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María revisa las cuentas en su casa, el papeleo es la labor que mas detesta en el campo cuando alguien llama a la puerta. Al abrir se sorprende al ver a una amiga de la familia, Sonia, que es la única persona que se mantuvo con ella tras su divorcio, “tenemos que hablar” y le entrega un parte de matrimonio de su sobrina.
La noticia del matrimonio de Graciela la toma desprevenida, María simplemente no lo puede creer, “por ello Graciela me pidió que te trajera el parte en persona” le dice Sonia, “debe estar loca, no voy a prepararme para esto en solo tres días”, “pues tu sobrina es chica lista, dijo que te fueras de inmediato y que ella te dejara como nueva para la ocasión”. Solo el gran cariño que le tiene a su sobrina hizo que María decidiera asistir a la boda, mal que mal fue su única familiar que la apoyo en los momentos más duros que debió pasar.
A las cuatro de la mañana Maria se levanta y se pone a trabajar. Sus empleados la notan más activa de lo habitual y Maria les explica la razón, así que deja todo en orden y con los sueldos al día también. El capataz quedara a cargo de la hacienda. Vuelve a su casa se da una buena ducha y se cambia de ropa, cambio que solo implica que la ropa este limpia ya que siempre es lo mismo, camisa de hombre a cuadros, jeans ajustados y botas de cuero que ahora a duras penas pudo limpiar. “Tu te quedas tal cual, no tengo tiempo para lavarte” le dice a su camioneta que esta casi cubierta de barro.
El viaje fue tortuoso, Maria detesta ir a la ciudad y lo evita en la medida de lo posible pero se las arregla para dar con la casa que Graciela tiene junto a su novio la cual es impresionante, toda una mansión y afuera se aprecian varios vehículos estacionados, todos de lujo los cuales contrastan con la camioneta todo terreno de María. Cuando toca a la puerta una empleada le abre y la mira con profunda desconfianza como si ella fuera una mendiga o algo así. Amablemente pregunta por Graciela, “la señorita esta ocupada ahora” es la seca respuesta, “me envió un parte de matrimonio y además soy su tía” responde con su ya típico tono de mando. La empleada revisa el parte y la deja pasar, “la señorita esta en el living” le dice la empleada dándole un desagradable mirada de arriba abajo.
Maria va hacia el living y a medida que se acerca escucha voces, algunas familiares y otras no tanto. Ella cierra los ojos y respira hondo, “bien aquí vamos”. Maria se asoma y ve a varias personas, Graciela con un tipo joven y atractivo a su lado, su novio. Carla, la hermana de Maria esta ahí también junto a su nuevo esposo, además hay algunas modistas con varios vestidos de novia y una señora de bastante edad que al parecer es la madre del novio junto a otros familiares de este. “Sigue mi consejo este vestido debes elegir por...”, ella se detiene cuando nota que Graciela no esta poniendo atención, ella esta mirando hacia la puerta y todos lo hacen, las reacciones de sorpresa al ver a Maria son evidentes, “¡Tía!” exclama Graciela que sale disparada a saludarla.
“¡Pero como has crecido niña!” le dice Maria al verla después de tanto tiempo, “¡ya pensaba que no ibas a venir!”, “que va por poco me lo pierdo”. “Disculpen pero, que hace esta señora aquí” dice la madre del novio en un tono de molestia dejando en claro que la presencia de Maria no es una sorpresa grata, “veo que mi hermana ya le hablo de mi” responde Maria con una mirada fría y dura, “yo la invite, supuse que la dejarían fuera así que le envié un parte por mi cuenta y le pedí a Sonia que le fuera a avisar” dice Graciela con un tono desafiante imitando a su tía. Carla se hace la desentendida al igual que otros de sus familiares ahí presentes.
“Mucho gusto en conocerla” dice el novio que trata de distender el ambiente que se volvió muy tenso. Él hace un intento de besarle la mano a Maria pero ella no se lo permite y le da la mano igual que aun hombre apretándosela con fuerza, “gracias pero yo no soy para esos gestos, espero que cuides y hagas feliz a mi sobrina”, “es la mujer de mi vida” responde con un aire de galán de telenovela, “más te vale, le rompes el corazón y yo te romperé el cuello” le dice María dándole una fiera mirada a los ojos provocando carcajadas en su sobrina, una sonrisa nerviosa en el novio y mucha incomodidad en el resto.
