Esta es la continuación. Espero que no me quede demasiado mal. Si quieren opinar o comentar algo a mi dirección. Gracias.
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No entendía por qué le estaba pasando esto. Estaba allí, en la trasera de una furgoneta, medio desnuda, con las manos atadas a los asientos por encima de su cabeza, dándoles la espalda a los dos hombres que la habían violado. Oía sus voces y sus risas, no quería escuchar su conversación, algo difícil de hacer, sobre lo bien que lo estaban pasando. Ojalá pudiera abandonar su cuerpo y alejarse de allí. Porque sabía que no habían terminado con ella, era lo que le habían dicho.
No hablaban ahora, estaban tan callados que podría pensar que se habían marchado sin que se diera cuenta. Pero no. Podía oír su respiración mientras fumaban.
-Bueno –dijo uno- creo que ya podemos jugar un rato más. Ha tenido tiempo de descansar – Y apagó el cigarrillo en el suelo.
-Sí, pero empieza tú ahora. A veces me gusta mirar antes de participar. – Y se echó a reír.
El hombre se levantó y se acercó a la mujer. La cogió del cabello y la obligó a mirarle.
-¿Estás preparada? –le preguntó- Aunque... da igual si no lo estás. Vamos a divertirnos de todas formas.
Sujetándola por los hombros la puso boca arriba. Se detuvo un momento para observarla. Sus pechos estaban al descubierto. Eran firmes, grandes, quizá de una talla 95-100, y los pezones rosados estaban duros. Le excitaban las tetas así. Siguió con la mirada hacía su estómago, liso y suave. Miró su parte más íntima, su coño, que ella intentaba ocultar con sus piernas. Poniéndose a su altura le separó las piernas bruscamente y lo observó mejor. Le gustaban así, con el vello recortado. Se tumbó entre las piernas, muy cerca de él y levantando la cabeza le dijo:
-Voy a ponerte tan caliente que me pedirás que te folle. Y que te meta la polla hasta el fondo.
-Déjenme por favor. ¿Por qué me hacen esto? –le suplicó entonces ella- Suéltenme –
-Vas a comportarte como la perra que eres y cuando ya no puedas más y te retuerzas buscando mi polla, entonces te la meteré y te follaré hasta que me canse.
Ella cerró los ojos y lloraba en silencio. Entonces sintió como le acariciaba la parte interior de los muslos con los dedos. Iba subiendo muy despacio y llegó a los labios de la vagina. Los acarició también y siguió su rajita con un dedo hasta el ano. Adelante y atrás, varias veces. Un escalofrío le recorrió la espalda. Su cuerpo empezaba a reaccionar y la traicionaba. Aquel tipo sabía muy bien dónde tocar. Cuando lo que sintió fue la lengua en su raja ya sabía que no iba a resistirlo.
El hombre buscó el clítoris con los dedos y aplicó su lengua en él. Despacio lo lamió de abajo a arriba, lo presionaba, lo chupaba, lo golpeaba con la punta de la lengua, de izquierda a derecha, más rápido, más despacio... Y sentía cómo la mujer se estremecía y se mojaba cada vez más. Dejó de lamer y la miró. Un suspiro se escapó de los labios de ella pero no dijo nada.
-¿Quieres mi polla? –le preguntó con una sonrisa.
Ella no respondió ni le miró. Pero su respiración estaba agitada y ya no hacía fuerza para cerrar las piernas.
-Quizá aún no estás del todo lista. Seguiré un poco más, me gusta como sabes.
Y volvió a la tarea de comerle el coño como lo haría el mejor de los amantes. Ella se estremecía sin poder evitarlo pero no le pediría que la follara nunca.
-Tío, la estás poniendo como una moto. No creo que tarde mucho en caer rendida a tus pies. Pero te voy a echar un cable si no te importa. – dijo el más joven.
Y se acercó a sus pechos. Comenzó acariciándolos con las manos. Después se sentó sobre su estómago y puso su polla entre las tetas. Comenzó a follárselas muy despacio mientras con los dedos le pellizcaba los pezones. Al empujar, la punta de su polla tocaba la barbilla de la mujer y eso le proporcionaba un placer añadido. No tardó en tenerla más dura que una piedra. Pero no quería acabar en su boca, se reservaba para un lugar mejor.
La mujer gemía muy bajito con el trabajo que le estaban haciendo en su coño. La única idea que le dominaba era que quería sentir algo más grande y más fuerte en su interior. Se sentía a punto de un orgasmo pero su violador no la dejaba llegar. Cuando él notaba que iba a correrse dejaba de estimularla.
-¿Quieres que te dé mi polla? –le preguntó de nuevo.
-Sí...
-¿Cómo has dicho? No te he oído bien.
-Quiero... tu polla. Quiero... que me folles. Ya... no... puedo aguantar más. –Ella no quería otra cosa que todo aquello acabara y si cooperando lo conseguía, lo haría.
-De acuerdo, zorra. Te la voy a dar toda entera para ti solita.- Y levantándose de entre sus piernas se sentó en el suelo junto a ella.- Pero antes tienes que prepararme tú a mí. Así que venga perrita, a chupármela.
