el buen toque que nos habíamos dado, Lucy y yo empezamos a bailar de manera sexi a las espaldas de nuestras parejas. Sobábamos sus pechos, mientras recargábamos impúdicamente nuestros senos en su espalda. Cuando lo hacia atrás de Mario, este se quitó sus calzoncillos, para mi sorpresa, de entre sus piernas emergió un grueso y obscuro tronco, con una curvatura hacia abajo y coronado con un enorme glande circuncidado, jamás había visto un pene de ese grosor, de inmediato me imagine montándolo de nalgas, para que ese enorme piñón rozara la zona más sensible de mi vagina.
Lucy, noto que me estaba enfocando mayormente en su marido, por lo que, hincándose frente a él, empezó a darle una buena mamada. Mientras Antonio, se desnudaba y dejaba a la vista, su pija larga, con enormes venas que parecían reventarse y un glande rojo e inflamado que empezaba a emerger de su vaina protectora, yo me recosté en la orilla de la cama, ofreciéndole mi vagina que para ese momento ya estaba totalmente húmeda. Sin perder el tiempo, mi primo sumergió su cara entre mis piernas, elevando el nivel de humedad con su lengua y su saliva, mientras hacía esto, observe que, en la silla, Lucy se acomodaba sobre su marido y empezaba a clavarse aquel enorme tronco entre grititos y suspiros, hasta tenerlo totalmente dentro de ella. A pesar de que sabía que el pene de Antonio me llenaría de placer, no podía dejar de pensar en el tronco de Mario. Tan caliente estaba, que, colocándome en cuatro patas, le pedí a mi primo que me poseyera en ese mismo instante, sin dudarlo, Antonio me clavo su verga de forma salvaje, tal como había sido la noche anterior, ahora ambas mujeres gritábamos de placer y ambos hombres resoplaban de excitación.
Después de un rato, Lucy, se pasó a la cama, acostándose boca abajo y ofreciéndole las nalgas a su marido mientras yo cambiaba de posición con Antonio, empezándolo a montar de frente. Esto me dio la oportunidad que buscaba, quede de frente a Mario, casi cara con cara, por lo que me acerque a él lo más que pude, y en forma de susurro le dije lo mucho que lo deseaba.
Lucy y yo, llegamos a nuestro primer orgasmo casi de forma simultánea y cuando ella busco una nueva posición con su marido, este me tomo de la cara y me planto un sensual beso en la boca, dando la pauta para cambiar de pareja. Mientras Mario se acostaba boca arriba, dejando aquel enorme tronco listo para ser montado, note cierta molestia en Lucy, quien, por lo visto, no había considerado, observar como su marido se revolcaba con otra mujer frente a ella. Se paró de la cama y se retiró hasta la ventana del balcón, como observando la ciudad, afortunadamente Antonio, sacó a relucir su experiencia con otras mujeres, pues mientras yo me iba ensartando aquel pedazo de carne que había sacado lo más puta de mi ser, el abrazo a Lucy por la espalda, besándola en el cuello y sobando con su enorme polla, en medio de sus piernas, buscando un pequeño resquicio, para penetrar su lampiña vagina. Al principio con disgusto y tratando de evitar el contacto con mi primo, hasta que, entre ligeros gemidos de placer, poco a poco, Lucy fue abriendo sus piernas para dar acceso a ese intruso desconocido, como después supe, nuestra anfitriona, jamás había tenido relaciones con alguien diferente a su marido, por lo que esta nueva experiencia la perturbaba por completo. Entre más verga le daba Antonio, nuestra anfitriona fue disfrutando cada vez más la experiencia. Y vaya que lo disfruto, pues durante el resto de la noche y aun a solicitud de su marido, Lucy no accedió a cambiar a su nuevo amante, y en señal de venganza, demostraba a grito abierto, el placer enorme que le proporcionaba aquel largo punzón dentro de ella.
Por lo cual, yo me pude dar el lujo de abrirme por completo al tronco de Carlos, que exigía de mí, la total apertura de mi vagina. Lo único malo, fue que la edad paso factura a mi amante, mientras mi primo seguía proporcionando placer a su nueva compañera, Carlos me pedía un poco de descanso para tomar aliento y seguir con nuestros juegos.
Dejamos a Lucy y Antonio solos, en esa habitación y nosotros nos pasamos a la otra por el resto de la noche, mientras los escuchábamos a ellos continuar con sus actividades sexuales, nosotros empezamos a platicar de nuestras parejas y el gusto con el que se oía, seguían disfrutando del sexo. Cuando note que Carlos empezaba a deprimirse, oyendo, como su mujer gozaba cual piruja con su nuevo amante, me imagino que arrepintiéndose de haberle pedido a su casta esposita, acceder a esa fantasía, tome la iniciativa, para empezar a motivarlo de nuevo, le pregunte, sobre su experiencia en el sexo anal (que a mí me encantaba) y al contestarme que nunca lo había hecho, me ofrecí como su maestra, en esa nueva forma de tener sexo. Y vaya que resulto un buen alumno, pues mientras su pene recobraba su tamaño y grosor, aprovechamos para que con sus dedos, boca y lengua fuera estimulando mi esfínter anal, y llegado el momento poco a poco, su enorme polla fue abriéndose camino entre mis nalgas, al principio me recordó mi primera experiencia anal, su polla realmente me lastimaba mientras se iba encajando dentro de mi culito, pero cuando toda ella me penetro, el placer que me proporcionaba no igualaba a ninguno sentido anteriormente. Tuve dos gigantescos orgasmos antes de que él se vaciara dentro de mí. Ambos quedamos totalmente exhaustos después de esto y a el no le importo escuchar todavía a su mujer bramando de placer, mientras acurrucados en la cama, caer rendidos ante un sueño profundo.
Entre sueños sentía que algo intentaba encajárseme, pensé que seguía soñando con la enorme verga de Carlos y el deseo que había despertado en mí, aquel instrumento de un hombre que me doblaba la edad. Me sentía húmeda y caliente de tan solo soñarlo, sin despertar totalmente, me acomode, deseando que mi sueño fuera real, cuando empecé a gemir de placer, comprendí que algo realmente estaba sucediendo, abrí los ojos y entre las penumbras me di cuenta, que alguien acostado a mi espalda, realmente me estaba dando una cogida de campeonato, así, de cucharita, mi incognito amante me tenía totalmente insertada. Ante la imposibilidad de voltearme para verlo, supe, por su voz y su olor que era Carlos quien me poseía como loco, tratando de compensar el tiempo perdido anteriormente, pero fue cuando sentí la tibieza de su semen, cuando realmente desperté del todo. El estúpido de mi vecino, me estaba llenando de su esperma, sin saber que yo no me cuidaba de ninguna otra forma, más que con el uso de condones o evitando que se corrieran dentro de mí. Por lo que de un salto me separe de él, reclamándole su estúpido proceder, mientras el tiernamente trataba de explicarme, que ya no había encontrado más preservativos en el cuarto, y que, al verme desnuda, no pudo contener el deseo de poseerme. Yo trataba de hacerle ver, el problema en el que me había puesto, mientras el me presumía su permanente erección, que aun después de haberse venido, continuaba cual jovenzuelo.
A la verga con todo, ya habría forma de solucionar, las posibles consecuencias de aquel atrevido acto, ahora, aquel dulce se me ofrecía, y tal vez jamás volviera a verlo, a pesar de mi enojo y asumiendo mi total puteria, me senté sobre aquel falo, para cabalgarlo hasta vaciarlo por completo.
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