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Las universitarias sumisas (Cap. 7)

A las pocas horas se escuchó el timbre del reino, mismo que anunciaba la llegada de las clientas para recoger a las panzonas que serían utilizadas como baños privados portátiles. Hice escuchar dos sonoras palmadas y de inmediato se presentaron las panzonas y al instante saludaron a mis clientas lamiéndoles los pies.



Una vez más mis clientas quedaron sorprendidas de con qué facilidad domesticaba a simples chicas y en cosa de días terminaban siendo simples esclavas lame botas. Me preguntaron cómo funcionaba el servicio de baños privados portátiles. Les explique que a diferencia de que en las fiestas comunes una es la que va al baño para hacer sus porquerías, con mi sistema era al contrario, conmigo el cliente anunciaba que deseaba cagar u orinar y el baño iba directamente a buscar su propia forma de alimentarse. Mis clientas pidieron una muestra de cómo funcionaba, por lo que solo tuvieron que aplaudir dos veces y las panzonas acudieron para después ponerse en cuatro patas y recibir gustosas toda la porquería saliente directo a su hocico.



Mis clientas al ver mi nivel de dominio con las personas empezaron a expirar miedo e inseguridad por mí, no fuera a ser que ellas también terminaran a mis pies, por lo que decidieron hacer todo lo que yo dijera con tal de no ser esclavizadas, eso me ayudó para exigirles que el pago desde ese día iba a ser el triple de lo que ya habían contratado con mis esclavas domésticas iniciales. Ellas aunque lo sintieron como un abuso de mi parte, no pusieron resistencia, no fuera a ser que terminaran también lamiéndome las botas.



Ellas pasaron a ser mis esclavas también, solo que ellas serían de otra especie de esclavas, ellas iban a ser mis esclavas financieras, las cuales iba a tener que rentar a mis esclavas domésticas durante el tiempo que yo marcara, o de lo contario las autoridades podrían enterarse que ellas tenían esclavas caseras.



El sentir que podría ser denunciadas a las autoridades y posiblemente terminar sus días en una jaula de 3 X 3, ahora mis nuevas esclavas aceptaron con gusto que desde ese mismo instante todas mis órdenes iban a ser acatadas por ellas. Tal como había dicho antes, en mi círculo de amistades ellas eran las lacayas y yo era su monarca, y eso nadie lo podía negar y mucho menos cambiar.



En ese momento me di cuenta que tenía el poder y control absoluto de mi círculo social, por lo que tomé la decisión de no conformarme con unas cuantas perras en renta, ahora quería todo, por lo que ordene a mis esclavas financieras ir a sus casas y que me trajeran sus esclavas domésticas y que además incluyeran las escrituras de sus casas, ellas al escuchar eso se negaron a cumplir esa orden, sin embargo me bastó decir la palabra “AUTORIDADES” para ver como sus semblantes cambiaban en automático y sus cabezas se agachaban sin decir nada. Había tomado el control absoluto de todas las que en su tiempo fueron allegadas mías.



Iban a dar la media vuelta para retirarse por lo que ordené cuando les dije “momentito, a mí no se me da la espalda jamás y además desde hoy por ustedes seré llamada como “SU ALTEZA”, ¿les ha quedado claro? Ellas solo respondieron “SI ALTEZA” para después retirarse sin darme la espalda, ya que de hacerlo estarían cometiendo una falta de respeto muy grave. Solo les autorice 45 minutos para estar de regreso con lo ordenado.



A su regreso llamaron a la puerta y como si nada entraron caminando como la gente, enseguida les dije ¿puedo saber a dónde creen que van de esa forma? Inmediatamente les recordé su nuevo rol, ellas entendieron que debían sobajarse y que solo tendrían autorizado estar a cuatro patas y mantener silencio mientras que no tuvieran permitido emitir una sola palabra. Mi grupo de esclavas originales ya estaban entrenadas por lo que de inmediato y sin pensarlo llegaron a lamer mis pies a manera de saludo y mostrarme el respeto debido. Todo empezaba a tomar forma.



Ahora sin dejar de ser unas esclavas domésticas a mis pies, las inútiles iba a adiestrar a las que hasta hace pocas horas habían sido sus dueñas y las dejarían listas para ser esclavas domesticas también, dejándolas ahora a su mismo nivel jerárquico, y así quedando yo como dueña absoluta de todas las perras.



Nunca se me hubiera ocurrido que esas amistades que se habían sorprendido de haber domado a las otras estúpidas y que además ellas juraban que nunca se iban a arrodillar ante nadie, ahora solo me bastó amenazarlas con denunciarlas para verlas rendidas completamente a mis pies sin ninguna objeción.



Al día siguiente ya con las escrituras de todos sus bienes en mi poder, me dirigí hacia la notaría para poner todo a mi nombre y así permitirles a mis nuevas esclavas vivir en sus antiguas casas pero ahora pagándome una renta, las tenía a todas donde más me gustaba, a mis pies y con la soga al cuello, ya no tenían salvación para donde miraran.


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