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Después de haber iniciado en el mágico mundo del sexo con mis hermanas Betty y Andrea, bueno, esta última media hermana, ya que es hija solo de mi padre. Donde Betty es la mayor de padre y madre, yo soy el segundo, de mi siguen Sandy y Mónica. Pero de padre es Andrea la mayor de todos.
De por sí, la formación que me dieron en casa era que como hombre, las mujeres debían obedecerme y atenderme, que incluso hacer lo que yo deseara, aparte de eso, era inquieto y travieso tanto en casa como en la escuela. Y ahí fue donde algunas compañeras, como decimos aquí “pagaron el pato”. Algunas de ellas como Norma, Rocío y Elena, por desmadrozas y otras por pecar de inocentes e ingenuas como Camila y Fernanda quienes entraron en el último año al grupo. Pero en este caso me enfocare en Camila. Camila era una chica morena, tirándole a negra, pero una negra muy hermosa. Su piel era negra…brillosa y pareja, nada de manchas, de ojos negros, nariz pequeña y chata, boca mediana, así como sus labios, los cuales eran de un rojo muy natural. Su cara era delgada, pero tenía bonitas mejillas, cabello negro y rizado a los hombros, era la ricitos de oro, solo que en negra. De una cintura estrecha, caderas anchas y piernas muy bellas de igual forma, colita parada y suculenta. Abdomen plano y con un par de tetas exquisitas, redondas como unas naranjas, paraditas y que en más de una ocasión pude notar que sus pezones eran chiquitos. Camila atraía la mirada de muchos compañeros y era el bocado que muchos maestros deseaban comerse, pero gracias a que era aplicada, no cayó en las garras de ninguno de ellos, sino en las mías por inocente.
En los primeros dos meses casi no me llamó la atención, ya que era muy callada y apartada del resto del grupo, solo andaba con Fernanda, pero con forme fueron pasando las semanas, se fue haciendo notoria su presencia por su participación dentro de las clases y fue ahí donde note que era muy bella, aparte de inteligente. Pero voy hasta fines de noviembre, cuando al andar en mi relajo, una mañana a la hora de salir al receso, nos juntamos todos en la puerta para salir y va Camila delante de mí, ella iba agarrándose de los hombros de Fernanda para no caerse al irnos empujando todos por salir rápido y como nada más de ver su exquisita cola, se me paraba la verga y es que siempre andaba excitado, me acerque de más y le empuje el bulto entre sus nalgas mientras la agarraba de los hombros. Fue delicioso sentir como mi bulto se acomodaba entre esas duras nalgas. Camila solo dijo “Hay” y volteo hacia atrás, como vio que me empujaban, no dijo más y aprovechándome de eso, bajo mi mano y le agarro la nalga derecha, bien, con toda la palma de la mano, ella solo me mira con unos ojos sorprendidos mientras yo solo le sonreía. Y es que esa acción se repitió más de una vez en distintas ocasiones, en las que aprovechaba la bola y empujón de mis compañeros para recargarle mi bulto o agarrarle las nalgas o incluso las tetas.
En otra ocasión sucedió que al estar en hora de receso, Camila estaba sentada en un muro con Fernanda y otra compañera, yo estaba de frente a ellas a una distancia como de unos ocho o diez metro, pero la veía bien de frente, en eso, al estar ella muy emocionada en su plática, separo de más las piernas, no se dio cuenta que yo estaba de frente a ella y que miraba con atención sus movimientos, por lo que pude ver claramente entre sus piernas el color verde de su pantaleta y como se le marcaba la raja de su concha. Los cuates con los que me juntaba, no se dieron cuenta con lo que yo estaba bien entretenido gozando, solo Elena, quien se me acerco y muy discretamente miro y en ese momento no dijo nada, sino después andaba diciendo que yo le había visto los calzones a Camila y me achacaban a mí el que yo había dicho. Esto llegó a oídos de Camila, quien por la vergüenza me reporta con uno de los maestros antes de iniciar la clase, pero todos nos llevamos gran sorpresa con el maestro por su forma de juzgar.
Me pregunta señalándome primero el maestro “¿Es verde la pantaleta de la compañera?”
