El invierno, como todos saben, es una temporada difícil en lo que a clima y a sexo se refiere. Nadie quiere andar ligero de ropas porque tiene miedo a resfriarse o a que lo agarre la pelona de la gripe y que se le pegue la de piripinpín que ni san Judas Tadeo, patrono de los imposibles los salva. Y más ahora, con el asunto de la gripe porcina y demás historias, el calateo ya no es asunto cotidiano.
En verano era lindo ver a una chiquilla con sus generosas geometrías exhibiéndose en una sexy minifalda tableada a dos cuartas encima de la rodilla, ahí, a esa altura en la que no queda nada para la imaginación, pero en invierno no es así. En verano los muchachos son más mandados y quieren el cache y el chuculún (coito ardiente) más fácilmente que en invierno y las chicas se dejan hacer con libertad.
Asimismo, en invierno tampoco existen los sexys politos ombligueros ni los bikinis, ni la playa, ni las piscinas, jacuzzis, ni nada. Aún cuando sea moderado y no haya nieve, el frío transforma tres meses del año en una temporada para perros.
Así lo entendió literalmente en el invierno del 2008 Leonor, una muñequita rubia y delicada de apenas 18 primaveras cumplidas y que era muy hacendosa. Leonor era hija única de una familia muy acomodada que disfrutaba de grandes lujos y que tenía un cacerón enorme en un barrio residencial muy exclusivo, con cochera y todo.
Al ser hija única, la princesita recibía solita todos los mimos de sus padres que la cuidaban sobremanera y le daban gusto en todo. Si se le antojaba comer algo, irse de shopping (compras) o parrandear, los viejos le cubrían los gastos absolutos. Ella a cambio era siempre obediente en casa, a la vez que tierna y queriendo con todos sus amigos en el barrio y la U. Tenía muchos "patas" como ella decía. Era bastante popular.
Pero en lo que respecta al amor, Leonorcita era más sequita que un campo de espigas de trigo. No la veía nunca, es decir, nunca había enamorado con ningún flaco de la universidad, del barrio ni nada. A lo sumo un hola te acompaño, hola voy contigo a tal parte y zanjado el asunto. No pasaba nada.
Y qué decir del sexo. Leonorcita tenía prohibido quedarse despierta pasadas las 11 de la noche. Debía volver a su casa después de las fiestas a las 12 misma cenicienta y se perdía de que algún chico remojara su cosa en la siempre húmeda y virginal panochita que ella tenía.
Con 18 primaveras, ustedes saben, Leonor se moría por enamorar y obviamente por experimentar en el sexo con un muchacho, pero no tenía con quién. Además, para ser sinceros, ninguno le agradaba a ella. Para su mala suerte todos sus amigos tenían enamorada y los "disponibles" eran feos como sapos. Solamente tenía como compañía, aparte de sus padres a "Maic", un perro Rottweiler que era de su padre, quien era coronel del ejército. Fue entonces que en la desesperación y la calentura, Leonor se decidió a cometer una locura: Hacerlo con su mascota!!
Era una locura si, pero en el fondo resultaba muy excitante y el morbo la consumía de sólo imaginarse cómo sería fornicar con su perro. Un día que sus padres habían salido a una reunión social en el club, dejaron a Leonor solita en casa con el perrote. Estaban preocupados de dejarla sin compañía, y tras darle un largo sermón de cómo debía comportarse en su ausencia, ellos salieron a la calle.
Pero la jovencita les juró y recontra juró que sería un angelito y que no se movería del hogar. A ellos les sorprendió un poco tanta tranquilidad de su hija y no sospecharon que tuviera planes sucios en mente. La abandonaron por un momento, sin saber que su niña era ya toda una pervertida en el sexo.
Y sin más demora, Leonor esperó que se fueran para dar rienda suelta a sus pasiones tanto tiempo reprimidas y aguantadas. Ya no le importaba con quién lo hacía o con qué. Para la chica era una temporada de perros ese invierno y lo digo tal cual, pues los perros le llamaban la atención. Bueno. Uno en especial. El suyo.
Se desnudó completamente y salió así encuerada al patio trasero sin importarle el intenso frío a buscar a "Maic" quien la recibió parándose en dos patas y lamiéndole la cara. Leonor tenía un cuerpo envidiable.
Pequeña y menuda, pero super curvilínea, desarrollada en senos y culo y con piernas de top model, ella parecía una gimnasta rítmica y en realidad era algo parecido. Era anfitriona y porrista. Claro!! Nadie podía dejar de apreciar al menos ese cuerpo con sus medidas!!
Tenía 86 de busto, cintura 56 y caderas 89. Medía 1 metro 68 (algo alta) Su rostro era de ángel. Ojitos luminosos y celestes, pelo rubio lacio que le llegaba hasta el hombro, boquita pequeña y una expresión de pícara única.
Sus senos eran redonditos cual naranjas jugosas y suaves cual melocotones Ah! si pudiera describirla mejor. Sus pezones pequeñitos cual menudos botoncitos se paraban al menor roce y su coño estrecho tenía en los labios un tono rosado nacarado intenso excitante!! Cuando ella se abría la vulva con sus dedos, su panochita dejaba ver una delgada y fina membrana que cubría su más preciado tesoro.
Volviendo al tema, Leonor era un caramelito irresistible y estando allí calata en frente de "Maic" acariciándolo y besándole el hocico mientras el can la recibía en dos patas, puso al perro como loco y él movía la cola con insistencia y saltaba como si quisiera que la chica le diera algo. Ella sabía qué era lo que ponía al perro tan nervioso y se aprovechó de eso. Lo cogió de la cadena y lo llevó adentro de la casa, y ambos se metieron al baño.
