Lourdes y yo nos conocemos desde que iniciamos el instituto. Desde el primer momento nos hicimos inseparables y confidentes la una de la otra. Nunca hubo algún rollo o ligue de una de las dos que no se lo contara inmediatamente a la otra, dando pelos y señales de lo que había ocurrido y lo que habíamos hecho. Aún recuerdo el día que me llamó por teléfono, a las doce de la noche, para decirme que la acababa de desvirgar en el coche un macizo que había conocido en la discoteca esa misma tarde.
Cuando conocimos a Nico y a Marcelo las dos nos quedamos prendadas de Nico y a ninguna nos interesó el otro a pesar de ser un chaval majo. Salimos varias veces con ellos, previo acuerdo entre nosotras de que cuando Nico se interesara por una, la otra se retiraba para no entrar en conflicto y al final acabar con nuestra amistad.
El destino hizo que él se interesara por Lourdes y yo me quedé con las ganas de al menos haberme dado un revolcón con él, aun estando segura de que si lo hubiera intentado lo habría conseguido, pero respeté lo pactado con mi amiga. Aún así, aluna vez dudé si intentar follármelo, aunque solo fuera una vez.
A partir de entonces ocurrió lo lógico. Yo no quise volver a salir con Marcelo que ya me insistía en enrollarnos una vez nuestros amigos se hicieron pareja. Esto hizo que dejara de salir con Lourdes, al menos tan asiduamente. Nos distanciamos un poco, aunque hablábamos por teléfono con frecuencia y me contaba lo que había hecho con Nico. Muchas veces acababa masturbándome, pensando que la que lo había vivido era yo. Cuando ocurría se lo contaba y entonces me detallaba cada sensación vivida con su chico y no paraba hasta que me escuchaba correrme al otro lado del teléfono.
Llevaban juntos más de tres meses y les iba muy bien. Lourdes estaba totalmente enamorada de su chico y este la correspondía. Quedamos a tomar una cerveza un sábado por la mañana las dos y me quedé cortada cuando me propuso que follara con Nico. La cosa fue más o menos así:
Lourdes: Mira, sé que sigues quedada con Nico y no vas a dejar de estarlo hasta que te quites la espinita de estar con él.
Yo: Bueno sabes que también me gustaba cuando te eligió a ti.
Lourdes: Estas cosas pasan y prefiero que folles con él antes de que nos distanciemos nosotras, porque acabará ocurriendo y es lo último que quiero que pase.
Yo: ¿Y como te sentirás después?
Lourdes: Bien porque en caso de que lo hagáis yo estaré delante. Eso sí, dejaré un par de vibradores a mano porque los voy a necesitar.
Las dos no echamos a reír y seguimos hablando y planeando como hacerlo. Yo desde luego estaba encantada con la idea. Follar con Nico mientras su chica nos miraba, superaba con mucho las situaciones que en mi mente había imaginado cuando me masturbaba pensando en él. En el fondo, también pensaba qué si Nico estaba de acuerdo en follar conmigo, era porque le gustaba al menos un poco y eso me agradaba.
El martes siguiente me llamó Lourdes y me dijo que fuera a cenar con Nico y con ella a su casa. Ellos habían hablado sobre la propuesta y su chico había aceptado encantado. Quedamos a las ocho en casa de Lourdes y antes de colgar empezó a sugerirme no sé cuántas cosas. Para entonces ya ni la escuchaba, en mi cabeza solo solo había sitio para pensar en todas las cosas que tenía que hacer antes de verme con ellos el día de la cena.
Nada más colgar pedí hora en el salón de belleza para hacerme un completo, peluquería, uñas de los pies y de las manos, hidratación de los talones y por supuesto depilación integral, quería el pubis como una niña pequeña. Al final me cobraron un dineral, pero mereció la pena.
A las siete y media le pasé un mensaje a Lourdes diciendo que me iba a retrasar un cuarto de hora y añadí que lo justo para darme una ducha rápida y salir de casa. No era cierto, ya estaba arreglada y con el bolso en la mano. Solo quería que supiera que iba duchada y limpia para disfrutar de su novio y ella seguro que entendía el mensaje. Su respuesta fue “ok, así nos das tiempo a ducharnos nosotros”. Perfecto, lo que quería decir era que también Nico iba a estar preparado.
