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Categoría: Incestos

Mi hermana Sabrina

Sabrina tiene 18 años, es rubia, de 1,75 m., delgada, una carita hermosa, con un cuerpo escultural en que resaltan unos senos pronunciados que pugnan por salir de la prisión de la blusa o sweater con los que trata de hacerlos resaltar, un trasero grande, redondo y parado que ella hace luce en vestidos delgados y apretados al cuerpo y unas piernas bien torneadas que invitan a la lujuria.



Sabrina es mi hermanita menor… Y de un tiempo a esta parte me ha despertado en la cabeza fantasías sexuales que en más de una oportunidad me han hecho masturbarme, pensando en sus piernas que me ha mostrado involuntariamente cuando se acomoda en el sofá del salón a descansar.



Al principio evitaba mirar sus piernas cuando mostraban más allá de lo normal, pero cada vez más fui cediendo a la tentación de fijarme hasta donde podría ver y fue así como de a poco fui descubriendo nuevos rincones, especialmente cuando se acomodaba y las subía para leer mejor o cuando las abría involuntariamente al cambiar de posición.



Un día ella dormitaba frente a mí, que estaba ubicado intencionalmente en un sillón más bajo, de manera de no perder detalle de sus entrepiernas. En un momento determinado ella se acomodó y su brazo lo apoyo a un costado del sofá, quedando sus piernas semi abiertas. Yo me recogí en mi sillón para aumentar más aun mi visión de por si privilegiada y vi entre sus piernitas, pudiendo apreciar sus medias negras, caladas, en toda su extensión y al final de estas sus muslos, que se veían más gruesos aun de lo que en realidad eran. Y, lo que fue un regalo inesperado para mí, entre sus piernas pude ver la mancha negra de sus calzones, tipo bikinis, por cuyos costados se apreciaban algunos pelitos. Sus calzones hacían resaltar un sexo que parecía ser de labios grandes y abundante mata de pelos, dado el volumen que había alcanzado el bulto que cubría su prenda íntima. Estuve largo rato contemplando a mi hermanita, mejor dicho las entrepiernas de mi hermanita, imaginando como seria su coño sin los calzones y casi sin darme cuenta me lleve la mano a la bragueta, masajeándome la verga por encima del pantalón.



Sabrina, entretanto, se movió en la posición en que estaba, lo que aumentó más aun mi excitación, hasta que llegó un momento en que no pudiendo aguantarme, me fui al baño y me saque la verga, la que frote con mi mano en forma frenética, hasta derramar mis líquidos en la taza del excusado, el tanque de agua, la pared y el suelo, ya que mi semen salió disparado en todas direcciones, tal era mi calentura.



Me hice una segunda paja, pero esta vez más pausada, disfrutando cada movimiento de mi mano, sobándome suavemente las bolas y después haciendo un tubo con mi mano y moviéndolo adelante y atrás, hasta que acabe nuevamente, aunque salió menos semen que la primera vez.



Volví al salón, donde encontré a mi hermanita en la misma posición en que la había dejado, aunque ya no se veían sus piernas como antes. Las había juntado y me pareció que se veían un poco húmedas. ¿No sería que había acabado mientras dormía? ¡No, son ideas mías!



Pero mientras la miraba pensaba en la paja que me había hecho a su nombre, en las piernas que había visto, en el bulto que se adivinaba al final de sus entre piernas, en sus senos redondos, en su culo firme y parado y, en fin, en la forma en que se lo metería en su chuchita que adivinaba calientita, llena de pelitos y de labios gruesos. En ese momento, mi hermana, estirando sus brazos, despertó y se enderezo. Me miro y me pareció ver en su expresión una semi sonrisa como de complicidad, pero creo que fue mi imaginación.



Pero, ¿y si no fue mi imaginación?



***********************



Querido diario:



He sorprendido en más de una oportunidad a mi hermano mayor viéndome las piernas en el salón, cuando estoy sentada en el sofá que ocupo frente a él.



Esteban tiene 20 años y está en la edad de la calentura, por lo que se excita fácilmente. Y como yo tengo un cuerpo hermoso, con unos senos redondos, paraditos y apretados, un culo exquisito a juzgar por los piropos que los hombres me dicen en la calle y unas piernas que hacen perder el aliento a cualquiera, es fácil imaginar cómo debe quedar mi pobre hermanito con las fantasías que debe hacerse después de ver mis piernas.



