~~El
relato que os cuento a continuación es una historia que le sucedió
a un amigo mío, él es médico, me la contó
hace algunos meses, yo no me la creí, y él me dijo que
grababa lo que sucedía en su consulta, por lo que me dejó
ver el video, de esta forma confirmé la historia, y os la voy
a dar a conocer. Estaba mi amigo en su consulta, pues es médico
de familia privado, a eso que su secretaria Carmen, entró y le
dijo que solo quedaba una visita, a lo que él le dijo que la
hiciera entrar. Pasó una mujer, y se sentó en la camilla
sin él decirle nada, allí estaba, era extremadamente atractiva,
con su pelo castaño largo, su cuerpo bronceado, sus pechos eran
pequeños pero no deberían de estar mal, usaba un vestido
corto marrón claro, con correas finas que cruzaban su espalda,
y no usaba sostén. Estaba sentada en un extremo de la camilla,
la joven dejaba ver sus bragas blancas, mi amigo luchaba por no mirarle,
pero algunas miradas iban hacia las bragas, el resto si iban a su cara.
El doctor le preguntó por lo que le pasaba, y ella le contestó
que estaba bien de salud, que logró un trabajo y requerían
que llevara un estudio médico completo de que estaba sana, firmado
por un medico, que simplemente necesitaba la firma en un papel y no
lo molestaba más y se iba. Él le contestó que no
era posible, estaba flirteando, le dijo que eso requería algunos
días, había que hacer análisis y orina, y tenía
que esperar los resultados, ella le dijo que lo necesitaba hoy, y él
le dijo que tenía que rellenar todos los campos del informe.
Le preguntó el nombre y contestó que se llamaba Teresa,
él le enseñó el folio con todas las cosas que tenía
que rellenar, y ella dijo que vale. Él le dijo que se debía
desvestir y ponerse una bata fina que cerraba por detrás para
examinarla.
Salió un momento del cuarto, para darle privacidad mientras se
cambiaba, y minutos después volvió, justo a tiempo para
alcanzar a ver a Teresa terminando de acomodarse el vestido sobre sus
bragas blancas. Ella se quedó parada al lado de la camilla, sin
saber que hacer, rápidamente le tomó los primeros datos,
altura, peso, y otras cosas, explicándole que normalmente esas
cosas las hacía alguna de las enfermeras pero como ya era tarde
no había quedado ninguna. Después le pidió por
el teléfono a Carmen, que le llevase un termómetro rectal
y un tubo de jalea KY.
Al instante, escuchamos unos golpes en la puerta, y él le dijo
que pasara, ella entró, le miró con cara de preguntar
que para que era eso si casi nunca se usaba, y dejó el termómetro
rectal y la jalea de KY sobre su escritorio, y se retiró. Cuando
Teresa vio lo que era se ruborizó, pero antes de que ella pudiera
decir nada, mi amigo se adelantó, y le ordenó que se subiera
en la camilla y se apoyase sobre su costado izquierdo. Ella protestó
diciendo que eso no lo hacia nadie, él le dijo que si quería
el papel en el día, había que tomar la temperatura rectal,
que se recostase sobre la camilla sobre su lado izquierdo, pero Teresa
seguía sin estar muy convencida, y le pidió a mi amigo
que entrase la secretaria, para que estuviera allí de testigo.
Él llamó a Carmen, y esta entró, y vio a Teresa
con su bonita cara mirándola expectante.
Él le dijo a Carmen, que la señorita quería que
hubiera otra mujer mientras tomaba su temperatura rectal, ella dijo
que vale, mirándole y diciéndole por la mirada que eso
no se hacia, pero siguiéndole el juego. Teresa se subió
a la camilla, apoyándose sobre su lado izquierdo, y dejando ver
su espalda y sus bragas blancas, después le ordenó a Carmen,
que le bajase las bragas lo suficiente para que él pudiera colocarle
el termómetro en el ano. Carmen se puso nerviosa, podía
notársele en su mirada, pero con las dos manos bajó las
bragas de Teresa, dejando su culo desnudo, él se puso unos guantes
de látex y lubricó su dedo medio con la jalea de KY, después
separó un poco las nalgas de Teresa, descubriendo su rosado ano,
y con su dedo comenzó a lubricarlo, lo hacia lenta y sensualmente,
Teresa no se quejaba, e incluso lo disfrutaba, aunque estaba algo desconcertada,
Carmen igualmente estaba aturdida. A continuación, dejó
que su dedo resbalara en el recto de ella y Teresa apretaba cada vez
que lo hacía, hasta que insertó suavemente el termómetro
en su ano, Teresa se quejó un poco, pero él le dijo que
se relajase, que esto llevaría solo algunos minutos, sostuvo
el termómetro con la mano durante unos minutos, con su culo expuesto,
gozando ambos de la vista, hasta que cuando pasaron los minutos, sacó
el termómetro y se lo entregó a Carmen, y le dijo que
registrara la temperatura.