“Llegaste justo a tiempo, quiero tu opinión, tengo siete vestidos de novia aquí y no sé cual usar, y eso que la boda es unos días” le dice Graciela. “Pues dudo que alguien que se vista de una manera tan, simple, pueda dar consejos de moda” dice una de las presentes que mira a Maria con cierto desdén por su aspecto de vaquera. Maria revisa los vestidos uno a uno y mira a su sobrina, “este te queda, simple y elegante, es perfecto para ti, no necesitas nada más para verte bien”, las expresiones de espanto en las presentes eran de fotografiarlas, “hecho, este será mi vestido” dice Graciela dando por sentenciado el asunto, “les dejo los detalles de la boda a ustedes tengo que hacer con mi tía” y se vuelve a Maria tomándola del brazo, “ven acá tenemos mucho de qué hablar” agrega dejando el resto con los crespos hechos.
“Por lo visto mi presencia no es bienvenida aquí” dice Maria pero su sobrina no se hace problema, “no les hagas caso son unas viejas amargadas, ya estaba harta con el asunto del vestido, pudiste llegar ayer, fue mi despedida de soltera y estuvo de pelos” dice con una picara sonrisa, “conociéndote ya me lo imagino”. En el jardín de la casa ambas conversan hasta bien entrada la noche, en ese momento aparecen otros sobrinos de Maria los cuales ella no había visto desde que eran unos bebes y a otros ni siquiera los conocía. Todos ellos quedan encantados encontrándola muy guapa y el verla vestida así solo la hace más atractiva aun algo que de inmediato le hacen ver con toda clase de piropos, “espera a que te vean una ves que cambies tu look y los dejaras muertos” bromea Graciela.
A la mañana siguiente Maria baja a desayunar con su tenida habitual, “me vine tan rápido que no alcance a empacar nada” se excusa ante las miradas de recelo de algunos de los presentes. A la distancia cruza miradas con su hermana pero no se dicen una sola palabra. Graciela deja finiquitados los últimos detalles de su boda, “hoy tendremos que dejarte lista a ti” le dice a su tía que no luce muy convencida. Maria trata de escabullirse pero sin éxito y Graciela la lleva directamente al centro comercial, “veamos que podemos hacer contigo”.
La primera parada fue el estilista que casi se desmayo al ver el cabello de Maria, seco y sin brillo, “¡que horror pero que le has hecho!” exclama, solo por que esta con su sobrina Maria no lo estrangula. Debió soportar un sermón y un tratamiento para su cabello que la tuvo sentada en silla por dos horas, para una mujer tan trabajadora y activa como ella es todo un suplicio tener la cabeza llena de quien sabe que cosas sin poder hacer nada, “no puedo creer que antes me prestaba para esto” le dice a su sobrina que se esfuerza por no reír. También le hacen una manicura ya que las uñas de sus manos estaban muy maltratadas por el trabajo, pero al menos le reconocen que su piel se ve muy bien y que no necesita maquillarse demasiado para lucir las bellas facciones de su rostro.
Con bastante alivio Maria salió del salón de belleza, “no te relajes que aun nos faltan el vestido y los zapatos”. Nuevamente fue una agonía para Maria, se impresiona que su sobrina tenga tanta paciencia para ello y la idea de usar taco alto le parece un suplicio, “te diré que hace muchos años deje de usar estas cosas” se queja mientras mira en una vitrina. Tras tener los zapatos viene el tema del vestido y Graciela la lleva con su modisto el cual pone una expresión de espanto, al ver a Maria vestida así, y de admiración al notar las curvas que posee a su edad. Se pasea a su alrededor, la mira y la toma de las caderas y la cintura, Maria se controla para no reaccionar ya que no aguanta que ningún hombre la toque así, pero Mauricio es, “diferente”.
Sorpresivamente Mauricio se pone detrás de Maria y estira sus manos tomándole sus pechos para comprobar la forma y firmeza de los mismos algo vital para el vestido que ella va a usar, por desgracia Maria no lo ve así y se voltea para golpearlo, solo Graciela lo evita. “Calma, calma él sabe lo que hace” le dice a su tía. Después de eso Mauricio se acerco a Maria con bastante precaución y le paso una tenida para que se la probara, “vaya te ves increíble, serás la reina de la fiesta”, “no mi niña, tu eres la novia y serás la reina, yo solo me conformo con ser la bruja que tape algunas bocas nada más”.