El perro, que era enorme, pues tenía 6 años, era dócil como un cachorro y obedecía a Leonor como si ella fuera su dueña directa (recordemos que era mascota de su padre) y daba vueltas y brincos. Siguió así hasta que la muñequita le dijo: ¡Quieto! ¡Sentado.! ¡Sentado.! Así. así. buen perrito.
"Maic" se sentó pero al poco rato se paró. Estaba impaciente. Leonor le volvió a ordenar que se sentara y entonces ella se echó en el suelo de mayólicas del baño, abrió las piernas de par en par y se comenzó a acariciar la panocha pequeña y afeitada que tenía. Al ratito sus jugos vaginales le empaparon el pubis, los labios y el monte de Venus y de tanto ver eso, el perro se puso arrecho y se acercó a lamerle la vulva a la chiquilla.
Ah! Ay! Maic! Ah! Qué haces! No! N.. no. gemía de placer Leonor fingiendo que no quería la cosa, pero lo que en verdad quería era que su mascota continuara esa sesión brutal y bestial de amor y pasión sin tabúes. Con la libido a flor de piel y estremeciéndose en temblores constantes, Leonor se detuvo un instante y después de tantos lametones durante 10 minutos y de tantos intensos orgasmos, se puso arrodillada cerca de "Maic" y le tocó el pene con las manos. Acarició esa roja y dura verga canina hasta que creció y comenzó a botar un líquido transparente y abundante.
El pobre perro ladraba y jadeaba, moviendo la cola por el placer que eso le produciría y por el instinto, no se, la cuestión es que Leonor estaba pasándola a lo grande. Cuando ella vió que el perro estaba en onda y que se moría por metérsela, ella se puso en 4 patas, como si fuera una perrita hambrienta de sexo y sin pensarlo 2 veces se acarició el coño con una mano.
"Maic", súper cachondo se le avalanzó encima y le lamió la vulva, haciéndola que se corra ¡¡tres veces!! ¡Ah! ¡Ah! ¡Perrito lindo! ¡Perrito! ¡Ah! ¡En mi cosita! Ah! Mis labios! Muerde suavemente mis labios del coño.! Y obediente, el can mordió a ratos la caliente abertura de Leonor. Pero como un perro no sabe qué es suave y qué no, le mordió con fuerza los labios y el clítoris, pero felizmente no la hizo sangrar. ¡Aay! ¡¡Perro malo!! ¡Pero no importa! ¡Estoy en celo! Decía la alocada adolescente.
Y le empezó a clavar la verga en el coño. Al principio no entró, porque la vagina de Leonor estaba tapada por un hermoso himen cribiforme rosadito bordeado por los super húmedos y brillantes labios vaginales de ella. Pero como un perro es un perro, sólo conoció de instintos y se la empujó de un porrazo, haciéndola sangrar mucho por la desfloración de la primera vez.
Ay! No! Ya no! para por piedad! gritaba Leonorcita. Pero su mascota no se detenía. La tenía asujetada de la cintura con sus patas y el perrote negro de más de 1 metro de largo le daba cada vez más duro y más rápido. A Leonor no le quedaba entonces más chance que dejarlo seguir a su antojo y al ritmo que deseara.
Y el dolor no cesaba. A diferencia de los humanos, los perros meten sus bolas dentro de la vagina de la hembra y esta vez quien la pagó fue la chiquilla a la que le empotró hasta sus testículos, llegando la punta de la tiesa pinga del perro a golpear por instantes la entrada del útero de la muñequita.
Así transcurrieron 5 minutos más, hasta que el dolor se transformó en placer. Las rugosas y apretadas paredes de la pequeña vagina de Leonor por fin se acoplaron a la polla que tenía dentro y se comenzaron a contraer con fuerza. Esas contracciones pusieron al animal más empecinado en seguir y si uno observaba la entrada del coño de Leonor, estaba chorreando un transparente y espeso líquido abundante, que era mezcla de los fluidos de ambos amantes inusuales.
Ay! Ayy! Ayy papi! Ay dame! Si! Te quiero! Soy tu perrita! gritaba la princesita mientras el perro gruñía de placer.
De pronto, a los 5 minutos más, tantos eran los apretones que la panocha de Leonor le daba al pene de "Maic", que él se detuvo mientras la vagina de la chiquilla sufría una explosión de calor intenso. La cremosa, blanquecina y abundante esperma del can inundó el coño inocente (bueno, no tan inocente ahora)de su dueña hasta el fondo.
Al final, ella no sabía que al terminar debería esperar a que la verga de su perro volviera a su estado de flacidez para que la pudiera sacar de su vagina. Estaba desesperada!! pero espero y cuando su mascota se calmó, ella pudo por fin retirar ese pene de sus entrañas.
Más bien espero que ella no haya quedado embarazada de cachorritos!! Aunque me imagino que antes tomó sus previsiones como pastillas o algo parecido y eso no sucedió.
En la mañana siguiente, al amanecer volvieron los padres de Leonor de la fiesta y la hallaron dormida en su cuarto, con pijamas y con "Maic" a los pies de la cama. Su padre le dio un cariñoso beso en la mejilla y la dejó seguir descansando.
Ella se había hecho la dormida, y cuando sus padres cansados de la juerga y reunión del día anterior se fueron a dormir, ella se bajó de la cama y acariciando a su perro le dijo: Eres un buen perrito. ya no soy virgen nunca más gracias a ti. Te quiero mucho y te mereces otro premio. Pero ahora no.
Y le dijo también: Ya sabes que a partir de hoy. Este es nuestro secreto.
si no te gusta mi historia entonces CÄLLATE Y NO LEAS!!! pues ctmdre ru