“Si” le contesto sonriendo y esperando a la vez lo peor.
Se dirige a la compañera Camila y le pregunta “¿Es verdad o mentira?”
Y esta entre sorpresa, duda y algo de molestia, no quería contestar, pero el profesor insistió en que contestara y ahí afloro parte de su inocencia.
“Si profesor, son verdes” contesta un tanto cohibida.
¿Entonces cuál es el problema? Tú compañero no dijo ninguna mentira, o ¿mintió?
Y alega Camila “es que me vio los calzones”.
¿Y para que se los enseñas? Le contesta el profesor.
“No se los enseñe” alega Camila.
¿Le levantaste la falda a tú compañera? Me pregunta el profesor.
“No profesor” le contesto ya un poco más relajado.
¿Te abrió las piernas a la fuerza para verte el calzón? Le pregunta a Camila, ya con risas de mis compañeros.
“No, no me las abrió a la fuerza” contesta Camila ya agachando la cabeza.
¿Entonces de que te quejas si tú abriste las piernas para que te las viera? ¿O qué? ¿Tienes letrero de prohibido ver?
Y con sonoras risas de mis compañeros no contesto Camila.
“Entonces no hay delito” determina el profesor, quien enseguida continuo con la clase. Y para mayor sorpresa fue que en uno de los temas habría que hacer parejas para desarrollar unas actividades, en la cual, no dejo que cada quien eligiera con quien trabajaría, sino que él formo las parejas y para sorpresa y alegato de Camila, el maestro determino que ella y yo formáramos pareja. Al término de la clase, Camila quiso luego ir a mi lugar para ponernos de acuerdo con lo del trabajo, pero llegó el siguiente maestro y no dio tiempo, por lo que hasta la salida quiso hacerlo, pero no le quedó otra más que nos viéramos en la tarde, ella no quiso ir a ningún otro lugar por no estar a solas conmigo, por lo que me cito en su casa, dándome un papelito con la dirección y la hora. Lo tome y ella de inmediato se dio la vuelta y al hacerlo, como no había nadie que mirara, le di una leve nalgada, a lo que ella brinco y me miro y yo solo le sonreí.
Ese día me cito a las cinco de la tarde en su casa, llegué puntual. Toco a la puerta y abre una señora de muy bella figura y sensual porte, quien resulto ser su mamá. Me presento y me saluda con una amable sonrisa, invitándome a pasar. Se notaba que mi compañera no le había platicado a su mamá nada sobre mí. Ya estando en la sala, le grita su mamá a Camila quien baja casi al instante, que se notaba no tenía mucho de haberse bañado y lucía un vestido floreado en el que predominaba el color amarillo con rojo, de tirantes delgados, falda de vuelo y desde su cintura a su pecho recogido de resorte, vestido que le llegaba arriba de sus rodillas. Saludo al verla con una sonrisa, ella me mira un poco seria, pero responde a mi saludo y a mi sonrisa. En eso su mamá le dice a Camila que iba a salir y que pasaría de regreso por su hermana a la prepa. Le da un beso a Camila y se despide de mano y de beso conmigo la señora, dejando pensativa a Camila, por la confianza de su mamá conmigo y de que nos quedaremos solos. Se va la señora, cerrando la puerta, entonces Camila queriendo apurar el estudio del tema, me invita a sentar en la sala, pasando por el frente de mí, por lo que me permite ver su hermosa cola que se marca en su vestido y las líneas de su pantaleta, lo cual me excita. Su mochila está ahí en la mesita de centro, por lo que ella se sienta en un sillón individual y yo en el sillón grande. Pongo mi libreta y libro sobre la mesita, Camila saca de su mochila el libro de la materia, lo abre y comienza a hablar sobre ello, pero habla muy rápido y no se le entiende, por lo que la interrumpo y le digo que habla más despacio, como lo hace en la escuela, ya que no se le entiende, ella se calla y me mira seria, entonces se sienta a la orilla del sillón y separa un poco las piernas, solo puedo ver sus firmes y bien delineados muslos, nada más, pero son bellos y me excitan aún más. Trato de