Maria se dedico a colaborar con los preparativos de la boda, siendo una mujer de trabajo no tuvo problema alguno en estar con los empleados mientras otros simplemente se dedicaban a tomar té o a beber algo y a mirar. En ningún momento cruza una palabra con su hermana y la única razón por la cual Maria la tolera es por su sobrina. Su nuevo cuñado se le acerca, pero Maria de manera sutil le deja en claro que ella no esta para reencuentros con nadie, “será mejor que tengas cuidado con esas actitudes hacia mí, Graciela es la razón de mi presencia, pero ella sabe muy bien que mi paciencia tiene sus límites” le advierte.
Es el día de la boda y hay todo un caos en la casa, la gente va de un lado para otro y desde tempranas horas María ya está en pie trabajando con los empleados en la decoración del hotel donde se hará la fiesta. Vuelve a la casa donde come algo y visita a su sobrina que está con los nervios hechos, “solo cálmate y respira hondo” le dice varias veces. Graciela le presta su auto para que no deba estar paseándose en su “tanque” como le dice a la camioneta que usa.
La hora de la boda ya está cerca y María se va a cambiar de ropa, irá a la ceremonia pero se ubicara retirada a fin de evitar problemas. En la casa están casi todos listos en el living cuando ella aparece de improviso. Su cabello lo lleva tomado en un simple moño que resalta la belleza natural de su rostro y sus ojos pardos, sus carnosos labios los lleva pintados de un vivo color rojo haciéndolos aun más apetecibles. María usa una simple polera de tirantes de color rojo, pero con un escote capaz de provocar un infarto, una blusa blanca como si fuera chaqueta y una falda negra justo por encima de la rodilla. Es una tenida simple y sencilla, como a ella le gusta, pero que luce sus atributos de una manera que deja a todos con la boca abierta, precisamente lo que ella quería además de mostrar que pese a su aspecto habitual de vaquera, María tiene clase y elegancia cuando desea mostrarlo. “¿Nos vamos?” pregunta y de inmediato varios de sus sobrinos se pelean por acompañarla en el auto.
Tras la ceremonia tía y sobrina se reencuentran en la fiesta donde Graciela no deja de alabar a María que se ha convertido en toda una celebridad, “¡te lo dije!” dice Graciela y María se ríe. Hacía años que no iba a una fiesta pero luego de un rato comenzó a disfrutarlo, manteniéndose alejada de su familia, se dedicó a charlar con otras personas e incluso acepto salir a bailar, pese a que no lo hacía hace mucho tiempo se divirtió bastante y demostró que puede mover sus curvas con bastante soltura lo que se convierte en un imán para los hombres de todas las edades, sus sobrinos la sacan a bailar a cada instante, “veo que causas furor, entre los jóvenes” le dice Sonia al oído y María le tira un codazo en respuesta, aunque se acuerda de Joaquín.
A eso de las cinco de la mañana María se rinde y decide irse, está cansada y algo mareada, por lo que pide un taxi para volver a la casa. Desea dormir y regresar a su hacienda en la tarde, tres días fuera es demasiado. Al llegar el lugar está en calma, una empleada se despierta y va a recibirla pero María le dice que se vaya a dormir. Se saca sus zapatos que la están matando y sube a su habitación lista para unas cuantas horas de sueño, pese a todo se divirtió como nunca y se ríe al recordar las caras de algunos invitados al verla. María entra en su habitación y cierra la puerta dirigiéndose a su cama, pero alguien la abraza por detrás.
“¡Hey que demonios!” exclama y de inmediato comienza a forcejear mientras otras manos recorren su cuerpo metiéndose bajo su falda y deslizándose de manera impertinente encima de sus pechos mientras ella escucha comentarios acerca de su busto y lo grande que es. “¡Malditos degenerados les romperé el cuello!” exclama ella pero le tapan la boca. Debido a la oscuridad María no ve quiénes son y ciertamente el exceso de copas le ha quitado fuerzas. Sus agresores sigue adelantes y cuando cierra sus piernas deja una mano atrapada entre las mismas. De improviso le suben su peto y le abren el sostén, María intenta forcejear pero la toman con fuerza de las manos. “Vamos tía, no se resista” le dice una voz y María se percata de quienes son, sus sobrinos a los cuales vio el otro día y que en la fiesta a cada instante la acompañaban.