Cuando me abrieron la puerta de su casa, Lourdes me dio un abrazo y me dijo que estaba preciosa. Nico me dio dos besos, me levantó el brazo por encima de la cabeza y me hizo dar un par de vueltas admirándome. Mi falda corta con vuelo y la camisa simplemente atada por encima del ombligo dejó a la vista mis pechos al girarme. El moño que me había hecho dejaba el cuello totalmente a la vista.
Nico no perdió el tiempo. Según me bajaba el brazo aprovecho para ponérmelo en la espalda y me apretó contra él. Sus labios fueron directamente a mi cuello y tras pasarme la lengua hasta llegar al lóbulo de la oreja, buscó mis labios para besarlos y acabó metiéndome la lengua en la boca. Cuando se retiró me miró a los ojos, me dio un pico y cogiéndome de la cintura me llevó al salón.
Ninguno dijo nada. Lourdes se sentó en el sofá mientras Nico me devoraba literalmente el cuello al tiempo que me metía la mano por dentro de las bragas. Cuando tocó el clítoris sentí un calambre y cuando me metió dos dedos en la vagina me entró la urgencia de que me follara, pero enseguida los sacó y volvió a basarme en la boca.
Me levantó en volandas y me puso de pies en una silla. Me desató la camisa, levantó la falda y me quitó las bragas. Se agachó hasta poner su cara frente a mi pubis y me devoró mientras me magreaba los pechos con rudeza. Cuando me llegó el primer orgasmo tuvo que sujetarme a él porque casi me caigo de la silla. Se incorporó y empezó a chuparme los pezones para acabar mordiéndomelos. Los estaba tanteando para comprobar su sensibilidad.
Me metió un dedo en el coño para coger humedad y me abrazó mientras me acariciaba la entrada del culo lubricándome con mis propios jugos. Me abrazó y me deslizó hasta el suelo pegada a su cuerpo. En el descenso me restregó el clítoris a lo largo de su polla y en ese momento sentí que necesitaba tenerlo dentro cuanto antes.
Me llevó al sofá y me sentó en un brazo. Pellizcándome una teta me dijo que me recostara hacia atrás. Quedé con la cabeza pegada al muslo de Lourdes y levanté los ojos buscando los suyos. En ese momento Nico me penetró de golpe. Aún no se la había visto pero sabía que la tenía que tener muy grande por cómo me la había restregado. Era como si me hubieran metido entera una morcilla de Burgos. Lourdes me cogió la mano y Nico empezó a follarme como un animal. No tarde ni cinco minutos en correrme de nuevo, eso sí, esta vez bien follada.
Me levantó y me colocó frente a mi amiga. Me dijo que me inclinara hacia delante y acomodé la cabeza sobre el hombro de Lourdes mientras ella me acariciaba el pelo. De pronto me penetró de nuevo, esta vez desde atrás. Noté algo líquido que se deslizaba entre mis nalgas y un dedo que lo esparcía en la entrada del culo. Cuando consiguió meterme entero el dedo gordo volvió a embestirme. Con cada arremetida chocaba la cabeza contra el respaldo del sofá. Me la sacaba casi entera y se enterraba de nuevo hasta dentro golpeándome el útero.
Nada más correrme por tercera vez, me incorporó y me sentó encima de las rodillas de Lourdes. Acercó la polla a mi cara y supe que quería lo mismo que yo deseaba. Me la metí en la boca y le chupé como nunca lo había hecho. No permito a los tíos correrse en mi boca, pero en esta ocasión lo estaba deseando y disfruté cuando sentí su semen en mi boca, hasta el punto de que me llevé una mano al pubis deseando correrme de nuevo.
Al verme, Nico se inclinó sobre nosotras y me besó la boca mientras me hacia una paja con su mano. Ese fue mi último orgasmo. A continuación, me fui al baño a asearme y cuando salí la cena estaba preparada sobre la mesa. Lourdes se acercó a mí y abrazándome me dio un pico en los labios y me dijo que le había encantado vernos.