concentrarme en el tema, pero es difícil teniendo a mi compañera que es una tentación. Reinicia Camila con lo del tema, con trabajo pero le pongo atención, en eso se para porque olvido una nota en su recamara, se va con su libro y yo solo puedo admirar su bella cola. Regresa y se sienta en el mismo sillón que yo, a la orilla del mismo con las piernas separadas, menos puedo ver ahí cerca, pero su aroma juvenil y sensual me enloquece. Lee el tema y vamos tomando notas, el tiempo va relajando la tensión de Camila a mi presencia y a nuestra soledad, estamos cerca de terminar y comete varios errores al leer, por lo que nos reímos, sigue leyendo y cometiendo errores, los cuales le hacen perder un poco la compostura, ya que al burlarme de sus fallas ella con más confianza me pega despacio con el libro en el hombro izquierdo, pero al hacerlo, separa un poco más las piernas y levanta también un poco los pies, por lo que su vestido se le levanta hacia sus muslos y me deja verlos más claramente. Ella se da cuenta y se chivea, trata de recomponerse, ya que nota que clavo la vista en sus muslos. Al parecer recordó que con quien está ahí sola en su casa, es quien en la escuela le ha agarrado las tetas, las nalgas y empujado el paquete entre ellas. Se pone un poco nerviosa y se turba en su actuar, no sabe si seguir leyendo o agarrar la libreta, entonces se para y me pregunta si quiero agua, pero trata de pasarse por entre medio de la mesita y yo, el espacio es reducido y yo tengo un libro en las manos y al pasarse, la falda de su vestido se atora en el libro, Camila se gira para ver, pero se pone más nerviosa y apura el paso, pero muy discretamente levanto más el libro y se le levanta la falda del vestido de atrás, por lo que me permite apenas ver el color blanco de su pantaleta y el inicio de su hermosa nalga derecha, ella no se detiene y se va a la cocina.
Unos minutos después regresa con dos vasos de vidrio, los cuales son con refresco. La miro mientras pone los vasos sobre la mesita, al agacharse de frente a mí, miro por el escote de su vestido la forma de sus hermosos pechos, mi excitación está a mil y mi verga dura dentro de mi pantalón. Sigue nerviosa, se delata así misma, me pide permiso para pasar de nuevo entre la mesita y yo, en lugar de dar la vuelta. Y aunque me hago hacia atrás, el espacio es pequeño, trata de pasar rápido, pero se oye donde su pie choca con una de las patas de la mesa, tropezándose y a punto de caer sobre la mesita y los vasos, me estiro y con la mano izquierda la sujeto de su mano izquierda y con la derecha trato de jalarla de la cadera, solo que agarro de más su nalga derecha en el esfuerzo, pero si la alcanzo a sujetar y la jalo hacia a mí, gritando Camila de espanto por el susto de caer, pero cae sobre mis piernas, siento como mí ya dura verga se acomoda entre sus nalgas, mientras ella separa sus piernas a cada lado de las mías, al caer sobre mí.
Pasan varios segundo antes de que se reponga del susto, lo cual aprovecho para recorrer sus duros y hermosos muslos con mis manos, desde su cadera hasta la mitad de sus muslos que están desnudos, ya que el vestido por la caída se le subió casi todo a la cadera. Los recorro desde la parte externa, pasando por encima y luego a la parte interna de ellos, recorriendo por ahí hasta casi llegar a la parte más íntima que apenas alcanzo a rozar, su concha. No puedo verla por el frente, pero me la imagino, sus piernas separadas mostrando la parte más íntima de su pantaleta blanca, esos hermosos muslos negros y excitantes. Ella reacciona y trata de quitar mis manos de sus muslos, pero no se levanta de encima mío, ahí sigue. Subo mi mano izquierda y acaricio sus pechos por encima de su vestido mientras trata ella de zafarse de mi mano derecha que sigue traviesa entre sus muslos que aún mantiene separados.
-¡Estate tranquilo!- Me dice, pero no hago caso.