Son cinco en total y siguen adelante manoseándola y besándole los pechos pese a su oposición, “tía nos dejaste muy calientes con esas curvas, solo queremos divertirnos un rato” le dice uno, “tienes un tremendo cuerpo, mira como me tienes” agrega otro y le toma la mano llevándola a su verga que María siente dura y tiesa, otro hace lo mismo y ante esa avalancha de caricias y besos que recibe comienza a ceder.
Por todo su cuerpo siente como la besan y el que la tiene por detrás le restriega su miembro en el culo y la besa en el cuello. Son caricias bruscas, pero que la provocan. Pese a que ella se resiste, su cuerpo reacciona de manera distinta, situación que le hacen notar cuando ellos advierten como sus pezones se ponen duros y su coño húmedo. Desde que se fue Joaquín, María no ha tenido sexo con nadie y solo se conforma masturbándose en las noches situación que no la satisface del todo, por ello ahora su cuerpo empieza a despertar.
Sorpresivamente cuando una lengua acaricia su sexo se le escapa un profundo gemido que atrapa la atención de todos, María está caliente y ya no puede ocultarlo. “Lo haremos, pero a mi modo”. De inmediato la sueltan aunque la siguen rodeando. María se besa con quién está detrás cruzando sus lenguas, con sus manos ella soba las vergas que están a su alcance y el resto de inmediato vuelve a la carga, para devorarle sus magníficos pechos y su sexo. María va de boca en boca, besándose con sus sobrinos, algunos demuestran que saben, otros no tanto y otro no, pero con ella aprende a besar. Sus lenguas se pasan por su cuerpo, en su cuello, sus hermosos pechos, su vientre y su coño. María separa sus piernas y ellos le lamen entre sus muslos y uno presiona los dedos en su trasero, “es increíble, tan apretado” le dice uno de los chicos.
Rápidamente comienza a desvestirse ellos y a sacarle la ropa, su falda queda tirada a un lado así como su blusa y su peto. María los siente recorriendo su cuerpo y a cada momento se ponen más osados metiéndole los dedos en su coño y luego pasándoselos en la boca, pronto siente como le hacen sexo oral en su coño y en su culo a la vez mientras le chupan y lamen sus grandes pechos, “¡oh si, vamos, más fuerte, más profundo!” demanda María al sentir como se lo hacen. Sus besos de boca en boca y sus manos de verga en verga, está decidida a atenderlos a todos y que todos la atiendan a ella.
Sobre la cama la recuestan con algo de rudeza, María no alcanza a decir nada cuando uno de ellos le hunde su rostro entre sus gruesos muslos para lamerle el coño. Otro la sujeta y le mete su miembro de una vez en la boca casi ahogándola mientras la folla entre esos carnosos labios. De inmediato María atrapa con sus manos las otras dos vergas disponibles y otro chico se monto sobre ella haciéndose una paja con sus grandes pechos, María es ahora una Fiera sexual en todo su esplendor.
Sobre la cama María da rienda suelta a su calentura, los atiende a todos por igual mamando sus vergas casi hasta hacerlos acabar. Les pide que no dejen de lamer su coño y darle tanto como puedan. No pasa mucho hasta que María siente una verga hundiéndose en su coño, libera un fuerte quejido mientras la penetran y pronto sus senos comienzan a agitarse y la cama a crujir. Su sobrino apoya sus piernas en sus hombros y la folla tan duro como puede mientras su tía se dedica a mamar cuanta verga tiene al alcance de su boca. María siente el sabor a semen y eso la excita aun más sumado al hecho que son sus sobrinos.
María le hace una seña al más joven de todos, él cual es aun virgen, “acuéstate aquí” le ordena y ella se le monta encima empalándose en su miembro de una vez. María se besan con todos que le meten mano como quieren tomándole sus pechos y frotándole su clítoris mientras le cabalga encima a su sobrino más joven que apenas le sigue el paso. Los gemidos de María se ven ahogados por los miembros que se van turnando entre sus labios y los demás se dedican a lamer todo su espectacular cuerpo, chupando sus pezones y su clítoris, besándola y restregándole sus miembros en la cara.
Rápidamente María cambia de pose y ahora se pone en cuatro y de inmediato un miembro se hunde en su coño, “ven te la quiero mamar” le dice uno de ellos. Y mientras un miembro se hunde en su sexo en un extremo, otro lo atrapa en su boca. Le arremeten con todo y se escucha el sonido de las embestidas que le dan contra sus nalgas, sus pechos se balancean de un lado para otro y María se carga contra quien la penetra a fin de recibirla mejor. Uno por uno la cogen en su boca o en su sexo como a ella le gusta, se muestran tan fogosa y caliente que ellos se toman turnos a fin de recuperar fuerzas para poder satisfacerla, María los deja sorprendidos al demostrar lo ardiente que es en realidad.