Entre los dos le dieron la vuelta y la pusieron boca abajo, de rodillas. Le acercó la polla a los labios y la mujer comenzó a lamerla y a chuparla con ansia, haciendo que su violador gimiera de placer. No tardó mucho en tenerla dura y lista para la faena.
Mientras el más joven ya sabía lo que iba a hacer él. Pero tenía que esperar a que su compañero la ensartara. Así no podría escurrirse y la tendrían atrapada. Esperó mientras se pajeaba.
El otro hombre tiró del pelo a la mujer para que no continuara mamándole la polla y la puso sentada sobre él. Con una mano se sujetaba la tranca y con la otra la hacía levantar el culo. Pero fue su compañero quien le ayudó al final levantándola de las caderas. Cuando apuntó la polla en la entrada de su coño, la dejó caer y la penetró de golpe. Ella gritó pero empezó a gemir cuando la empezó a follar fuerte y duro.
El hombre joven hizo un gesto a su compinche, que este entendió. Sujetó a la mujer de los brazos y la penetró hasta el fondo mientras la atraía hacia su pecho. Entonces la abrazó tan fuerte que no podría moverse. En esa posición ella ofrecía, sin saberlo, su culo al otro hombre.
Al ver el camino libre, el joven se puso tras ella y comenzó a pasar el dedo por su ano. Lo iba a estimular para que se abriera, no quería hacerle más daño del necesario. Además no podían dañar la mercancía. Despacio le metió un dedo. Ella gritó.
-¡No! ¡Por ahí no! –le pidió- ¡Ah! ¡Duele!
Pero el hombre siguió y ya eran dos los dedos dentro de su culo. Los movía en círculos para abrírselo. Aquello era nuevo para ella, pero le dolía horrores. Sintió alivio cuando los sacó pero le duró un segundo porque el hombre volvió a la carga con un tercer dedo. El dolor era grande, pero también empezaba a sentir un ligero placer. Le avergonzaba reconocerlo pero sabía que su cuerpo ya no la obedecía. Le quitó los dedos del culo y le dijo:
-Ahora relájate puta. Vas a saber lo que quiere decir que te den por el culo.
-¡No! ¡No! Hagan lo que quieran conmigo, pero eso no. ¡Por favor!
Pero sus súplicas sólo conseguían excitarlos aún más. Apretó los dientes cuando lo que notó en la entrada de su culo era la polla del violador. Se la iba a meter y no podría hacer nada para evitarlo. El hombre empezó a empujar. Ella gritaba pero él le tapó la boca con sus propias bragas. Empujó más y consiguió meter la cabeza de la polla. Paró un momento y volvió a empujar. Tenía casi la mitad dentro de su culo. Contó hasta tres y de un movimiento seco de cadera la metió hasta el final. Los huevos chocaron en su coño. Ella lloraba. Tenía dos pollas dentro a la vez, algo que nunca hubiera pensado. La estaban follando a la vez dos tíos que harían con ella lo que les diera la gana.
El joven empezó son su mete saca. Primero despacio, pero aumentando el ritmo de embestida hasta que la follaba con fuerza. El otro también se la follaba con fuerza. Estaba a punto de correrse, pero se retiró a tiempo. Quería probar aquel culito tan lindo. Salió de debajo de la mujer que estaba con las rodillas en el suelo, las piernas abiertas y los codos apoyados en el suelo. Ya no gritaba, se movía adelante y atrás al ritmo de las embestidas del hombre que se follaba su culo. Este había enterrado hasta el fondo su herramienta y con un suspiro de placer vaciaba su leche dentro. Esperó un minuto más y salió de ella dejando el sitio libre.
-Te la he dejado preparada. Ya no vas a tener problemas. Lo tiene bien abierto y mojadito, ja, ja, ja. Disfruta tú ahora. Pero dale fuerte. Parece que le gusta que la follen duro.
-Ja, ja, ja. Gracias. Sí tienes razón. La voy a dar fuerte, tanto que tardará en sentarse.
Y de un golpe se la metió por su culito dilatado. Con cada empujón los huevos tocaban su coño. El le metía el dedo pulgar y le rozaba el clítoris. Aceleró el ritmo y siguió empujando. Se sentía tan bien en aquel culito algo estrecho, que pronto terminaría. Se la folló hasta que sintió que le llegaba el orgasmo. Entonces se la metió hasta el fondo y la llenó de semen. Se retiró de ella y empezó a chuparle el coño dispuesto a que se corriera. Eso la haría sentirse aún más avergonzada y humillada. No le costó mucho, estaba demasiado excitada. Sintió en su lengua los jugos de ella y los lamió. Después la empujó de lado y ella se quedó tumbada, encogida, mientras el semen se le salía del culo.
-Bueno, nosotros nos vamos a comer algo. Pero no te preocupes preciosa. Volveremos antes de que nos eches de menos. Ja, ja, ja. –dijo el joven mientras se vestían. – Aún te queda mucho que aprender.
-Es un buen ejemplar. Ganaremos mucho dinero con ella.
Y los dos salieron de la furgoneta riéndose, dejándola sola. Ella ya no lloraba. Ya no tenía miedo. Solo podía pensar en que la habían violado dos veces y habían hecho que sintiera placer. Estaba avergonzada y pensó que quizá sí era una puta. Ahora sólo podía esperar a que volvieran a soltarla o a darle una nueva lección.
buen relato, es excitante