Hasta que meto mi mano derecha y palpo su concha por encima de su pantaleta, casi no tiene vellos, palpo bien los labios de su concha. Entonces con esfuerzo, Camila se levanta y se para frente a mí.
-¡Ya estate tranquilo, déjame!- Me vuelve a repetir mirándome, pero con una mirada tímida y asustadiza.
Pero no hago caso y la tomo de su mano izquierda y la jalo hacia a mí, vuelve a caer sobre mis piernas, donde vuelvo a meter mis manos entre sus muslos que ahora ella trata de cerrar, pero no la dejo, mientras que también acaricio sus pechos y beso sus hombros.
-¡Ya déjame!- Insiste, pero en ningún momento me amenaza.
Con esfuerzo se levanta y se separa de mí, se nota asustadiza y nerviosa. Me levanto del sillón y trato de acercármele, pero en su intento por alejarse más rápido de mí, sus piernas chocan con la mesita y cae al suelo de cola, por la inercia se va de espaldas, se duele, sus piernas están un poco separadas, su vestido no cubre sus negros y hermosos muslos, por lo que su pantaleta blanca queda a mi completa vista. Se queja de la caída, esta con los ojos cerrados, su mano derecha soba su cadera, la observo con hambre y lujuria, me inclino hacia ella y apoyo las manos a la altura de sus hombros, acerco mi cara y beso su pecho, luego sus hombros, entonces ella reacciona y brinca.
-¿Qué haces?- Me dice.
Pero sigo besando sus hombros y llego a sus mejillas e intento besar sus labios, pone sus manos en mi pecho y trata de empujarme, pero es débil y mi lujuria es más fuerte que ella.
-¡Déjame!- Me insiste.
-Me gustas Camila, me encanta tu cuerpo y quiero que seas mía.- Le digo mientras beso sus mejillas y cuello.
Insiste en tratar de empujarme, pero agarro sus manos y las presiono lejos de ella, entonces me subo sobre ella y mis piernas las coloco entre medio de las de ella para impedir que las junte. Sigo besándola, aspirando y saboreando el delicioso aroma de su piel. Beso sus mejillas, su cuello, beso su boca primero a la fuerza, pero por un momento cede y corresponde a mi beso, pero cuando dejo sus labios y regreso a cuello y bajo a sus pechos, ella vuelve a seguir “luchando” contra mí. Suelto por unos instantes sus manos y bajo los tirantes de su vestido y le descubro fácilmente sus bellas tetas que por un par de segundos contemplo para luego besar, lamer y chupar, así como sus pequeños pezones. Un suave gemido escapa de sus labios, luego otro, luego comienza a “golpearme” en los hombros y espalda, pero no me hace nada. Bajo mis manos y acaricio sus suaves muslos, luego sus nalgas que aprieto y masajeo con fuerza. Estoy súper excitado y mi verga ya me duele debajo del pantalón, mientras Camila insiste en que la deje, que la suelte, pero no.
Empujo con mis brazos sus muslos hacia arriba y meto mis manos entre su pantaleta para sentir la tersa piel de sus nalgas mientras mi dura verga presiona su concha, luego agarro su pantaleta y se la comienzo a jalar, espero más resistencia y lucha de parte de ella, pero no, poco a poco va cediendo y otro suave gemido escucho de sus labios.
-¡Suéltame!- Me dice entre gemidos.
Baja sus manos y agarra su pantaleta para evitar que se la quite, pero levanto sus piernas y las junto al frente de ella y sin dejar de presionar con mis caderas a las de ella, jalo su pantaleta hacia arriba con fuerza y se la quitó en una débil lucha de parte de Camila. El bulto de mi verga hace presión en la raja de su concha.
-¡No!- Se escucha entre su respiración acelerada y gemido.
Bajo sus piernas y las separo de nuevo. Ya sin ropa interior, mi excitación aumenta. Acaricio y beso sus tetas, las lamo y mordisqueo sus pezoncitos, pero hay algo más que deseo probar y comer de ella, esa rica frutita virginal. Entre débiles empujones, lucha y golpes de Camy, bajo hasta su cadera que termino de descubrir al subirle el vestido y ver por primera vez su hermosa conchita negra y cerrada que apenas si se nota su rajita ¡¡Exquisita que se ve!!.