Le cabalga con todo a uno de ellos, le restriega sus pechos en el rostro mientras se lo monta gimiendo y suspirando. Le hace una paja a otro chico frotándosela hasta que el semen comienza a brotar y de inmediato la pone en su boca para hacerlo correrse. Unos dedos traviesos se van metiendo entre sus nalgas y eso le encanta, “mejor usa tu miembro” le pide, y él rápidamente le cumple penetrándola en su estrecho agujero que parece le va a exprimir su verga. Es la primera vez que María es penetrada por dos vergas a la vez, una fantasía que había querido realizar y ahora lo está cumpliendo.
“Vamos tía, hazme una mamada” le pide uno y María se siente obligada a cumplirle. Entre tres se la follan al mismo tiempo, los otros dos María los atiende con sus manos, los quiere complacer a todos al mismo tiempo, por ello le encanta cuando comienzan a turnarse para darle en el culo, para todos es la primera vez que prueban la exquisitez de un culo, y más aun este considerando que es de su tía y de una madura tan guapa y caliente.
María se voltea y hace que su sobrino acostado en la cama se la folle en el culo, quiere dejarlos a todos complacidos y él la abraza con fuerza metiéndole su miembro tan profundo como pueda. María separa sus piernas y rápidamente su coño la atención que se merece. “Muévete, dame espacio” dice uno y María se sorprende al ver como una segunda verga se metiendo en su coño hasta que se hunde junto a la otra. Los tres chicos se mueven al unisonó y María tiene un concierto de gemidos y quejidos mientras la follan. Los otros dos se acercan y ella los empieza a pajear con sus manos y a mamar sus vergas una y una. A esas alturas algo de luz solar comienza a llegar a la habitación.
El clímax esta cerca, María lo siente venir en su cuerpo y en ellos también, “quiere que se corran sobre mí” les dice en medio de sus gemidos y pronto siente su culo llenarse de una calidez y otro se corren sus manos para luego poner sus miembros frente al rostro de María y dejarlo cubierto de semen. Otro se la pone en la boca y se corre con todo mientras los chicos que le dan a su ardiente coño hacen lo mismo también. María se recuesta en la cama y recibe un aluden de semen sobre todo su cuerpo, ella les saca hasta la última gota de semen y usa su boca para mamar sus vergas hasta el final. Los chicos la dejan cubierta en esencia de hombre.
Tras tener sexo de manera tan salvaje María se duerme profundamente y despierta pasado el medio día con su cuerpo impregnado en semen y sintiendo su aroma. De forma rápida y discreta ella se da un buen baño y se pone su vestimenta habitual. Baja a la cocina a desayunar donde se entera que Graciela ya se fue de Luna de Miel. María se despide de los empleados y se dirige a su camioneta dispuesta a volver a su querida hacienda cuando es interceptada por algunos de sus sobrinos los cuales de inmediato avanzan sobre ella, pero está vez, María no es tomada por sorpresa.
“Si me vuelven a hacer algo así sin mi permiso, los matos a todos” les advierte de manera severa dejándolos algo asustados, “¿y con su permiso?” replica uno de ellos, María sonríe, “es otra historia y eso no sucederá en un buen tiempo”, se despide de ellos y se va.
Ha pasado una semana tras el matrimonio de Graciela cuando María nota a un grupo de trabajadores riendo y comentando algo. Ella no le presta atención, pero nota que la observan de reojo, al acercarse todos se alejan dejando al capataz, “¿podría saber cuál es el chiste?” pregunta con sarcasmo. De manera nerviosa el capataz le cuenta, “eh bueno, su sobrina, la señorita Graciela”, “señora” corrige María, “bueno, nos mando unas fotos de su matrimonio, en especial estas donde sale usted”. María abre los ojos de par en par al ver fotos de su persona luciendo como toda una dama, y muy sexy además, en la boda. En otras ella sale bailando y riendo algo muy extraño en María. “Si veo esas fotos de nuevo, los cuelgo a todos, ¿está claro?”, “si señora” le responde el capataz y María aleja sonriendo pícaramente.
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