No puedo negar que este jueguito me ha ido entusiasmando cada vez más. Y lo he llevado cada vez más adelante porque se realiza en el salón de la casa, donde por lo general estamos los dos solos. Buscando la manera de entusiasmar más aun a mi hermanito, he descubierto que haciéndome la dormida en el sofá puedo moverme y abrir mis piernas naturalmente, regalándole el espectáculo de mis entrepiernas. Pero todo este pasatiempo me ha hecho ver a mi hermano con otros ojos y me he sorprendido en la cama imaginándome como seria su verga y el sentirla dentro de mí. Tu sabes mi diario que no he tenido relaciones con ningún muchacho, excepto unos manoseos en el cine, pero no he llegado a mayores por la formación estricta dada por mis padres en nuestro hogar, lo que me impide tener acercamientos mayores con hombres, pero si ha aumentado mis fantasías sexuales, como esta con Esteban. El hecho de tratarse de mi hermano, el estar todas las tardes juntos, la confianza de los años compartidos, la ociosidad y, por sobre todo, este jueguito que empecé sin darme cuenta, han despertado en mí el deseo de probar más, ya que lo que en un principio era una diversión para mí, se fue transformando en deleite al comprobar que había un hombre mirándome y deseándome, al punto de llevarse en más de una oportunidad su mano a la bragueta y masajearse esa herramienta que despertaba mi curiosidad. Y como era mi hermano el que se masajeaba, eso le agregaba una cuota de curiosidad a lo que estaba experimentando que me hacía sentirme más caliente cada día.



Fue así como hoy lleve mi jueguito más lejos y mientras me hacia la dormida abrí mis piernas un poco más de lo que habitualmente hacía, para mostrar hasta el final de las medias negras caladas que me había puesto especialmente para la ocasión. Y como mi faldita floreada me llegaba hasta mitad del muslo, me moví de manera que subiera más y alcanzara la misma altura del final de mis medias. Estaba en esa posición, recostada en el sofá, con los ojos semi cerrados, que a mi hermano le parecía que estaba profundamente dormida, pero sin perderme detalle de mi querido y deseado hermano, al que vi cómo se agachaba en el asiento en que estaba para tener una mejor vista de mis entrepiernas, al tiempo que se llevaba una mano a la bragueta y se masajeaba la verga por encima del pantalón.



En un momento determinado me moví y abrí más aun mis piernas, dejando a la vista de mi hermanito el final de lo que él quería ver: mis calzones negros, que se veían abultados por lo hinchado de mi sexo debido al deseo. El bulto de mi calzón, un bikini negro delgado por el que se asomaban algunos pelitos de mi raja, los que había puesto intencionalmente a la vista de mi hermano, fueron demasiado para esteban, el que se levantó rápidamente y se encerró en el baño. Ya me imaginaba detrás de lo que andaba mi hermanito calentón. Me levante rápidamente y seguí sigilosamente a esteban al baño y lo espié por el ojo de la cerradura: se sacó rápidamente su verga, que era mucho más grande de lo que me había imaginado y empezó a hacerse una paja furiosa, la que duro un corto instante. Y a continuación vi un espectáculo increíble: su esperma saliendo a raudales desde su verga y cayendo en diferentes partes, incontrolable, en tanto mi hermano ponía una cara de gozo increíble, diciendo con los labios apretados:



"hummm, hummmm, ricoo, ricooo, Sabrinaaa, riiiicaaaa"



Y a cada espasmo de su esperma, mi hermano echaba el cuerpo atrás, como si fuera expelido por la fuerza con que su líquido seminal salía desde su verga, que después de terminar de acabar siguió igual de parada. Entonces empezó a masajeare las bolas, despacio y suavemente, para después de un corto rato volver a tomar su verga masturbarse por segunda vez, aunque ahora lentamente, como queriendo gozar quedamente el momento que vivía, tal vez pensando en mí, en mi chucha, que ahora me ardía entre las piernas, mientras repetía:



"riiicaaa, toma, tomalo todo, m’hijita riiiicaaa, cosiiiita riiiiicaaa, Sabrinitaaa"



Yo entretanto le miraba y metía mi mano bajo la falda, la subía lentamente entre mis muslos y finalmente alcanzaba el bulto que ocultaba mi bikini, que apreté fuertemente, para enseguida introducir mis dedos por debajo del calzón hasta encontrar mi mata de pelo y mis labios vaginales húmedos de deseo y lujuria. Me afirme en la puerta del baño y empecé a meter y sacar un dedo en mi chucha mientras veía frente a mí la verga mi hermanito, parada esperando un coño donde meterse y su mano acariciándola de atrás hacia adelante, cada vez con más rapidez. Y mientras con mis ojos devoraba la verga de mi hermano, mi dedo aumentaba la velocidad de penetración en mi sexo, hasta que finalmente toca mi clítoris, produciéndome espasmos de gozo mientras alcanzo el clímax, que llego salvajemente, haciéndome casi perder el equilibrio. Pero no contenta con ello, continúo masajeándome la chucha, volviendo a sentir el calorcito previo al nuevo clímax y mientras me metía furiosamente el dedo en el coño, en voz baja repetía, sin apartar la vista de la verga de mi hermanito:



"ricooo, que ricooo, mas, mas, m’hijito ricooo"



Y la segunda acabada fue aún más maravillosa que la primera, ya que los jugos vaginales chorreaban por mis piernas hasta llegar al suelo.



Rápidamente volví al sofá antes de que mi hermano terminara su trabajito y adopte la misma posición que tenía cuando él fue a hacerse la paja. Al poco rato volvió Esteban, que se sentó en el lugar que había ocupado anteriormente y se me quedo mirando. Después de unos minutos alce mis brazos e hice como que despertaba. Vi a mi hermano y no pude contener una semi sonrisa mientras pensaba: "muy pronto voy a tener tu verga dentro de mí, prepárate hermanito".


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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