Al contemplarla por unos instantes, Camy apoya los pies y trata de empujarse hacia arriba para liberarse de mí, pero no la dejo, meto mis brazos por debajo de sus nalgas, amacizo bien sus caderas y hundo mi cara en su concha que aprisiono con mi boca, saboreando sus virginales mieles al succionarlas completamente.
-¡¡No, no!!- Exclama entre un prolongado gemido.
Trata de juntar sus piernas, pero no la dejo y meto mi lengua entre sus apretados labios íntimos, hurgo con ansiedad entre ellos metiendo mi lengua hasta llegar y presionar su delicado botoncito, haciéndola gemir y sacudir sus caderas con prolongada tensión.
-¡¡No, no, ha, ha!!- Sigue exclamando, pero perdiendo voluntad.
Sus manos que presionaban mi cabeza y la empujaba, las ha quitado y extendido a sus costados mientras su espalda no deja de arquearse y sacudirse de placer. Ha relajado la contracción de los músculos de sus piernas por cerrarlas, ahora están relajadas y comienza poco a poco a sepáralas ella sola, por lo que aprovecho y bajo mi mano derecha, desabrocho mi pantalón y me despojo de él, junto con mi trusa y tenis…mi verga al fin se libera de su prisión y salta dura y erecta. Mientras mi lengua ahora entra y sale de la apretada cuevita virginal de Camila. Se la meto y saco a placer, recorriendo cada milímetro de su concha caliente y apretada.
La única exclamación que brota de sus labios es de placer, gemidos y jadeos que me comunican lo que está gozando.
-¡¡Ha, ha, ha, no, ha!!- Exclama.
Hasta que un largo gemido brota de sus labios cuando explota en su primer orgasmo que la hace sacudir con violencia sus caderas por varios segundos y sus manos aprisionan mi cabeza y la empujan hacia ella. Sigo jugueteando con sus botoncito, hurgando en su cuevita y chupando sus labios íntimos, hasta que llega su calma, entonces suelto sus caderas, me levanto y subo sobre ella, agarrando mi verga con la mano derecha y le tallo la punta en su empapada conchita varias veces.
-¡¡No!! ¡¡Haaa!!- Una exclamación muy débil ahogada en un suspiro.
Presiente lo que viene y trata débilmente de cerrar sus piernas, pero mi cuerpo se lo impide. Centro la cabeza de mi verga en la entrada de su cuevita mientras apoyo la rodilla derecha y levanto un poco la cadera.
-¡¡Vas a ser mía Camy!!- Le digo con firmeza.
-¡¡No!!- Me contesta entre gemidos.
-Desde que te agarré la primera vez la cola me gustaste y me has vuelto loco, pero hoy serás mía.- Le añadí.
Comienzo a empujar mis caderas contra las de ella, la punta de mi verga con trabajo se va abriendo paso entre sus apretados labios íntimos.
-¡¡No!!- Me insiste.
Al tiempo que trata de levantar sus caderas solo sirven para acomodar mejor mi verga y de un empujón le meto la mitad de ella. Me quedo quieto unos instantes mientras ella se ahoga en un gemido de dolor. Me abraza con fuerza unos segundos, luego con sus puños me empieza a golpear la espalda, lo cual no me hace nada, sino al contrario, más me excita y de otro firme empujón le meto el resto de mi verga.
-¡¡Hhhaaaaa!!- Exclama.
La abrazo y me quedo quieto de nuevo por un rato mientras siento como se tensa el cuerpo de Camila.
-¡¡Te odio!!- Exclama.
Poco a poco se va relajando su tenso cuerpo, sus caderas, sus piernas, sus brazos y manos que dejan de golpearme. Le saco un poco la verga y luego se la vuelvo a meter despacio, lentamente, una y otra vez, entonces su dolor comienza a transformarse en placer, comienza de nuevo a gemir y jadear. Me abraza y besa mis mejillas, luego mi cuello, mis hombros….sus manos agarran mi cabeza y sus labios se aferran a los míos en un apasionado y profundo beso. La bombeo despacio, despacio, hasta que se ahoga de placer comienzo a arreciar mis bombeos, no fuertes, pero si prolongados y profundos, hasta llegar al fondo de su concha.