Una vez que Carmen había registrado la temperatura, él
le dijo a Carmen, que preparase un enema para la señorita, ella
chilló que para que, y él le dijo que la temperatura estaba
alterada, que había que hacerle una revisión pélvica
y rectal completa, y que se necesitaba hacer una limpieza antes para
poder hacer el examen rectal. Así que le ordenó a Carmen
que cogiera un enema, un cuarto de galón de agua caliente, y
un poco de aceite mineral, ella le miró desconcertada, pero fue
a cogerlo.
Cuando volvió le dijo a ella que lo preparase, y Carmen le indicó
que nunca había hecho ni puesto ninguno, entonces él le
empezó a decir como era, que debía saberlo hacer para
poder asistirle en el futuro, le mostró cómo mezclar la
solución, llenar el bolso, y comprobar el flujo del inyector.
Hecho esto, le dijo que colgara el bolso del enema en el soporte. A
continuación se dirigió él ha Teresa y le dijo
que si lo prefería, que se lo administraba la secretaria, Carmen
lo miró como diciendo que estaba loco, pero Teresa le respondió
que lo prefería, entonces le ordenó a la secretaria que
se pusiera un par de guantes, que él le explicaría cómo
administrar un enema. Carmen protestaba entre dientes, mientras se ponía
los guantes, después le dijo que se pusiera al lado de la camilla,
cuando se colocó le dijo que se lubricase su dedo con un poco
de jalea de KY y después lubricase el inyector del enema, ella
siguió nerviosa las instrucciones. Después le dijo que
lubricase el ano de Teresa, la mano de Carmen tembló mientras
le separaba suavemente las nalgas y aplicaba suavemente un poco de jalea
de KY en el ya lubricado culo, después le ordenó que insertara
lentamente el inyector, Carmen siguió las instrucciones, y lo
introdujo, Teresa gemía de dolor al meterse, pero se embutió
hasta el fondo. Después le dijo que esperase un momento para
que el ano se acostumbrara al tubito, a continuación, le dijo
que abriera la abrazadera para que comenzara a bajar el flujo del agua
al culo, y Teresa gimió cuando notó el agua. Carmen sostuvo
el inyector hasta que el bolso del enema vació su contenido en
el recto de la paciente, después quitó lentamente el inyector,
y le dije que aplicara un poco de presión en las nalgas para
ayudar a la retención del enema. Al rato le dije a Carmen que
la acompañara al baño para que lo soltase.
Cuando Carmen volvió, la mandé rellenar nuevamente el
bolso del enema, y que cambiara el inyector. Ella le miraba, no entendiendo
lo que planeaba hacer, y preguntó si le iba a poner otro, él
le respondió que no, que ese era para ella para que supiera lo
que experimentan los pacientes, y pueda entenderlos, Carmen no se opuso
mucho, pues pensaba que era algo que podía mejorar su experiencia,
y fue preparando el material. Cuando Teresa volvió del cuarto
de baño, continuó con el examen pélvico y anal
con sus manos, masajeándoselos y excitándola, después
pasó a examinarle sus pechos, y cuando terminó, le dijo
que podía vestirse, le hizo el informe favorable, ella se puso
las bragas, y después el vestido y nos despedimos.
Entonces se dirigió a Carmen, que estaba sentada sobre la camilla
con todo listo, le dijo que se fuera quitando la falda y las bragas,
ella lo hizo y lubricó otra vez como lo hizo antes con Teresa,
después insertó el inyector del enema hasta el fondo de
su recto y dejó salir el agua, frotándole él entre
sus muslos suavemente, ella gimió de placer mientras que el enema
la llenaba, además él le daba masajes a su clítoris
hinchado, apenas antes de que el enema acabara, ella alcanzó
un clímax volcánico y se estremeció todo su cuerpo,
quitó el inyector rápidamente, y Carmen se fue al cuarto
de baño a tiempo para expeler el enema.Después de algunos
minutos, ella volvió al cuarto a recuperar sus bragas y falda,
él le preguntó si había gozado, y respondió
entre sonrisas que sí, que a lo mejor necesitaba otra demostración
del procedimiento, él le dijo que encantado, y ambos se fueron
del lugar.