-Eres mía Camy, mía. Que rica estas Camy.- Le digo al oído.
Camila solo gime y jadea el escuchar lo que le digo. Bombeo con un poco más de fuerza y sus gemidos suben de volumen, es delicioso escucharla. Que delicioso es estar poseyendo a una de las aplicaditas del salón, aquella que de una u otra manera se siente en un cuento de hadas, pero que ahora jala mi playera de abajo y me despoja de ella.
Bajo mi mano derecha y agarro su nalga izquierda, una de esas deliciosas y ricas nalgas que me encantan y que deseaba poder apretar y acariciar libremente y sin ropa, ahora la tenía a mi completa disposición.
Que apretada, caliente y rica esta su concha. Sigo bombeándola ahora con más y más fuerza, su jadeo se confunde con mi bufido. No quiero terminar y trato de aguantar hasta lo que más puedo, pero también quiero llenarle de lecha la concha como se las he llenado a Betty y a Andrea, quiero tener a una más con mi leche dentro de ella. Bombeo y bombeo hasta explotar y llenarla al tiempo que Camila explota también en otro orgasmo. Nos volvemos a fundir en un apasionado y prolongado beso, mientras sigo empujando mis caderas contra las de ella, llenando su concha hasta quedar seco. Expulso hasta la última gota, he desvirgado a Camila, una de las más aplicadas del salón y le he llenado la concha de mi leche, en lo que empezó como una travesura, término entre dos cuerpos semì desnudos en el piso de su casa y unidos por el sexo. Permanece callada y aferrada a mí y yo a ella, luego de un rato, despacio seco mi verga semì erecta de su concha, goteando leche y unos hilitos de sangre. Me levanto…
-¡Ven, vamos a lavarnos!- Le digo mientras le extiendo mi mano.
Camy permanece callada, solo me mira, mira mi mano y después de un par de segundo extiende la suya y le ayudo a levantar. Se para con un poco de dificultad, mira el suelo y ve algunas manchas de su virginidad perdida con restos de mi leche, leche que escurre entre sus muslos. Con pasos lentos y agarrados de las manos ella me guía a al baño, donde se termina de desnudar y contemplo por fin su cuerpo totalmente desnudo. Ya ahí, contemplo su bello cuerpo mientras se lava en silencio, hago lo mismo y cuando terminamos, tomo la toalla que ahí está, me seco y luego se la ofrezco a ella, que la toma, se seca y se envuelve en ella. Salimos del baño y nos dirigimos a la sala, agarro mi ropa y me visto mientras ella solo me observa, cuando termino…
-¡¡Te odio!! – Me dice en voz baja, me mira por unos segundos y luego baja la mirada -¡¡No te quiero volver a ver…Ojala y te mueras!!- Añade.
Sin decir nada más, salgo de su casa con mis cosas y cierra la puerta. Al día siguiente, que debíamos exponer el tema, llegué tarde y cuando me dirigía al salón, me topé con Norma, quien me dijo que Camila estaba desesperada porque no llegaba y nos tocaba exponer, cuando por fin entre al salón, me vio y se notó nerviosa cuando me acerque a ella. Expusimos y todo salió bien, mas no me dirigió la palabra para nada. Yo no dije nada de lo que había pasado, pero en la hora de receso, estaba sentada ella en el muro que acostumbraba a estar con Fernanda y otras compañeras, yo estaba a una distancia de ella como de cinco u ocho metros, solo con dos de mis camaradas. Vi a Camila y vi que estaba con las piernas juntas, ella se dio cuenta de mi presencia, me miro seria, le sonreí discretamente y así también le lance un beso que nadie percibió, ella bajo la mirada por unos segundos y cuando la volvió a levantar me miro y sonrió también, luego separo discretamente las piernas para mostrarme su pantaleta blanca por varios segundo para luego juntarlas, pero con discreción le hice señas que no, que deseaba que las separara para seguir mirando y ella obedeció….
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